ABC 25.02.10
PROBABLEMENTE hayan sido pocos de Ustedes, lo lamento
infinitamente, que hayan vomitado al saber que nuestro presidente del Gobierno no ha
tenido ni una palabra dispuesta para rememorar a Orlando Zapata Tamayo.
De ese héroe de la resistencia en Cuba
que ha muerto -en huelga de hambre- para
hacer frente a toda la villanía, miseria y opresión que supone el régimen
castrista, tan arropado por nuestro Gobierno de cómplices de este crimen, como
de otros. Yo les confieso que he vomitado. Y mucho. Mi desprecio me llega al
hígado. Mi desprecio profundo hacia aquellos que temblaban por la vida de De
Juana Chaos, véase ese Gran Timonel de Valladolid -con todas sus mentiras a
cuestas- o ese Fouché Rubalcaba que nos hablaba de motivos humanitarios -hasta emociones-
para sacar de la cárcel a un asesino como ese mierda de terrorista que quiere
contaminar la profesión de taxista en el Ulster. Ni una palabra suya para
condenar la horrible muerte de Orlando Zapata en sus terribles condiciones en
Cuba.
Yo ya no sé si en este país sigue existiendo una mínima
capacidad de asco hacia la basura moral. Me temo que esta indolencia nos lleva
hacia el desastre ético y la nueva fractura social con impredecibles
consecuencias. Ninguna grata. Sólo pensar que un régimen, como el criminal de
Cuba, protegido por el que nosotros hemos elegido, deja morir a sus presos, que
sólo lo son por pensar y opinar, y no por matar, como los amigos del PSOE de
antaño, hace crujir las tripas y reverberar las vergüenzas. ¡Qué asco, Dios
mío, estos gobernantes que han dejado morir a Orlando Zapata, como habrían
hecho con Sajarov o Soljenitsin, con Mandelstam o Ajmatova! Porque su
indigencia ideológica les impide condenar las monstruosidades de sus amigos de
pensamiento. Sólo cabe pensar que les parece bien que Zapata muriera en la
cárcel, y que si tuvieran posibilidad para hacerlo, nos dejarían morir a otros
muchos en mazmorras de la Cheka, y no precisamente de la cubana, sino aquí, en
el centro de Madrid. Hay precedentes, como algunos de Ustedes recordarán. Si
nos han impuesto monumentos a Largo Caballero, el inventor de la Cheka hispana,
si un asesino como Carrillo es la lumbrera de la memoria histórica y se ha
vuelto a imponer esa gracieta asesina de que el que no piensa como un Gobierno
incapaz es un criminal, podemos sin duda estar encantados con que nuestro héroe
cubano que acaba de morir, nuestro querido Orlando Zapata, esté enterrado
porque nuestra hipócrita fe en las reformas inexistentes en La Habana es
infinita.
De nuevo, ¡qué asco y qué vómito absoluto ante las miserias
de nuestro Gobierno! ¡Qué barbaridad que un pueblo como el nuestro, con todas
sus terribles experiencias en su historia reciente, se haya convertido con su
gobierno sectario e izquierdista en el mayor defensor que tiene en el mundo el
régimen miserable que ha dejado morir a Orlando! ¡Qué desastre y qué vergüenza
que nuestro país sea el mayor cómplice de este crimen, este nuevo crimen de un
régimen que no actúa más que con la mentira, la violencia y el miedo! Ahí
tenemos a Moratinos y Zapatero, los dos aliados de un sistema criminal que ha
llevado a Orlando a la muerte. Espero que ambos pongan fotografías de la
víctima de su aliado sobre sus despachos. Espero que sus hijos e hijas les
pregunten algún día sobre el porqué de la muerte de Orlando. Espero que Orlando
les persiga con su nombre y gracias a sus amigos para siempre. De Juana Chaos
puede llegar hasta taxista gracias a Rubalcaba y al presidente del Gobierno que
Ustedes han elegido por mayoría. Orlando ya no podrá llevar un taxi ni por las
ciudades que conoce bien. Porque lo han matado criminales protegidos por
nosotros. Piensen todos en ello.La muerte de Orlando es una catástrofe moral
para España. Porque los españoles son responsables de que los cómplices del
castrismo sigan dictando las normas.
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