martes, 18 de noviembre de 2014

LOS ERRORES DE CARRILLO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  20.04.10


A sus 95 años y pese a su gran pasión de fumador, Santiago Carrillo vive probablemente los momentos más dulces de su vida. Aunque todos sabemos que hace setenta años ya supo gozar de numerosos placeres. Ahora, cómodamente integrado en el «establishment» del nuevo socialismo izquierdista de los revisionistas de la transición de la que fue protagonista, se dedica a la muy retribuida actividad de descalificar dicho pacto entre españoles de toda condición. Con el Gran Timonel Zapatero resulta mucho más rentable la loa al antifranquismo y la llamada «lucha antifascista» que la defensa de aquella transición que desprecian todos los jovencitos socialistas que jamás supieron lo que fue el franquismo salvo por relatos del abuelo que muchas veces ni siquiera existió. Nos da don Santiago lecciones a todos de democracia desde su nueva posición de patriarca del socialismo de la secta zapateril. Y a él desde luego le cuesta tanto mentir como al propio Zapatero, es decir nada. Es más, se nota que disfruta en su papel recuperado de seis años acá.

Nos dice don Santiago que el error de los comunistas fue haber apoyado al estalinismo que, según él, «no era más que capitalismo de Estado». ¡Cuánta humildad hay en estas palabras! Carrillo hablando de «errores», porque no se dio cuenta a tiempo de que Joselito Stalin los engañaba a él y a todos los comunistas porque, sin ellos saberlo, quería instaurar un «capitalismo» de Estado. ¡Qué malo ese Stalin que quería instaurar un capitalismo, aunque fuera de Estado! ¡Qué pena que no quisiera Stalin un comunismo auténtico como lo querían Carrillo, José Díaz, La Pasionaria, o Karl Radek, o Laurenti Beria, el fiscal Andrei Vishinski, Georgi Dimitrof o Guenrij Yagoda! ¡Qué pena que los engañara a todos! Si no llega a ser por Stalin, tendríamos un mundo feliz gracias a ese proyecto humanista que defendían Carrillo y todos los nombrados. La culpa sin duda la tuvo ese proyecto capitalista que defendía en secreto pérfido el padrecito Stalin.

Lo malo no es oír este tipo de insultos a la historia y a la inteligencia por parte de un asesino en masa y criminal de guerra perdonado por los españoles gracias a una amnistía que ahora él quiere poner en duda para quienes se negaron a seguir la suerte de miles de compatriotas en las fosas de Paracuellos. Lo malo es que aquí el tono guerracivilista de la secta ha llegado a un extremo en el que el anciano sabe que puede decir cualquier cosa sin que sus interlocutores se rían, lloren o le refuten con contundencia sus barbaridades. Errores los justos. Carrillo y Stalin estaban perfectamente de acuerdo en todo porque Carrillo no se habría atrevido a otra cosa. Siempre estuvo del lado del jefe y no recordamos ningún comentario suyo que pusiera ningún reparo no ya al exterminio de millones de kulakos, a la hambruna provocada en Ucrania, a los juicios farsa a sus camaradas, desde el asesinato de Kirov, a las ejecuciones de los militares en torno al mariscal Tujachevsvki hasta el de Bujarin, pasando por todo el terror que costó la vida a millones de rusos y europeos. ¡Vaya con los errores! Por no hablar de las muertes, nunca explicadas, de comunistas españoles que, según familiares de ellos y numerosos indicios, fueron directamente ordenadas por Carrillo.

Ahora Carrillo nos quiere explicar la historia y además advertirnos que la derecha española es un peligro para la democracia. Es como si los dirigentes de las SS, Heydrich o Himmler, dieran hoy conferencias en las universidades alemanas enmendando la plana a Angela Merkel por su política económica. Como si el doctor Mengele viajara por el mundo hablando de ética en la medicina moderna. Pero aquí, Carrillo, adoptado como venerable patriarca por la secta socialista del Gobierno, se pasea de radio en radio, televisión en televisión, redacción en redacción, contándonos que la derecha es un peligro y hay que marginarla por todos los medios. ¿Por todos los que utilizó él en su día? Con seguridad él piensa que sí porque sus errores no fueron los miles de asesinatos de los que es directamente responsable. Ni creer en una ideología criminal que debiera estar tan proscrita como el nazismo. Su error fue no ver que Stalin quería imponer «el capitalismo de estado».

CUÍDENSE TODOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  15.04.10


NO sé realmente si todos se dan cuenta de la atrocidad política y jurídica en la que han metido a nuestra patria. No sé si todos ustedes son conscientes de que nos están embarrancando para mucho tiempo. Y que puede que tardemos dos generaciones de salir de la miseria moral, política y económica en la que nos meten unos memos insensatos y sin escrúpulo alguno. Unos procaces ignorantes que, surgidos después de nuestra transición a la democracia, están envenenados por una ideología caduca, maniquea y miserable que todo lo emponzoña y corrompe. El aquelarre habido el martes en una universidad pública de Madrid, con presencia y apoyo de mandos del Gobierno, dedicado a la demonización de nuestra máxima institución judicial, es un escándalo sin parangón. Y demuestra las credenciales de un Gobierno y un presidente que no han sabido ni querido condenarlo. Ni han cesado a todos aquellos miembros del poder que participaron en ese acto bolchevique. Porque en realidad están de acuerdo. El único acto de decencia posible sería cesar a quienes allí estuvieron o abandonar el gobierno que ampara esta insólita agresión al Estado. De agresión directa a la división de poderes.

Esto, me temo yo, es sólo el principio. Según la terrible realidad económica y social vaya haciéndose evidente en este país, la secta que ha secuestrado al Partido Socialista hará todo por perpetuarse. Y cuando digo todo es todo. Liquidar instituciones. Dinamitar un Estado de Derecho que estaba orgulloso de serlo. Y que tanto costó a los que realmente lucharon por la democracia frente a la dictadura. No a estos que se inventan su pasado, a sus abuelos y hasta su lugar de procedencia. A estos nada les impedirá moral o políticamente perseguir a sus propios ciudadanos. Porque perciben a media España como enemiga. Ni les costará nada fumigar prestigio y honor de individuos que resisten a sus tentaciones totalitarias. Machacando a todo aquel que crean susceptible de ser un peligro para sus intereses. Tengan cuidado. Porque la inseguridad no nos acosará sólo por parte de aquellos desesperados que se han hundido en la ruina por la política económica socialista, por sus mentiras e ineptitudes. Nuestra amenaza mayor es la voluntad decidida de la peor gente en dominar el destino de los demás.

El aquelarre contra la justicia que parte del Gobierno y que quiere proteger a un juez partidista que tiene al propio Gobierno cautivo por lo que sabe, es el anuncio de lo que son capaces algunos por mantenerse en el poder. El juez Garzón tiene cogido al Gobierno y a su policía política por los santos huevos, y perdonen la expresión. Los cadáveres en el armario se acumulan y el juez hace el papel del forense y guardián de la morgue. Tiene pillado al Gran Timonel, Rodríguez Zapatero, cuya relación con la verdad y probidad es de permanente combate. Y el Timonel sabe cómo las gasta el juez de los amaneceres. Tengan todos mucho cuidado. Porque gente como Jiménez Villarejo nos meterían a la mitad de los españoles en una cheka. Ese sujeto que era fiscal en el año 1962, fiscal entonces sin abrir la boca y hoy acusa a otros de complicidad con el franquismo. Un señor que cuando condenaron a muerte a Grimau podría haberse siquiera quejado. Un valiente ahora, aferrado como antes al poder y que nos es antifranquista furibundo ahora, con Franco muerto hace 35 años. ¡Qué dignidad, Dios mío! ¡Qué valentía! La villanía, está claro, tiene ahora su época de gloria. De ahí la apología constante del asesino de Paracuellos, el Katyn español, que se llama Santiago Carrillo, que llevan a cabo los medios oficiales, comprados o cautivos. Son indolentes o ineptos ante la ruina de este país. Pero son inmensamente eficaces en defenderse a sí mismos en su combate guerracivilista. Cuídense todos. Porque el acto miserable de la Complutense con ese personaje incalificable que es su rector al frente, con los sindicatos pagados por este Gobierno y toda su tropa sectaria detrás no sólo es detestable. Es para tener miedo.

lunes, 17 de noviembre de 2014

TRAGEDIA Y EXCELENCIA DE POLONIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  13.04.10


LA trágica muerte de gran parte de la cúpula estatal de Polonia, incluido su presidente, Lech Kazynski, en un accidente aéreo es un hecho sin precedentes en tiempos de paz. Es una maldición de la historia, que ninguna mente por perversa que fuera se habría atrevido a fabular, que el avión con toda la delegación cayera además precisamente sobre los bosques de Katyn. Cuando volaba toda la delegación presidencial a presentar honores a los 22.000 hombres polacos asesinados en 1940 precisamente allí, cada uno con un tiro en la nuca. En una labor asesina ingente del NKVD. Stalin, Woroschilow y Molotov habían firmado la orden cuyo fin era exterminar a las elites de la nación polaca. Todo fue consecuencia del Pacto Hitler-Stalin por el que Alemania y la URSS -comunismo y nazismo, las dos ideologías asesinas- se repartían entre ambos Polonia. Y la hacían desaparecer del mapa como ya había sucedido antes en la historia. Pero esta vez no se trataba sólo de hacerla desaparecer como Estado, sino de aniquilar a los líderes, a la excelencia polaca y a los portadores de la memoria. Se trataba de descabezar a una nación para que permaneciera por siempre postrada.

Stalin leía mucha historia. Sabía muy bien del éxito en la represión de la nación checa después del levantamiento nacional y religioso iniciado en 1618 y su aplastamiento tras la batalla de la Montaña Blanca en 1620. Entonces todos los líderes checos, aristócratas y hombres significados fueron ajusticiados por Viena. La nación checa se convirtió en la más sumisa y maleable del Imperio. Eso explica en gran parte que si los héroes polacos han sido siempre aristócratas y guerreros patriotas indómitos, intelectuales comprometidos con el sufrimiento y la resurrección constante de su pueblo, los checos tengan por héroe al Bravo soldado Swejk, personaje inventado por Jaroslav Hasek, una especie de Sancho Panza pragmático, tramposo y cínico. Eso explica también por qué a lo largo de la historia los polacos han combatido a sus enemigos hasta la autoinmolación y destrucción total de sus ciudades mientras los checos tienen todas sus ciudades intactas y siempre se entregaron prácticamente sin lucha a las fuerzas exteriores superiores. Con todas las excepciones que se quieran ver y que por supuesto existen. Pero la historia marca el carácter de las naciones y los contrastes que se revelan entre estos dos vecinos, ambos eslavos, son posiblemente los más llamativos en Centroeuropa.

Stalin aplicó la política de intentar descabezar Polonia en su día porque sabía de la fuerza ejemplarizante de las elites polacas, esas que eran inexistentes en la nueva Checoslovaquia. Eso se produjo en Katyn. Pero ya lo había ensayado Stalin en España. Muy cerca de Madrid. En Paracuellos. Allí fue asesinada parte de la elite nacional nuestra. Se trataba también allí de convertir a todo el país en una masa amorfa sin columna vertebral ni referentes morales para que el totalitarismo no tuviera resistencia. Sin líderes ni memoria. Ahora ha sido al parecer una siniestra fatalidad la que priva a Polonia de muchos de sus mejores hombres y mujeres. La lista de los hombres y mujeres muertos junto al aeropuerto de Smolensk es casi un Who is Who de la política, la administración y las fuerzas armadas de aquel país. Se trata de un drama infinito del que una sociedad tarda mucho en recuperarse. Y la siniestra coincidencia que redobla la maldición de Katyn lo puede hacer aun más difícil. Pero Polonia es un gran país que se ha respetado a sí mismo como quizás sólo lo ha hecho siempre el Reino Unido. En la peor adversidad. Ejemplo de dignidad a través de los siglos. De unos siglos que han maltratado a este país como a pocos en el mundo. Por eso, además del luto profundo que comparto con toda la nación polaca, también tengo la seguridad de que Polonia tiene una sociedad que genera líderes, tiene una voluntad nacional a prueba de todas las diferencias políticas, una identidad y un patriotismo que ha resistido a todo y a todos. Y además un culto por la excelencia y la ejemplaridad, un reconocimiento a sus grandes hombres y mujeres que generan esta pujanza que no quiebra con tragedias aun mucho mayores. Ojalá pudiéramos suponer eso de otras de nuestras sociedades modernas.

UNA BUENA NOTICIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  08.04.10


EL de ayer fue un día muy especial para los españoles. Al mediodía se enterraba en la cripta de la iglesia de la Concepción de la calle de Goya en Madrid, en presencia del Rey Juan Carlos I, a un auténtico Grande de España, Guillermo Luca de Tena. Y muy cerca de allí, atravesando la plaza de Colón, se daba a conocer que está a punto de concluir una de las anomalías más grotescas del panorama político y jurídico en España. Una situación intolerable que clama al cielo y que sólo pueden defender los que desde el sectarismo quieren hacer de la democracia española una pantomima. Y enterrar definitivamente el espíritu de reconciliación y voluntad de concordia de la transición. Es decir, la secta que asaltó y secuestró al Partido Socialista hace más de siete años con su caudillo de la revancha que es el presidente de menos de la mitad de españoles y de todos aquellos que no se consideran españoles. Y que ha gobernado durante seis años sistemáticamente en contra de la mitad de los españoles a los que considera enemigos a ser castigados. Hoy, cuando quedan cuatro supervivientes de la Guerra Civil que quiere ganar ahora. Y utilizando con todos los medios a su alcance, prensa comprada y vendida, televisiones dependientes y radios sufragadas, además de algunos notorios asesinos que, después de mandar abrir fosas comunes en Paracuellos, hoy nos quieren dar clases de democracia desde periódicos serviles al Gobierno. Lacayos de Stalin al servicio del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que, desde luego que yo sepa, no ha hecho ningún gesto nunca para distanciarse de semejantes criminales ni de sus fechorías que sus ideólogos elevan a la llamada «lucha antifascista».

La gran noticia es que el juez Baltasar Garzón se va a sentar en el banquillo de los acusados por lo peor que puede hacer un juez, que es la prevaricación. De momento sólo por un caso de los tres que tiene pendientes. No es poco. Pero esperamos que sea más. Muchos decimos que ya era hora. Que la inseguridad jurídica que provoca este juez dedicado a sus aventuras ventajistas políticas es insoportable en un Estado de Derecho. Y consideramos que la decisión del juez Varela reconforta a quienes creemos en un estado no ideologizado y respetuoso con sus propias leyes. En cuanto que acaba con la impunidad de un juez que, para su mayor gloria propia, se ha buscado sus conveniencias personales en un abuso constante de su posición en la Audiencia Nacional. Como siempre. Hay Grandes españoles como el ayer enterrado, Luca de Tena, y españoles mezquinos que buscan en estrategias populistas o apaños con el poder, sus propios intereses, sus réditos y su gloria mediopensionista. Y que no dudan en generar sentimientos de odio y revancha cuando ven oportunidades de medrar personalmente.

Parece que este miércoles, al menos a un desafuero esperpéntico se le ha puesto coto. El juez Garzón dejará de tener derecho y poder para decidir sobre nuestra libertad, nuestra hacienda y nuestras vidas. Acaba así una inmensa anomalía que empezó con el baile de este juez entre política y judicatura y sus presumibles chantajes a diversos poderes. Quizás ahora se abra el melón del escándalo Faisán, que ha tenido enterrado en su despacho este juez y que, según todos los indicios, implica al Gobierno socialista y a la cúpula de la policía política que mantiene, en una colaboración directa con la banda terrorista ETA. Que al juez le conviniera tener este gravísimo delito en reserva como carta en la manga es muy posible. Como en su día tuvo los crímenes del GAL, que salieron sólo por su fracaso en sus ambiciones en el asalto a la política. En este país donde las cifras, los datos y los hechos nos alarman día a día, donde el pesimismo atenaza las voluntades, hoy podemos dar al menos esta buena noticia. Es más que probable que los españoles nunca más estemos expuestos al capricho y las ambiciones de un juez que es un peligro público. Y así es posible que los españoles sepamos de muchas cuestiones que nos interesan y el Gobierno nos oculta.

EL ISLAM Y NOSOTROS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  06.04.10


UNOS islamistas que residen en Austria emigrados de sus respectivos países porque son un fracaso siniestro y cruel y los estados propios los han sumido en la miseria, se han venido de turistas a Córdoba a ocupar la antigua mezquita que es catedral. Con dinero ganado por supuesto en Austria y quizás alguna subvención de países en los que la conversión al cristianismo se paga con la muerte. Y en los que no se tolera siquiera una ceremonia religiosa cristiana. Y que financian la liquidación de cristianos y la destrucción de una cultura milenaria cristiana en Oriente Medio, África o Indonesia.

Y han montado, muy divertidos ellos, la provocación de insultar a los cristianos y reivindicar la propiedad del recinto cordobés intentando ocuparla y rezando allí a su dios. Su reconquista de fin de semana. Y aquí hay gente que les ríe la gracia. Hay tontos por doquier. Y no me refiero precisamente a los islamistas. La cantidad de cretinos que creen que ese multiculturalismo del presidente del Gobierno lleva a más libertad y no ven que por el contrario es una amenaza creciente e inminente para nuestro sistema de vida es alarmante.

En Austria tenemos mucha experiencia sobre asedios islamistas. En 1683 tuvo que ser un rey polaco, por supuesto católico, Jan Sobieski, quién en un fulminante asalto desde el monte Kahlenberg rompió el asedio turco, es decir entonces islámico, a la capital austriaca. Y gracias a aquello la Europa central quedó libre de un Islam que ha producido muchos sabios, pero que ha sido la ruina absoluta en la edad moderna dada su absoluta incapacidad para crear estados viables, sociedades dinámicas, ciudadanos libres y prosperidad económica. No hay ningún estado en el mundo moderno en el que el Islam haya generado una sociedad medianamente próspera, medianamente libre, medianamente respetuosa hacia los derechos humanos. Los islamistas que viven huidos de sus países y quieran rezar en una mezquita se deben meter en los recintos que aquí tienen y que en sus países no se toleran para el culto cristiano. Y si no, pueden irse a la mezquita de Damasco, una maravilla, en la cual la policía política del régimen sirio los controlará como Dios manda, el suyo o cualquiera.

Como en Poitiers mucho antes se había cortado el avance del Islam desde el sur de Europa, desde España, y Lepanto fue Lepanto, en Viena en el siglo XVII se cortó su extensión desde los Balcanes hacia el corazón de Europa. Y el cristianismo evolucionó y después llegó la Ilustración y los países europeos se hicieron, formaron y construyeron sobre la cultura judeocristiana que después se extendió a América y tantos otros rincones del globo. Y así se creó lo que llamamos generalmente Occidente, la cultura más civilizada y a la vez piadosa, compasiva y fructífera, próspera y libre que jamás existió.

También bajo la catedral de Sevilla había una mezquita. Y en tantos otros sitios hubo mezquitas convertidas en catedrales como antes iglesias visigodas cristianas habían sido convertidas en mezquitas.Y sus creyentes cristianos degollados o trasladados como esclavos para siempre lejos de sus hogares. Ya está bien de esa majadería que propagan socialistas, Junta de Andalucía, Alianza de Civilizaciones que nos cuesta un dineral y las simplezas del presidente del Gobierno sobre el idilio multicultural de Al Andalus. Si existió armonía en algunos breves periodos, fue el islam el que, con sus diferentes facciones enfrentadas, se ocupó de destrozarla. Y fue en todo caso irrelevante para la posterior historia en la que el Islam en su política de expansión quiso dominar a Europa para destruir su espíritu, su carácter y su libertad. Hoy estamos en lo mismo. Una propuesta para todos. Hagamos una recolecta pública de fondos para construir una catedral en Riad del tamaño de la mezquita que hay en Madrid en la M-30 financiada por Arabia Saudí. Pidamos la creación de un centenar de capillas en aquel país o cualquier otro en países árabes, una cifra razonable ante la proliferación de mezquitas en Europa donde se predica el odio a toda nuestra sociedad y nuestros principios. O recuperamos el espíritu de Sobieski o pasado mañana nuestras nietas serán apaleadas o lapidadas por no cumplir la sharía, la ley islámica.

LAS RAZONES DE ETA Y LOS DEMÁS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  25.03.10


DICE don Jaime Mayor Oreja, ese hombre que ha visto morir a casi todos sus compañeros de UCD en los años ochenta, que vio cómo se liquidó a su partido en aquellos años en nuestras provincias Vascongadas y morían uno tras otro los miembros de la Guardia Civil y la Policía, que el Gobierno español vuelve a embarcarse en una negociación que dejará en la calle a centenares de asesinos de casi un millar de compatriotas nuestros. Volvemos a las andadas. Nuestro gobierno, angustiado por las miserias que ha causado, busca árnica. Y la busca entre nosotros. Quiere una vez más bizcar la confraternización con los asesinos. Mal asunto.

La depravación moral que bajo Zapatero iniciaron los socialistas nada tiene que ver con la miseria encauzada por Felipe González. Es peor porque tiene menos inteligencia. Matar es casi menos malo al final que engañar siempre. Porque es menos sofisticada la solución frente al enemigo. Porque es en realidad mucho más paleta. Si hubiéramos tenido a un Winston Churchill joven lo habríamos comprobado. Y con la seguridad, lo dicen todos los que saben de ello, que lo peor que se puede ser no es malo, sino paleto, no perverso, sino idiota, menos canalla que imbécil. Pero tan tóxico nadie ha podido ser en nuestra historia moderna. Peor casi que el crimen es la complicidad. Y la complicidad existe. Nadie que se haya acercado a este eterno adolescente, dependido de él, ha salido impune ni decente. Si hubiéramos tenido a un Churchilll y no al vallisoletano leonés, hubiéramos tenido una salida digna de nuestras cuitas.

Porque aquel británico enorgullecía a todo aquél que con él trabajara. Mientras este emponzoña todo lo que toca. Nadie que haya visitado la basura intelectual de este presidente del Gobierno ha vuelto a ser una persona con mediana probidad. El veneno de la mentira está tan perfectamente inoculado en todo lo que atraviesa su camino que no hay dignidad después de un almuerzo en la actual Moncloa.

Este hombre que nos ha caído en el Gobierno de la Nación española, en su cúpula, por la gracia ya no de Dios, sino de algún enemigo indescriptible de los intereses de nuestro país y una constelación maldita, ha resultado ser una maldición. Pero además una maldición perfectamente ridícula. Mayor Oreja lo sabe. Ha visto muchos muertos. Sabe quién es el amigo, sabe quién es el enemigo y sabe muy bien quiénes son los cómplices. Aquí hay mucho miserable que cree que nuestros logros contra quienes asesinaron a Javier Ybarra Bergé -¿se acuerda alguien? Yo sí, casi todos los días, como del suicidio de Primo Levi, todos los días pienso en quienes hicieron y vivieron por nosotros- y por supuesto de todos nuestros servidores del Estado, de quienes mataron a Miguel Ángel Blanco.

De quienes han matado a lo mejor de los servidores de una democracia emergente y una sociedad que quería quererse, que supo hacerlo y hoy ha perdido su ilusión en montar una sociedad con esa dignidad que una comunidad de seres honestos y dispuestos, enhiestos y emocionados por la gesta de la convivencia se conceden.

ETA es, sin duda, una basura asesina residual. Pero ETA tiene un plan. Y quienes en el País Vasco viven de ETA no son ETA en sí. Pero no son pocos. Y quienes tenemos unas vidas que sí dependen de ETA, porque nos ha marcado de por vida, sabemos que cualquier acuerdo de este Gobierno con ETA, que lo está labrando, supone una infamia y un insulto a nuestros muertos, que son muchos. Pero también una amenaza para quienes vivos sabemos que la profunda inmoralidad del gentucismo nacional, es decir, de la secta de Zapatero, nos pone siempre en peligro aunque le solvente a él mayorías. Quienes hemos vivido la tragedia nacional del terrorismo, sabemos que Mayor Oreja tiene razón. Los asesinos están en ETA. Sus cómplices necesarios están en nuestro Gobierno y en todas las alianzas miserables que partidos nacionales han hecho.

REBELIÓN CONTRA GARZÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  23.03.10


DICE el ejército de defensores de nuestro juez gladiador y viajante que es Baltasar Garzón que no hay derecho a criticar a un juez. Por eso llaman miserables, canallas, fascistas y prevaricadores a todos los jueces que desde el Supremo o el Consejo General del Poder Judicial ponen simplemente en duda las muy dudosas, dudosísimas prácticas del juez campeador, ese que ve siempre amanecer. En este país se ha perdido definitivamente la medida. Nadie en un país medianamente civilizado, salvo algún guerrillero enajenado, pondría en solfa a las máximas instituciones del Estado por defender de forma obviamente partidista a un juez que, todos sabemos, ha utilizado la política para la justicia y la justicia para la política.

Resulta inenarrable que un padre de la Constitución Española que nos dio en su día la libertad a los ciudadanos se una a la campaña contra quienes quieren saber simplemente la verdad sobre lo que este ególatra enfermizo que baila entre secretarías de Estado y judicatura pretende hacer nada menos que con la justicia de España. Con la justicia de un país en enormes problemas, en gran parte causados por sus gobernantes actuales, y que se enfrenta a un futuro de precariedad e inseguridad como nunca desde su terrible guerra civil. ¿Cómo es posible que juristas en su día aplaudidos por todos los españoles de todo el espectro político se presten a tan infame y pedestre ataque a las instituciones de la Constitución que crearon por defender lo indefendible?

¿Cuánta coacción hay en esas posturas perfectamente inexplicables de personas que hemos tenido durante décadas por honorables y hoy se han convertido en consumados sicarios de la secta que todo lo copa, sobre todo el Gobierno, pero también los medios, instituciones bancarias o cajas, ayuntamientos y demás repartidores? ¿Cuánta presión han resistido o ha vencido a hombres cabales que hoy están defendiendo públicamente lo peor y más intolerable de nuestro país? ¿Se imagina alguno de ustedes a Garzón, con su biografía, en el Tribunal Supremo o en el Constitucional de Alemania?

Todo resulta al final de una ridiculez grotesca. Aquí ilustres juristas defendiendo a quien esta imputado de tres delitos. Allí en Sevilla reciben a Rodríguez Zapatero como si fuera el Caudillo -lo es probablemente- con banderas y soflamas y callan que su ex presidente le dio diez millones de euros a la empresa que gestionaba en esas cuestiones su hija. Imagínense que Esperanza Aguirre hubiera dado diez millones de euros, o diez mil tan solo, a una empresa de un hijo suyo. ¿Qué andarían ladrando todos los de la secta todos los días, cada minuto, en todas las cadenas y emisoras? Zapatero, el caudillo que cuida a sus hijas del daño que su propia imagen les puede producir, no tiene pegas en que sus amigos, de alguna cadena financiada por todos nosotros a través de Televisión Española, difame a padres cuyos hijos se ven agredidos a diario por la infamias que el Gobierno, a través del ministerio del Interior o delegaciones propias, despliega por los medios.

Siempre, desde la dictadura en la que tantos estaban cómodos y otros se jugaban la piel, he pensado que este país tiene remedio. Porque está lleno de personas de buena fe y mucho coraje. Porque lo han reconducido varias veces hacia la dignidad desde la ignominia. Sigo pensando lo mismo. Creo que podemos salir de la bancarrota y de la vileza, de la inseguridad y la zafiedad. Pero también creo que la nación española necesita una rebelión. Una rebelión ante todo en la justicia y en la educación. Una masiva respuesta de resistencia contra todo lo que nos quiere convertir en mansos, sumisos, ignorantes y obedientes. Y creo sinceramente que ha llegado el momento de dar una señal clara e inequívoca de que estamos en ese rumbo, y consiste en apartar definitivamente al juez Garzón de la judicatura. Ningún país serio puede permitirse a un personaje así decidiendo sobre la libertad, la vida y la hacienda de sus ciudadanos.

lunes, 10 de noviembre de 2014

LA REBELIÓN DEL ASCO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  16.03.10


VA a ser que los españoles ya no tenemos derecho a rebelarnos contra lo que consideramos una injusticia. Porque es traición de lesa patria y nos van a poder dar palizas, insultarnos en televisión, difamar a nuestras familias o quizás meternos por ahí en alguna de esas checas con las que sueñan nuestros jóvenes y jóvenas del izquierdismo nacional. Aquello sí que era justicia lo que hacían García Abadell y Santiago Carrillo. No estas supuestas patochadas del Tribunal Supremo hoy sometido a fuego cruzado por los amigos de ese juez que viaja con el banco al que juzga. Aquello tenía ritmo. Resulta que no podemos rebelarnos porque el poder del ejecutivo es más supremo que el Supremo. Contra éste sí se puede despotricar y quizás incluso disparar balas de prevaricación por dudar de la probidad de un juez mucho más que sospechoso. Contra este chiquillo que veía amanecer no se puede porque el progresismo impecable de buenas intenciones tiene justificados todos sus errores, todos sus fracasos y todas sus insidias.Y si trinca alguno sería, sin duda -a quién le cabría-, por motivos excelsos.

Los españoles tenemos que arrimar el hombro. Tenemos que pagar y callar. Y la oposición tiene que ser tan cooperativa con el Gobierno como para parecer parte del mismo. Si no es así, no fomentan el debate y la sana discusión sobre las diferentes opciones de gobernar. Para nada. Son reos de alta traición. Eso nos dice De la Vogue, según algunos en sus últimos estertores en esa Casa de la Moncloa que se antoja ya el Palacio de la Cienciología.

Pues les voy a decir, que tengo la conciencia muy tranquila llamando a la rebelión contra el latrocinio de esta tropa de ineptos que nos han hundido para más de una generación siendo optimistas. Soy absolutamente partidario de una insumisión ante quienes además de hundirnos y robarnos nos humillan y tratan como retrasados mentales todos los días que abren la boca. Que son exactamente todos los días del año. Aunque entre ellos jamás se pongan de acuerdo y no haya dos ministros que no se contradigan en una semana. Creo en la salubridad de la indignación. En los efectos curativos del desafío. Creo en que el matón y el trincón jamás deben estar seguros de que sus víctimas no van a reaccionar ante sus groseras pretensiones y sus actos miserables. Creo finalmente que inaptos e ineptos, malas personas y psicópatas tienen su derecho a vivir dignamente sin hacer daño. Pero no dirigiendo nuestras vidas, nuestra hacienda y el futuro de nuestros hijos y de nuestro país.

A Garcia Abadell lo fusilaron con muchísima razón por ladrón y torturador. Aunque las almas lánguidas actuales no lo sepan, en todas las guerras rige la pena de muerte. Hasta un despiste te puede poner contra el paredón con toda la razón del mundo. Porque has jugado con la vida de tus hombres en combate o porque te has aprovechado como un cobarde de combatir en retaguardia contra gentes indefensas. Luego resulta más bien natural que los asesinos sean ajusticiados. Lo malo es cuando se asesina a mansalva a inocentes. A los que ni se han despistado. A ciudadanos dignos y decentes que sólo has detenido porque quieres liquidar una forma de pensar, una forma de creer en la transcendencia o una forma de vida. En ambas partes. Carrillo se escapó. Y ha cumplido más años que los papiros del Mar Negro fumando más que yo. Suerte la suya. Pero debería tener cuidado con los escritos de amiguetes como el pijolingo de Sartorius, en este caso no le toca a Nicolás sino a Jaime, que dice que la amnistía sólo era para los suyos. Es decir, se amnistiaba a Carrillo y Garcia Abadell, a los terroristas etarras pero no se amnistiaban los actos de guerra y represión de los vencedores. Recuerden, señores, los vencedores. Porque el gallego murió en la cama. Después del acto de generosidad general de los españoles en nuestra transición, nos vienen los miserables cómplices de Paracuellos y Katyn a decirnos que ésta, la amnistía, ya no vale. Hay dos opciones ante esta miseria, morirse de asco o mandarlos a la mierda. Recomiendo la segunda.

TODOS CRETINOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  11.03.10


PARECE ser la convicción del vallisoletano travestido en leonés. Todos los españoles somos un puñado -grande, vive Dios- de cretinos que todo nos lo zampamos, con todo comulgamos y, con un poco de ayuda de los tolilis de enfrente, los acabamos votando. Algunos de ustedes me entenderán que confiese que no pude soportar esa entrevista soviética de sumisión perruna que nos ofrecieron hace algunos días. Comprendo que hayan convertido Televisión Española en un medio para financiar a Roures y su chavalería. Pero nadie puede exigirnos a quienes somos mayores de edad que nos reconfortemos con una nueva versión de las necedades de Ceaucescu sobre su milagro económico, con esas filípicas mentirosas que ofenden a todo ciudadano cuerdo. La inanidad culpable en estado puro. Y por supuesto con mucho menos talento y llamémoslo erudición. Decía nuestro inolvidable Paco Eguiagaray que Ceaucescu y el búlgaro Todor Yivkov eran los únicos seres humanos que habían escrito más que leído. Sus obras completas llenaban estanterías de siete metros por tres. Había que tenerlas para no ponerse en peligro. Para no ser sospechoso. Que equivalía a preso potencial. Pero si fueron los mayores escribidores de todos los tiempos, también fueron los menos leídos. Menos aun que Suso del Toro. Por eso sus obras fueron todas, en cuanto hubo algo de libertad en sus respectivos países, directamente a las estufas para ayudar a su gente a pasar el invierno que por allí causa aún más estragos que en la Cataluña del charnego Iznogud de Iznájar.

Mi querido sátrapa rumano al menos había logrado lo que buscaba. Fue dictador consumado y su vulgaridad y vileza las pudo compensar con la efectividad de la represión. A la larga la mentira no basta y hay que recurrir a la intimidación. Al miedo, esa receta perfecta para los proyectos fracasados del totalitarismo. Hasta su final trágico en el que tuvo el primer y último gesto de humanidad que le conocí, que fue tocarle con amor la rodilla a su mujer Elena cuando les comunicaron que los iban a fusilar de inmediato. Murieron ambos con una dignidad que jamás habían demostrado en vida. Pero volvamos a nuestros mentirosos porque aquéllos ya descansan en paz. Volvamos a nuestros mentirosos vivos e hiperactivos. Algún amigo mío, menos nervioso y cabreado que yo, se durmió ante la vacuidad de vértigo del discurso de nuestro Gran Timonel y las preguntas de nenaza de sus tres interlocutores.
Ceaucescu tenía al poeta nacionalcomunista Corneliu Vadim Tudor como bardo del régimen. Era y es un cobarde y como todos los lacayos tan comunista como nazi y todo lo demás si hubiera hecho falta. Habría cantado al fascista Antonescu y la Guardia de Hierro como cantó a la Securitate, a Georgiu Dej, a Ceaucescu y a cientos de miserables. Como algunos dirigieron la televisión para Arias Navarro y tachan hoy a quienes se jugaban su libertad entonces de fascistas. Como todos esos izquierdistas que llevan los correajes falangistas en la cabeza. Como todos esos aprovechateguis que cantan loas a Cuba e insultan a los mártires de la libertad. Treinta años después. Nada nuevo bajo el sol. Un día feliz mío en Bucarest fue cuando le reconocieron unos estudiantes cuyos compañeros habían sido abatidos por las balas del régimen en la Navidad de 1989 y le pidieron explicaciones. Él saltó como un gamo a su edad provecta la verja de un parque y huyó como alma perseguida por el diablo. Pequeños actos, islas de justicia, en este mar de cochambre.

Pero volvamos a nuestros mentirosos vivos. Y mentirosas. Ayer dijo la vicepresidenta De la Vogue que no se ha pagado rescate alguno para la libertad de la turista del ideal catalana, secuestrada en Mauritania, que felizmente ha quedado libre. Mentira, querida vicepresidenta. Otra mentira. Podía haber dicho usted que de esas cosas no hablamos. Cualquier subterfugio. Pero no. Usted, como su jefe, decidió, una vez más, tomarnos a los españoles por gilipollas. Y eso, comprenderá, irrita. Por lo menos a algunos de nosotros. Aunque ustedes no tengan la menor idea al respecto, en este país queda gente con dignidad.

FRACASADOS Y RIDÍCULOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  09.03.10


UN país puede llegar a reconquistar respeto en un par de generaciones. A éste nuestro le costó mucho. Con la inversión de la lealtad institucional, el amor patriótico y el compromiso de toda una generación de políticos de todas las tendencias, lo consiguió. Con el esfuerzo y la dedicación de gente honesta por lo menos al final de una difícil singladura. Comprometida con la labor de sacar a nuestra nación del pozo negro en que la historia en que los años malditos, los años treinta, pero también los doscientos años anteriores, la habían hundido. Este país se recuperó gracias a hombres y mujeres que creían en la dignidad y en el respeto que los españoles nos debemos a nosotros mismos. Y la cosa funcionó. Y estuvimos muy orgullosos todos los ciudadanos de todas las tendencias salvo los resentidos y los miserables. Este país cogió el ritmo de las naciones avanzadas, de los estados que se gobiernan con sentido común por muchos errores que puedan cometer en sus diagnósticos y búsqueda de soluciones, se declaró presente España en el concierto general europeo. Todos los que sabemos algo de dictaduras y de miedo, de represión y angustia, fuimos en algún momento felices. Nos sentimos retribuidos. Nos sentimos españoles emocionados y retribuidos por haber convertido nuestro país en un lugar decente, en una patria compasiva, en un hogar intelectualmente probo.

Eso es lo que aumenta nuestra actual tragedia. Porque todo lo que se hizo en su día se ha ido por las cañerías de la historia. En tan poco tiempo hemos hundido todo lo que habíamos hecho, por fin, bien. En concordia y acuerdo. Un país en plena reivindicación de su esencia y competencia, de su identificación con los mejores Estados que en el mundo han existido, por civilidad, compasión y justicia, ha derivado a la mediocridad más cruel, a la miseria zarrapastrosa y a la vulgaridad, arbitrariedad, intimidación y amenaza, iguales a las habidas en los peores momentos de nuestra triste y agitada historia. Un accidente de trenes nos trajo un Gobierno que aun nos habremos de explicar en las próximas décadas. Muchas décadas habrán de pasar para que los historiadores sean capaces de ver como una banda de inútiles o psicópatas y acomplejados se hicieron en este país con el poder y lo llevaron a esa ruina que amenaza a nuestros hijos y nietos.

Ya sé que en España por grandes que sean las desgracias no suele pasar nada. Hasta que pasa. Las desgracias se las reparten las víctimas entre sí. Y la indolencia de los compatriotas suele ser endémica. La empatía con el dolor en este país parece ser un lujo y no precisamente de los intelectuales. Los que lloramos por los muertos por el terrorismo y nos sentimos hundidos o simplemente afligidos por los millones de españoles que no saben nada de un futuro que se augura triste e insolvente somos unos traidores de mierda que no confiamos en esa especie de líder de «cómic» que expresa sus inmensas descompensaciones por esas manos incansables, esos ridículos trajes de manga larga, esos gestos grotescos de sobreactuación y una señora que siempre se antoja la jefa. Y que nos mandaría a la Cheka antes de estrenar un traje.

Todo puede pasar de siniestro a patético y ridículo. Gracias a nuestros gobernantes lo hemos logrado en unos años que pasarán a nuestra historia como el periodo de la mentira e ignominia. ¡Pena de traición a los españoles de buena voluntad! Treinta años hemos intentado ser un país europeo sano y normal y hoy volvemos a ser Venezuela. La peor Venezuela. La del milico cutre de botas y boina, prepotente y gamberro verbal. Como la del vallisoletano mentiroso que se cree leonés. La del nieto de Lozano, el militar ejecutable por todas las partes de la contienda trágica de nuestro país. Nuestro nieto de Lozano hizo tan buenas migas con los terroristas de ETA como para ofrecerles todo tipo de carantoñas. Nuestro nieto del fascista que era el otro abuelo nos engaña con una obscenidad que es un insulto permanente. Les aseguro que a este nieto lo recordarán nuestros nietos. Con pesar.

LA CULTURA DE LA FARSA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  04.03.10


RESULTA conmovedor ver en el Parlamento catalán a partidarios y detractores de la Fiesta nacional exponer ante sus señorías sus respectivas posiciones respecto a las corridas de toros. Con toda la buena fe, los partidarios de la Fiesta se esmeran en defender lo que consideran un gran valor de nuestra cultura, un arte sin igual, siempre respetada por todos las ideologías en toda España, incluidos por supuesto Cataluña y el architaurino País Vasco. Lo siento por ellos y por la Fiesta, pero viendo las imágenes, su defensa me parece tan ilusoria como pudo ser la de Thomas Beckett, Giordano Bruno o Miguel Servet frente a sus enemigos y acusadores. O en los juicios dirigidos por el juez Freisler en Berlín o el fiscal Vishinsky en Moscú. Esta especie de comisión general sobre la Fiesta de los Toros en Cataluña es una farsa tan evidente y obscena que hay que ser muy ingenuo para no irritarse con ella. Y muy biempensante para, como defensor de la lidia, creer que su argumentación, por mucha probidad y raciocinio que contenga, vaya a tener influencia sobre la sentencia. La Fiesta taurina es española y es por eso por lo que ha de ser liquidada en Cataluña. Es la decisión de la cúpula del régimen nacionalista, no de centenares de miles de aficionados catalanes que la defienden y millones que, si no la siguen, para nada se sienten ofendidos por la tauromaquia. Son los amantes incondicionales de la butifarra, hecha con carne de un cerdo torturado en una cochiquera miserable durante su breve existencia de engorde antes de ser degollado entre terribles gritos del animal -por cierto también en un festejo-. Esos que no tienen a los cerdos corriendo en libertad por una dehesa como sucede en Extremadura, sino en cajones insalubres en los que apenas ven la luz en su corta vida. Esos son los que claman contra una fiesta cultural única que hace posible la existencia del toro de lidia que vive en plenitud, gozo y libertad durante cinco años en el campo antes de morir siguiendo sus instintos.

Pero lo dicho, es sólo una farsa más. Peor es cuando se juzga la calidad o probidad identitaria de personas. O se establecen castigos ejemplarizantes por el mero hecho de utilizar la libertad que la Constitución nos debía otorgar a todos. La Generalidad es la mano ejecutora y el Gobierno central, el cómplice que permite que se cometan continuos desafueros contra españoles en diferentes puntos de la geografía nacional. Especialmente donde gobierna Iznogud Montilla de Iznájar, cuya mujer ha sido tan sincera como para decir que manda a sus hijos al colegio alemán porque con una hora de catalán a sus niños les sobra. Y que lo importante son el inglés y el alemán. Los menos pudientes mientras han de tragarse todo el bachillerato en catalán y salen de allí con un español de comanche, incapaces de escribir una frase sin faltas de ortografía, en español y en catalán. Y quienes rotulan en español, perseguidos sin descanso.

Estaba claro desde que Rodríguez Zapatero nos expuso su convicción de que «la palabra está al servicio de la política» que la mentira, la tergiversación y la manipulación de las palabras se habrían de convertir en los fundamentos de la nueva cultura política a imponer en su nueva España. Fue uno de los pocos conceptos con contenido expresados por el presidente en seis años. Aunque fuera venenoso. Ahora estamos ante la farsa perfectamente grotesca del «arrimar el hombro» y el «juntos lo arreglamos». Resulta que todos, la oposición y la ciudadanía, debemos asumir la responsabilidad de la catástrofe generada por el Gran Timonel y sus remeros tontilocos. Y si no lo hacemos, todos traidores. Hace dos años, para no ser traidores exigía que negáramos la crisis. Cargaremos y sufriremos la crisis porque no nos queda más remedio. Pero la responsabilidad, ante nosotros y nuestros hijos, la tienen el gran farsante y sus secuaces. Cargará siempre con ella.

EXPLICACIONES Y EVIDENCIAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  02.03.10


NUESTRO presidente Zapatero anunció ayer que su Gobierno se ha puesto muy serio en la exigencia de explicaciones a Venezuela por la colaboración del régimen de Chávez con ETA y la banda narcoterrorista de las FARC en el entrenamiento y preparación de atentados conjuntos. Todo se debe a un incómodo auto de la Audiencia Nacional sobre lo que era un secreto a voces. Que los regímenes mimados y jaleados por el Gobierno y el PSOE como el «progresismo» y el «nuevo socialismo» en Latinoamérica colaboran tanto con grupos terroristas como lo puedan hacer en Oriente Medio, Irán o Siria. Era un secreto tan público y documentado ya casi como las condiciones de los presos políticos en Cuba y la persecución que sufrió Orlando Zapata en sus cárceles hasta la muerte. ¿Tampoco sabía Zapatero hasta hace unos días lo que es la tortura carcelaria en Cuba? Lo sabía perfectamente, pero él es de los que realmente creen que la disidencia cubana es parte de la «gusanada» que quiere reventar la revolución en alianza con los aviesos «fascistas» de la emigración cubana. Aquí debiéramos preguntarnos si nuestra protección a aquellos «regímenes progresistas», como los llaman -la del Gobierno socialista y sus embajadores en Caracas y Cuba, que parecen funcionarios de aquellas dictaduras-, no forma parte también, por extensión, de la colaboración general con las FARC y por extensión con ETA.

El presidente del Gobierno debe pedir explicaciones a Caracas, por supuesto. Por mucho que su mantenida indignación nos parezca un ejercicio más de hipocresía. La cooperación de Venezuela -y también Ecuador y, por supuesto, Cuba- con el narcoterrorismo de las FARC ha sido una política general desde que el chavismo se extendió por la región norte del subcontinente. Pero si la política exterior del Gobierno socialista español no ha hecho sino apoyar los excesos de Chávez, la política parasoviética de Correa y el racismo indigenista y liberticida de Morales, ahora el que tenía que dar muchas explicaciones también es el propio presidente Zapatero. No las dará, no les quepa duda. Como tampoco las dará sobre el constante ninguneo al presidente colombiano Uribe, al que se ha despreciado como un «aliado de los yanquis» y al que siempre se ha negado el apoyo político a la democracia colombiana en su guerra con la contundencia necesaria, precisamente contra los asesinos de las FARC, que han colaborado con ETA.

Porque sobre colaboración con ETA, que al milico Hugo Chávez se le presupone, tiene el señor Zapatero que dar aún muchas explicaciones respecto a la que prestaron algunos miembros de su Gobierno y desde luego mandos policiales. No es muy congruente pedir a Chávez que cuente sus conversaciones y su cooperación con grupos terroristas y negar aquí en España toda explicación sobre el escándalo del bar Faisán y los graves indicios de colaboración con banda armada de su propio Gobierno durante sus negociaciones con ETA. Cuenten el señor Zapatero y el señor Rubalcaba todo lo que realmente sucedió en el caso del bar Faisán, pongan a los mandos responsables de todo aquello a disposición de la Justicia. Después ya podrá pedir explicaciones a quienes nunca han tenido problemas en manifestar sus alianzas con los peores asesinos con tal de atacar los intereses de las democracias y los demócratas en su entorno.

Tiene sentido que hasta ahora el Gran Timonel haya visto sin mayor preocupación la alianza de los socialistas, comunistas e indigenistas totalitarios en América Latina. Y que los haya apoyado en una actuación que ha dejado por los suelos el prestigio de España en los países que sufren todas esas lacras. Porque en el fondo y al margen de coyunturas políticas como la actual, nuestro presidente tiene esa visión pedestre de los que aún creen que el Ché Guevara era un santo laico, que Castro es una figura que inspira a las izquierdas y que sus enemigos reales son eso que conoce como «la reacción», «la derecha», «el imperialismo», la Iglesia católica, etcétera. Pida explicaciones a Chávez, pero explíquese usted también. Porque lo mismo colaboraron con ETA al mismo tiempo.

VÓMITO, MISERIA Y SILENCIOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  25.02.10


PROBABLEMENTE hayan sido pocos de Ustedes, lo lamento infinitamente, que hayan vomitado al saber que nuestro presidente del Gobierno no ha tenido ni una palabra dispuesta para rememorar a Orlando Zapata Tamayo. De ese héroe de la resistencia en Cuba que ha muerto -en huelga de hambre- para hacer frente a toda la villanía, miseria y opresión que supone el régimen castrista, tan arropado por nuestro Gobierno de cómplices de este crimen, como de otros. Yo les confieso que he vomitado. Y mucho. Mi desprecio me llega al hígado. Mi desprecio profundo hacia aquellos que temblaban por la vida de De Juana Chaos, véase ese Gran Timonel de Valladolid -con todas sus mentiras a cuestas- o ese Fouché Rubalcaba que nos hablaba de motivos humanitarios -hasta emociones- para sacar de la cárcel a un asesino como ese mierda de terrorista que quiere contaminar la profesión de taxista en el Ulster. Ni una palabra suya para condenar la horrible muerte de Orlando Zapata en sus terribles condiciones en Cuba.

Yo ya no sé si en este país sigue existiendo una mínima capacidad de asco hacia la basura moral. Me temo que esta indolencia nos lleva hacia el desastre ético y la nueva fractura social con impredecibles consecuencias. Ninguna grata. Sólo pensar que un régimen, como el criminal de Cuba, protegido por el que nosotros hemos elegido, deja morir a sus presos, que sólo lo son por pensar y opinar, y no por matar, como los amigos del PSOE de antaño, hace crujir las tripas y reverberar las vergüenzas. ¡Qué asco, Dios mío, estos gobernantes que han dejado morir a Orlando Zapata, como habrían hecho con Sajarov o Soljenitsin, con Mandelstam o Ajmatova! Porque su indigencia ideológica les impide condenar las monstruosidades de sus amigos de pensamiento. Sólo cabe pensar que les parece bien que Zapata muriera en la cárcel, y que si tuvieran posibilidad para hacerlo, nos dejarían morir a otros muchos en mazmorras de la Cheka, y no precisamente de la cubana, sino aquí, en el centro de Madrid. Hay precedentes, como algunos de Ustedes recordarán. Si nos han impuesto monumentos a Largo Caballero, el inventor de la Cheka hispana, si un asesino como Carrillo es la lumbrera de la memoria histórica y se ha vuelto a imponer esa gracieta asesina de que el que no piensa como un Gobierno incapaz es un criminal, podemos sin duda estar encantados con que nuestro héroe cubano que acaba de morir, nuestro querido Orlando Zapata, esté enterrado porque nuestra hipócrita fe en las reformas inexistentes en La Habana es infinita.

De nuevo, ¡qué asco y qué vómito absoluto ante las miserias de nuestro Gobierno! ¡Qué barbaridad que un pueblo como el nuestro, con todas sus terribles experiencias en su historia reciente, se haya convertido con su gobierno sectario e izquierdista en el mayor defensor que tiene en el mundo el régimen miserable que ha dejado morir a Orlando! ¡Qué desastre y qué vergüenza que nuestro país sea el mayor cómplice de este crimen, este nuevo crimen de un régimen que no actúa más que con la mentira, la violencia y el miedo! Ahí tenemos a Moratinos y Zapatero, los dos aliados de un sistema criminal que ha llevado a Orlando a la muerte. Espero que ambos pongan fotografías de la víctima de su aliado sobre sus despachos. Espero que sus hijos e hijas les pregunten algún día sobre el porqué de la muerte de Orlando. Espero que Orlando les persiga con su nombre y gracias a sus amigos para siempre. De Juana Chaos puede llegar hasta taxista gracias a Rubalcaba y al presidente del Gobierno que Ustedes han elegido por mayoría. Orlando ya no podrá llevar un taxi ni por las ciudades que conoce bien. Porque lo han matado criminales protegidos por nosotros. Piensen todos en ello.La muerte de Orlando es una catástrofe moral para España. Porque los españoles son responsables de que los cómplices del castrismo sigan dictando las normas.

GOLPISTAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 23.02.10


RESULTA que el hermano del alma de nuestro leonés de Valladolid, el presidente del Gobierno de España, que es el islamista Tayyip Erdogan, acaba de hacer una redada de militares supuestamente golpistas en Turquía. Amigos para siempre como se vio ayer. En Turquía tenemos una gran tradición de golpes de Estado, es cierto. Y muchos habría que decir, con la historia en la mano, para bien. Para muy bien. Ya sé que no es muy popular hoy decir que son mejores unos golpistas que otros. Que la llamada Revolución Bolchevique fue «chachi» como diría Leire Pajín y los militares que frenaron procesos de usurpación por el izquierdismo totalitario y devolvieron a sus países a una senda civilizada de democracia occidental son unos canallas que han de ser perseguidos por Garzón hasta después de la muerte. Pero la historia de Europa, sobre todo, pero no sólo, demuestra que hubo golpes muy rentables para la calidad de vida de sus ciudadanos. Cierto que muchos no salieron bien. Y muchos tuvieron incluso más víctimas que las que habrían provocado los regímenes que frustraron.

La miseria moral y la violencia que los golpistas son capaces de imponer, su ristra de crímenes y represión, son fácilmente reconocibles. Muchas veces hacen irreconocibles la represión y la miseria moral de los regímenes que querían derrocar o derrocaron. En Chile, la dictadura de Pinochet duró -cada vez más suave- unos quince años. Dejó un país que hoy es modélico en Latinoamérica. Con una transición que emuló a la española. Aquella que elogiamos todos los que la vivimos hasta que llegaron los niñatos que no la vivieron para descalificarla. En Cuba, en cambio, la dictadura aun existe. Con toda brutalidad. Va ya por encima del medio siglo y sigue implacable y procaz, humillando a todos y cada uno de los cubanos y sólo halaga a nuestros turistas del ideal -artistas, niños de la zejazapaterista y cernícalos del turismo sexual- los españoletes que se van de putas jineteras o a otras actuaciones lujuriosas con el miserable régimen que tan bien los acoge y que mata y tiene las cárceles llenas.

Hace unos días aquí en la España oficial de Rodríguez Zapatero les dieron un homenaje a los golpistas de la UMD. Todos por supuesto unos fracasados. Porque no les salió nada bien y porque todos fueron represaliados por el régimen entonces existente. Y no hicieron nada. Ni sirvieron para nada. Todos acabaron cumpliendo penas blandísimas en castillos o penales medianamente razonables. Habrá quienes piensen que es justicia histórica un homenaje a militares que preparan un golpe contra las instituciones a las que juraron obedecer. Supongo que porque los consideraban inmensamente buenos. Sus fines quizás más que sus medios. Pero también hay muchos españoles que piensan que la transición no la hicieron quienes querían derribar al régimen pasado por la fuerza de la insurrección militar, sino quienes, como Adolfo Suárez y tantísimos otros, hicieron el cambio a partir de las instituciones. Porque entendían la historia de este país. Aquí hay muchos empeñados en olvidar que Franco murió en la cama y que fue su gente la que encauzó esa «construcción de la clase media» que no existía en nuestra desgraciada guerra civil pero que después evitó la siguiente. Porque aquí en España los siete demócratas que existían se fueron de este país tan cainita y maldito en cuanto comenzó la guerra. Y se quedaron todos los totalitarios de ambas partes. Para matarse entre ellos.Y había gente decente en todas partes. Y asesinos, ladrones y delincuentes de todo tipo también. Lo insólito es que setenta años después nos haya surgido un iluminado que dice que su abuelo, gran represor y ejecutor de asturianos comunistas era un santo laico, el capitán Lozano, ejecutado por sus compañeros. Lo absurdo es que un criminal absuelto por la amnistía de 1977 como Santiago Carrillo que tiene sobre su conciencia la muerte de miles de nuestros compatriotas dé clases de moral en las televisiones públicas. Lo terrible es que sigamos hablando de golpes de Estado. Como el 20 de julio de 1944 contra Hitler demostró -pese a su terrible fracaso- hay golpes que tienen mucho sentido. Evitan más males que los que provocan.

sábado, 1 de noviembre de 2014

LA VILEZA DE LA NADA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  18.02.10


NUESTRO presidente apura y calcula sus tiempos. Se los toma para charlar complacido con los chicos del cine, pero no tiene tiempo para ir a ver a los familiares de nuestros muertos. De nuestros muertos. De los cientos de Guardias Civiles y Policías caídos en acto de servicio en defensa de nuestra democracia y nuestro Estado, de los cientos de civiles asesinados sólo por ser decentes, españoles y demócratas. Viva la fiesta goyesca y que les den dos duros a los hombres y mujeres de bien que han perdido a sus seres queridos por el terrorismo nazi vasco y sus secuaces en toda nuestra geografía. Viva la juerga del glamour y que se mueran de asco todos los que en defensa de nuestro Estado se han dejado la vida, su salud, su felicidad o su futuro.

Muy bien por tanto la aparición de la señora Sonsoles con toda la titirerada -de la que excluyo muy claramente a Álex de la Iglesia, por fin un hombre digno en la tropa-, pero qué pena que la señora del coro no tenga tiempo para Irene Villa, para los miles de familiares de los muertos por el terrorismo, para los lisiados física y espiritualmente por las garras del mesianismo nacionalista asesino. Está claro que tanto el señor de la Zeja como su señora comparten más la fiesta que la tragedia, más la juerga que el dolor de los españoles. Pero ya hoy da casi igual porque todos deberíamos saberlo. Nuestra pareja de la Moncloa tiene sus afectos tan bien distribuidos como sus tiempos. Nuestros muertos, a manos de quienes han sido durante mucho tiempo aliados estratégicos de nuestros gobernantes, no importan tanto como Amenábar. Nuestros héroes, soldados en lucha contra el terror en territorio enemigo, nuestras Fuerzas de Seguridad, no merecen lo que por supuesto hay que dar a nuestros comediantes. Nuestras víctimas, todos los españoles mutilados por la pérdida de sus padres, hijos, hermanos y familiares en general, no tienen la categoría de nuestros chicos de la alfombra roja, el moño, el vestido estupendo y la sonrisa floja. Pobres muertos nuestros. Pobres nosotros que no saltamos indignados ante el monstruoso agravio comparativo de la parejita de La Moncloa.

Quizá Zapatero sea simplemente un cobarde, aparte de un insensato que ha conseguido hundir a este gran país al nivel de Letonia en seis años. Que es tan cobarde que sólo va a donde se le sonríe, a donde le sonríen aquellos a los que él paga, subvenciona y privilegia con el dinero de todos los españoles. Quizá sea también verdad que este país está repleto de cobardes. Que entienden y aceptan todos la cobardía de su presidente electo y consideran normal lo que es simplemente intolerable. Que asumen con naturalidad la absoluta vergüenza de lo que está sucediendo. Pero como español debo decir que no todos somos así y que el desprecio hacia algunas actitudes nos producen náuseas todavía a muchos. Gracias a Dios somos muchos, aunque por desgracia quizá no mayoría. Pero da igual cuántos seamos porque la náusea es auténtica. Mucho más que los elogios falsos e interesados y esa repugnante equidistancia de tantos que quieren calcular riesgos en carrera y cartera antes de definirse.

Ante estos gestos de infamia, a mí el debate económico de ayer en el Congreso de los Diputados me trae al pairo. Cierto es que el señor Mariano Rajoy quiso presentar una alternativa a nuestra deriva a la catástrofe, que cada vez es más evidente. Como lo es que el presidente Zapatero no dijo absolutamente nada en ese discurso inane y ofensivo a toda inteligencia al que nos ha acostumbrado. Y ante el que toda indignación es poca. Nada, nada y nada es el resumen de esa retórica vacía e inepta con que nos obsequió una vez más esta pesadilla de caudillo menor que ha destruido su partido, ha humillado a su país y lastrará la vida de nuestros hijos. Si económicamente nos ha hundido, moralmente supone un desastre tan mentiroso, tonto y cruel como nunca lo tuvimos desde la dictadura.

BALTASAR Y TEDDY, FAISÁN O REBECO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  16.02.10


LA Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha ordenado al juez Baltasar Garzón que siga investigando el supuesto chivatazo policial que alertó a ETA de la operación que se iba a llevar a cabo en el bar «Faisán», de Irún (Guipúzcoa), contra el aparato de extorsión de la banda terrorista y que practique varias de las diligencias solicitadas por las partes. Así de sobrios somos en ABC cuando damos las noticias. Pero la cosa tiene, perdónenme, bastante jugo. El juez estrella, que algunos defienden como si fuera su yerno, parece estar a punto de dejar de ser la SGAE de la justicia española. Si existiese una mínima decencia entre los jueces de este país, se le va a acabar esa patente de corso que goza como Teddy Bautista, equiparable perfectamente con nuestro juez aventurero en cuanto a la relación de sus méritos, sus intereses y sus beneficios. A Teddy Bautista ya le abuchean sus empleados por las tropelías, arrogancias y abusos cometidos en una compañía monopolística nacida para trincar. A Baltasar Garzón parece habérsele acabado su libertad de atropello, desprecio a las víctimas y arbitrariedad manifiesta a favor de los intereses de una carrera que toca, Dios lo quiera, a su fin.

El señor Garzón, si le da tiempo, entre rebeco y faisán, tendrá que investigar quiénes han sido los policías traidores que han colaborado con los asesinos de sus compañeros para mejorar su personal valoración profesional y sus emolumentos. Todo de cara a sus superiores políticos, que no son otros que el Gobierno de España, como le gusta ahora llamarse y principalmente a Fouché Rubalcaba y su jefe, el Gran Timonel de Valladolid o León. Todo, por supuesto, supuestamente. La Audiencia Nacional nos dice que los intentos del fiscal, del Gobierno, de archivar esta causa son disparatados o quizá merecieran un calificativo peor. Nunca en esta democracia joven ha habido, salvo el golpe de Estado del 23-F, una conspiración más grave en contra de la democracia, del Estado de Derecho y de la seguridad de nuestros ciudadanos y especialmente de las Fuerzas de Seguridad del Estado que la directa cooperación de mandos policiales con los nazis que nos amenazan y matan.

En Lasarte hemos asistido ahora a un acto sin precedentes. En el que se ha honrado a las once víctimas que, sólo en ese pequeño pueblo, han caído por obra de la banda de asesinos alimentada por el activismo nacionalista y comunista de unos y la condescendencia y cobardía de otros. De allí era la niña de dos años que murió en Amara, San Sebastián, primera víctima de ETA. Medio siglo ha costado que su madre recibiera una mínima gratificación moral por tan terrible perdida. Les confieso que pienso que no son sólo la mayoría de los vascos los que forman una sociedad de cobardes. Los españoles en general hemos demostrado que son cuatro los que realmente arriesgan su seguridad por el bien nacional. Y tres de esos cuatro están en los cuerpos de seguridad. Por patriotismo, por lealtad y, por supuesto, por valentía y dignidad. Por lo demás, hemos cultivado unas generaciones abúlicas y mal educadas que sólo son gratuitamente combativas cuando todo sale o gratis o con beneficios. Garzón es mayorcito y no proviene de las peores cosechas de gente sin cultivar. Por eso lo suyo, como lo de otros personajes de triste recuerdo, no puede achacarse a la Logse.

Cierto es que supone un mínimo consuelo que finalmente haya esperanza en que este país se deshaga de un juez que nos insulta a los españoles tanto como Teddy Bautista con sus prepotencias y su gama de trucos y trampas para mayor gloria propia. Pero no deja de estar bien que a veces haya instituciones que no quieren tragar con lo intolerable. Y cierto es también que ante los años oscuros que se avecinan todo esfuerzo por mantener una cierta seguridad jurídica va a ser capital para que tengamos una mínima seguridad personal. De ahí la necesidad de que desaparezcan Teddy y Baltasar.

DE LACAYOS Y TRAIDORES

Por HERMANN TERTSCH
ABC  11.02.10


LA verdad es que no ganamos para sorpresas. Cierto que la mayoría no son buenas, pero algunas generan cierto humor, aunque sea negro. Ayer nos dijo muy solemne el Gran Timonel, en sede parlamentaria, donde se suele decir que es al menos de mala educación mentir, que nuestra economía va hoy mejor que hace seis meses. La cosa tendría coña si no hubiera tantos millones de compatriotas que sufren, muchos desde hace bastante más de seis meses y muchos desde hace menos y cada vez más. Nos dice, ya no sólo a los antipatriotas, a esa media España que nunca le ha creído -y que ha sido obviamente más lúcida que el resto-, también a los propios órganos inútiles de ese partido que fue el socialista, que estamos todos los españoles semiestupendos y pronto el crecimiento devolverá las loas perdidas al nieto heroico del supuesto héroe Lozano de cara a unas elecciones triunfales en el 2012.

Lo dicho, tendrían inmensa gracia todas las mendacidades del presidente si no fuera cierto -esto sí es cierto- que los robos en los supermercados se han multiplicado. Y que los ladrones son gente muy decente que les dicen a las cajeras que les da igual lo que les pase porque lo que esconden bajo el abrigo es comida para sus hijos o nietos. Y las cajeras, también todas más decentes que todo el Gabinete, dejan a sus conciudadanos pasar la caja con los productos ocultos porque su valor y dignidad les impiden denunciar a todos estos españoles que no notan para nada esa recuperación que anuncia el Timonel iluminado. Resulta que en los seis meses que nos dicen, la economía española se recupera -hay que ser muy sinvergüenza-, se nos han ido a la cola del paro centenares de miles de padres y madres de familia, y no sólo antipatriotas -que quizá según Zapatero lo merezcan-, sino también esos votantes del PSOE que no veían la crisis por ninguna parte cuando acudieron a las urnas hace dos años, casi dos años. Hay que reprimir muchas veces las tentaciones de no pensar que quienes creyeron la farsa casi tienen merecida la tragedia. Y se reprimen. Pero lo que está claro es que este país, por indolente, absentista, perezoso y poco perspicaz que pueda ser, no se merece la calamidad que lo ha hundido en este retroceso vertiginoso de su bienestar y seguridad.

Los lacayos de este poder que pasea a los jefes de los periódicos y pastorea a casi todas las televisiones pueden acusar de la crisis a quienes la denuncian. Y pueden intentar e incluso lograr a veces la liquidación civil de aquellos que han destacado en su denuncia de que el rey no sólo está desnudo, sino que su soberbia ignara nos va a dejar desnudos a todos nosotros y a nuestros hijos y nietos. Los casandras -en definitiva, los que han dicho la verdad en estos pasados años- dice alguno de los amiguetes escribidores del Gran Timonel, son los que hunden el país. Y la conspiración internacional, ni más ni menos. No hay duda ya. La tropa de cursis, paletos y aprovechateguis que culpan del hundimiento a quienes no están en el poder pueden tener réditos a corto plazo. Pasearse con este presidente y maldecir y condenar toda crítica al poder como si este personaje nefasto en nuestra historia fuera realmente España. Pero la realidad demuestra claramente que aquí nadie va a tener réditos a largo plazo de lo que supone el retorno de España a una anomalía histórica de la que había salido con honra y orgullo en la transición. Una anomalía en la que muchos tememos estaremos durante años, lustros o quién sabe si otra vez décadas. El otro día hablábamos de alta traición. Porque este Gobierno obligó a su cúpula policial a colaborar con los asesinos de sus compañeros. Supuestamente, está claro. Pero la alta traición tiene mayor dimensión cuando la tragedia nacional adquiere las dimensiones que ya son palpables en todo un país que, repito, no se ha merecido esto.

PRESIDENCIA PROVIDENCIAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  09.02.10


ERA absolutamente necesaria esta presidencia de la Unión Europea para que nuestros socios supieran con quién se la juegan. Por eso ha sido absolutamente providencial que nos tocara el turno de algo que, ya sin ningún valor de mando, pusiera en evidencia a la tropa que gobierna España desde hace seis años. Cierto que es tropa taimada. Y que tiene recursos. La vergüenza total para cualquier librepensador, periodista o intelectual que haya visto seguir a todos los máximos responsables de la prensa escrita, hablada y vista, al Gran Timonel en su paletada de Washington no tiene parangón. Los cursis supremos que sacan y predican buena impresión, ellos los invitados, de esa estafa que fue la tontiloca y falsa alocución de Rodríguez Zapatero en Washington habrán de digerirla por sí solos. Lo malo es que con estos chicos se ha acabado realmente el pudor. ¡Qué vergüenza! Todos, lo que se dice todos los responsables de la libertad de prensa en este país haciendo corte humillante de un presidente acabado que ha hundido a su país en seis años. Hay que buscar a algún enemigo en tiempos de guerra para encontrar a alguien que haya hecho más daño a este país.

Y eso en tiempos de paz. Pero todos fueron allí como perritos falderos del peor presidente de nuestra historia democrática a rendir pleitesía al inane para acercarse mínimamente al presidente de Estados Unidos que probablemente sea -por inteligencia democrática norteamericana- un jefe de Estado fugaz -a onetermpresident- como fueron el padre Bush y el chico de los cacahuetes que era Carter, aquel demócrata que decía que todos somos buenos y acaba haciendo payasadas con los helicópteros en Irán. Los buenos tienen mucho peligro. El nuestro desde luego. España está probablemente en la peor situación desde el final de la guerra civil gracias a nuestros comandantes socialistas y al ideario primitivo y obtuso de nuestro líder de la revancha y necio sideral. ¿Quién lo va a defender? Sus peores. Toda esa selección negativa que ha llevado a gente insólita a puestos de responsabilidad, véase Bibiana Aido o Leire Pajín. Junto a ellas, eso es cierto, Pepiño Blanco parece Metternich. Se lava el pelo y se ha acostumbrado, eso es fácil, a los trajes a medida. Aunque ha de cuidar un poco más su calzado. Los zapatos dicen mucho de uno mismo. Pero supongo que irá aprendiendo. Porque nuestro socialista gallego es un superviviente listo y no me cabe duda de que acabará haciéndose los zapatos en Nagy en Viena o Budapest.

Lo dicho, esta presidencia ha sido providencial porque en pocas semanas nuestros socios y aliados se han enterado de lo que vale un peine. Y su espanto sólo es comparable al que llevamos sintiendo desde hace años algunos compatriotas del Gran Timonel que estamos aterrorizados ante la idea, convertida en realidad en este desgraciado país, de que un niño japonés iletrado se ponga al mando de un submarino atómico. Ya no sabe nadie qué botones, teclas o dispositivos toca, pero todos sabemos que no va a acertar nunca en su opción. La presidencia española, Dios la tenga en su gloria, ha hecho visible para todos los europeos, para todo el mundo, la tropa de insensatos, irresponsables e ineptos que nos gobiernan. Y si nosotros hemos demostrado la capacidad que tenemos de ser embaucados, los europeos y el mundo en general no parecen querer imitarnos. Por eso creo que es un momento feliz aunque trágico que nuestros problemas estén claros y a la vista de todos. No facilitará en nada nuestra recuperación. Pero añadirá honestidad en su valoración. Ya va a ser imposible para la prensa nacional escribir todos juntos un editorial único en defensa del Timonel, que podría haberse producido después de este indigno peregrinaje a Washington. Como el habido en Cataluña bajo el régimen de Iznogud de Iznagar, alias Montilla. En fin, una suerte de presidencia que revela y da luz a la tragedia idiota que nos oprime.

DE LA MEDIOCRIDAD A LA AMENAZA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  04.02.10


EL gran escritor e intelectual que es Hans Magnus Enzensberger no es un ser excesivamente combativo en contra de la vida animal y burocrática que domina la política europea. Y sin embargo, parece preocuparle ahora toda la cantinela de chorradas a las que se dedica nuestra Unión Europea en esa burocracia que no sólo decide el compás en que debe de pisarse la uva tras la vendimia o la temperatura para servir un café en todo el territorio de la Unión, también lo que fumamos, el tamaño de nuestros plátanos y los crucifijos que podemos tener en nuestras escuelas. Enzensberger, probablemente uno de los pensadores más brillantes pero también más altivos a un tiempo en esta Europa actual, acaba de decidir que la UE hace el payaso cuando quiere determinar todo lo que hemos de hacer países y sociedades tan distintos entre nosotros. De gente que tiene siglos, cuando no milenios, de formas distintas de vida. Y que convivimos perfectamente con estas diferencias. Nuestro gran éxito está en cooperar y no matarnos cada dos o tres generaciones. No quieran por tanto hacernos iguales. Con que nos civilicemos todos y respetemos al prójimo estamos muy bien. No quieran hacernos un pan igual a todos, porque de ahí podría partir de nuevo la discordia.

No está mal que nos vayamos convirtiendo en británicos o checos todos, incluidos los pensadores alemanes, y nos demos cuenta de que nuestros estados nacionales no tienen sustitución en parlamentos paniaguados con políticos retirados o prejubilados. Ni en Estrasburgo ni en las Termópilas. Nuestra soberanía nacional resulta, paradójicamente, hoy mucho más actual que en momentos de bonanza. Ni el Parlamento europeo ni la burocracia de Bruselas tienen realmente potestad para organizarnos la vida a ningún europeo. Pero se empeñan en ello con una arrogancia y prepotencia que no parece tener límites. Estoy convencido de que hay siete imbéciles en una oficina cerca de la Grand Place que creen saber lo que desean fervientemente mis vecinos de Valdecaballeros. También sé que en ese pueblo de la Siberia extremeña, viven cientos de personas avasalladas en su día por la mentecatez de la política antinuclear del fanatismo ecologista o la demagogia socialista. Y que sufren más que nunca la precariedad que ha generado la ideologización del debate sobre la energía y lo pagan con el paro endémico y la falta de expectativas laborales para sus hijos y nietos. En Garoña pasará lo mismo.

En Bruselas tenemos a una corte de personajes muy bien pagados que ponen condiciones draconianas a todos aquellos que viven de su esfuerzo y no buscan más que el bienestar de sus familias, en las peores condiciones. En Madrid y en todas las cortes de taifas de nuestra geografía se producen aún mayores vilipendios. Hablar de los abusos y disparates, de las barbaridades que comete la Generalidad de Cataluña en su incansable cruzada por la puridad identitaria resulta ya ocioso. Un grupo de perfectos mediocres que quiere hundir a su pueblo al mismo nivel que el suyo está destrozando toda motivación de calidad, excelencia y humanismo porque sólo se sabe a gusto y a salvo en el lodo propio. Han conseguido en Cataluña crear el temor necesario para que solo les respondan los exiliados. Pero hemos llegado al instante en que ya no es sólo el País Vasco con la amenaza permanente de muerte. Ni Cataluña con su espada de Damocles de la exclusión social. Estamos ante una España en general en la que se siente el miedo. En la que ya no son payasadas de Bruselas sino admoniciones propias de La Moncloa las que hacen bajar el tono a nuestros ciudadanos a la hora de hablar. Si Bruselas se ha convertido en una especie de laboratorio total de directrices con amenazas de sanción, Madrid y su Gobierno se han convertido en una amenaza para toda persona libre.Con una vocación intimidatoria que Europa no conoce desde que se hundieron las últimas dictaduras.

EL TORMENTO DE LA LUCIDEZ

Por HERMANN TERTSCH
ABC  02.02.10


SE murió hace unos días Antonio Fontán, un gran señor de todo, uno de los grandes patricios españoles que nos quedaban -en su sentido más generoso y bello- y ahora se muere nuestro Ryczard Kapushyinski latinoamericano, Tomás Eloy Martínez. Otro de esos intelectuales que quisieron estar siempre presentes en el acontecer diario -de los que estuvieron obsesionados por explicarnos el devenir de las cosas y desde la perspectiva más optimista, quisieron así mejorar la existencia de todos nosotros. Nunca cayeron, ninguno de los tres, en esa tentación maldita, tan bien explicada ahora por David Gistau con motivo de la muerte de Salinger, de convertirse en ermitaños o adustos solitarios, en enfadados con lo inevitable y huraños heridos por las reglas del juego de las relaciones humanas por miserables que éstas puedan llegar a ser. Desde Séneca a Octavio Paz o Mario Vargas Llosa tenemos infinidad de intelectuales reales, no personajillos de una ceja u otra, que estuvieron siempre abiertos al mundo inmediato y a la interacción con sus contemporáneos, con tanto interés por lo propio como lo ajeno o lo público. Es lo más bonito que puede pasarle a un ser pensante y crítico. Pero siempre han existido razones de mucho peso para que cualquier ser lúcido se recluya semimuerto de asco ante lo que ve, lo que lee y oye. Ante lo que siente. Que la náusea ante el entorno, sus simas abisales y miserias cotidianas, pueden convertir a cualquiera que mire, vea y entienda, en un misántropo furibundo. No resulta nunca ni muy sana ni muy fértil tal actitud. Pero creo que existen razones que explican sobradamente que exista gente a medio camino entre la resignación y el rechazo activo, que en algún momento optan por alejarse de sumisiones, miserias y entusiasmos falsos, de una vida social cotidiana que parece hecha para que los individuos pierdan su autoestima.

Los últimos años de nuestro país, los seis años triunfales de nuestro Gran Timonel, nos dan tanto material para la repugnancia y el hastío que a nadie debe sorprender que sean muchos los que quieren irse, mandar a sus hijos lejos de aquí o aislarse en lo que los alemanes orientales llamaban durante el régimen de la RDA vivir en el nicho. Llamémoslo, como ellos, el «Nischenexil», el exilio en el nicho particular que te permite sobrevivir con mínimas alegrías particulares, con muy pocas relaciones personales y evitando que te afecten emocionalmente, anímicamente, las grandes barbaridades de la vida pública, los peores actos soeces del poder y las mayores obscenidades de la vida pública. Fue Alfonso Rojo hace ya casi tres lustros quien hablaba del «tormento de la lucidez» en una crítica sobre un librito mío titulado «La acuarela». En el país de la indolencia que es el nuestro, salvo en contadas ocasiones de la historia, no sufrir con los avatares públicos parece un deber del sentido común o de la supervivencia. Ese «qué más da» o ese «como sea» que son dos de los vectores del pensamiento de nuestros actuales gobernantes deben marcar la actitud pública de todo ciudadano que no quiera verse envuelto en problemas con su entorno. Quien desprecie esa regla suele ser un catastrofista o probablemente un fascista que tiene intenciones mucho más perversas, como romper la armonía de ese «no pasa nada» que es el tercer vector de esa miseria intelectual que tanto ha influido en la situación de los españoles de hoy y -nadie le quepa duda- también de las próximas generaciones que pagarán nuestros hijos y nietos. El expresidente Aznar se olvidó el otro día de mi «copyright» -es broma- cuando dijo, en referencia a Zapatero que «nadie había hecho tanto daño en tan poco tiempo». Llevo años diciéndolo. Y creo que era tan obvio desde un principio que no hace falta ningún tormento de la lucidez para llegar a esta triste conclusión.