jueves, 30 de enero de 2014

EL RUFIANISMO EN EL PODER

Por HERMANN TERTSCH
ABC 15.10.07


Debo confesar cierta predisposición en el juicio. Por eso -y por los precedentes que conozco en el siglo pasado que tanto me ha ocupado- no estoy sorprendido ni por la miseria moral que se despliega desde el Gobierno de España, ni por el sistema multiplicador de la mentira que se ha organizado en torno al mismo, ni por la complacencia, la sumisión y la cobardía que revelan tantos silencios o comprensiones obsequiosas. Soy de los españoles que están más indignados por el insulto a la inteligencia y a la dignidad que supone la mera sugerencia de que acatemos los designios diseñados por los gobernantes que por algunos de los hechos que implican en sí. Sin alarma porque tengo esperanza. Mis nietos se reirán con Muñoz Seca y se emocionarán con García Lorca, sabrán que Goethe no era un facha ni Bulgakov un reaccionario. Entonces nazis y chequistas serán, espero, historia. Y Zapatero, De la Vega o Blanco anécdotas con el juicio que merecen.

Mi querido Jon Juaristi dibujaba ayer un manto de sarcasmo para protegerse de su indignación ante la vileza de las iniciativas sobre «memoria histórica» con que el sectarismo gobernante nos insulta. Sabe muy bien -nos debatimos entre la estupefacción y la náusea- que nada escrito o argumentado con buena fe y honestidad intelectual puede hacer mella en lo que Thomas Mann y Sebastián Haffner -y otros testigos de la generación de odio- calificaron como «la venganza del rufián».

Los errores y la ceguera, la ambición total, la debilidad culpable o la confusión moral son elementos que vuelven y volverán siempre a escena allá donde los humanos compitan entre sí por poder, razón, favor y supremacía. Pero igual que no existe antídoto contra la locura de poder «shakesperiana», ni contra la maldad ni el placer de la demencia, no existe vacuna contra quienes viven en la categoría política del rufianismo, basado en la mentira y la mala fe, porque sólo el resentimiento, la envidia y la venganza los hace ambiciosos e implacables. En su imprescindible «Jekyll y Hyde», Haffner hizo una magnifica disertación cuasi antropológica de motivaciones, ambiciones e instintos de los caracteres que engrosaban los «camisas pardas».

Dos décadas después, Milovan Djilas, en la «Nueva clase» y sus memorias, describe al subproducto de la «selección negativa» que usurpa los intereses del Estado mediante la mentira sobre los hechos presentes y pasados. Michael Voslenski en su «Nomenklatura» hablaba de los mismos elementos. Anna Ajmátova o Joseph Brodsky -y tantos más- son igual de explícitos. Con el «rufianismo» que utiliza la mentira contumaz servida a diario.

Confieso mi predisposición hostil a quienes en tres años y medio han dinamitado las instituciones con una efectividad destructiva jamás habida en una democracia europea en tiempos de paz. Responsables son el ahora autodenominado Gobierno de España y su equipo que secuestró la dignidad del PSOE y hoy busca el odio barato y antiguo como recurso para defender su impunidad, su ineptitud, su amoralidad, su temeridad y su ignorancia.

Siento esas náuseas de Marcel Reich-Ranicki ante los rufianes del nazismo y del comunismo. Y la de sus obsequiosos lacayos. Siento la náusea de Karl Kraus, cuando hablaba de la grosera mentira de la pieza mísera del poder, aterrado de perder su triste papel. Más allá del asco, lamento no ver la ira de Kraus convertirse en dignidad ciudadana. Porque si dicha selección negativa que lleva a la peor catadura a triunfar no tiene respuesta digna quizás estemos ante lo que ni los más miserables pretenden ni los demás merecemos.


LA AGONÍA DEL SPD

Por HERMANN TERTSCH
ABC 11.10.07


Aún humean las cenizas de aquel proyecto tan frívolamente jaleado como efímero y ridiculizado de llevar al poder en Francia a un Partido Socialista (PSF) con una dirigente vacua, inane y «zapaterizada» como Ségolène Royal, cuando se ha puesto a arder el gran partido socialdemócrata europeo por antonomasia, que es el alemán. El SPD entró en crisis antes de la victoria antiamericana del último mandato de Gerhard Schröder, pero ha entrado en agonía hace meses en el seno de una gran coalición en la que todos los buenos resultados de la alianza los cosecha la canciller Angela Merkel.

No era por ello sorprendente que se agudizaran las contradicciones entre su presidente Kurt Beck, en busca desesperada de autoridad, y unos ministros socialdemócratas en el Gobierno que quieren consolidar el proyecto de recuperación económica común con los democristianos sin lanzarse a nuevas aventuras de subvenciones populistas. El gran partido socialista alemán, pionero en todo lo que la izquierda democrática ha hecho en Europa, no hace ya sino reflejar el inmenso dilema general de una izquierda que se debate entre tener que aceptar con correcciones la supremacía del centrismo liberal y quienes no encuentran otra opción que el retorno a las cavernas de la rigidez izquierdista, el dirigismo económico y la aventura populista.

El martes, Merkel, la canciller de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que dirige la gran coalición, advirtió por primera vez a sus socios socialdemócratas -y con más severidad de la que acostumbra a exponer en público- que las veleidades populistas de algunas de sus facciones ponen en peligro la continuidad de la coalición. Lo que podría parecer sólo una lucha menor por la prolongación del subsidio de desempleo para unos tramos de parados de mayor edad son, según advierte ya el socio democristiano, una concesión que busca la izquierda del SPD para dinamitar el rigor de las reformas que están de hecho marcando la recuperación económica de Alemania.

El sindicalista al rescate

Resulta paradójico que al final sea un viejo tradicionalista con hondas raíces en el sindicalismo como es el vicecanciller Müntefering, como aliado con los ministros de Finanzas, Peer Steinbruck y el de Exteriores, Frank-Walter Steinmaier, el que lidere el frente de lealtad a la gran coalición y de defensa de las reformas liberalizadoras frente a aquellos que quieren escuchar los cantos del izquierdismo demagógico de un Oskar Lafontaine, ya definitivamente integrado en un partido, la Nueva Izquierda (NL) identificable con los devaneos estatalistas, neocomunistas, antiglobalizadores y rayanos en el antisistema de sectores del socialismo español y de la amalgama protoideológica que ha acabado liderando Prodi en Italia. Como ciertos sectores del socialismo europeo meridional, en el SPD se han reactivado las corrientes que se consideran más cercanas ideológicamente a los herederos del partido comunista de Alemania oriental que a las corrientes que han asumido plenamente el mercado y la democracia sin adjetivos.

Coalición para las reformas

La solución extraordinaria de una alianza entre los dos grandes partidos alemanes, la CDU y el SPD, fue celebrado en su día por toda la socialdemocracia como la solución menos mala ante un panorama de crisis grave y un bloqueo de las reformas que tampoco Gerhardt Schröder, pese a su pragmatismo, había logrado superar.

Si en otras partes del mundo el giro hacia posiciones izquierdistas intervencionistas o abiertamente liberticidas no es ya siquiera noticia, sí supone un motivo de alarma que, ante la encrucijada en que se halla la izquierda cuando ya apenas mantiene gobiernos, salvo los ya casi periféricos como el español o el italiano, surja una tendencia radical no ya en el partido escindido de Oskar Lafontaine, sino en el propio seno del SPD. La buena noticia podría estar en que, de no imponerse los socialdemócratas en el SPD a corto plazo, unas elecciones anticipadas en Alemania podrían llevar al histórico partido a un no menos histórico desastre. Otra noticia que debería sembrar la alarma en el SPD es que la CDU y los liberales del FDP llevan ya tiempo en conversaciones. Y las cifras podrían cuadrar.



EL CAUDILLO SIMBIÓTICO

Por HERMANN TERTSCH
ABC 08.10.07


Hace ya muchos años, décadas más bien, que Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía, difícilmente sorprende a nadie con su mensaje de ofertas ilimitadas y promesas exageradas e irrealizables. Y tantas veces ridículas, pero siempre perdonadas por la fuerza del sistema que poco ha cambiado en esta región española desde que los caudillos y capataces sabían menos que los de hoy quién fue Rosa Luxemburgo.

También parece normal el éxito que ha convertido a este muy mediano personaje en el rey de los tuertos y que hoy es una especie de Todor Yivkov financiado por la UE, poco dotado para la retórica y demostradamente incapaz de cumplir un plan o media promesa. No se le pueden discutir al caudillo andalusí ni la pereza de ideas ni la osadía en proyectos. Absolutamente decidido a mantener a su país en la lógica del temor y la obediencia de un sistema clientelista y caciquil como todos los reductos de la Europa más retrasada, ayer proclamaba que reinará «cinco, seis o siete años más». Lo hizo en una entrevista de diario amigo realizada por una periodista que parece aún más preocupada por el reparto del pan de la secta subvencionado por el Estado que el propio Chaves, caudillo y repartidor máximo.

Como esa monja laica que nos presenta como heroína imbécil y correcta frente a un oligofrénico con cocodrilo de Lacoste -nunca volveré a comprar uno si no se querella la empresa- el vídeo del joven socialista que es José Blanco, Chaves responde a las preguntas bobas y lacayunas como de él se espera. Algo fatuo él, pero animado por la entrevistadora que le recuerda que Zapatero le dijo a la ministra Salgado que «lo que diga Manolo es lo que hay», el caudillo de Al Andalus dice, otra vez simbiosis de miembro del secretariado del comité central, del buró político y del califato: «Mi peso en el partido es el peso de Andalucía en el conjunto de España. Nunca Andalucía ha tenido tanto peso en el conjunto de España frente al Gobierno». Ahí es nada. Frente al Gobierno de España, se levanta gloriosa la Andalucía de Chaves, la región con Sicilia y Calabria y pocas más que lideran el fracaso escolar, la opacidad, la corrupción urbanística, el desempleo, el sectarismo informativo y el intervencionismo, la falta de libertad en el proyecto individual de vida de sus ciudadanos.

Combina Chaves sus promesas con un desparpajo sombrío muy efectivo sobre cualquier situación en que se pudiera topar con competencias. Y también con la continua amenaza soterrada hacia quien no se pliegue a las consignas y la voluntad de los por lo demás obsequiosos delegados y subdelegados del régimen, una buena simbiosis de bastante de lo peor del socialismo real bolchevique con un toque de nacionalismo magrebí o satrapía orientalista. Lo dicho: una especie de híbrido del sirio Assad Junior con Yivkov muy Senior. No sin espanto pronto reconocimos un joven clon del orador andaluz en el presidente del Gobierno que nos había deparado aquel marzo aciago. Zapatero no mentía cuando se declaraba discípulo de Chaves. Ambos vuelven ahora a decir, uno con 18 años de engrasar con dinero ajeno las tuberías del poder propio, el otro con tres y medio de dinamitar las instituciones que juró defender que seguirán por el camino de éxito emprendido y que, como se atreve a decir Chaves después de casi dos décadas en el poder incontestado, «ahora viene lo mejor».

Como lo mejor ya no lo financia la UE tendrá que ser otra vez la deuda histórica que los salmantinos, madrileños o valencianos tienen hacia los sevillanos -leales, por supuesto, es decir socialistas-. Dice Chaves que llega el cambio y que lo hace él, como Ceaucescu y Yivkov. «Tenemos demostrada la capacidad para gestionar el cambio». Nuestro caudillo simbiótico, en el mejor ejemplo de la Calabria profunda, sabe que hay que financiar las voluntades para dicho cambio. Y ya lo ha prometido todo. El clientelismo, versión moderna del caciquismo, es un elemento esencial del nacionalismo periférico en España. En Andalucía, las invenciones nacionalistas pesan menos que el amo tradicional, hoy el subdelegado, y el concepto oriental del poder. El resultado está a la vista. Malo es que el joven leonés nos quiera aplicar la medicina del aparato que compra obediencia con dinero público y dicta la imposibilidad de la competencia en libertad. Quizás sea un paso más hacia esa simbiosis de civilizaciones que nos puede hacer a todos víctimas de la magrebización de España.

ALMAS GEMELAS EN COMPETENCIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC 01.10.07


Alguna vez hemos hablado aquí de lo mucho que se parecen el presidente Rodríguez Zapatero y los hermanos polacos Lech y Jaroslaw Kaczynski, tanto en su forma sectaria e intrigante de gobernar como en sus resultados de dinamitación de los consensos básicos nacionales, exaltación de la revancha, ruptura del tejido social y utilización del poder, las leyes y los presupuestos en contra de los compatriotas críticos hacia ellos. Si en todo esto, Zapatero y los Kaczynski -cayó en la cuenta después el «Wall Street Journal»- se parecen como tres gotas de agua, lo cierto es que el presidente socialista tiene también un espíritu gemelo en el lendakari, Juan José Ibarretxe, que tiene muchos planes -anticonstitucionales, ilegales e imposibles- y se enfada terriblemente cuando se le sugiere que sus despropósitos se topan con todas las leyes, incluidas probablemente las de la física. El espíritu común desarrollado en estos últimos años por socialistas, nacionalistas y antorcheros antisistema, queda así plasmado en estos dos jóvenes políticos tan emprendedores y aseados de aspecto como poco pulcros en el trato de las leyes, el respeto y el sentido común.

Es cierto que, ante cualquier crítica, oposición, incomprensión o estupefacción hacia sus respectivos planes históricos de conquista obligada de la felicidad, Zapatero tiende más al insulto e Ibarretxe a la impostura plañidera, como demostró ayer una vez más en la campa de Foronda. Esto quizás se deba a que Zapatero no ha tenido jamás un trato social o profesional fuera de su partido mientras Ibarretxe ha podido pulir sus maneras en una carrera profesional tecnocrática en la que siempre queda mejor el lamento que el insulto. Sea como fuere, lo cierto es que el Juan José que ayer advertía que «no le temblaría el pulso» parecía ansioso por imitar al José Luis cuando anuncia que será «implacable». Y al advertir que intentará «honestamente, con todas las energías» llegar a ese acuerdo que consiste en que los demás se avengan a sus planes, parecía tener ensayado al Zapatero al que le salen «de las entrañas» los deseos de llegar a acuerdos con los terroristas. Si Zapatero nunca dejará «los esfuerzos por lograr la paz», Ibarretxe impresionaba ayer al auditorio con un «no nos quedaremos parados». ¿Qué hay de «ilegal» en «preguntar a la sociedad, en solicitar a la sociedad que nos abra la puerta para iniciar un camino»?, se preguntó a su vez el lendakari. «¿De qué sirve el autogobierno, de qué sirve ser lehendakari de este país si no puedo preguntar a los hombres y mujeres qué pensáis acerca de las cosas, de qué sirve»? Aquí sí le pudo un poco la tendencia llorona. Zapatero habría dicho que la democracia avanzada consiste en que mujeres y hombres (por este orden) logren sus aspiraciones sea como sea.

No obstante, ha manifestado que no se pueden «quedar parados si las cosas no salen» como quieren. En este sentido, se preguntó «qué hay de "ilegal" en preguntar a la sociedad que nos abra la puerta para iniciar un camino. De qué sirve el autogobierno, de qué sirve ser lehendakari de este país si no puedo preguntar a los hombres y mujeres qué pensáis acerca de las cosas, de qué sirve».

Convengamos en que tiene razón Ibarretxe en que, si el 34% de los catalanes que ratificó el estatuto es la sociedad a la que Zapatero prometió decidir al margen de la nación española, el algo más del 38% de los vascos que votó al tripartito vasco es un montonazo.

Aunque haya que decirle también al lendakari que para impresionar le hará falta algo más que el «picnic» de Foronda, nada espectacular. ¿Quizás un apoyo de ETA más contundente que la revista Zutabe con elogios al retorno a las esencias? No daremos ideas. También le hará falta que el gemelo muñidor gane las elecciones y vuelva con sus infinitas ansias de paz a coordinar con todas las fuerzas de Lizarra un suave y moderno programa cultural y político contra todo lo que signifique España en el País Vasco como ya sucede en Cataluña, una vez liquidadas las instituciones. Porque como amenaza a las instituciones democráticas fundadas en la Constitución, Ibarretxe tenía que organizar este akelarre de la convocatoria del referéndum para estar a la altura y competir con su gemelo de León.


DE MANHATTAN A TEHERÁN

Por HERMANN TERTSCH
ABC 27.09.07


Por desgracia, la escalada de tensión que genera el programa nuclear del régimen de Teherán y la firmeza que han demostrado en Nueva York los principales países europeos, con Angela Merkel y Nicolas Sarkozy a la cabeza, convierten en patética anécdota muchos hechos que son un escándalo. Véase si no la grotesca llamada del presidente del Gobierno español a los cubanos a que tengan «paciencia» en su demanda de libertad o el hecho de que su ministro de Asuntos Exteriores hunda un poco más nuestra dignidad al anunciar una inminente reunión en Madrid de -ahí es nada- la «Comisión de Derechos humanos bilateral» hispano- cubana.

Algunos pensamos ya que el Gobierno español intenta adquirir en esta materia algo de «know-how» de tan respetables interlocutores carceleros.

Pero siendo tristes y graves las afrentas a la libertad y dignidad de cubanos y españoles que esto delata, las intervenciones en Nueva York de Merkel y Sarkozy deberían dejar claro hasta para los gurús españoles e iraníes de la Alianza de Civilizaciones que ha comenzado la cuenta atrás para el régimen de Teherán. Se lo dicen estadistas que no tienen ninguna gana de llevar a cabo una intervención militar contra Irán. Pero que también saben ya perfectamente que si la comunidad internacional no logra hacer entrar en razón a Mahmud Ahmadineyad, no habrá alternativa. «Un Irán nuclear nos llevará a la guerra», ha dicho Sarkozy claramente.

La escalada de la presión sobre Teherán es manifiesta, y China y Rusia son muy conscientes de ello. Merkel ya ha anunciado también un reforzamiento de las sanciones contra Irán y comienza a extenderse rápidamente la convicción de que no hay mucho tiempo para evitar un dilema sin solución pacífica posible y de consecuencias incalculables. En Berlín y París hay ahora líderes conscientes de su responsabilidad histórica. Es la única buena noticia en un momento en el que un régimen totalitario y dirigido por fanáticos religiosos en lucha sin compromiso contra la civilización occidental está a punto de adquirir un arma nuclear con la expresa voluntad de utilizarla para cumplir designios divinos, el primero la destrucción de Israel.

Percepción de riesgo

La intervención militar israelí del 6 de septiembre en Siria, en rigurosa coordinación con Washington, fue mucho más que una advertencia. Y la extraordinaria oferta de cooperación militar nuclear de París a Berlín es un paso más en la creación de una responsabilidad común ante una eventualidad que ya nadie con responsabilidad considera inverosímil.

El régimen de Teherán ha de percibir, sin margen de duda, la decisión de las democracias occidentales -si pueden, con ayuda de la nueva dictadura rusa o la vieja china, pero si no, sin ella- de impedir a Teherán que haga plausibles sus planes proclamados de destruir Israel y chantajear a los demás. Resulta del todo insoportable la idea de que un régimen como el de Ahmadinayed -que ya ha presentado sus misiles capaces de llegar a Israel y parte de Europa- pueda dictar, bajo amenaza de ataque nuclear, no ya el comportamiento de lo que llama el «ente sionista», sino decisiones políticas, publicación de viñetas o la vigencia de leyes islamistas en Portier, Colonia o Granada.

Sin embargo, la peor noticia no está posiblemente en la amenaza sino en la respuesta. El mayor peligro no es la obcecación del régimen iraní, ni siquiera la parálisis de una Administración norteamericana en paulatino desmantelamiento, sino en la falta de percepción de riesgo de las sociedades occidentales.

En Afganistán se está comenzando a perder una guerra que habría sido ya ganada con mayor disposición europea a la presencia y al gasto, y en Irak rebrotó una guerra que demuestra las trágicas consecuencias de la ruptura de una política atlántica que George Bush dinamitó con su arrogancia y Jacques Chirac y Gerhard Schröder ayudaron a quebrar con sus mezquindades populistas. Por no hablar del presidente del Gobierno español, que pidió la deserción general ante el terrorismo en Irak y tanta baza dio a los enemigos de las democracias occidentales.

Seamos optimistas: después de lo oído en Manhattan, Zapatero y el excéntrico y agónico Prodi parecen ya los últimos reductos del solipsismo izquierdista europeo. París y Berlín saben lo que nos jugamos. Y Londres, en campaña electoral o no, ha demostrado siempre tomar la decisión correcta cuando de la supervivencia de las libertades se trata.

LAS VERDADES DESMENTIDAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 24.09.07


Uno de los más manidos instrumentos del aparato de propaganda del zapaterismo para desacreditar a la oposición ha sido el fiero sarcasmo en el desprecio a los temores de millones de españoles y del Partido Popular sobre el fraccionamiento de la España democrática. ¡Cuánto se han reído todos los que se sienten beneficiarios de esta legislatura -ultras nacionalistas, radicales izquierdistas, socializantes de sus cargos y moderados políticamente correctos con mejor o peor conciencia- de la preocupación de los que califican despectivamente los «serrompeespaña».

En su hasta hace poco muy efectiva perversión del lenguaje y ocultación de la realidad, han bombardeado a la sociedad española con el mensaje de que todo el catastrofismo y los agoreros de la oposición han sido desmentidos por los hechos ya que España sigue existiendo tras tres años y medio de Gobierno de Zapatero. Este verano, sin embargo, como efecto retardado de las elecciones municipales, el Gobierno ha percibido claramente que los temores de toda esa España que desprecian y difaman desde que llegaron al poder se han extendido. Amenazan ya a su proyecto de crear un nuevo régimen sin alternancia democrática posible gracias a las alianzas de suma de intereses y odios al sistema constitucional como los que han logrado imponer en comunidades autónomas muy diversas, desde Galicia hasta el grotesco caso del pentapartito de las Islas Baleares.


Por eso se hizo recular a los socialistas navarros que esperaban impacientes su premio en este proyecto general. Y de ahí la indignación de quienes no han entendido que fueran ellos precisamente los que tuvieran que renunciar a la orgía del reparto cuando su opción vasquista con Nafarroa Bai era menos peregrina que esa coalición de pancatalanistas, sectas antisistema y reinonas del ladrillo de las islas. De ahí también el asalto a las arcas públicas para vender «Gobierno de España» a los padres so pretexto de convencer a los niños que no metan los dedos en los enchufes ni se tiren desde el quinto piso.


Pero los demonios alimentados por esa cultura del enemigo interior que Zapatero implantó desde el momento en el que fatalidad y tragedia lo llevaron al poder, tienden a buscar vida propia cuando se saben crecidos. Y en esta España «cohesionada» -de la que hablaba hace semanas Zapatero en una entrevista tan larga, tediosa y mentirosa como normalmente solo se leen en la prensa oficial de países del Tercer Mundo- tenemos ya al presidente de una comunidad, la vasca, empeñado en convocar un referéndum ilegal el año próximo y a dos expresidentes de la Generalidad de Cataluña -máximos representantes del Estado allí- pidiendo la independencia como única solución.


Tenemos a un partido de la coalición gobernante en esa misma región (ERC) que defiende abiertamente a un grupo terrorista como Terra Lliure, a los medios públicos y a los privados haciendo apología de la coacción y a los líderes de la oposición amenazados de muerte públicamente. Y tenemos al único Gobierno europeo, salvo que se quiera incluir en nuestro entorno al bielorruso Lukashenko o al ruso Putin, que no sólo tolera las amenazas a la oposición sino culpa a ésta de ser amenazada de muerte por nazis y nacionalcomunistas catalanes. Los malpensados llegamos a la conclusión de que el zapaterismo acepta de buen grado que los antorcheros «maulets» hagan imposible la campaña electoral a los demócratas que no se humillen. De la apertura de la veda contra la monarquía, muy calculada en la secta, irresponsable y suicida en los demócratas, habremos por desgracia de hablar mucho en adelante.


Los privilegios del chantaje y la arbitrariedad política más obscena, que de la repartición de los fondos comunes de todos los españoles se derivan y en los presupuestos se manifiestan, quizás no sean suficientes para revelar a más de un ciego vocacional que España sí se ha roto y bastante con Zapatero -por desgracia con ayuda de quienes en décadas pasadas apostaron por granjearse lealtades nunca obtenidas-. Quizás sea más gráfico el ver que las libertades de que disfrutan unos y otros españoles, dependiendo donde vivan, son ya abismalmente diferentes.


En Madrid puedes abrir una tienda en la que el idioma «vehicular» (¡toma ya!) y único sea el azerí. En Cataluña has de escriturar en la lengua de Dios. Probablemente la solución esté en que todos los niños bajo regímenes nacionalistas-socialistas pidan a los Reyes ser como los de Pepiño Blanco que van al Británico en Madrid o los de Pepe Montilla, puntuales en el Colegio Alemán de Barcelona.



PACTO DE SILENCIO

Por HERMANN TERTSCH
ABC 20.09.07


Los gobiernos de estos dos vecinos, que nunca han firmado un acuerdo de paz en seis décadas jalonadas de guerras e incidentes armados, están de acuerdo -por motivos bien diferentes- en que no se sepa el verdadero alcance de una operación militar israelí que, iniciada el 6 de septiembre, atacó y destruyó unos objetivos indeterminados cerca de la frontera con Irak. Después del incidente, los mandos militares de ambos países estaban preparados para cualquier eventualidad, incluido el ataque abierto del enemigo y la proclamación general de hostilidades. Dos semanas después, estos dos vecinos tan bregados en aguantar tensiones, parecen haber acordado que les conviene a ambos pretender que el ataque ha sido un incidente aislado.

En realidad todo indica que ha sido todo menos eso y que la misión tiene mucho que ver con la situación general de Oriente Medio y puede tener un gran efecto sobre la misma. En un momento en el que Irán no muestra ninguna intención de acatar las resoluciones que le exigen parar su programa nuclear, que le puede dar acceso en dos o tres años a una bomba atómica -cuyo principal objetivo declarado es el Estado de Israel-, es difícil pedirles paciencia a los israelíes. Pese a su censura militar y a las obvias ganas de Washington de que Damasco no se crea en la necesidad de reaccionar, surgen tercas informaciones de que el objetivo destruido eran instalaciones de armamento «no convencional», lo que sugiere que podríamos encontrarnos ante una operación de similar calibre a la que destruyó en 1981 la central nuclear iraquí de Osirak.


Gestos frente a Irán


Las discrepancias entre la UE, EE.UU. y la Rusia de Putin respecto a la forma de afrontar esta amenaza de Teherán han alcanzado nuevas cotas tras el fracasado encuentro entre los jefes de la diplomacia de Moscú y París esta semana. Al mismo tiempo, la decisión de Israel de declarar Gaza como «entidad enemiga» responde a la lógica que se ha generado tras la liquidación política y militar en la franja de todo vestigio de la autoridad palestina. Que Irán ayer amenazara de nuevo con atacar a Israel por esta decisión sólo confirma que la situación es muy fluida y que nuevos y decididos gestos frente a Irán urgen porque cualquier día puede pasar cualquier cosa.


Descartado está ya que el ataque del día 6 fuera una operación -como las habidas en otras ocasiones- contra el flujo de armamento desde Irán o de la propia Siria para el suministro militar a Hizbolá en Líbano que las fuerzas de la UNIFIL están lejos de estrangular como debieran, según su mandato. Y cada vez son más las noticias -lentamente filtradas por círculos israelíes y de la administración norteamericana, avisada previamente- que apuntan a la destrucción de suministros de armamento no convencional llegado por Irán y procedente de Corea del Norte. De ser cierto, habría aquí dos importantes noticias para la seguridad occidental. La mala estaría en la confirmación de la intención de Corea del Norte en ampliar -en contra de sus aseveraciones- la proliferación nuclear en Oriente Medio. La voluntad de Irán en este sentido está fuera de duda al ser pública y manifiesta.


La buena noticia estaría en que la operación militar israelí tuvo éxito y supone un serio revés para los planes -sean cuales fueren- de Teherán y Damasco. Así, el misterioso acto de guerra que Siria denunció en un principio ante el Consejo de Seguridad de la ONU pero que después parece querer olvidar, puede haber sido una de esas operaciones brillantes que Israel necesita después del muy magro balance de la guerra del Líbano hace catorce meses y los negros nubarrones que para la seguridad general en la región se ha convertido el conflicto endémico de Irak y el incremento de la influencia de Irán. Estos hechos que podrían llevar a una intervención militar contra Teherán pondrían a Israel en la primera línea de fuego con dos frentes abiertos en Gaza y Siria. Que Damasco haya aceptado de momento este golpe sin escalada y con este pacto de silencio es un éxito israelí sin duda. Pero en absoluto despeja los peligros para los próximos meses.

APOTEOSIS DEL GRAN NEGADOR

Por HERMANN TERTSCH
ABC 17.09.07


Cuenta Dionisio Ridruejo en una gran recopilación de textos autobiográficos que acaba de editar con calidad y mimo prodigiosos Jordi Amat («Dionisio Ridruejo: Casi unas memorias. Editorial Península»), cómo, al estallar la Guerra Civil, uno de los jóvenes de su círculo de amistades en Madrid, Pedro Maldonado, un intelectual alegre, muy simpático, algo manirroto y abusón, «que era el optimismo en estado gaseoso», se escapó de un hospital donde lo habían escondido para su protección otros amigos y poco después apareció, como tantos otros en ambas retaguardias, «acribillado contra un muro». «Nadie como él -dice Ridruejo- simboliza para mí aquella impresión del «tan largo me lo fiáis» que, en el subconsciente de millones de españoles, resistía a la evidencia cuando la suerte estaba echada». Esta constatación de la facilidad con la que su amigo se negaba a reconocer la absoluta excepcionalidad de la situación política de su entorno se encuentra fácilmente en las biografías de tantos contemporáneos suyos en otros países. En los diarios del rumano Mihail Sebastián o los no menos terribles de Víctor Klemperer, Sebastián Haffner o Joachim Fest se revela la desesperación que generaba en sus autores la necesidad que declaraba su entorno social, unas veces en forma angustiosa, otras de indolencia, por simular normalidad y cotidianeidad en situaciones de total excepcionalidad y colapso de convivencia social. No era sólo «optimismo en estado gaseoso». Era falta de lucidez, cobardía, indolencia, indiferencia o todo a un tiempo.

No haremos paralelismos directos entre situaciones de la Europa de los años treinta y la España actual aunque debiera ser ya evidente que cada vez requieren menos esfuerzo de imaginación, especialmente en lo que a algunas partes del territorio nacional se refiere. Las libertades son cada vez más precarias y menor la disposición del poder a defenderlas. Cuando nada menos que una ministra del Gobierno considera que la víctima de una amenaza de muerte es responsable de serlo, hemos llegado a la lógica perversa que llevaba a los niños alemanes a apedrear al judío Klemperer como culpable de ataques aliados contra Alemania. Y cuando el Estado de Derecho ha hecho dejación de su deber de garantizar la seguridad y los derechos de sus ciudadanos y de la vigencia de las leyes, habrá que pensar que el Gobierno considera que la persecución, intimidación y merma de los derechos de ciudadanos que le son críticos es una realidad no sólo aceptable sino beneficiosa para sus fines.

Resulta fascinante y terrible estudiar la pasividad, la indiferencia o la insólita falta de percepción del riesgo de las sociedades europeas del siglo XX ante los avances de los abusos de los diferentes totalitarismos nacionalsocialistas, fascistas y comunistas. «Aquí no pasa nada, estos analfabetos de los nazis estarán pronto otra vez en los agujeros del lumpen de donde salieron», se decía la altiva burguesía alemana como se dicen ahora quienes con el nacionalismo catalán y el Gobierno de España consideran que las cada vez más abiertas agresiones al Estado y a su jefatura como «incidentes menores». Pero igual de inquietante es comprobar como en unas circunstancias totalmente nuevas y en un contexto europeo actual, puedan surgir líderes que puedan acabar en muy poco tiempo con los controles internos propios de un partido de larga tradición democrática, liquidar toda crítica interna y agitar en el seno del mismo instintos que ofuscan toda la templanza en la pugna política. Y todo desde una negación de la evidencia y una masiva utilización de un aparato devoto a la mentira al que nada importa que la realidad desmienta todos los días sus mensajes. Ya poco importa que todos los anuncios que el Gobierno hace sobre sus intenciones sean torva desinformación o astracanadas que un pobre vicepresidente parece desmentir ya tan sólo por puro pudor ante sus amigos o su propia familia. Lo grave es que el cuerpo social no parece, como el amigo de Ridruejo, percibir que la normalidad pretendida no existe. Y que hace tiempo que los acontecimientos desencadenados por la llegada a La Moncloa del torvo timonel y gran negador ya no están bajo su control si acaso lo estuvieron alguna vez. El negador seguirá aparentando normalidad mientras en su entorno todo será cada vez mayor y peor excepcionalidad. Su partido no ha cumplido con la labor democrática y patriótica de poner fin a los desmanes del negador. Los principales beneficiarios de su política en el antisistema no lo harán por lógica. Si no lo hace la ciudadanía, no sentará precedente. Muchas sociedades en un pasado no lejano se dejaron hundir por negadores desde posiciones de respetabilidad que unas han tardado décadas en recuperar y otras aun recuerdan con añoranza.

TEMPLO DE LA DIGNIDAD

Por HERMANN TERTSCH
ABC 13.09.07


¡Qué gran noticia para los Premios Príncipe de Asturias, para España e Israel, para todos y cada uno de los ciudadanos de este mundo que luchan contra el horror y la mentira, conscientes de que bajar la guardia ante el odio y la indiferencia es, por necesidad, letal! Yad Vashem es un museo judío con una sobrecogedora exposición sobre la abismal tragedia judía del siglo XX pero, más aún, es un templo que, con su casi insoportable relato de la inhumanidad del crimen único y total, convierte la visita al mismo en una experiencia no ya inolvidable sino transmutadora. Cuando en 1953 fue creada la institución -la Autoridad Nacional para el Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto- en el joven estado de Israel eran muy pocos los que querían recordar. Los supervivientes huían del recuerdo y del trauma y terrible reproche de no haber compartido la suerte de sus familias, al sionismo irritaba la imagen de la víctima judía cuando los esfuerzos habían de concentrarse en no volverlo a ser nunca más en un mundo hostil y en tremenda precariedad como las guerras por venir habrían de demostrar.

Pero exactamente diez años después de la imborrable epopeya del levantamiento del gueto de Varsovia se puso en marcha esta nueva gesta por la dignidad, Yad Vashem, que, desde la dedicación y el fervor, ha conseguido crear un monumento único que prueba a sus visitantes al medirles el calado del alma. Honra a seis millones de judíos víctimas del odio y de la indiferencia, tanto de la indiferencia como del odio porque nunca unos criminales habrían logrado tanto sin ser arropados por la indiferencia. Con ellos, Yad Vashem honra a todas las víctimas de esta terrible combinación de actitudes humanas, las que gozan del mal y las que lo aceptan, que yacen por toda esta tierra y siguen cayendo. Todos los días del año, el museo en lo alto del monte de la Conmemoración en Jerusalén conmueve a miles de almas que salen del mismo con más piedad, más sabiduría y más coraje. Este Premio Príncipe de Asturias emociona porque es justo, porque es una reparación de mil mensajes viles cotidianos y porque demuestra que también aquí en España hay ocasiones en los que la autenticidad, el valor y la voluntad de lucha por la dignidad impresiona y obtiene reconocimiento.



LA MÚLTIPLE BARAKA DE ZP

Por HERMANN TERTSCH
ABC 10.09.07

Habrá que reconocer que el corredor por la nada -el que no deja huellas en la playa y, sin embargo, ha rasgado la legislatura con un profundo surco que se va llenando de cascotes de las instituciones del Estado de Derecho-, no miente cuando asegura tener «baraka» (buena suerte). Por esta vez no miente. Ayer ETA, en un comunicado de esos que los socialistas acostumbran a despreciar cuando reclaman el cumplimiento de las promesas incumplidas en las conversaciones clandestinas para coordinar intereses, le daba el primer gran espaldarazo electoral a su interlocutor favorito. Dice ETA que se ve obligada a poner más bombas a los españoles porque Zapatero los quería engañar y en realidad pretendía su «rendición». Que Zapatero quisiera engañar a los terroristas no sorprenderá a nadie y viene a equipararlos en el trato otorgado por parte del presidente del Gobierno a interlocutores más decentes. Pero a los menos generosos con el muñidor de realidades de Moncloa, la afirmación de ETA nos suena al muy británico «he could kill us with his kindness» (nos mataría a amabilidades). Están pidiendo mejor disposición la próxima vez, después de las elecciones, amabilidades pero con contenido. ETA seguirá indicando la actitud que desean en la Moncloa, aquella que, transmitida por el PSE durante tres años, satisfizo tanto y creó las expectativas que llevaron a pactar la tregua. Se queja de que Zapatero, ante la resistencia externa y el miedo propio a efectos electorales, no cumpliera. No podía. Pero, como a Zapatero, se le notan a ETA las ganas de la nueva oportunidad. Otra vez será.

Por desgracia para quienes creen que Zapatero en el poder es mucha mayor amenaza para la democracia española que ETA, la baraka del presidente funciona. Su único adversario, el PP, ha hecho lo imposible por asumir un protagonismo negativo que debía haber recaído en aquella obscena traición a los demócratas y en las primeras pruebas de que el socialismo y el nacionalismo se han convertido en lastres insoportables para una sociedad tendente al desarrollo y la modernidad en igualdad. Este armazón de ideas peregrinas del izquierdismo y subcultura identitaria, interpretados y aplicados por individuos refugiados en la ideología para huir de la menesterosidad a la que están condenados en una sociedad abierta de libre mercado, comienza a tener efectos muy evidentes sobre la calidad de vida y la libertad de los españoles. Los líderes del PP mientras se pelean por echar los dados cuando está claro que si pierden, la mesa del próximo juego tendrá más trampas que un casino de Hugo Chávez o unas elecciones bajo Mohammed VI.


Arma arrojadiza contra el PP


Para darle un alivio más al gran Joker de la baraka, unos demócratas españoles han decidido poner patas arriba el orden de prioridades de la oposición frontal a la deriva hacia la fragmentación del Estado de Derecho, la liquidación de libertades y la aceptación de la experimentación social que encarnan la supremacía del socialismo y el nacionalismo bajo Zapatero. Por supuesto, aplaudamos toda nueva opción democrática. Mucho más una que encabeza alguien como Rosa Díez que ha simbolizado, casi en solitario ante la vergonzosa falta de coraje de tanto socialista, la idea de una izquierda nacional solidaria frente a la inanidad e inmoralidad de Zapatero. Pero la baraka vuelve a asomarse cuando se constata que, desde su presentación, la nueva UPD, es ya un arma arrojadiza contra el PP, el único partido que ha defendido, en las peores condiciones, las ideas que dice representar la nueva formación. La prioridad de arrebatar el poder al jefe de Gobierno que más daño ha hecho a la democracia y a la convivencia en tiempos de paz, no parece ser asumida por otros líderes del nuevo partido. Nadie les pide la coherencia de Rosa. Y resulta explicable aunque triste la equidistancia de muchos respecto a quienes tenían razón y quienes no ante la inaudita operación de un jefe de Gobierno buscando acuerdos clandestinos con una banda terrorista para beneficio mutuo. Pero resulta insoportable que ya se hayan unido tantos al coro de mamporreros de Moncloa y Ferraz con su mismo lenguaje.


Es cierto que el zapaterismo mediático ha sido mucho más cicatero con UPD que los medios conservadores y liberales. La secta es así. Se verá pronto si en este nuevo partido hay algo más que errores generosos, vanidades y narcisismos encumbrados, malentendidos y maniobras. Jon Juaristi y Mikel Azurmendi nos daban claves decisivas ayer. Para quienes consideren su máxima prioridad acabar con la nefasta singladura de Zapatero y sus tropa no parece haber en todo caso sino una opción clara.



miércoles, 29 de enero de 2014

COMICIOS PARA CALIBRAR PELIGROS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 06.09.07


Es algo lamentable que tengamos que prestar una especial atención a unas elecciones legislativas como las que se celebran mañana en Marruecos porque no cumplen los mínimos requisitos para hacer respetable la competencia política ni sus resultados. Pero es inevitable que lo hagamos porque al menos nos pueden sugerir -o ayudar a aventurar- de qué direcciones nos pueden llegar más amenazas desde la desesperante realidad del vecino que es ya casi por definición el más problemático que hemos de tener en el futuro. El hecho de que nuestro presidente y el insólito ejercicio de estulticia política de su Gobierno nos estén granjeando hostilidades donde no las había y causando un inmenso daño a los intereses españoles en el Magreb no modifica este axioma de nuestra política exterior que no es de ahora.

Los marroquíes están convocados a unas urnas a las que muy probablemente acudan muy pocos debido a la muy lógica convicción imperante de que en un país en el que hay que hacer cola para muchas cosas resulta ocioso por no decir necio hacerlo por algo inútil. Para quienes la superación de los más simples retos de la vida cotidiana resulta casi una gesta casi equivale a un insulto convocarlos a una pantomima de la que emergerá un parlamento que apenas sirve como caja de resonancia de los apetitos del Rey y su corte que es ese difuso Majzen, el poder corrupto y arrogante del entorno real. Con sus 33 partidos legales, unos más corruptos y cautivos que otros, las posibilidades de expresión están en la sobria subordinación a la realidad existente con el voto al clientelismo puro y duro enmarcado en la ensalada de letras de nacionalistas y socialistas perfectamente intercambiables entre sí o el voto al islamismo legal del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que confía en multiplicar su exigua mayoría en el Parlamento, que estaba en 42 escaños de los 325 escaños de una Cámara que sirve de poco más que de caja de resonancias para las campañas del entorno real.


Compra de votos


Así las cosas, ya parece claro que si el régimen no se deja llevar por la absoluta obscenidad en la manipulación y la compra de unos votos que se cotizan en torno a los 1.500 dirhams (14 euros), el PJD será la fuerza más votada, aunque dado el fraccionamiento de la Cámara esto puede suponer poco. Para la lucha real por el poder y el futuro de Marruecos estas elecciones son una nota a pie de página de la que se podrá deducir poco más que el ritmo del crecimiento de la desafección hacia la dictadura y su farsa de sistema multipartidista.


El entusiasmo a este lado del Estrecho por las reformas allende el mismo, que ha expresado en los últimos años ante todo nuestra diplomacia, sólo se nutría de consideraciones políticas internas españolas y era poco más que otra mentira en la obsesión del Gobierno socialista por desacreditar a los antecesores, incluso en una «realpolitik» con Rabat con posibilidades reales de haber rebajado las tendencias del Reino alauí a chantajear a España o situarla ante hechos consumados.


Si así hubiera sido probablemente el despotismo de Mohammed VI se hubiera visto debilitado y quizás obligado a mayores concesiones en reformas políticas internas reales hacia la democracia. Sin embargo, la condescendencia del Gobierno de Madrid hacia la satrapía marroquí -como hacia tantas otras- ha restado incentivos para cambios reales desde el poder absoluto del Monarca. Esto no ha aumentado el apoyo al régimen, pero debilitado las opciones democráticas a favor de la «otra alternativa» que es la islámica, aunque sea la tolerada. El papel del Rey como máxima autoridad religiosa ha evitado en Marruecos hasta ahora que los movimientos islamistas hayan presentado una opción de asalto total contra el Estado. Y el éxito habido en condiciones duras para el islamismo como ha sido el éxito del Partido por la Justicia y el Bienestar en Turquía ha favorecido la corriente para una expresión moderada del islamismo. Pero ni su éxito ni su fracaso suponen mayor esperanza para fomentar una voluntad de reformas que en Marruecos han de venir de dónde viene todo el poder, del Monarca absolutista.



LA TEMERIDAD CONTAGIOSA

Por HERMANN TERTSCH
ABC 03.09.07


Es probable que los síntomas más alarmantes de la toxicidad de la subcultura que José Luís Rodríguez Zapatero ha sabido imponer en el discurso político hegemónico en este país no estén ya en su agotadora palabrería que tanto habrá hecho sufrir a los transcriptores del publirreportaje con que ayer declaraba abierta la campaña electoral en campo amigo. La profanación de la semántica no es una habilidad sino una característica del presidente. Por eso su renovada y maquillada charlatanería -«mi iniciativa personal de la imagen de marca del Gobierno de España»- debería impresionar poco. Eso no quiere decir que no haya, en tan prolija nadería impresa, materia de seria preocupación. Aterra pensar sobre la posibilidad, afortunadamente desbaratada, de que «sería un presidente sin alma, sin entrañas», si no se hubiera lanzado a la negociación con ETA para buscar acuerdos de mutuo interés. Ya ha demostrado tener alma y como ETA le cantó aquello tan de fin de fiesta vasca de que «todos queremos más, y más y mucho más», ahora han regañado y se declara «implacable» con sus exsocios del proceso.

A los más susceptibles también puede alarmar esa búsqueda de la «modernización definitiva de España», más que nada porque en sus labios la palabra «definitiva» viene a ser «irreversible» y aunque sabemos que para él puede significar lo contrario mañana o en abril, demasiados daños de su legislatura amenazan con ser, si no irreversibles y definitivos, sí duraderos y muy costosos. Pero hace ya tiempo que las palabras de Zapatero solo sirven como soporte especulativo. No ya sobre sus ideas sino sobre sus artimañas pretendidas. Y me evocan las inolvidables frases del Manifiesto democrático de Ferdinand Peroutka, aquel gran señor del periodismo libre checoslovaco que, desde su exilio en EEUU, inoculó en la memoria de millones de resistentes al totalitarismo y a la experimentación social el mensaje humanista más sencillo y auténtico: «La lucha de la democracia por devolver a las palabras su significado decente, de darle de nuevo su clara definición a los términos, es más que una lucha política. Es una lucha en defensa de la herencia de pasadas generaciones que unen a la gente con las palabras que corresponden a la realidad». Peroutka se convirtió con su manifiesto en bandera de quienes creían y creen que si quedan«las palabras al servicio de la política» como es deseo expreso de nuestro Gran Timonel leonés, está puesto el huevo de la serpiente.


Asfixiados en la toxicidad


Ayer otra entrevista, en estas páginas de ABC, más concisa pero pletórica de razón y contenido, daba ocasión a Jaime Mayor Oreja a decir cosas muy importantes que muchos de sus compañeros de partido parecen olvidar o ignorar, asfixiados en la referida toxicidad. Advierte a los responsables del PP, inmersos en una ridícula gresca, que la sociedad española puede pagar muy caro este espectáculo. Dice él que se debe a la «ingenuidad» de quienes «desprecian estas elecciones generales o apuestan por un poco más allá». «Ingenuidad» es un término suave porque la temeridad es gravísima. Tiene razón Mayor Oreja y es una pena que Rajoy no lo haya dejado claro en su entorno, en que «el centroderecha español parece no se ha dado cuenta de lo implacable que es el proyecto que tiene enfrente, de lo poderoso que es su aparato de comunicación y de que por tanto no puede cometer errores o torpezas». Porque supone el suicidio de la derecha democrática española, la liquidación de la alternancia en el sistema democrático español y por tanto la liquidación de la democracia que es, desde un principio, el sueño experimental del «mago de León» al que hay mil razones para ridiculizar pero al menos tantas para temerlo.


De ganar las elecciones Zapatero con su apuesta por la «modernización definitiva», habrá ese «segundo tiempo» en el que retornará, sin mayores trabas, la coordinación de intereses con ETA y todos los nacionalismos y grupos antisistema. Nadie puede estar seguro de que volvamos a tener unas elecciones en condiciones democráticas y alternancia posible. El centroderecha español ganó por mayoría absoluta las últimas elecciones celebradas en condiciones normales en este país. Si no gana estas puede que no vuelva a haberlas.



EL VENDAVAL FRANCÉS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 30.08.07


Resulta reconfortante, cuando no conmovedor, ver a nuestras centurias izquierdistas y ateneístas de la francofilia sesentaiochista nacional española urdiendo equilibrios inverosímiles para intentar dañar la imagen del nuevo presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy. 

Es comprensible. En tres meses, Sarkozy ha desembarcado en el primer plano de la política mundial con un mensaje tan renovador, esperanzador y auténtico que no sólo ha dejado en ridículo a quienes creían que con la reactivación de la «lucha de clases» y el zapaterismo de Ségolène Royal iban a poder eternizar la realidad virtual ideológica, la mentira reaccionaria y la corrección inane como puntales inamovibles de la política europea. Angela Merkel ya supuso una tímida avanzadilla en esta dirección.


Probidad intelectual


Sarkozy se ha convertido ya en un vendaval que puede hacer retornar la probidad intelectual al eje del pensamiento político europeo. 

Nadie puede ignorar el abismo en calidad política, intelectual y humana que separa al nuevo presidente de Francia de nuestro triste avatar residente en La Moncloa, cuyas mejores frases se pueden encontrar entre el «aquí duermo fenomenal» y «la nación es un concepto discutido y discutible». «No es cierto que la verdad nos hace libres: es la libertad la que nos hace verdaderos». «Ideología significa idea lógica». «La cintura es la esencia de la democracia». «Las palabras han de estar al servicio de la política, no la política al servicio de las palabras». O mejor aún: «el terror ha sesgado (sic) muchas vidas, pero no podemos sesgar (sic) la esperanza». «Durante el franquismo no había españoles». «La igualdad entre sexos es más eficaz para combatir el terrorismo que la fuerza militar». Zapatero dixit. Las comparaciones son odiosas y algunas vergonzosas.

Cierto que Nicolas Sarkozy tiene ese terrible defecto del activismo de los impacientes rodeados de indolentes. Les puede dominar esa furia que se le supone a un decorador en casa de un familiar con síndrome de Diógenes. Pero Sarkozy ha demostrado que no sólo se diferencia abismalmente de los menesterosos sectarios de la supervivencia política, la mentira fatua y el poder de rédito «express».


El presidente francés anunció un amplísimo programa de política exterior que supone una perfecta revolución, sobria, sensata, enérgica y convincente, para un país que tanto tiempo ha vivido de la frase hueca cuando no de la mentira. 

Multilateralismo sí, pero sin equidistancia entre quienes comparten valores y sus enemigos, alianza fundamental trasatlántica en la defensa de Occidente, tolerancia y cooperación, percepción de la amenaza y disposición a la autodefensa de una Europa consciente de sus postulados e intereses.


Todo les sale mal a los enemigos de Sarko pese a osadías en la procacidad y la miseria que los llevan a anunciar como «primera víctima de Sarkozy» la caída desde un andamio de un inmigrante ilegal que huye de la Policía, o acusan al francés, húngaro y judío de ser xenófobo o, genéricamente, un personaje implacable con los débiles o veranear con amigos ricos.


Tienen problemas sus adversarios en Francia y, por supuesto, sus enemigos en el mundo. En España en especial. Tan comprensivos hasta con el más inmoral, incapaz e insolvente presidente francés, estas escuelitas de pensamiento «diplomatique» han otorgado y ramoneado crédito para arropar, desde la izquierda mafiosa de Mitterrand o la derecha cleptómana de Giscard o Chirac, esa política antioccidental de una tercera vía que siempre es el culto al pacto por separado con los agresores.


Intoxicación moral


Desde ese pilar de Occidente que es Francia que, con la América ideal y real forjó hace más de dos siglos los mandamientos de lo que son la libertad, los derechos humanos y la dignidad de la persona, se ha intoxicado desde la confusión moral, la cobardía y el espíritu más reaccionario de todos los egoísmos de clase organizados. 

Se ha promovido y promulgado una postración y dejación ante los totalitarismos exteriores en las que lo peor de Francia obtuvo inmenso predicamento en la deslealtad de las llamadas elites intelectuales hacia el hecho de la libertad en Occidente.


Sarkozy dejó claro el lunes que su programa rompe radicalmente con esta agonía del pensamiento débil. No ha hecho Sarkozy comentario alguno sobre un Zapatero que lamenta en privado lo que exalta en público.


Tampoco hay que culparle. La caída al vacío de la total irrelevancia internacional de España bajo este Gobierno será tema de estudio para futuras generaciones de analistas políticos. Claro está que es más inverosímil un noble gesto de rectificación del presidente del Gobierno español que el robo en la Biblioteca Nacional de un libro escrito por su recién dimisionaria directora. Sarkozy y Ptolomeo son testigos.



MARCIANO EN BILBAO

Por HERMANN TERTSCH
ABC 27.08.07


Explotó la bomba junto al cuartel de la Guardia Civil en Durango y gracias a la acumulación de chatarra de los vehículos blindados la onda expansiva no hundió su edificio de viviendas más cercano a la carretera. Esto fue de madrugada. Pronto se supo que milagrosamente no había muertos que lamentar por parte de muchos y festejar por parte de algunos. Al mediodía, las radios locales coincidían en felicitarse por la «levedad de las heridas» de los agentes y en expresar su enorme alivio y también la convicción de que era su deber ciudadano llamar a la población a celebrar con crecido entusiasmo la jornada estelar de la Aste Nagusia (Semana Grande) de Bilbao. Era muy mala fe por parte de los terroristas intentar reventar este viernes cumbre de fiesta en el que estalla (perdón) el orgullo de esta simpática, jovial y satisfecha sociedad en la que «vivimos como Dios».

En el dial de la radio se podía elegir entre diversos pero siempre encendidos llamamientos a la participación en las fiestas que desafiaban por igual al agua y a ETA. Unos invocaban a la ciudadanía a desafiar al terrorismo «con juerga imparable» para impedir así, con coraje, que «ETA irrumpa en nuestras fiestas». Otros ya estaban dedicados a fórmulas para achicar problemas derivados de tanta nube baja y del tiempo de perros para el disfrute de los brillantes fuegos artificiales de esa noche. Un sinfín de voces tranquilizadoras anunciaba que nada había que temer, primero porque la calidad pirotécnica que convoca Bilbao es «lo mejor» pero sobre todo porque, en frase que en nuestra patria debiera ser lema de un millón de escudos, «va a escampar seguro». Un radioyente ajeno a la realidad vasca, un marciano por ejemplo, habría llegado a la conclusión de que esos terroristas se habían topado con la horma de su zapato si lo que pretendían, al intentar volar el cuartel de Durango, era reventar las fiestas. La determinación en hacer frente a tan miserables planes conmovía. ¡Qué firmeza! Casi se adivinaba la sillería del «muro» contra ETA que horas después anunciaba el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, no en comparecencia ante los españoles después del Consejo de Ministros sino ante un club de fans socialistas cerca de su coqueto refugio de la montaña asturiana.

Marciano se creyó por un instante este conductor radioyente, atascado bajo un terrible aguacero en Saltacaballos, cuando escuchó que decenas de vecinos se habían apresurado desde primeras horas de la mañana a acudir a comisaría. ¿Habrían acudido realmente al cuartel los vecinos a expresar su solidaridad con los guardias y sus familias a punto de quedar sepultados horas antes bajo los ladrillos del edificio? No. Cuidado con los malentendidos. No habían acudido al cuartel. Habían acudido a la comisaría para presentar una muy pertinente denuncia por los daños que el atentado había causado a sus propios pisos y propiedades. El cuartel recibió las visitas habituales y de rigor en estos casos y el consabido agobio de la prensa. Al día siguiente ya estaba allí la Guardia Civil sola haciendo inventario de daños, buscando pistas y apartando cascotes y algunos de los coches destrozados.

Para entonces la indomable ciudadanía ya había celebrado la apoteosis del Cid y los «Victorinos» en la arena negra junto a Zabálburu, donde las banderillas, diría el marciano, lucen la bandera italiana y la austriaca. Si las sentencias del Tribunal Supremo rigen un cuarto de hora para las instituciones del Estado, es lógico que el mundo de la «Fiesta Nacional» muestre la gallardía de un cocinero vasco ante la mera sugerencia de usar banderillas con los colores nacionales en Vista Alegre o San Sebastián. ABC revela planes de nuevos atentados que sí pueden arruinar más de una fiesta. La respuesta de Zapatero al atentado es que ETA ha de convencerse de que «sólo tiene un destino que es el fin de la violencia». Es incapaz de hablar de derrota de sus añorados interlocutores. Su vicepresidenta MTFLV sí parece enfadada con ANV, ese partido bueno hace unos meses que sólo hace lo que se sabía iba a hacer: lo ha calificado de «indecente». Hasta ahora este calificativo se lo tenía reservado al PP.


NEONAZIS POSCOMUNISTAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 23.08.07


Un nuevo incidente racista en una aldea cercana a Leipzig llamada Müngen, en el Estado federado de Sajonia, ha desatado un nuevo debate sobre posibles medidas contra el neonazismo que, como casi siempre sucede con las polémicas forzadas por el escándalo inmediato -en Alemania y no sólo allí- tienden a saturar la discusión de propuestas bienintencionadas que de poco o nada sirven allá pasen tres semanas. El sábado pasado, un grupo de ocho turistas procedentes de la India fueron brutalmente agredidos y perseguidos por las calles por una horda de jóvenes borrachos, unos claramente neonazis y otros a punto de serlo. Cuentan las crónicas que el espectáculo, en plenas fiestas del pueblo y ante miles de testigos, fue perfectamente dantesco. Las víctimas se refugiaron en un restaurante asaltado de inmediato por más de medio centenar de agresores antes de que llegara la Policía. Milagrosamente, ninguno de los turistas indios, todos ellos vapuleados, resultó herido de gravedad.

El perfil de los agresores no alberga sorpresa alguna. Son jóvenes alemanes orientales, sin bachillerato, sin empleo ni esperanza de encontrarlo, en gran parte ya alcoholizados y sin pareja -debido en parte al creciente fenómeno de la emigración femenina hacia el oeste de Alemania-, demasiado jóvenes para haber vivido conscientemente el régimen comunista, pero ya asqueados de la democracia, del libre mercado y de las letanías multiculturalistas biempensantes de la clase política. Son el auténtico «lumpenproletariat» de la sociedad alemana que no tienen nada más allá de la sobredosis de alcohol e identidad nacional para anestesiarse las heridas en la autoestima. Sus padres nacieron bajo la dictadura comunista y sus abuelos se adaptaron a ella con menos entusiasmo pero tanta sumisión como antes habían vivido bajo el nazismo. El victimismo, el agravio y la impotencia movilizan en ellos el odio de cuatro generaciones y por primera vez en el marco de una sociedad abierta que los desprecia y los condena por nazis pero no los persigue con consecuencia. Ciertos barrios y comarcas alemanas orientales amenazan ya con convertirse en zonas a evitar, como aseguraba ayer el secretario del Comité Central Judío de Alemania, Stephan Kramer.


Resulta especialmente grotesco que aún hoy el problema «social» del neonazismo en Alemania sea una competencia del Ministerio federal de la Familia y no del Ministerio del Interior, como si toda la solución al mismo estuviera en el fomento de la armonía familiar. En realidad, los segmentos más pauperizados de la sociedad germano-oriental, han recibido y alimentan este mensaje ideológico racista en casa. Por eso, las clases políticas de los estados democráticos debieran reconocer de una vez por todas que, siendo de vital importancia, no basta con políticas de desarrollo, mecanismos para evitar la lacra del fracaso escolar y la búsqueda de mecanismos sociológicos para afrontar las causas de esta creciente amenaza racista y nazi. Y mucho menos con llamamientos humanistas sobre la tolerancia y la convivencia interracial ante los que sólo crece el desprecio de estos grupos hacia la democracia y sus ansias por desafiarlo. Esto es así también en otras sociedades postcomunistas europeas. Por eso la lucha contra el neonazismo debe tener, como la política antiterrorista, más allá de medidas políticas, su esencial vertiente en la represión policial y en el incremento de los instrumentos de disuasión y penalización de sus actividades. Es imprescindible que sus enemigos sepan que el Estado de Derecho tiene la firme voluntad de defenderse y de defender a todo individuo libre que se mueva por su territorio. Hoy en día no es el caso ni en Alemania ni en muchos otros países por no hablar del nuestro.


En Rusia, el presidente Vladimir Putin lo tiene mucho más fácil porque ha visto cómo encauzar la frustración de esa juventud hacia una militancia y violencia favorable al régimen. Las «juventudes putinianas», llamadas oficialmente «Nashi» (nuestro) cuentan ya con decenas de miles de miembros, mucho dinero, cuadros perfectamente formados y, aunque fundadas hace sólo tres años, considerable experiencia en intimidar y agredir a disidencia, opositores, gays y movimientos «antirusos». Los «Nashi» dan cobijo bajo el generoso manto del Kremlin a todos los movimientos neonazis surgidos en Rusia desde 1991. No son como el Komsomol, una organización oficial general de la juventud, sino una guardia pretoriana que supone la perfecta simbiosis del nazismo con la herencia estaliniana que rehabilita Putin. Pero las democracias, al contrario que las dictaduras, sólo pueden integrar individuos pero no ideas totalitarias. Por eso hay que combatirlas. Y eso se hace con leyes contra quienes promueven tales ideas y las expresan mediante la violencia.



FATIGAS Y PAYASADAS PROMETEDORAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 20.08.07


Mala pata. Se empieza por no saber coordinar trenes de cercanías y lejanías en la estación de Sants y se acaba en la plena confusión sobre horarios, responsabilidades, palabros y palabras. Cuando el ministerio de la Verdad del Gobierno Zapatero ha comenzado a gastarse el dinero con entusiasmo para celebrar a bombo y platillo la recuperación del sagrado nombre de España -se nos dice que tras gallarda lucha contra una perversa tribu cavernaria que lo tenía secuestrado-, falla una vez más la coordinación entre los socialistas nacionalistas y nuestra Moncloa estival trashumante. Está claro que la coordinación de actos voluntarios no es el fuerte de estos modernizadores y que, desde luego en verano, les cuesta mucho bañarse y escuchar al mismo tiempo las órdenes de Madrid para que dejen de masticar chicle. Igual que los socialistas navarros han tenido que organizar una larga y forzada frenada para cumplir el ordenado cambio de tercio con su provisional renuncia al acuerdo con el nacionalismo vasco, los socialistas gallegos están tan imbuidos en su concurso nacionalista con el BNG que no se enteran de nada y se les ha escapado que Zapatero quiere que se ponga de moda la palabra España. De aquí a marzo.

El hecho es que, sin que a nadie pueda sorprender en demasía la falta de reflejos, la Xunta de Emilio Pérez Touriño nos ha pergeñado un cartel oficial de la Xunta de la Vuelta Ciclista a la Palabra Liberada que reza: Galicia: na orixe do mellor ciclismo. 1-23 Septiembre (Vigo- Madrid). En el cartel aparece solo el territorio gallego como si de una isla se tratara y el recorrido de la enigmática competición por su geografía hasta que salta hacia un espacio vacío en el este que no se diferencia del mar al oeste y en el norte pero donde, ¡sorpresa! flota -se supone que una aldea que hasta se identifica: Luarca-. Don Emilio hubiera podido ganarse más de un cariño si, avisado, hubiera llenado los pueblos y ciudades de Galicia con grandes pancartas de la «Vuelta ciclista al territorio del Gobierno de España». O «bajo la coordinación del Gobierno de España». Habría mentido por supuesto, pero a estas alturas la sorpresa estaría en que no lo hiciera.


Pero lo dicho, la fatalidad ha surgido con un Pepiño de vacaciones y Maritere probablemente incapaz de comunicarse con la Xunta por falta de traductores al gallego. Así las cosas, nos hallamos ante otra descoordinación que sugiere alguna contradicción. Como esa otra de la cúpula de las instituciones catalanas en recoleta asistencia a una misa por un triste lunático apologeta del terrorismo. O la extensión de la presencia e influencia de fuerzas antisistema más allá de los ghettos tradicionales en el País Vasco y Cataluña para cobrar fuerza de la mano del socialismo en todas las regiones con fuerzas nacionalistas y en el seno de las organizaciones socialistas. O el tontiloquismo de quienes desde el PP o sus aledaños se ven tentados a sumarse a la carrera del particularismo asumiendo la lógica perversa y el supuesto determinismo histórico de la parcelación indefinida de los intereses de una España que es mucho más que la marca que algunos quieren ahora prostituir durante seis meses en ciertos distritos electorales. Las órdenes de mentir cambian cada vez con más premura y más desorden.


Los disparates de este fin de legislatura y los perjuicios que de ellos se derivan hacia la ciudadanía en toda España han alcanzado tales cotas de obviedad grotesca que comienzan a tener el paradójico efecto de albergar un potencial de esperanzas en un cercano fin de ciclo. No puede ser eterna la traca en el patio de Monipodio, con todos los corralitos en agitada competencia por el mayor ridículo y absurdo. En el año IV de la era Zapatero las contradicciones se agudizan ya tanto que no hay que ser Marx ni Gramsci para albergar esperanzas de que en un futuro no muy lejanos sean superadas y se reinstaure al menos la intención de un retorno al sentido común. Si Zapatero ha de recurrir a todo aquello que ha despreciado es porque «la cierta fatiga» que se percibe no es hacia España como dice su aliado Carod Rovira. La fatiga y la indignación parece más bien volverse lentamente contra quienes intentan quebrar una profunda, relevante y plural comunidad nacional capaz de defender un espacio común de solidaridad y libertad. Para crear entes pequeños domeñados, mezquinos, uniformes y miedosos. Es posible que no puedan. Que no sea demasiado tarde.