El periodista,
que acaba de publicar Días de ira, retrata sin piedad la España actual en
una entrevista en LD (Libertad Digital).
Domingo, 26.07.15
Es, quizás, uno de los españoles con la legión de odiadores
más creciente del momento. Casi todos dan el tipo de licenciados por la
facultad de Políticas de la Complutense (o por la de Periodismo, que total…) y
son muy activos en Twitter, donde Tertsch los saca
de sus casillas por
su negativa a acunarlos con la tontería esa de que son la generación mejor
preparada de la Historia. Su pelea diaria con ellos es cuento viejo y data de
más atrás del 15-M, en concreto, de los tiempos en que nuestro entrevistado era
subdirector de El País y
los jóvenes turcos del periódico lo freían con denuncias anónimas por
desviacionismo y casi le montaban escraches a la puerta de su despacho. Eran
los airados hijos de ZP, ayer redivivos en las acampadas de la Puerta del Sol y
hoy en los círculos viciosos y podemitas. A todos ellos parece dedicarles
Tertsch su último libro, Días de ira,
y una reciente colección de crónicas del acabose sobre el terreno.
-Gonzalo Altozano: Sus informaciones desde Grecia han tenido
poco o nada que ver con las del resto de enviados especiales.
-Hermann Tertsch: Porque el periodismo de ahora es un periodismo de tribu. Los
periodistas españoles que andaban por Atenas lo hacían en manada. Todos jugaban
a ser Cintora o Escolar (Prescolar, como lo llaman). ¡Cuánto sentimentalismo
barato! De pronto, todos tenemos que llorar. Y el que no llore, que le corten
la cabeza. Es el arma de la ternura.
-G.A: Desde luego, era de los pocos cronistas que no parecía
ligar su suerte a la de la juventud griega.
-H.T: He visitado barrios enteros de jóvenes que parecían
salidos de la facultad de Políticas de la Complutense. Todos desastrados. Todos
con elno future y
el odio de clases. ¡Un pasotismo…! "¿Que nos salimos del euro? Total, a mí
qué, si me voy a quedar igual". Esa parecía la consigna. Como si no
tuvieran nada que perder rompiendo relaciones a malas con la Unión Europea.
-G.A: ¿Y tienen algo que perder?
-H.T: ¿Que si tienen algo que perder? Era para preguntarles:
pero, vamos a ver, chaval ¿tú has puesto la ducha
esta mañana y salía agua? ¿Y
has encendido el móvil y había cobertura? ¿Y el ordenador y tenías internet? ¿Y
te han pegado un tiro? ¿Y has tenido que sacar corriendo a tu madre en brazos
porque en tu calle se estaban sacudiendo?
-G.A: Para Podemos esos chicos son el ejemplo de Europa.
-H.T: Es que el éxito de Podemos ha consistido en decirle a
la gente que no tenía nada que perder. Que era imposible que les fuera peor de
lo que ya les iba. Que por muy mal que vinieran dadas, la vida que llevaban la
iban a poder llevar siempre. Y la gente no sabe lo peor
que todavía le puede ir.
-G.A: ¿Ha sido esa la única clave de su éxito?
-H.T: No. Podemos también ha sabido señalar a los culpables
y ofrecer a sus votantes una venganza. Esta forma de revancha los chavistas la
llaman "empoderamiento".
-G.A: ¿Y en España es solo de tipo social?
-H.T: También histórica. Por eso lo del cambio del nombre de
las calles que, por cierto, oculta su falta de sustancia política. ¿O nos ha
explicado Pablo Iglesias cómo piensa desarrollar España, qué sé yo,
industrialmente? El votante de Podemos no vota, por tanto, un proyecto
ilusionante, un plan de futuro. Y es entonces cuando podemos hablar de Podemos
como una dinámica de odio.
-G.A: Pero cualquier votante se acerca a las urnas con uno o
dos agravios.
-H:T: Y en todos los países, sí. La diferencia está en la
capacidad que tenemos cada uno de asumir cuánta culpa es nuestra y cuánta es de
los demás.
-G.A: ¿Andamos justitos en España de esa capacidad?
-H.T: Era lógico que surgiera una alternativa al PP y al
PSOE. Como era lógico que surgiera
también la rabia. Pero lo que no era lógico es que esa
alternativa y esa rabia se articularan a partir de una narrativa del odio. Y
del odio de los años treinta.
-G.A: ¿Se refiere al relato que se hace hoy de la II
República, un relato de ternezas y flores?
-H.T: Precisamente ahí, en hacernos creer que la República
fue una República de cuento, está el veneno de lo que pasa ahora. Es verdad que
la República empezó con muchísimas ilusiones, pero también es verdad que
enseguida fue secuestrada. En el 34, un golpe comunista pervierte la República,
que deja de ser democrática, si es que alguna vez lo fue. Y los demócratas que
había en este país, poquísimos, terminan por marcharse y desentenderse. Y lo
que hay entonces es un choque entre los dos sistemas preponderantes en Europa.
-G.A: Choque del que solo uno salió vencedor.
-H.T: Y peor
nos hubiera ido si hubiese ganado el otro. Eso es así y los españoles tenemos
que tener el coraje para contar lo que pasó. Y lo que pasó fue mucho más
complejo de lo que algunos pretenden.
-G.A: Pocos, sin embargo, son los que se atreven a hablar.
-H.T: Pero ninguno de los que callan lo hace porque oculten
crímenes horrendos en el armario. Lo que pasa es que les han hecho sentirse culpables.
-G.A: ¿Culpables de qué?
-H.T: Culpables de franquistas. Porque en España todos hemos
sido antifranquistas, pero antifranquistas de la ostia, oiga. Es verdad que con
Franco vivo aquí se hablaba poco, pero porque a quien osara lo metían en una
cámara de gas. El franquismo fue exterminio y Franco fue Hitler. Y desde el 1
de abril del 39 hasta el 20 de noviembre del 75. ¡No, hombre, no, por favor!
-G.A: ¿Es eso lo que usted llama la mentira antifranquista?
-H.T: La mentira en la que todos se pusieron de acuerdo, la
mentira por la que muchos de los que hicieron cola ante el féretro de Franco
corrieron luego a afiliarse a Comisiones Obreras.
-G.A: ¿La mentira, en fin, que permite a Víctor Manuel y Ana
Belén acudir a La Sexta Noche a dar testimonio de sus seis meses de exilio?
-H.T: ¿Cómo? ¿En serio? ¿Eso ha sido así? ¡No! Me descojono.
Pero qué osadía y qué infinita procacidad la de estos dos, que lo tuvieron
todo, que les premiaron todos, y ahora vienen con lo del exilio.
-G.A: Usted también pudo fabricarle un pasado a su padre,
participante en un complot para matar a Hitler. Solo tuvo que restar hechos al
relato y añadirle literatura. Y, sin embargo, optó por contar que Ekkerhard
Tertsch se volvió contra el nazismo cuando ya todo era demasiado tarde. ¿Por
qué?
-H.T: Días de ira, y
en concreto los tres capítulos que le dedico a mi padre, son una apuesta por la
integridad personal que la sociedad nos exige a cada uno. Integridad para hacer
frente a la mentira y exponer la verdad, cada uno la suya. Porque una vez que
estás de acuerdo con tu verdad, con la verdad, no tienes que tenerle miedo a
nada. Días de ira es,
en definitiva, una apuesta por la verdad.
-G.A: "La verdad como punto de encuentro de un
auténtico pacto de Estado en España", escribe.
-H.T: Porque una sociedad basada en la mentira es una
sociedad que no está capacitada para los retos.
-G.A: ¿Y Zapatero? ¿Qué piensa Zapatero de todo esto?
-H.T: El desastre en mitad del cual nos encontramos es
responsabilidad de Zapatero. Hay que remontarse siglos, tal vez hasta el
reinado de Fernando VII, para encontrar a un personaje que haya
hecho tantísimo daño a la nación española como José Luis Rodríguez Zapatero.
-G.A: ¿Y de ese viaje en el tiempo en busca del enemigo
público número uno a qué otro personaje se traería?
-H.T: A Juan Luis Cebrián.
-G.A: Enric González dijo de él en relación con su gestión
al frente del Grupo Prisa que cobró como pirómano y cobró como bombero.
-H.T: Yo iría más lejos. Juan Luis Cebrián fue quien impuso
el canon democrático en este país. Era él quien daba o quitaba el carnet de
demócrata, quien decía quién y quién no pasaba la itv para moverse por los
negocios, la política y la vida. Él, que fue jefe de informativos de Televisión
Española con Arias Navarro. De nuevo, la mentira
antifranquista.
-G.A: Usted lo trató en su día.
-H.T: Y era -y sigue siendo- un hombre que compensa su
timidez con una enorme prepotencia y una vocación de poder sin límites.
-G.A: ¿Fue Cebrián el artífice de ese producto
ideológicamente tan bien armado que fue El País durante años? ¿O fue Polanco, tan poco
sofisticado intelectualmente?
-H.T: El País no
fue tanto una empresa ideológica como apuntarse al caballo ganador. Era el
periódico del zeitgeist, del espíritu del tiempo. Y lo fue durante
muchos años y con plenitud. El éxito de ese juego de poder se debió en buena
parte a Juan Luis, pero también a Jesús, a Jesús Polanco. La diferencia es que
Polanco, aún siendo un señor de derechas que hacía negocios con la izquierda,
se creía el discurso, no todo, pero sí algo.
-G.A: ¿Y Cebrián no?
-H.T: Cebrián es un hombre
siniestro, sin escrúpulos, que no cree en nada, salvo en sí
mismo y en sus negocietes. Lo mismo que Mauricio Casals. Los dos únicos
empresarios de los medios, por cierto, a los que recibe Soraya Sáenz de
Santamaría, sus consejeros áulicos, lo que debería dar la medida de la talla
moral de la señora.
-G.A: ¿Explican esas visitas que sea casi imposible
encontrar en la prensa española una portada, un titular, un comentario, una
viñeta incluso, críticos con la vicepresidenta?
-H.T: Soraya está impoluta. Al precio, eso sí, de azuzar a
los medios contra su propio partido, en una operación de castigo que ha
terminado criminalizando al votante de derechas, la mitad de este país. La
señora tampoco tiene escrúpulos. Si al llegar de provincias a Madrid, se
hubiera equivocado de metro y en lugar de en Génova se hubiese bajado en
Ferraz, hoy estaría en el PSOE haciendo lo mismo que en el PP.
-G.A: Y Rajoy mientras qué, ¿fumándose un puro?
-H.T: Rajoy, con su desidia, ha ayudado a consolidar el
discurso de la revancha en España. Ahora se da cuenta de que fue un error
salvar a La Sexta.
-G.A: Cadena por la que ha desfilado el consejo de ministros
en pleno o casi.
-H.T: Todos perdiendo el culo por bajarse los pantalones ante
Évole o Ana Pastor, los mayores manipuladores de este país, unos tíos que han
hecho del periodismo una prueba de ratificación química. El quod erat demostrandum aplicado al periodismo.
-G.A: Ellos hablan de periodismo de investigación.
-H.T: ¡Qué periodismo de investigación! Periodismo de
determinación. "¿Qué tenemos que demostrar hoy? Esto, esto y esto. ¿A
quién llamamos para que lo confirme? A este, a este y a este. ¿Y a quién
ponemos de tonto útil? Pues a los de siempre".
-G.A: Y usted, claro, no se ve en el papel de tonto útil.
-H.T: Se ha visto que el espectáculo de los frikis funciona.
Yo me fui tarifando de Intereconomía cuando llevaron a Verstrynge, que me
insultó. Porque tengo claro que a toda costa no voy a estar en los sitios. La
consecuencia es que no estoy en ninguno.
-G.A: La consecuencia también es que su silla en los platós
la ocupa Federico Quevedo.
-H.T: Federico Quevedo. El Nini, ni Federico, ni Quevedo. El supercentrismo. La destilación de la nada.
Así le va a la derecha.
-G.A: Habla de La Sexta, pero ¿y La Ser? ¿Qué me dice de La
Ser?
-H.T: Que es todavía peor que La Sexta. Y con una dinámica
totalmente distinta a El País y al resto de Prisa. La escuchas y te crees
que estás en otro continente. Ideológicamente es una caja de bombas. El sectarismo
en vena que inyectan. Acojonante.
-G.A: De La Ser han salido personajes imposibles y, sin
embargo, reales, como Javier Rioyo, que fue director del Instituto Cervantes en
Nueva York, y cuyo nivel de inglés lo incapacitaba para pedir un taxi en Manhattan,
con lo fácil que debe de ser pedir un taxi en Manhattan.
-H.T: En Días de ira ilustro
cada caso con uno o dos nombres únicamente, que tampoco quería hacer un
name-dropping. El nombre de Rioyo lo saco en el capítulo de los comisarios que
están en la pomada, en esos cenáculos izquierdistas donde se decide a quién y a
quién no se le da este o este otro premio nacional, quién y quién no va a este
o a este otro curso de verano, imparte esta o esta otra conferencia. ¿Y sabe
qué?
-G.A: ¿Qué?
-H.T: Que la gente capta el mensaje y el que no es de nada
se hace de izquierdas, pero no porque se lo crea, tampoco para que lo hagan
académico, ni siquiera para que le den una beca, simplemente para no quedarse
en pelotas, a la intemperie.
-G.A: ¿Y todo bajo un Gobierno de derechas con una
aplastante mayoría absoluta?
-H.T: Es un escándalo, un puto escándalo. Es también un
ejemplo de cómo el PP abortó la gran ocasión de poner a funcionar este país
tras el desastre de Zapatero. Rajoy tenía el mandato de sacar a España de su
maldita excepcionalidad histórica y ponerla de nuevo en convergencia con
Europa. Pero permitió que la acción política de Zapatero siguiera su curso y hasta unos límites que dudo de que sean
reversibles ya.
-G.A: ¿Por qué no se atrevió el PP al cambio de rumbo?
-H.T: Porque la derecha española es
lo más cobarde que hay. Es verdad que la izquierda se mueve por
impulsos y mecanismos perversos como el resentimiento, la envidia o el odio.
Pero se mueve. Por lo menos, se mueve. La derecha, en cambio, es una ameba. Ya
no tiene ni ideas ni principios, solo palabrería y cuatro rituales que ni
siquiera cumple. Una derecha como esta, con unos dirigentes como estos, es
fácil de explicar en un país subdesarrollado, pero no en uno de potencia media
como España.
-G.A: ¿Se bastará y se sobrará Pablo Casado para enderezar
la cosa?
-H.T: Nadie puede salvar al PP de la calamitosa situación a
la que le ha conducido Rajoy. Porque la cuestión no es si Pablo Casado -que es
muy bueno, por cierto- es la solución. La cuestión es el problema. Y el
problema es Rajoy, al que le ha faltado coraje y patriotismo para acometer las
reformas que tenía que acometer.
-G.A: Uno que sí parece atreverse es Albert Rivera.
-H.T: Albert es fuera de serie. Un crack. Un verdadero
crack. Pero él solo no puede. Y no porque tenga que gestionar un partido cada
vez más grande por cuyos entornos lejanos pueda colársele lo peor. También
porque no deja de ser un hijo de su tiempo, con una cierta necesidad de buscar
cobijo, de hacerse perdonar. La verdad es que ahora mismo no veo a ninguno de
esos caracteres intelectuales y políticos rutilantes de los que te hacen
exclamar "¡este es el tío!".
-G.A: Y el retrato que hace usted de la derecha y de sus
dirigentes ¿sirve también para el resto de la sociedad?
-H.T: Lo mismo. Dice Iñaki Ruiz Quintano que aquí los
valientes murieron en la Guerra Civil, luchando en el frente, en un bando y en
otro, y que eso provocó una selección negativa. Y algo de eso hay. Iñaki
también cuenta con mucha gracia que cuando lo del chico de la ballesta…
-G.A: ¿Cuál, el que mató a su profesor?
-H.T: Ese, sí. Pues que cuando lo del chico este, sus
compañeros salieron en televisión contando cómo habían huido. Hace unos años,
todos hubieran tratado de desarmarlo, y el que no, habría tratado de
justificarse de mil maneras, avergonzado. Pero ahora no. Ahora lo popular es ser cobarde.
Ahora maricón el último.
-G.A: ¿A qué se debe?
-H.T: Al desprecio permanente por cualquier tipo de valores
que se identifiquen, siquiera remotamente, con el pasado: la gallardía, el
honor, la dignidad… Es el sentimentalismo, del que hablaba antes, frente a la
sobriedad. Por eso, cuando les preguntas a los chavales si defenderían a
España, te responden: "¿Cómo? ¿A España? ¿Yo? ¡Anda y que le den por saco
a España!".
-G.A: ¿Se refiere a la encuesta del CIS que muestra la poca
disponibilidad de los españoles a dar la vida por su país?
-H.T: Sí. Y también a las antiespañas infatigables que
habitan en nuestro sistema educativo. Millones de españoles educados en el odio
a España desde pequeñitos.
-G.A: ¿El triunfo definitivo de la leyenda negra?
-H.T: La prueba es que el libro de Julián Juderías
desmontándola es casi imposible de encontrar. Y el de Menéndez Pidal se reeditó
después de tantísimos años descatalogado por un empeño personal del pobre y
querido Gonzalo Anes.
-G.A: Volviendo a la encuesta del CIS, en Días de ira hace
una reflexión sobre la necesidad de reinstaurar el servicio militar. ¿Entiende
la polvareda que el comentario ha levantado?
-H.T: Me limito a repetir lo que ya se dice en voz alta en
muchos lugares de Europa, como los países escandinavos, como Francia, como
Austria, donde, por cierto, se votó en referéndum la abolición del servicio
militar y ganó el no. Pero ya salieron los de siempre diciendo que yo era una
facha que quería mandar a todos a la mili.
-G.A: Y no es eso lo que plantea.
-H.T: La labor de cohesión social del servicio militar
obligatorio era importantísima, por eso molestaba tanto a los nacionalismos
agresivos, que no quieren que los naturales de un lugar tengan contacto con los
de otro. Pero de lo que hablo es de una fórmula de cooperación a la defensa que
no tiene que ser estrictamente militar, de acuerdo, pero sí obligatoria, porque
de otra forma no sería posible. Aclarado esto, nos enfrentamos a unos retos de
seguridad desconocidos hasta ahora y para los que nuestro Ejército, sencillamente, no está
preparado.
-G.A: ¿Señala acaso al vecino del Sur?
-H.T: El deterioro de la seguridad en el norte de África
-pero el deterioro previsible, no el deterioro alarmista- es de llevarse las
manos a la cabeza. Y luego está la amenaza del Este.
-G.A: ¿Putin es Hitler?
-H.T: No, hombre, no, claro que no.
-G.A: ¿Pero se le parece?
-H.T: Sus partidas de poder, sus pulsos de expansión
territorial, sus victorias políticas sobre unas democracias siempre tentadas
por el apaciguamiento… Digamos que son prácticas que le asemejan con Hitler.
Crimea, por ejemplo, se parece mucho a los Sudetes. En cualquier caso, este, el
de la defensa, el de la seguridad, es uno de los debates que debería darse en
España y no se da. Pero, bueno, como tantos otros. Me refiero, claro, a debates
reales, de verdad.
-G.A: ¿Quiere decir que la mayoría de los que tienen lugar
aquí son ficticios?
-H.T: Exactamente. Y es así porque en España el discurso lo maneja la izquierda.
Lo último que se han inventado es una hambruna que no existe pero que hay que
solucionar como sea. Con lo que tenemos que dar de comer a unos niños
hambrientos que tampoco existen. Y así con otras mil cosas. Lo grave es que es
ese miedo a la verdad el que hace que no estemos cumpliendo con la
modernización de este país, el que hace que en España no estén pasando cosas.
-G.A: Y aparte del miedo a la verdad, ¿no tendrá que ver la
manía de algunos por el tremendismo? Le leo un titular: "Hermann Tertsch
incendia las redes sociales con un polémico tuit sobre el orgullo gay".
-H.T: Yo no incendié nada. Solo dije que el Irán que ahorca
de las grúas a los homosexuales es el Irán que financia La Tuerka de
nuestro querido Pablo Iglesias, que luego encabeza las manifestaciones gays en
plan pandi super pandi. Me limité, por tanto, a señalar una verdad, lo cual es
algo que les irrita muchísimo. Y ya empezaron con las barbaridades de siempre:
lo que me harían, lo que me harán, lo que me tendrían que haber hecho… Porque
aquí como tengas los santos cojones de decir la
verdad, te fumigan.
-G.A: No solo Irán ha financiado a los de Podemos, también
Venezuela, como es de sobra sabido.
-H.T: Se fueron a hacer las Américas y volvieron como
indianos. O sea, cada uno con su patrimonio. Pero todos, ¿eh?, no solo
Monedero.
-G.A: Pues últimamente parecen renegar del tío de América.
-H.T: Es que su juego ahora es otro: el de los cálculos
electorales, el de ganar mayorías. Por eso tienen que hacer digeribles sus
palabras. Ya lo dijo Pablo Iglesias: "Se liga vestido, pero se folla
desnudo".
-G.A: Veo que no se cree la súbita conversión en masa de los
podemitas a la socialdemocracia.
-H.T: Tenga por seguro que ninguno se ha caído del caballo y
se ha levantado diciendo: "Pues yo ahora soy más de Olof Palme".
Estos solo decían la verdad cuando decían la verdad.
-G.A: O sea, cuando se fotografiaban en la Gran Vía de
Murcia haciendo pis de patas abiertas o cuando contaban chistes sobre las niñas
violadas de Alcácer. ¿De verdad tipos y tipas así representan al español medio?
-H.T: Obviamente no lo representan. Lo que no quiere decir
que el español medio no se los merezca. Se los merece. Claro que se los merece.
Y se los merece porque con tal de que no lo acusaran de meapilas, de
reaccionario o de lo que fuera, ha permitido que todo lo peor -Podemos
incluido- le pasara por encima.
-G.A: ¿Y las élites? ¿Dónde han estado las élites?
-H.T: Las élites en este país son una mierda. Lo han sido
siempre. El fracaso de las élites. Eso sí que viene de largo. Hubo un intento
en la Ilustración, donde surgieron gentes aisladas, pero no una masa crítica. Y
quizás también en el franquismo, que intentó ordenar los flujos hacia formas de
influencia y poder. Pero tampoco.
-G.A: ¿Y en la Transición y después de la Transición no se
dieron las condiciones económicas y sociales propicias?
-H.T: El problema es que las condiciones no bastan. Es
necesaria también la voluntad. La voluntad para formar élites. Es verdad que
hay fortunas, solo que amasadas tan deprisa que los principios y el criterio de
sus propietarios son cero. También es verdad que hay familias o grupos con
fortuna, principios y criterio, pero sin relevancia social, pues quienes están
detrás han preferido no asomar la cabeza, no fuera que se la cortasen. Así que
bien porque no lo valgan, bien porque no lo han querido valer, aquí nadie ha
estado a la altura.
-G.A: ¿Del rey abajo ninguno?
-H.T: Ninguno. Pero ninguno. Ni el rey.
Juan Carlos, digo. Tan ahora en su papel, por cierto, de
Campechano I.