miércoles, 22 de enero de 2014

NUESTRO MAGO IMPLACABLE

Por HERMANN TERTSCH
ABC 11.06.07

«Seré implacable». Parece más una frase de Iván el Terrible, Pedro el Grande o Murat el Magnífico. Pero no. Es nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dolido como está ante tanta incomprensión, agotada su paciencia democrática, ya decidido a «no tolerar» «abobinables» (sic) críticas quien nos anuncia que lo será ante la «amenaza del terror». Nos dicen sus cronistas que Zapatero ya ha dado así una respuesta contundente a la amenaza de ETA. «En un vibrante discurso, ante el Comité Federal del PSOE, el máximo órgano dentro del partido entre congresos, Zapatero desgranó su estrategia antiterrorista». Habrán de creerles quienes aún estén dispuestos porque nada que se parezca a «estrategia antiterrorista» aparece en los textos que glosan tan intensa reunión ni la alocución pública de José Luis el Implacable. Sólo citan por enésima vez las letanías plañideras de Zapatero, su gente y sus medios en lamento por el hecho de que la oposición no los siguió al terrible error y fracaso que ha sido el llamado «proceso de paz» ni parece dispuesto a compartir la responsabilidad por el mismo.

Autoconmiseración

La única estrategia que se percibe realmente es la conocida y grotescamente expuesta en la entrevista a un Iñaki Gabilondo que no pudo ayudar al pobre hombre a reconducir su vergonzoso alarde de autoconmiseración adolescente. Como los planes. Durante ese triste espectáculo se pudo comprobar una vez más que el presidente del Gobierno del Reino de España sólo tiene en realidad una obsesión y un enemigo, probablemente producto de esa «herida familiar de la que no quiere curarse» a la que se refería Carlos Seco Serrano en la entrevista que publicó el sábado ABC. Y no es ETA. Su enemigo profundo e íntimo es «la derecha», una construcción imaginaria suya en la que incluye todo lo que no es propio a su iconografía y su muy elemental cultura. A esta derecha la identifica con la maldad y por ello le discute no ya sólo la autoridad moral sino también el derecho como opción legítima de pensamiento y gobierno.

Ocurrencias irreparables

Ahora siente en su persona toda la precariedad, el desorden, la incapacidad y el caos que ha inoculado tanto a la tarea de gobierno como a las instituciones desde que llegó al poder. En tales condiciones, esta alma herida es capaz no sólo de pasearse aullando lamentos por las televisiones sino de intentar demostrarnos sus razones «históricas» con cualquier tipo de ocurrencias irreparables. En este sentido, el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, que acude hoy a Moncloa, debe ser plenamente consciente de que Zapatero es ahora mucho más peligroso que nunca, lo que no es poco. Probablemente ha pretendido desde siempre -aquí no se le puede negar el éxito- convertir sus cuitas y fantasmas personales en herida nacional. Su discurso sectario es susceptible de empeorar. En la historia reciente de Europa no se encuentran precedentes de una legislatura que, en tiempos de paz, haya causado tantos y tan graves daños a las instituciones y al tejido social y a la convivencia como la que ha dirigido el PSOE bajo un líder lanzado a su demencial carrera de experimentación al grito de «magia potagia» y a la activación simultánea del sentimentalismo político y los peores instintos. Es triste y grave que no haya habido socialistas que se resistieran a la demonización del PP y tuvieran coraje para poner coto al desmán sectario y fin al aventurerismo. Es hora por tanto de que, si los socialistas se han perdido el respeto tanto como para seguir al Gran Mago por la senda de la catástrofe, el único partido de la oposición y a un tiempo único partido nacional ahora existente, ponga pie en pared.

Reducir expectativas

Mariano Rajoy tiene mucha razón en reducir sus expectativas -como señalaba ayer en su entrevista en estas páginas-, a una muy improbable explicación por parte del presidente de lo que los bardos zapateriles llaman «estrategia antiterrorista», es decir, los pasos concretos que en la lucha contra el terrorismo se han proyectado. Se habrían de acometer en todos los frentes en los que con tanta efectividad se trabajó y se combatió contra ETA en la segunda legislatura del PP. Hasta que Zapatero entabló, desde la oposición, negociaciones secretas para buscar unos acuerdos de cara a una paz por separado con el enemigo del Estado. Se dice pronto. Detalles de esta gran conspiración los daba ayer uno de los mensajeros y asesores áulicos del presidente. Pronto las completará la versión de los otros conspiradores, ahora muy enfadados.

La reunión de hoy

Desear un acuerdo entre los dos grandes partidos no significa creer que vaya a ser posible mientras Zapatero tenga algo que decir en Moncloa y en el PSOE. Lo probable es que Rajoy salga asustado de La Moncloa y antes de caer la tarde los clarines de Ferraz proclamen la culpa total del PP. Por eso, más allá de las realidades virtuales del Gran Mago y al margen de la amenaza de ETA a los españoles, es preocupante la retórica de Zapatero y su entorno en momentos de aprieto y la amenaza patente de profundizar en la socialización de la «herida familiar» del nieto. Como dice Santiago González en su impagable blog, si De Juana y Otegi están en la cárcel a pesar de que el presidente considera al primero «partidario del proceso de paz» y al segundo «un líder de la izquierda abertzale» con «un discurso por la paz» ¿qué castigo reservará el Gobierno para los enemigos del proceso de paz?


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