ABC 15.05.07
Es probable que a estas alturas pocos
españoles siquiera adviertan las características de la oratoria del
presidente del Gobierno y de los demás astros de esa pequeña galaxia
cerrada y autocomplaciente que lleva tres años amenazando e insultando a
quienes no aplauden su forma de romper loza. Ni la ciencia más sabia
nos explicará la trágica constelación que los puso donde están, primero
en el socialismo español y después en el Gobierno de España. Pero
siempre vino bien atender a la «parla» para establecer procedencia y
calidad de visitantes inesperados. Chocante es la dicción del jefe, del
secretario y mucha ministra. Y lo es ese despecho callejero que algunos
llaman «rufianismo» y que siempre está presente en su palabra. Hace poco
habría sido impensable en boca de un alto cargo del Estado. Cuando se
comenzó a escuchar este lenguaje, la gente no percibió el peligro que
escondía y anunciaba a un tiempo. Ahora cree que el Gobierno de
Zapatero, sus palabras, sus gestos y sus actos son normales. No lo son
en el mundo al que pertenecemos.
En la acción del
Gobierno destaca la impotencia como rotundo resultado de la
ideologización, la incompetencia y la frivolidad. En la retórica es aún
más claro. Lo relevante es el uso permanente del insulto, la amenaza o
el ademán intimidatorio. Siempre, eso sí, frente al adversario
demócrata, al que proyectando la opinión sobre sí mismo cree débil. Ante
el terrorista y sus cómplices despliega ademanes versallescos, no se
les vaya a enfadar. Cuando los españoles vean en su enormidad la montaña
de loza como el motivo de terrible enfado que es, será tarde para
lamentar no haber advertido a tiempo el peligro de la parla.
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