ABC 05.07.07
Es un gran lema ese de «Socialismo del siglo XXI», aunque
poco original por mucho que nos lo saque a pasear un perfecto golpista electo
como Hugo Chávez, se inspire en un dictador y asesino con muy buenas relaciones
en Madrid como es Fidel Castro y tenga tantos inverosímiles seguidores en
España que incluso se tomaron la molestia de atacar a la hoy ya nada sospechosa
Casa de América. Esta institución, cuyas simpatías por supuesto hoy se vierten
con mucha mayor generosidad hacia la Cuba residente, es decir hacia cubanos y
foráneos que gozan de libertad, comodidad y privilegios en Cuba, ha tenido que
soportar las protestas de los más montaraces del castrismo por cobijar a unos
liberales que solo pretendían alzar la voz para cuestionar la oportunidad de
repetir proyectos fracasados de felicidad que solo hacen sufrir -banal y
gratuitamente- a los seres humanos.
Decenas de cartas y mensajes ha recibido el señor Miguel
Barroso, director de la Casa de América, ex secretario de Estado para la
Comunicación y muy buen conocedor de la mejor parte de Cuba, para protestar
porque esa institución acogiera a la «derecha reaccionaria e incluso feudal»
-no está mal- convocada para pedir, tan solo en una de las mesas redondas,
libertad para los cubanos y movilización de autodefensa latinoamericana a favor
de la democracia frente al proyecto totalitario que Castro inspira, Chávez paga
y Zapatero y otros ilusos jalean o toleran por simplismo, ideología o pura
memez.
Al parecer comienza a haber gente que piensa que pronto
podrán hacer tan difícil un encuentro de este tipo junto a la Cibeles como
frente al Malecón de La Habana.
¿Qué rayos ha pasado? En realidad nada. El peruano y español
Mario Vargas Llosa, de coraje y principios probados, como el mexicano Enrique
Krauze, el ex presidente boliviano Enrique Quiroga, el cubano Carlos Alberto
Montaner, el colombiano Plinio Apuleyo, el venezolano Rosales y muchísimos
hombres de letras, política y pensamiento -conceptos compatibles- se han
atrevido a organizar desde la Fundación Internacional de la Libertad (FIL), un
foro sobre Europa e Iberoamérica y las relaciones transatlánticas en las que
recordar que resulta fundamental para las libertades individuales y los
derechos humanos que las democracias occidentales tengan percepción de riesgo e
instinto y voluntad de supervivencia. Sin eso no seremos nada.
Y volveremos a las cobardías, indolencias y complicidades
que en Europa y Latinoamérica han causado millones de muertos y quebrado la
vida de generaciones enteras. Por experimentar hacia los mundos felices de la
ensoñación nacionalista o socialista, se han asumido muchos atropellos. «Huevos
rotos para la tortilla». El médico nazi Josef Mengele en la rampa de Auschwitz
y decenas de miles de «kapos» nacionalsocialistas o comunistas lo hicieron durante
casi un siglo con la misma carencia de piedad y escrúpulos de quienes intentan
forjar nuevos patriotas en lengua, espíritu y afán en pos de un miserable
paraíso.
En Latinoamérica, impulsado por el motor financiero de los
petrodólares venezolanos, se ha puesto en marcha un proyecto totalitario como
el que surgió en Europa oriental tras la Segunda Guerra Mundial. Lo promueven
el dinero y el miedo, pero también la indolencia y el desinterés de los
demócratas de todo el mundo. Hora es que se muevan para impedir la tragedia y
no tengan otra vez, los mismos, que ser acusados como cómplices necesarios.
Pasó en medio siglo en Europa, otro medio siglo en Cuba y puede pasar en medio
subcontinente. Todos en España, Casa de América y Gobierno incluidos, harían bien
en enorgullecerse de estar en primera línea contra regímenes totalitarios como
el cubano y el incipiente venezolano, boliviano o ecuatoreño. Ayer desde luego,
La Casa de América cumplió su papel como foro de la libertad contra los
regímenes carcelarios del «socialismo del siglo XXI».
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