ABC 11.06.07
«Seré implacable». Parece más una frase de Iván el Terrible,
Pedro el Grande o Murat el Magnífico. Pero no. Es nuestro presidente del
Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dolido como está ante tanta
incomprensión, agotada su paciencia democrática, ya decidido a «no tolerar»
«abobinables» (sic) críticas quien nos anuncia que lo será ante la «amenaza del
terror». Nos dicen sus cronistas que Zapatero ya ha dado así una respuesta
contundente a la amenaza de ETA. «En un vibrante discurso, ante el Comité Federal
del PSOE, el máximo órgano dentro del partido entre congresos, Zapatero
desgranó su estrategia antiterrorista». Habrán de creerles quienes aún estén
dispuestos porque nada que se parezca a «estrategia antiterrorista» aparece en
los textos que glosan tan intensa reunión ni la alocución pública de José Luis
el Implacable. Sólo citan por enésima vez las letanías plañideras de Zapatero,
su gente y sus medios en lamento por el hecho de que la oposición no los siguió
al terrible error y fracaso que ha sido el llamado «proceso de paz» ni parece
dispuesto a compartir la responsabilidad por el mismo.
Autoconmiseración
La única estrategia que se percibe realmente es la conocida
y grotescamente expuesta en la entrevista a un Iñaki Gabilondo que no pudo ayudar
al pobre hombre a reconducir su vergonzoso alarde de autoconmiseración
adolescente. Como los planes. Durante ese triste espectáculo se pudo comprobar
una vez más que el presidente del Gobierno del Reino de España sólo tiene en
realidad una obsesión y un enemigo, probablemente producto de esa «herida
familiar de la que no quiere curarse» a la que se refería Carlos Seco Serrano
en la entrevista que publicó el sábado ABC. Y no es ETA. Su enemigo profundo e
íntimo es «la derecha», una construcción imaginaria suya en la que incluye todo
lo que no es propio a su iconografía y su muy elemental cultura. A esta derecha
la identifica con la maldad y por ello le discute no ya sólo la autoridad moral
sino también el derecho como opción legítima de pensamiento y gobierno.
Ocurrencias irreparables
Ahora siente en su persona toda la precariedad, el desorden,
la incapacidad y el caos que ha inoculado tanto a la tarea de gobierno como a
las instituciones desde que llegó al poder. En tales condiciones, esta alma
herida es capaz no sólo de pasearse aullando lamentos por las televisiones sino
de intentar demostrarnos sus razones «históricas» con cualquier tipo de
ocurrencias irreparables. En este sentido, el jefe de la oposición, Mariano
Rajoy, que acude hoy a Moncloa, debe ser plenamente consciente de que Zapatero
es ahora mucho más peligroso que nunca, lo que no es poco. Probablemente ha
pretendido desde siempre -aquí no se le puede negar el éxito- convertir sus
cuitas y fantasmas personales en herida nacional. Su discurso sectario es
susceptible de empeorar. En la historia reciente de Europa no se encuentran
precedentes de una legislatura que, en tiempos de paz, haya causado tantos y
tan graves daños a las instituciones y al tejido social y a la convivencia como
la que ha dirigido el PSOE bajo un líder lanzado a su demencial carrera de
experimentación al grito de «magia potagia» y a la activación simultánea del
sentimentalismo político y los peores instintos. Es triste y grave que no haya
habido socialistas que se resistieran a la demonización del PP y tuvieran
coraje para poner coto al desmán sectario y fin al aventurerismo. Es hora por
tanto de que, si los socialistas se han perdido el respeto tanto como para
seguir al Gran Mago por la senda de la catástrofe, el único partido de la
oposición y a un tiempo único partido nacional ahora existente, ponga pie en
pared.
Reducir expectativas
Mariano Rajoy tiene mucha razón en reducir sus expectativas
-como señalaba ayer en su entrevista en estas páginas-, a una muy improbable
explicación por parte del presidente de lo que los bardos zapateriles llaman
«estrategia antiterrorista», es decir, los pasos concretos que en la lucha
contra el terrorismo se han proyectado. Se habrían de acometer en todos los
frentes en los que con tanta efectividad se trabajó y se combatió contra ETA en
la segunda legislatura del PP. Hasta que Zapatero entabló, desde la oposición,
negociaciones secretas para buscar unos acuerdos de cara a una paz por separado
con el enemigo del Estado. Se dice pronto. Detalles de esta gran conspiración
los daba ayer uno de los mensajeros y asesores áulicos del presidente. Pronto
las completará la versión de los otros conspiradores, ahora muy enfadados.
La reunión de hoy
Desear un acuerdo entre los dos grandes partidos no significa
creer que vaya a ser posible mientras Zapatero tenga algo que decir en Moncloa
y en el PSOE. Lo probable es que Rajoy salga asustado de La Moncloa y antes de
caer la tarde los clarines de Ferraz proclamen la culpa total del PP. Por eso,
más allá de las realidades virtuales del Gran Mago y al margen de la amenaza de
ETA a los españoles, es preocupante la retórica de Zapatero y su entorno en
momentos de aprieto y la amenaza patente de profundizar en la socialización de
la «herida familiar» del nieto. Como dice Santiago González en su impagable
blog, si De Juana y Otegi están en la cárcel a pesar de que el presidente
considera al primero «partidario del proceso de paz» y al segundo «un líder de
la izquierda abertzale» con «un discurso por la paz» ¿qué castigo reservará el
Gobierno para los enemigos del proceso de paz?
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