domingo, 19 de octubre de 2014

LA AMENAZA DE LA IGUALDAD

Por HERMANN TERTSCH
ABC  08.01.10


Esta reflexión podría llamarse también «el éxito y la justicia de la desigualdad», si me dejan proponerles otro título que a tantos parecerá aún más provocador. Se lo parece a casi todo el mundo, ya que, salvo una minoría de irredentos, todo el espectro político ha asumido casi por igual la sacralidad incuestionable de la igualdad entre los individuos y las culturas. A quienes discuten esta religión del igualitarismo -con todos sus muchos dogmas- lo convierten directamente en paria o enemigo del bien, nada menos. Y cualquier medio es bueno para combatirlo. El fin del igualitarismo es tan sagrado que todos los medios contra los herejes gozan automáticamente de justificación y eximente plena. Esto no es nuevo. La pérdida de la libertad a través de la dictadura de la igualdad preocupaba ya a Tocqueville. Pero ya sabemos que éste era un puñetero aristócrata francés que merece estar más olvidado aún que Montesquieu, aquel maniático defensor de la separación de poderes. ¡Cuántas veces se ha hecho ya a lo largo de la historia! Acabar con la libertad en nombre de la igualdad. Volvemos a las andadas. Es una lacra intelectual con hondas raíces en la cultura occidental. Pero mientras las sociedades más sólidas cuentan con resistencias claras a esta imposición forzosa del mínimo denominador común, otras más débiles -claramente la nuestra- se revelan inermes ante la ofensiva de este igualitarismo que quiere convertir nuestra sociedad en una inmensa granja de experimentación avícola. En la que recortar las alas a todas las aves de la fauna para que tengan el vuelo de las gallinas.

Y después convencerlas de que todas son aves de corral. Pocos lo explican mejor que el filósofo alemán Norbert Bolz en su gran libro titulado «El discurso de la desigualdad» (edit. Wilhelm Fink, Munich) que ha pasado desapercibido a las editoriales españolas. Quizás alguna se haya despistado a propósito porque parece un tratado sobre el origen de la miseria moral, intelectual y política de la España de Zapatero. Tampoco se ha traducido el éxito de ventas del escritor judío-polaco-alemán-austriaco, Henryk M. Broder, con su explícito título «Hurra, nos rendimos». Ni su último libro «Crítica de la tolerancia pura» (edit. Panteon, Berlín). En este principio de siglo nos caracterizan paradójicamente la igualdad impuesta y la tolerancia total. Esa tolerancia que, como dice Broder, no hace sino aumentar la osadía y la falta de escrúpulos de los enemigos de nuestra sociedad. Esa tolerancia que parte de la equiparación de todos los sistemas de vida, buenos, peores y fatales. Y que siempre es una cesión unidireccional, hacia los peores, hacia delincuentes, fanáticos y terroristas. «Esa tolerancia, dice Broder, que pacta con los agresores contra las víctimas». ¿Les recuerda a los españoles algo todo esto? ¿Quizás al pacto del Gobierno del PSOE con ETA? ¿Al caso Faisán? ¿A la simpatía hacía el terrorismo islamista que siempre asoma la patita tras los comentarios y análisis del izquierdismo español? ¿A su antisemitismo patológico?

Todo parte del secuestro del principio de que todos los seres humanos nacemos iguales en derechos ante la ley -fundamento de la democracia y la sociedad libre que nadie discute-. Nacemos iguales ante la ley y lo somos. Pero eso es todo. Lo cierto es que todos nacemos distintos. Y que las diferencias entre los individuos no dejan de aumentar con el tiempo, según las circunstancias, el talento y la biografía. En este sentido, Bolz y Broder nos advierten ambos sobre la profunda injusticia y las terribles consecuencias que tiene esa imposición del pensamiento débil que considera que debemos ser forzados a la igualdad por el bien de una sociedad supuestamente homogénea y sentimentalmente satisfecha con los dogmas de la religión del igualitarismo. Y que todas las culturas -civilizaciones las llama Zapatero- son iguales y merecen igual trato. Del mismo modo que no pueden ser tratados de igual forma un niño que obedece a sus padres y otro que los pega, ni un delincuente habitual y un ciudadano honrado, ni un trabajador esmerado y cumplidor y otro haragán y traicionero. Ni un héroe y un traidor. Ni puede equipararse a la cultura democrática occidental, que surge de la idea cristiana de que toda vida humana es un valor supremo, con las culturas medievales en las que el individuo no vale nada. Y no busca la felicidad del mismo sino imponer por la fuerza y la muerte sus designios fanáticos. ¡Ay, la tolerancia esa! ¡Ay de esa idea de la igualdad! Es la misma hipocresía que subyace a la promesa zapateril de que «de la crisis saldremos todos juntos». Como si todos fuéramos o estuviéramos igual en la crisis.

Como la igualdad es imposible sólo se puede simular con la mentira. Después se sorprenden muchos biempensantes que surjan movimientos y líderes que aprovechen la rabia popular ante la sangrante injusticia que es la imposición de la tolerancia ante lo intolerable. Y se sorprenderán cuando ese acatamiento del dogma haga volcarse al péndulo hacia posiciones radicales de otro tipo. Esa política del pensamiento débil y dócil conlleva tanto peligro en su aplicación como en la reacción que puede provocar. Ironía es que esta política de la tolerancia sólo se puede imponer mutilando la libertad. Amedrentando a quienes se rebelan contra el bombardeo ideológico y sentimental del poder y la mayoría de los medios de comunicación. Es el páramo de la docilidad. Por convicción, dependencia o miedo a la hegemonía cultural y política del «Gutmensch», del buenismo. Y por miedo a ser castigado por destacar. No recuerdo si fue Schiller, Goethe o Lenz -alguno del «Sturm und Drang»- quien exclamó que no hay mayor envidioso que el que se cree igual a todos. Y la envidia genera odio hacia quienes no quieren ser iguales. La igualdad se convierte así en la peor amenaza para la libertad. De los individuos y de las sociedades.

La sociedad que obliga a sus miembros desde la infancia a adaptarse al nivel del peor es una sociedad abocada al fracaso. Porque estrangula la formación de elites y así la movilización de la sociedad en el progreso real. Que está en la creación de riqueza y mayores posibilidades para cada vez mayor número de individuos. No en la repartición de las existencias confiscadas por el Estado para comprar voluntades y obediencia. No hay mecanismo eficaz de progreso sino el reconocimiento de la justicia de la desigualdad y la voluntad de los individuos y colectivos de superarse y superar a los competidores. «El proceso de civilización depende de que cada uno pueda utilizar libremente las circunstancias que la vida le otorga» dice Bolz. El ser humano tiene el derecho inalienable a buscar la felicidad, dice la Constitución americana. Nadie tiene derecho a impedírselo igualándolo por la fuerza a quién fracasa en ello. Es la cultura de la excelencia y la competencia. De la emulación y ejemplaridad. La que hizo de las sociedades occidentales las más ricas, pacíficas, abiertas y compasivas de la historia.

Ahora volvemos a estar en manos de experimentadores sociales. Que necesitan que olvidemos principios y valores, nuestra identidad. Bolz y Broder hacen la llamada de atención más lúcida habida en años sobre las consecuencias de un pensamiento único que reprime el debate en todos los problemas reales. Con éste, la selección negativa -tan evidente en la clase política española- está asegurada. Los nuevos dogmas serán triste consuelo para una sociedad postrada moralmente. Es el fruto de esa corrección política que dicta que la verdad es relativa, la libertad un valor secundario y la palabra un instrumento al servicio de la política. Que combate implacablemente a sus enemigos. Por todos los medios a su alcance, las leyes, los aparatos del Estado, la intimidación y, por supuesto la mentira. Y llegado el caso, no lo dudo, por cualquier otro.

LA COSECHA DE UN LUSTRO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  08.12.09


RESULTA que ahora nos salen unos cuantos socialistas alarmados por el cariz de los acontecimientos y, especialmente, por la bomba de relojería del Estatuto catalán colocada bajo la Constitución por el señor Rodríguez Zapatero. Por una vez, el señor Gregorio Peces Barba abandona su obsesión de insultar a la Iglesia Católica para advertir que la única nación soberana es España. Tiene toda la razón. Lo pone en esa Constitución que él ayudó a redactar y que el actual presidente juró en su día cumplir y hacer cumplir. Como sabemos, este último no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Por el contrario, hemos asistido durante cinco años a un ejercicio de irresponsabilidad, soberbia, ignorancia y mentiras que nos lleva inevitablemente a una situación perfectamente traumática. Ahora salen algunos, callados como discretas meretrices durante todo este disparate, para decirnos que están preocupados y que deberíamos volver a tener el recurso previo de inconstitucionalidad.

Pues tienen razón. Siempre que enmiendan. Pero ya va a ser muy difícil evitar que nuestros nacionalistas socialistas, y viceversa, abandonen la deriva de confrontación con las instituciones del Estado y por supuesto con la Carta Magna en la que se fundamentan. También ha salido nuestro inefable cristiano socialista de la nueva aristocracia, el señor presidente del Congreso, José Bono, a decir que las leyes no son de chicle. Se lo podían haber contado todos ellos hace mucho tiempo al eterno adolescente y Gran Timonel. Pero ya sabemos que aquí los cargos y los sueldos los reparte exclusivamente quien ha liquidado todos los órganos del Partido Socialista como elementos de control y democracia interna. Ahora, pasado el Día de la Constitución, veremos cómo se las arreglan todos para ejercer la necesaria presión al Tribunal Constitucional para que corrija al alza los recortes absolutamente perentorios a esa locura que supone el acto de suicidio de uno de los Estados más antiguos del mundo.

Buscarán todo tipo de enredos para enfrentar a los españoles entre sí y volver a reagrupar a su bandería en unas filas prietas. Así, nos quieren tener a los españoles entretenidos con todo tipo de ocurrencias, desde el batiburrillo improvisado de la Ley de Economía Sostenible a nuevas ofensivas contra la religión, contra el supuesto facherío y contra el empresariado. Esta última, aunque también todas las anteriores, son una perfecta anomalía en una democracia europea. Que los sindicatos salgan a la calle apoyados por el Gobierno y movilizados con dinero público para intimidar al sector empresarial es una mamarrachada peligrosa y desde luego única en Europa. Que todos los paniaguados se lancen a combatir a los únicos que pueden crear empleo en una sociedad moderna es realmente una gesta propia de Hugo Chávez o Evo Morales, ese que ya ha logrado por la vía del populismo cargarse su siempre precario Estado de Derecho. No es lo mismo democracia y Estado de Derecho, como bien saben los alemanes desde que votaron a Hitler o están comprobando los venezolanos hoy en día. No hay que dar un golpe militar para liquidar ese bien que garantiza la seguridad jurídica y física de todos los ciudadanos en un Estado que cumple sus reglas con la división de poderes y el cumplimiento de sus propias leyes. Cuando en España se está espiando y controlando desde el Ejecutivo a los ciudadanos, cuando los medios gubernamentales oficiales u oficiosos atacan a todo discrepante u opositor y cuando se producen extraños pero muy contundentes actos de amedrentamiento por parte de los poderes públicos, es que, junto a la ruina económica, España se aleja también de las normas exigibles de un Estado miembro de la Unión Europea. Cuando el Estado se inventa leyes que pasa de matute para investigar a los ciudadanos sin control judicial estamos cogiendo muy mal camino. Y cuando hay tanta gente que habla en voz baja, que no utiliza ya el teléfono para ninguna conversación seria por miedo a represalias, y alguno sufre agresiones físicas inexplicables y automáticamente se las atribuye a la policía política de «Fouché Rubalcaba», después de haber sufrido otras verbales en las televisiones del señor Zapatero, es que hay motivos para el miedo. Gran cosecha de un lustro.

NUESTRO GRAN TIMONEL FOROFO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  03.12.09


YA saben todos Ustedes que una de las herencias pesadas que les dejamos nosotros los españoles a los latinoamericanos es nuestra puñetera manía de la impuntualidad. Ni Carlos I de España y V de Alemania, ni su hijo Felipe II, con todo su rigor extremo en tantas cosas, lograron generar cierto respeto por el horario establecido y pactado previamente entre nosotros. Esta especie de relajación ya no es exclusivamente española y latina. Conozco a nietos de Junckers prusianos, aquellos hidalgos de las tierras más orientales de la antigua Alemania que llegan a las citas con media hora de retraso y sin el menor remordimiento. Sus abuelos quizás no los hubieran fusilado por ello, pero les habrían retirado la palabra durante décadas y quizás también la herencia. Pero les voy a hablar de un caso muy peculiar que nos afecta a todos. Porque todos hicimos alarde de grosería, zafiedad y mal comportamiento el pasado domingo, por delegación en ese presidente del Gobierno que una mayoría de todos Ustedes votó de nuevo para el cargo el año pasado a pesar de ser hoy probablemente el mayor fiasco de liderazgo en Europa y sin duda el dirigente que más daño en menos tiempo ha hecho en tiempos de paz en este continente desde que la memoria nos responde. El pasado domingo, el comienzo del acto inaugural de la Cumbre Iberoamericana en Estoril estaba previsto a las ocho de la tarde. Lo dicho, ya sabemos que algunos de nuestros hermanos latinoamericanos tienen nuestros genes de impuntualidad. Varios llegaron diez minutos tarde. Alguno incluso alcanzó a abusar de ese cuarto de hora que se dice de cortesía por cuestiones de tráfico, que no tiene ninguna excusa cuando los que han de moverse son personas con escoltas, policía de tráfico abriendo paso y muchas veces calles cerradas para evitar contratiempos. La cosa es que a las ocho y cuarto estaba toda la Cumbre Iberoamericana reunida y sólo faltaba una delegación. Esa delegación era la española. El Rey estaba perfectamente preparado y esperando a la delegación una hora antes. Y fue cogiendo un muy considerable cabreo cuando comprobó que el tiempo se echaba encima y que no había noticia de la delegación gubernamental que preside, como no puede ser de otra manera, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Éste no es nieto de un Juncker prusiano, sino de un abuelo franquista y otro que, por haber participado en la represión de la revolución de Asturias, se equivocó de lado a la hora de decidirse con quién estar en los primeros días del levantamiento franquista. Se entregó al bando de Franco en León cuando podía haberse ido libre y directamente a las filas republicanas. Pensaba que estaba más seguro con los alzados en armas. No fue así y lo ejecutaron. Lo que no quiere decir en absoluto que no hubiera corrido la misma suerte en el otro bando. En todo caso, ni su abuelo franquista, del que nunca habla y que era quien le compraba las chuches de pequeño, ni el capitán Lozano, el abuelo del que presume y nunca conoció, le pudieron enseñar puntualidad y respeto a su propio cargo y a las instituciones democráticas. Ni siquiera al Rey. Porque el Rey no puede llegar a un acto antes que su primer ministro. Y por eso, cuando todos los puntuales e impuntuales latinoamericanos y los anfitriones portugueses estaban hartos de esperar y el Rey de España con un enfado monumental, se supo cuál era la razón de tan dolorosa espera. El señor Rodríguez Zapatero había dicho a su corte que él no se movía hacia la inauguración de la cumbre hasta que se pitara el final del partido entre el Barcelona Club de Fútbol y el Real Madrid que se estaba retransmitiendo en esos momentos. El Rey le estuvo esperando tres cuartos de hora y los otros participantes un poco más. Nadie sospecha que si hubieran estado presentes el dictador de Cuba o el caudillo de Venezuela, ambos ausentes, hubiera llegado antes Zapatero. Fue sencillamente la gesta de un culé.

MINARETES FRENTE A CASA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  01.12.09


Pocas ciudades me emocionan tanto como Damasco y su mezquita omeya. Me es difícil en Estambul reprimir el nudo en la garganta cuando cruzo la plaza desde la Hagia Sofia, catedral y mezquita, hacia la gran Mezquita Azul. Nunca olvidaré a mis viejos sabios musulmanes en la espléndida mezquita de Edirne, que recibían con toda su maravillosa generosidad a los pamukos expulsados por la limpieza étnica del régimen comunista búlgaro de Todor Yivkov de la región de los Rodopos búlgaros en los que vivieron durante siglos. Pocos sitios me tienen aún hoy tan profundamente conmovido como el Travnik de Bihac en Bosnia y Pec en Kósovo con mi limpiabotas Ramadan Laros, que había estado dos veces en la Meca. Minaretes por doquier. Y belleza sin igual. Nunca he despreciado tanto a combatientes en guerra como cuando han dinamitado esas torres del recuerdo de la fe y volado mezquitas, o quemado iglesias llenas de gente, católicas u ortodoxas, y reprimido el mayor privilegio humano, que es querer, buscar y adorar a un Dios bueno y justo. Simplemente por ser otro. La maldita otredad.

Y sin embargo, señores, estoy perfectamente de acuerdo con la decisión tomada por el pueblo suizo en referéndum, que prohíbe la construcción de minaretes en las mezquitas en su país. Supongo que a muchos les parece abominable. Ya sé que ahora saldrán nuestros Aliados de Civilizaciones diciendo que los suizos -y por supuesto yo- somos unos fachas o Torquemadas siniestros. O judionazis, que es otro insulto de moda, por grotesco que resulte y que yo ya he disfrutado en esta España que tanto cultiva el odio y la revancha.

No sé si saben que bajo el Imperio Otomano la poca tolerancia que había hacia los cristianos imponía que las iglesias y capillas se construyeran cavando un foso para que nunca superaran en altura a las mezquitas circundantes. Hoy esa mínima tolerancia otomana no existe en casi ningún país que formó parte de ese último gran califato en Oriente Medio. Los cristianos son perseguidos en decenas de países, forzados a emigrar y asediados continuamente. En los países que financian y exportan a sus clérigos a Occidente, Paquistán o Arabia Saudí, por ejemplo, resulta prácticamente imposible celebrar una misa siquiera en privado. Lo de proponer construir una pequeña iglesia sería una afrenta que pagarían muy caro sus impulsores. Aquí es diferente. En Colonia, en Alemania, los musulmanes pretenden hacer una mezquita mayor que la catedral. Y muy cerca. Nadie piense que es por necesidad de estar más cerca de Dios. Eso se puede hacer en casa o en una mezquita que nadie les impide construir, ni en Suiza ni en ningún país europeo. Se trata del poder.
En muchos colegios de suburbios europeos se empezó dejando que una niña llevara el pañuelo, la hiyab, al colegio y hoy ningún musulmán, por laico que sea, se atreve a que sus hijas vayan sin pañuelo porque las consecuencias son imprevisibles, pero siempre peligrosas. Y en Suiza está claro que después de los minaretes vendría el muecín para darnos cinco veces al día la buena nueva de que Alá es el único Dios y los que creen otras cosas son perros, cerdos e infieles. Y que la presión de los fanáticos islamistas que tenemos en Europa adquiriría aún mayor fuerza sobre cualquier musulmán que quisiera ser un simple ciudadano europeo cumplidor de las leyes nuestras y no de la Sharia.

No tengo ninguna esperanza de que esta Europa débil, dubitativa, relativista e ignorante pida algún día a los países musulmanes desde el mayor, Indonesia a Marruecos o Dubai, un mínimo de reciprocidad en el respeto a la fe de los demás. Ellos, con su fe, se sienten superiores a todas estas sociedades que ya no creen en casi nada. Gobernadas por personajillos que no entienden el profundo sentido común de la decisión suiza. Los suizos quieren seguir siendo dueños de su destino. Por mucho invitado que tengan. Porque no se puede invitar al invitado a ser invasor.

COMO AQUÍ EN NINGUNA PARTE

Por HERMANN TERTSCH
ABC  26.11.09


SIEMPRE me ha sorprendido, y de alguna forma asustado, la alegría de la vida meridional. Cierto es que viene bien para salvar las penas y para no producir demasiados Dostoievskis y generar multitud de Jardiel Poncelas. Esa especie de entusiasmo por lo propio que hace olvidar todas las miserias cotidianas, todos los fracasos, las angustias y la necesidad omnipresente y lleva a chabolistas o semichabolistas en Cádiz o Almería, con sus cajones y guitarras, con sus rumbas o bulerías a decir esa frase que siempre me ha dejado estupefacto: «Cómo aquí no se vive en ninguna parte». Ni siquiera es cierta esta sentencia equivocadamente pretenciosa porque así se vive en muchas partes del mundo, olvidando la miseria, la ignorancia y la impotencia con cierta dosis de soberbia, un patriotismo local muy chato, mucho cantar y buscar la alegría de la vida en el puro menester y la picaresca por esquivarlo de vez en cuando, pregonándolo como victoria. Las regiones más pobres de nuestro país han logrado entrar en ese nirvana cañí en el que lo único que importa es tener ojo para la subvención, rapidez en asumir la dependencia y premura en la obediencia. Todo convertido en un inmenso cortijo en el que los vasallos andan pendientes de cómo están sus señoritos que al final de la juerga les darán la paga. Los señoritos hoy en día, los que manejan masas de vasallos, son por supuesto socialistas a los que gusta compadrear con sus mandados y alimentados. Así se hizo el PER que convirtió en Gran Visir Iznogud a un personaje tan poco interesante como Manuel Chaves del que se puede decir que no sabe hacer absolutamente nada, salvo sobrevivir en el mando. Dirán muchos que no es poco. Aunque alguna vez quisiera ser califa en lugar del califa. Cierto. Para él, esta España cada vez más meridional en hábitos, vicios y pensamiento romo ha sido el gran chollo. Para él, cuya vida en una sociedad desarrollada y moderna hubiera transcurrido en una oficina o gestoría llevando manguitos y cogiendo turnos de ciudadanos en sus diversas cuitas burocráticas. Habría sido divertido ver a este patriota andalusí, que ha heredado el nepotismo de los Omeyas, trabajando en una empresa privada alemana o sueca. Habría aprendido hasta retórica. Lo malo no es que un personaje de tan poca monta haya dirigido a su antojo hacia la permanente pobreza una región española que ha invertido todo el dinero recibido de Bruselas y Madrid en salarios de obediencia. Y que sus jefecillos provinciales y locales ejerzan como lo que siempre quisieron ser, es decir caciquillos implacables, omnipotentes e impunes, imitando a los zafios poderosos de antaño. Lo malo es que cada vez está más claro que tenemos unos gobernantes que ven en la perpetuación de la mediocridad tóxica de los gobernantes en Andalucía un proyecto general de éxito para sumirnos a todos los españoles en la misma pesadilla. Con la obligación de decir que «como aquí no se vive en ninguna parte». O ser tachados de enemigos y ser la anti España. Que en Cataluña ya pasa lo mismo lo sabemos. La forma en que los gobernantes tratan a la oposición es siempre, en toda democracia, el baremo ideal para establecer el grado de salubridad de la misma. Lo que estamos viendo en el Congreso de los Diputados, cuando la oposición exige responsabilidades al Gobierno es algo muy meridional, andalusí o, si prefieren ahora, morisco. El desprecio a las legítimas dudas e interrogantes de la discrepancia es la demostración más fehaciente de que nuestra democracia está en plena regresión. Cuando el espionaje a la ciudadanía, la postración ante los chantajistas, la ocultación de vínculos policiales con los terroristas, la ineptitud en el terreno económico y la obscena utilización del estado para fines partidistas son cuestiones que la mayoría no se digna siquiera a discutir, es que nos hemos vuelto tan meridionales que vamos a acabar teniendo frontera con Zimbabue.

AMENAZAS, MEMORIA Y MISERIAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  24.11.09


NOS vuelve a avisar el Califa de Iznájar, a la sazón presidente de la Generalitat de Cataluña. Digamos mejor que nos vuelve a amenazar a todos. Como el Tribunal Constitucional intente cumplir la Constitución se puede dañar gravemente la convivencia entre los españoles. Resulta que pese a la máquina de regañar que es la vicepresidenta, con todos sus recursos para amedrantar, pese a las advertencias que desde hace años caen sobre ese tribunal y sobre la opinión pública, en el mejor estilo del batasunismo disfrazado de socialismo nacionalista o viceversa, parece ser que hay indicios de que los magistrados no van a tragar. Y cunde la alarma entre la tropa y nos aseguran que «tumbar» un estatuto inconstitucional por decisión de quienes deben decidirlo sería un acto de agresión, se supone que contra ese 32 por ciento de catalanes que no se fueron a la playa y votaron en ese referéndum. ¿Se levantarán los segadores para cortarnos la yugular a los magistrados y a todos aquellos que creemos que es precisamente ese estatuto un atentado contra la convivencia y la solidaridad entre todos los españoles? No tengo ni idea con cuántos segadores cuenta el Califa Montilla para convertirse en un golpista como su admirado Companys y desafiar abiertamente al régimen constitucional de la democracia española. Claro es que era más fácil amenazar entonces con un sistema de checas en plena marcha y con un régimen de terror impuesto en Barcelona y otras ciudades catalanas que con esta tropa de estómagos agradecidos cuya lucha final de liberación es irse al velero o comer una vez en la vida en El Bulli.

Por decirlo de otra forma: «Menos lobos, Montilla». Si el Tribunal Constitucional logra dar un golpe liberador frente a todas las operaciones intimidatorias del Gobierno central y del regional de Cataluña, quizás nos lleve a la ciudadanía a perdonar -que no olvidar- el ridículo hecho en los últimos tres años. Y se harán las correcciones necesarias en el estatuto catalán para que no haya malentendidos. Y los catalanes y el resto de los españoles seguiremos dedicados a lo que más nos importa ahora, que es salir del pozo negro del desempleo y de la fábrica de pobreza en que nos ha instalado el señor Zapatero con ayuda del califa asimilado. Que con el ambiente generado en Cataluña por Montilla y sus cómplices nacionalistas haya algunos que quieran tirarse al monte es probable. Que se tiren. Que en invierno hace mucho frío por ahí arriba y para las Navidades estarán todos en casa. Montilla no se moverá de su palacio, en el que jamás pensó nadie sentado que él podría entrar y del que por supuesto no quiere salir. Tan sólo los once salarios de su mujer y el colegio alemán de los niños -para salvarles de la estulticia de la inmersión catalanista que ha impuesto e impulsa- valen la pena de una considerable resistencia.

Pero saldrá algún día y como a su colega y paisano Chaves -ese que negoció directamente con su hija la subvención de diez millones de euros para la empresa en la que trabaja la niña- acabarán por ser sometidos a una auditoria algún día no muy lejano. Como ese elegante Millet, héroe del establishment del oasis catalán. Como a sus amigos de los informes inexistentes la Generalitat o los estudios grotescos con los que pagan y gastan el dinero extorsionado a un Gobierno débil, inepto y dependiente como es el de Zapatero. Lo dicho, Montilla, no te tires el rollo que tus milicias no nos impresionan. Puedes ponerte en huelga de hambre como aquel inefable Xirinachs. Pero te veo más protestando a base de comer bien. Y ya que hablamos de miserias, sólo un par de frases para comentar la desaparición de la placa en la embajada de Washington en la que se recordaba que se inauguró bajo el mandato de Aznar. Tanto quitar placas de nuestra historia que algunos cometen excesos. Se califican a sí mismos. ¡Jamás este país estuvo sometido a tanta ruindad!

PIRATAS, TRAIDORES Y MENTIRAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  19.11.09


NOS cuenta el señor portavoz socialista en el Congreso, Alonso, que el Gobierno lo ha hecho todo muy bien durante la crisis del «Alakrana» porque el objetivo, la liberación de los pescadores, se ha conseguido. Y la vicepresidenta socialista De la Vega nos advierte de que quienes no estemos totalmente de acuerdo con el señor Alonso, debiéramos hacérnoslo mirar, porque somos en realidad la quinta columna de los piratas en España. Luego cuidado, queridos amigos lectores, porque si pertenecen Ustedes a esa especie que piensa que quizás se podrían haber hecho las cosas mejor, en aras de la dignidad nacional, la integridad de nuestro Estado de Derecho y la respetabilidad de nuestras instituciones, pueden entrar en la lista de sospechosos de piratería. Como tales entrarán Ustedes todos en la lista del SITEL en la que el ministro Fouché controla nuestros movimientos, palabras y pensamientos para evitar desmanes del enemigo. Y automáticamente toda su familia y su entorno entrarán en la banda de corsarios, por decisión gubernamental, sin saberlo, sin haber blandido jamás una daga, empuñado un Kalashnikov ni haber pisado un barco en su vida. Así están las cosas. Desde luego, parece mentira que nuestros gobernantes se pongan nerviosos sólo porque se les cace una mentira. Cuando se dedican casi exclusivamente a producirlas y difundirlas. Tan nerviosos se han puesto todos que se le ha ido la cabeza hasta al ministro que tiene fama de tener, además de estudios de ciencias, sangre de rodaballo. Todos al parecer nos volvemos mayores. Y Fouché Rubalcaba no iba a ser menos. Hace unos años cuando todavía ocultaba a los asesinos del GAL no le habría pasado. Pero ayer, después de las preguntas que le dirigió el diputado del PP, Carlos Floriano, fue hacia él como un energúmeno por los pasillos del Congreso y le espetó, ante testigos que «veo todo lo que haces y dices». La amenaza es tan evidente que parece una frase de Al Pacino. Pero no le falta razón al ministro de la vigilancia y la trampa. Ve todo lo que hacemos y decimos. Y lo utiliza como le conviene. Y el principal objetivo de querer y poder saber todo lo que hacemos y decimos los demás ciudadanos es precisamente lo que ayer hizo el ministro nada menos que en el Parlamento, amenazar e intimidar. Si esto se lo hacen a un parlamentario, imagínense la capacidad de presión que puede ejercer sobre policías y jueces, sobre políticos y periodistas, sobre empresarios o funcionarios. Cuidado, que se lo que haces y lo que dices. Es toda una declaración de la vocación intimidatoria y totalitaria. Después nos dijo Rubalcaba, nervioso como nunca, perdida esa relajada presencia de ánimo y frialdad que le dio fama, que se refería a que sabía lo que hacía Floriano porque lo veía y oía en televisión y por radio. Querido Alfredo, ni Floriano aparece por radio y televisión como para que sepas todo lo que hace, ni nadie se cree que seas tan televisivo y radioyente. En ese nerviosismo del que pierde el control, te vino sencillamente a ver Sigmund Freud. Y dijiste, por equivocación, una verdad. Por fin una verdad, podríamos decir alborozados. Pero nos preocupa. No porque don Alfredo vaya a seguir mintiendo después del lapsus -lo que damos por hecho-, sino porque tanto el caso SITEL como ahora el escándalo mentiroso de la crisis del «Alakrana» van a obligar a mentir a todo el Gobierno en masa y, lo que es peor, van a llevar al Gobierno a forzar a mentir a gentes que no suelen hacerlo. Porque ahora el Gobierno va a intentar que todos los implicados, desde los fiscales a nuestros militares, mientan con ellos o se conviertan en colaboradores de los piratas, es decir de los españoles que no les creemos y sabemos de su indignidad. Cuando paradójicamente, los únicos colaboradores de los piratas, sus financiadores en todo caso, están en el Gobierno.

SITEL, LA MÁQUINA DEL MIEDO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  17.11.09


BUENO, pues parece que de algo ha servido la Convención Nacional de Bienaventuranza del Partido Popular en Barcelona si más allá de loas al líder, algunos de sus dirigentes se han decidido a hablar del espionaje telefónico al que pueden estar sometidos todos y cada uno de los españoles por parte del Gobierno. Eso al fin y al cabo es hablar de la defensa de la libertad en uno de sus elementos básicos que son la privacidad y el derecho a la intimidad. Aunque en otros asuntos claros para la libertad de la ciudadanía el PP de Mariano Rajoy parece tener tan interiorizado el discurso de la hegemonía socialista que es incapaz de poner pie en pared, algo es algo. Muchos querríamos que la energía que pone Rajoy en dejar claro que en su partido se hace sólo lo que él quiere porque «las listas las hago yo», se utilizara para denunciar y hacer frente a los constantes abusos y desmanes del Gobierno socialista. Que no pasara un día sin que se denunciaran otras 24 horas sin explicaciones del Gobierno sobre el chivatazo de miembros de la policía a ETA para evitar las detenciones en la operación del bar Faisán. Que es sólo un ejemplo. O que los populares hubieran sabido celebrar el 20 aniversario de la caída del Muro como una conmemoración de las ideas de libertad frente a una izquierda enormemente incómoda con aquella miseria del socialismo real con el que tantas cosas tiene en común el radicalismo adanista e izquierdista del Gobierno Zapatero. Que los socialistas se quisieran olvidar de este acontecimiento clave en la historia del siglo XX y un hito de la victoria de la democracia liberal era lógico. Que en el PP sólo se acordara de la fecha Esperanza Aguirre es una tristeza y demuestra que en Génova la lucha por la victoria de las ideas que dice representar cuenta al parecer menos que la búsqueda de una especie de continuo apaciguamiento del adversario político que claramente tiene por objetivo su liquidación o neutralización como fuerza alternativa en la democracia española.

El sistema de interceptación de comunicaciones SITEL es un aparatito que puede ser muy útil para la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo. Por eso se compró en su día durante la última legislatura de José María Aznar. Pero entonces se pidieron unos informes jurídicos y se vio que la fórmula hace prácticamente imposible un control judicial real y efectivo sobre su utilización. Y que las posibilidades de abuso y manipulación de las escuchas lo convertían en muy dudosamente constitucional. Pues imagínense este aparatito SITEL en manos de unos policías socialistas como los que mantiene como cargos de confianza el señor Fouché Pérez Rubalcaba que son capaces de colaborar con ETA para no fastidiarle un poco a Zapatero su plan de paz infinita con los terroristas que desarrollaba cuando se produjo el chivatazo. Esos no son solo capaces de espiar conversaciones de Dolores de Cospedal o de Esteban González Pons para utilizarlas como les venga en ganas, en estado puro o con adulteraciones que crean necesarias. Para su filtración a medios amigos o para cualquier otro uso inconfesable. A partir de una sola persona pueden controlar conversaciones y movimientos de todo su círculo por amplio que sea y ejercer sobre ellos presión, chantaje y sobre todo intimidación.Porque está claro de que de un tiempo a esta parte son muchos, políticos, empresarios o periodistas que tienen la certeza de que sus conversaciones están controladas. Y hay algunos que han visto como su entorno recibe llamadas amenazantes destinadas a perjudicarles profesional o personalmente como personas adversarias o especialmente incómodas para este Gobierno y su lucha por ocultar a toda costa su incompetencia y sus fracasos. Pero el efecto fundamental de esta opacidad del uso del SITEL está en la generación de miedo. En la parálisis que genera en muchos ciudadanos descontentos la convicción de que, siendo permanentemente vigilados, quedan a merced de políticos, policías y jueces socialistas. Es un salto cualitativo en la lucha contra la discrepancia que da miedo. Y con razón.

A CALLAR

Por HERMANN TERTSCH
ABC  12.11.09


«SE callen, coño». Esa es la orden tejerista que se ha escuchado con rotundidad por parte del poder ante la indignación, el desasosiego y el miedo de los familiares por la suerte de la tripulación de nuestro atunero en aguas del océano Índico. Y parecen haberlo conseguido en gran parte. Es lo más efectivo que ha hecho este Gobierno desde que comenzó la crisis del secuestro del Alakrana, que, por supuesto en un principio, en La Moncloa y en el Ministerio de Exteriores consideraron poco más que un incómodo incidente. Con el que además hacer infantil propaganda al inducir a la abogacía del Estado a indicar a su vez al juez Baltasar Garzón lo bonito que quedaría traerse acá a dos piratas y combinar un espectáculo de garantismo con una firmeza jamás existente.

Cuando hace una semana los desesperados pescadores, por boca de su patrón, denunciaron la desidia e indiferencia del Gobierno y pidieron movilizaciones a sus familiares y la llamada desesperada a los medios de comunicación, nuestros gobernantes entraron en pánico. Y su máxima prioridad desde entonces ha sido hacer callar a los familiares, amigos, compañeros y población solidaria con los secuestrados. Si en el primer momento se hubieran tomado algo más en serio la captura de 36 compatriotas por unos piratas que son terroristas en una multinacional del crimen organizado, quizá se habrían abierto otras opciones. Pero todos parecían muy tranquilos porque con ceder ante la exigencia del rescate todo se podría resolver como una segunda versión del secuestro del Playa de Baquio. Se paga a los piratas, se les deja huir impidiendo a la Armada intervenir para su captura y cinco días después nadie en España habla de ello. Las cosas se torcieron. Pero el Gobierno éste no tiene el menor empacho de contar sus milongas y pretender que todo va bien, en esta crisis como en todas las demás. Quien haya visto al ministro de Asuntos Exteriores de España y Cuba, Miguel Ángel Moratinos, diciéndonos que a los secuestrados no les falta de nada y que, más allá de las molestias, cierta irritación e incomodidad «están bien», puede indignarse un poco más o simplemente resignar ante este desprecio al dolor ajeno en aras de la comodidad propia y conveniencia política. Desde aquí dudamos mucho de que «estén bien» los secuestrados, ni antes ni después de las operaciones de urgencia que ha comenzado el Gobierno sólo cuando ha visto que también él podía acabar siendo víctima de esta historia grotesca. Cuyo origen está en la impotencia de criterio de unos ministros incapaces y perfectamente desbordados en Defensa y Exteriores y una indiferencia de La Moncloa que se intenta ahora disimular con encuentros en los que sólo se pide silencio a los familiares. Y ya saben, si les molesta o indigna o avergüenza la actuación de este Gobierno y encima lo dicen en público es que están ustedes colaborando con los piratas, tal como sugirió nuestro presidente en Polonia hace dos días. Aquí el que no se calle se convierte rápidamente en saboteador o incluso pirata. Aquí no se puede pedir un control parlamentario real de nada sin que a uno lo pongan directamente en el disparadero y probablemente pase a ser objetivo de la fábrica de dossieres que muchos sospechamos tiene montada y funcionando a todo trapo nuestro particular Fouche, don Alfredo Pérez Rubalcaba. Así se puede conseguir de hecho que muchos callen por miedo a ser destruidos política, social y civilmente. Con todas las comunicaciones privadas del país controladas por el ejecutivo y la abierta disposición de jueces socialistas a violar el derecho a la defensa y el derecho a la intimidad, policías dispuestos a colaborar con la banda armada ETA para favorecer los planes de su jefe como en el caso Faisán -¿y por qué no en otros?- y periódicos y televisiones pendientes y dependientes de las dádivas del ejecutivo, no es difícil amedrentar. Pero por si cabe alguna duda lo dicen. Que se callen todos. Que aquí Gobierna uno.

LA LECCIÓN JAMÁS APRENDIDA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  10.11.09


PRECIOSA ceremonia en Berlín con motivo del veinte aniversario de la caída del Muro de Berlín. Todos los dirigentes europeos, jubilados y en ejercicio, reunidos junto a la Puerta de Brandenburgo para recordar una de las triquiñuelas de la historia más gamberras de las que tenemos noticia. Porque aquel día, el régimen criminal comunista de la República Democrática Alemana no tenía la menor intención de abrir la frontera con Berlín occidental ni de concederles la libertad a sus ciudadanos. Ni el señor Mijail Gorbachov, pese a todos sus méritos en reconocer la ruina del proyecto del socialismo real soviético e intentar infundir algo de sentido común al régimen, tenía la mínima idea de que aquel día se avenía la libertad para millones de alemanes. Aunque hoy el señor Gorbachov sea alabado con muchísima justicia en Berlín. Sin él como jefe máximo del Kremlin es muy posible que todos los cambios que ya se habían producido en Centroeuropa no hubieran sido tan pacíficos. Polonia ya había celebrado elecciones y Hungría ya había proclamado abiertamente su decisión de desplegar su vocación nacional occidental milenaria. Solo una operación militar masiva con muchos miles de muertos habrían retrasado, que no evitado, lo que estaba sucediendo. Pero la descomposición del régimen de la RDA había llegado, después del cese de Erich Honecker a un punto tal entre sus camaradas dirigentes que a nadie puede extrañar que el señor Günther Schabowski, jefe del partido socialista unificado (SED) en Berlín no tuviera ni la más remota idea de qué significaba la disposición del máximo órgano del régimen cuando tuvo que interpretarlo en público en la célebre conferencia de prensa en la que dijo que las medidas se aplicaban de inmediato. Y todos entendieron que podían viajar desde ese mismo minuto. Nada más lejos de la intención real del régimen. Pero ese malentendido puso en marcha unos acontecimientos ya absolutamente imparables. En realidad el régimen totalitario y criminal soviético impuesto en toda Europa Central después de la caída del nazismo había llegado a un nivel de inviabilidad que sólo una represión masiva de tipo asiático podía haberlo mantenido durante un tiempo muy limitado.

Fueron muy emocionantes los actos de ayer, conmovedores para quienes conocimos bien los sufrimientos de la población y los abusos del poder de los peores, producto de la selección negativa en el movimiento comunista. Hubo palabras bellas de algunos de los principales líderes europeos, todas evocadoras de aquella frase en la que Don Quijote le habla de la libertad a Sancho y le dice que por ella hay que ser capaz de darlo todo incluso la vida. Quienes no valoran la libertad lo suficiente como para arriesgar la vida por ella gozan de la misma de prestado, gracias a aquellos que sí saben que vivir sin libertad no es vivir plenamente. Y que durante setenta años en la URSS y cincuenta en sus estados vasallos se jugaron libertad y vida y muchas veces perdieron ambas. Millones de cadáveres y muchas decenas de millones de seres humanos enterrados en vida en regímenes opresores son el único legado de la aventura criminal que en principio creímos enterrada aquel nueve de noviembre. Un nueve de noviembre en el que también se conmemora la entrada en plena actuación de la otra gran maquinaria del terror del siglo XX que fue la noche de los Cristales Rotos en el propio Berlín, cuando el régimen nazi se quita definitivamente la máscara y comienza la política de exterminio de los judíos europeos en 1938. Que el puñado sectario de comunistas españoles digan en su Congreso que no tienen nada de que arrepentirse es un miserable alarde de lo peor del nazismo y el comunismo. Son los irreductibles para los que su propia miserable idea vale más que la vida y los sufrimientos de millones de seres humanos. Serían capaces de repetir todo lo hecho. Y que nuestro presidente del Gobierno dijera ayer que el hundimiento del comunismo era equiparable a la muerte del dictador Franco supone un insulto y una trivialización de los crímenes comunistas en Europa que produce náuseas.

LOS TERRIBLES CONTRASTES

Por HERMANN TERTSCH
ABC  05.11.09


HA sido probablemente lo más reconfortante de esta semana. Angela Merkel ha hablado ante el pleno del Congreso norteamericano, Casa de Representantes y Senado unidos. Ha sido un discurso como el que muchos soñamos escuchar de nuestros propios representantes y líderes. Muy pocos han sido los dirigentes extranjeros que han recibido semejante deferencia en Washington. Se ha dicho que Konrad Adenauer, el padre de la República Federal Alemana, hace la friolera de 56 años, recibió el mismo honor. No es exacto. Adenauer habló ante ambas cámaras, el único canciller alemán hasta ahora en hacerlo, pero no en sesión conjunta. Angela Merkel ha adquirido así un puesto muy especial en la jerarquía de relaciones con la administración norteamericana. Ante actos realmente históricos como éste producen hilaridad cuando no vergüenza los patéticos esfuerzos de algunos de presentar su foto semigótica con Barack Obama como un encuentro planetario. Y el efímero encuentro en el Despacho Oval como el principio de una larga y profunda amistad. Pero eso sucede cuando quien habla no sabe nada de casi nada y mucho menos de historia, de simbolismos, de la profundidad que confiere a las relaciones políticas y humanas una comunión de valores. Cuando no se sabe más que de insidias barriobajeras de trepadores e intrigantes de partido semileninista. Si hay algo que ofende quizás más que la incompetencia y el desprecio a la inteligencia ajena es la ignorancia paleta de la que hacen gala algunos dirigentes de este Partido Socialista nuestro, sobre todo los que más hablan. Ignaros arrogantes con trajes y vestidos nuevos que jamás habrían podido comprarse con un salario merecido en el mercado libre. Ustedes ya saben quiénes son.

El discurso de Merkel no tiene desperdicio por su altura de miras, su calidad humana y su sabiduría política. Por supuesto que muy probablemente no sea todo el texto obra suya. Pero suya es la responsabilidad de haber escogido a la gente adecuada para que el discurso que aprobó y pronunció ante el Congreso en el Capitolio haya sido de lo mejor que se ha podido oír en mucho tiempo sobre los retos y los anhelos de la libertad. Sobre la dignidad de la persona y sobre la grandeza de la política, sobre el sacrificio y sobre la gratitud inexcusable a quienes lo hacen, sobre la fuerza de las ideas y el peligro de su debilidad para todos los valores que los hombres libres han de defender. Decenas de veces fue interrumpida por los aplausos y al final de su discurso toda la sala se puso en pie para brindar a la canciller varios minutos de ovación continua y entusiasta. Merkel habló de su infancia y juventud en una dictadura comunista que aquí aún muchos defienden. Y de sus sueños desde entonces del gran país de las oportunidades infinitas que otorgan el esfuerzo, el talento y la libertad. Habló de la grandeza de la democracia que da vía libre al individuo. Y por tanto de la miseria de los experimentos sociales que desde el Estado reprimen al ser humano en aras de promesas de felicidades futuras imposibles y siempre a la postre sangrientas. Merkel dio una lección de historia de una mujer que, súbdita de una dictadura miserable, ha logrado dirigir a la mayor potencia europea. Y lo hizo dando las gracias a Estados Unidos, que tantos hijos ha sacrificado por la libertad de tierras lejanas a las que sólo los unían sus antepasados. Grandeza había en sus palabras. Vergüenza daba recordar la charlatanería buenista y provinciana de nuestro Gran Timonel en su breve paso por Washington.

EL CONSUELO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  04.11.09


EN dos días nos han dejado tres personalidades muy distintas. Pero todos ellos con ese algo en común que es la excelencia, en lo que hacían y en lo que eran. Y la admiración profesada hacía ellos. Murió antes, el domingo, el antropólogo Claude Levy Strauss. Nos enteramos ayer. Iba a cumplir los 101. Un día después murió aquí en Madrid José Luis López Vázquez, uno de los grandes de la escena española. A los 87. Y ayer moría Francisco Ayala, un granadino universal que tenía todo el siglo XX español en su magnífica y generosa cabeza, lúcida hasta días antes de morir. Había cumplido 103 años. No hace mucho que le saludé por última vez junto a su casa de la calle Orellana en la terraza de la cervecería Santa Bárbara. La muerte de personas admiradas, como la de las más cercanas, nos produce una impresión que trasciende a nuestra admisión lógica de la muerte como final irremediable de todo ser humano, más allá de las creencias. Despierta además una especie de consuelo por la convicción de que pronto o tarde compartiremos su suerte. En estos casos siempre recuerdo las palabras del poeta checo Jaroslav Seifert viendo en sueños a un amigo asesinado durante la ocupación nazi: «Veía los gestos familiares de sus manos, pero cuando quería dirigirme a él, se marchaba hacia su oscuridad», escribía Seifert. Y luego añadía: «No soy muy riguroso cuando digo que los muertos vienen a nosotros. No es así. Eso es un engaño que nos hacemos porque en realidad somos nosotros los que vamos hacia ellos. Cada día estamos más cerca. Un día engrosaremos sus filas y entraremos en los sueños de quienes dejamos atrás».

VEINTE AÑOS PARA OLVIDAR

Por HERMANN TERTSCH
ABC  03.11.09


RESULTA curiosa nuestra memoria o nuestra falta de ella. En Granada estamos desenterrando los supuestos huesos de una víctima de nuestra guerra incivil de hace más de setenta años. Lo hacemos en contra de los deseos de su familia y más que nada para que un historiador irlandés se pueda hacer una foto con la calavera de Federico García Lorca y los de siempre secuestren al poeta. Probablemente ahora para asegurar que Lorca habría sido un firme abanderado de la política económica socialista de Méndez, Zapatero y Sabina. Este último es sin duda el que más talento tiene de los tres. Y en cuestiones de política económica y soluciones reales y viables para nuestra calamitosa situación lo supongo al menos tan versado como a los dos anteriores. Sin embargo, cuando oigo estos días los primeros comentarios sobre el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín que se cumple el próximo día 9 -que fue como quien dice anteayer y todos los adultos deberían guardar al menos algún recuerdo- me da la impresión con frecuencia de que se habla de un accidente. De que había una serie de alemanes orientales que querían viajar y no les dejaban y que estos se enfadaron y comenzaron a manifestarse hasta que llegó el buen líder soviético Mijail Gorbachov y dijo que también los alemanes orientales tenían derecho a veranear. Y en no pocos comentarios se intuye casi un reproche. En unos porque la Alemania unificada vuelve a ser la potencia europea. Y en otros porque apenas pueden aun hoy soportar un éxito de la libertad. La mayoría no se acuerda cómo comenzó todo el proceso que llevó a aquel día que siempre consideraré uno de los más felices de mi vida, que me sorprendió en el hotel Sheraton de Sofía indagando la suerte del ya depuesto Todor Yivkov. Durante todo el verano y otoño había estado viajando por toda Centroeuropa viendo como todo bullía y recuerdo haber escrito una serie de artículos llamada «El telón de cristal» para el diario El País. Estaba claro ya que iba a pasar algo muy importante y sin precedentes. Y que estábamos en el pulso final de un gran reto que habían lanzado al totalitarismo comunista, diez años antes, dos grandes personalidades que no son otros que Juan Pablo II y Ronald Reagan. Fue en el año 1979 cuando el Papa realizó su primer viaje a su patria, Polonia. Y fue entonces cuando, por primera vez, alguien, -él ante millones de compatriotas- se atrevió a conjurar el maleficio de Yalta, aquel acuerdo de los aliados contra el nazismo que dejaba en manos de Stalin media Europa. «No resignéis» fue la frase mágica. Les dijo que era una falacia ese determinismo histórico que supuestamente les condenaba a ellos a vivir sin unas libertades de las que gozaban otros europeos. Y reactivó, con la ayuda de cientos y miles de activistas polacos y de otros países del Pacto de Varsovia el pensamiento global europeo, los muchos siglos de historia común. Frente a esa milenaria comunión cultural y religiosa, los cuarenta años de comunismo eran poco más que un cruel y sangriento calvario que habría de tener su fin algún día. Nadie había hablado antes así y era un dogma extendido la irreversibilidad del poder comunista. Ni John F. Kennedy, cuando acudió a Berlín a solidarizarse con la ciudad cuando comenzó la construcción del muro el 13 de agosto de 1961, había tenido otras palabras que su célebre «Ich bin ein Berliner» y algunas frases de consuelo. Un año después de la visita del Papa a Varsovia comenzaron las huelgas de Gdansk y la creación del sindicato «Solidarnosc». Hay que recordar como insultaban desde aquí algunos intelectuales o artistas a aquel «movimiento reaccionario y meapilas». En esos diez años se consiguió la gesta. Una década inolvidable. La democracia y la libertad estaban en la cima de su prestigio. Hoy muchos quieren olvidarlo.

jueves, 16 de octubre de 2014

DE TRINCONES Y CIUDADANOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  29.10.09


NADIE debiera alegrarse por la certeza de que Carmen Chacón tiene también amigos cacos -supuestos- como el presidente Camps. Nadie debiera sorprenderse por la sospecha de que la generación de amigos de nuestro querido honorable Jordi Pujol, que tan razonable era en el ABC del pasado domingo, esté saturada de trincones. En realidad casi nadie debiera alterarse por el hecho de que los ladrones actúan mejor y con más convicción y efectividad que la gente honrada hoy en día. Igual que los enemigos de la democracia suelen ser más valientes que quienes gozan de ella sin ser capaces de riesgo o sacrificio alguno. A nadie puede extrañar que los islamistas estén convencidos de que tarde o temprano nos van a ganar la partida a los demócratas laicos, cristianos o mediopensionistas en Europa. Por el simple motivo de que todos los enumerados, desde los ladrones a los islamofascistas tienen objetivos, tienen voluntad de imponerse y saben por qué hacen lo que hacen y arriesgan lo que arriesgan. Tengo la absoluta certeza de que muchos de nuestros políticos son gente honrada, por supuesto. Quizás incluso hasta la mayoría. Pero tengo también la absoluta convicción de que son pocos en los que confluyen honradez, convicción, talento, tenacidad y preparación. Para tenaces los ladrones. Para talento nuestros ingenieros financieros y los trileros en general. Para preparación todos aquellos que no quieren entrar en política porque pueden vivir bien y dignamente fuera de un mundo político que se antoja nauseabundo y en el que medran los peores desde cachorrillos domados y entrenados para la trampa, la intriga y la mezquindad.

Cierto es que este terrible fenómeno no es exclusivamente español y que Italia es un triste precedente europeo. Pero incluso allí suele tener mayor éxito el talento que por nuestros lares. Mucho meterse aquí con Berlusconi, que sin duda es un personaje de cuidado, pero él al menos miente con dinero propio. Aquí lo hacen con el de todos los sufridos españoletes que como no es de nadie es suyo. Aquí el mérito y la independencia de criterio, el coraje y la convicción convierten de inmediato a un político -o política, como se dice ahora- en una personalidad de alto riesgo para la tropa de mediocres que nunca sabrían vivir de otra cosa que no sea decir sí y soltar sus letanías de argumentarios.

Lo triste es que existe una mayoría social que cree que esto es inevitable y que sucede en todas partes, lo que no es en absoluto cierto. Nuestro país se va convirtiendo otra vez en una perfecta anomalía en este continente y no sólo porque hayamos elegido el camino más corto de retorno a la pobreza, al analfabetismo y a la zafiedad. También porque se respira literalmente un ambiente de docilidad, miedo y fracaso que son impropios de una democracia desarrollada europea. Si tuvimos una guerra civil porque no había demócratas en ninguno de los dos lados pese a las mentiras que hoy se inventan, hoy hemos elegido el camino de la regresión porque apenas hay ciudadanos que quieran pagar el precio por seguir siéndolo.

MIEDO AL FAISÁN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  28.10.09


Nuestra vicepresidenta Mari Tere no quiere hablar hoy en el parlamento sobre faisanes. El PP, esa especie de patio de Monipodio o mero carajal, que incumple todos los deberes que una oposición debe hacer para fiscalizar los abusos del poder, había tenido una buena idea. Una. Y era que el Gobierno nos explicara por qué está tan tranquilo con la certeza de que mandos policiales, en activo, han sido colaboradores de ETA. No parece una tontería. La policía que nos tiene que proteger frente al terrorismo tiene hoy en sus filas a individuos que, se supone que por orden superior, ayudaron a unos asesinos a evitar su detención. Que fueran detenidos más tarde los etarras no rebaja la gravedad, ni el peligro que supone tamaña villanía para todos. Si hay policías que por orden de sus superiores ayudan a los terroristas puede que haya policías que actúen por orden superior como si fueran terroristas. Por motivos políticos que son los que se presuponen a los policías chivatos del Bar Faisán. Esto ya suena un poco argentino. Muchos estamos convencidos de que este Gobierno nos lleva al corralito bonaerense. Pero quizá los paralelismos con los regímenes más siniestros vayan más allá del empobrecimiento impuesto por la soberbia, la ignorancia y la ideología pedestre. Pues dice la vicepresidenta, que no ha dejado de hablar de terrorismo y de paz, que ella no es competente y que el señor Fouché Rubalcaba ni está ni se le espera. Espero que esa inmensidad de policías honrados de este país, que se juegan la vida por nosotros, sepan lo que les están haciendo. Porque a mí, lo confieso, esto comienza a darme algo de miedo.

MALAS NOTICIAS PARA LOS LISTILLOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  27.10.09


LA señora Angela Merkel tiene ya su nuevo Gobierno. Y quizás ese Gobierno alemán tenga bastantes malas noticias que comunicarle a este Gobierno español, que ha pasado hace tiempo del tontiloquismo faldicorto al absurdo general. Y se ha convertido en un peligro para el equipo. El Gran Timonel, que comienza a mostrar síntomas de ser aún más ciclotímico que Felipe González y tener más problemas con la realidad que Maradona, puede sentirlo muy pronto. Durante su presidencia de la Unión Europea, para la que intentan en estos últimos meses buscar iniciativas imaginativas. Más allá de su apoyo incondicional a las peores satrapías del mundo como si estas fueran un proyecto de futuro. El ridículo de nuestro ministro Miguel Ángel Moratinos en Cuba pasará, una vez más, a los anales de la inmoralidad y la peor falta de estética. Pero que nadie crea que no se toma nota. No aquí. Pero sí fuera. Ya sabemos que levantar la voz hoy en España es hacer el tonto. Y cuando la oposición se desparrama de forma tan grotesca como estamos viendo en estos días, lo lógico es que quienes nos sentimos oposición al absurdo y disparate, a esa especie de socialismo cutre y mentiroso del siglo XXI y todo lo que nos pueda deparar, aparte de miseria y miedo, nos sintamos huérfanos, amenazados o suicidas.

La señora Merkel ha nombrado ministro de economía y finanzas a un peso pesado que sabe muy bien el grado de irresponsabilidad del que es capaz el Gobierno del eterno adolescente. Wolfgang Schäuble es un perro viejo. Aburrido de idioteces. Un loco atentó contra él y lo dejó en una silla de ruedas de por vida. Pero todos los que conocían entonces a Schäuble sabían que esto en su vida sería poco más que una dolorosa anécdota. Hoy es tan fuerte, tan lúcido y decidido o más que antes de circular con ruedas. Recuerdo una maravillosa anécdota que presencié en el lago Wannsee, cerca de Berlín, allí donde en el año 1942 los nazis decidieron poner en marcha la Endlösung, la solución final del llamado «problema judío», un eufemismo para describir el genocidio industrial. Una ocurrencia de ingeniería social que convirtió en humo o huesos comidos por el lodo a seis millones de judíos. El sitio no era por tanto precisamente el ideal para hacer ingeniería social por benevolente que pareciera. Allí estaban Schäuble como ministro del interior y un señor llamado Caldera que acudía como ministro español de trabajo, inmigración y bienaventuranza. El perro viejo que es Schäuble habló de los inmensos problemas que la inmigración y la falta de voluntad de integración de los inmigrantes causaban en Alemania. Advirtió sobre las graves consecuencias que para toda Europa tienen las decisiones unilaterales de Gobiernos tan ocurrentes, buenistas, mal informados y perfectamente vagos intelectualmente como el español, que acababa de montarse una regulación de los inmigrantes sin encomendarse a dios ni al diablo. Caldera, que probablemente tenía un traductor al chino o al esperanto habló de las maravillas que suponían y suponen -supongo- de esa inmigración que había recibido en todo el mundo el mensaje de que por España se entraba a Europa con facilidad y garbo. La mala leche de Schäuble era palpable. El buen humor del pensador socialista español también. Y así quedó la cosa en el Wannsee. Los alemanes que consiguieron entender algo de lo que Caldera decía quedaron estupefactos. Nuestro entonces ministro preparador de la indigencia salió de allí feliz.

Ahora Wolfgang Schäuble, que podía haber sido en su día el sucesor de Helmut Kohl, se convierte junto a los liberales Guido Westerwelle y al nuevo crack de ese Gobierno que es el ministro de defensa, el bávaro Karl Theodor zu Guttenberg, en el hombre fuerte en lo que a finanzas, Unión Europea y estabilidad económica se refiere. Y los que le conocemos un poco sabemos que las tonterías de Caldera fueron las últimas que está dispuesto a tolerar procedentes de un país que Zapatero está convirtiendo en un Estado fracasado.

MALDICIONES CHINAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  22.10.09


EXISTE una maldición china que le desea al maldito que viva tiempos interesantes. No sé si son muchos los chinos que nos maldicen o simplemente nos ha mirado un solo tuerto con inmensa influencia. Pero los tiempos interesantes comienzan a tener una intensidad que ya casi se puede medir en minutos. No hay día, no hay hora, casi no hay momento en el que no suceda alguna anomalía en esta España del socialismo del siglo XXI. Ayer, Cándido Méndez, oficialmente líder de la UGT y por lo demás -y siempre después del Gran Timonel-, la mente al parecer más sabia, informada, preclara e influyente de este Gobierno, ha anunciado movilizaciones masivas contra los empresarios y la oposición, dice que para «asentar nuestra posición frente a la crisis económica». Parece una solución en principio brillante y muy inteligente que creo elevará considerablemente nuestras posibilidades de salir del pozo negro en el que estamos cayendo. La única cuestión que cabe plantearle al ilustrado estratega del bienestar social está en saber si su intención es intimidar a los empresarios para que dejen de serlo, tomar las fábricas para que las dirijan unos nuevos «soviets» sindicales, como todos sabemos expertos en competitividad, producción y mercados internacionales o paralizar las empresas para que al final todos estemos igual de parados, seamos igual de pobres y todos dependamos del dinero que pida prestado fuera su colega el presidente. Imaginamos que alguna garantía tendrá Méndez de que Zapatero tiene crédito indefinido en el exterior para un país en quiebra, porque si cree realmente que hay suficientes ricos en este pobre país como para alimentar esta juerga con el saqueo o la confiscación de sus bienes es que el tándem Zapatero-Méndez ha perdido toda relación con la realidad de tanto intercambiar genialidades en la intimidad de pareja gobernante. Es cierto que si puede gobernar este país Zapatero también lo puede hacer Méndez. Y muchos millones de españoles. ¿Verdad Sonsoles? Gobernar para conseguir estos resultados, los que sufre toda la sociedad española y arrastraremos durante años, quizás una generación, no hay que romperse la cabeza. Aunque requiere cierto esfuerzo conseguir hacer tanto daño a un país en tan poco tiempo en tiempos de paz.

Mientras unos buscan con alegría como destruir el cada vez menor tejido industrial y social español y espantan a cualquier inversor extranjero, otros se dedican a liquidar el Estado de Derecho. Lo triste es que nos sorprenda que muy de vez en cuando alguien reaccione y levante la voz contra estas maldiciones chinas. Ayer lo hizo el colegio de abogados de Madrid que ha anunciado una querella contra el juez Garzón si la fiscalía no abre un caso por las escuchas ilegales de los contactos entre presos y abogados ordenadas por este juez. Dos ejemplos solo. Nuestro país se ha convertido en una anomalía tan escandalosa que realmente no puede invocarse sino a la fatalidad o a fuerzas ocultas -chinas o no- para explicar esta deriva hacia la nada, la pobreza y el caos. Interesantísimo todo. Aquí no se va a aburrir nadie.

miércoles, 8 de octubre de 2014

EL PAPELÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  21.10.09


La vicepresidenta económica Elena Salgado no es tan rica como su compañera de gabinete, Cristina Garmendia. Al menos según sus declaraciones de patrimonio recién publicadas. Pero comparte con la elegante niña bien donostiarra su gusto por la ropa de mujer estupenda. Como la vicepresidenta De la Vega, cuyo fondo de armario debe tener profundidades inenarrables. Lo cual me parece muy bien. Ya que los periodistas acostumbran en su mayoría a vestir ya como poetas lumpen del siglo XIX, chanclas y camisetas de tirantes incluidas, y algunas políticas parecen recién salidas de un reality show de supervivientes sin champú, resulta reconfortante que algunos gobernantes muestren cierto decoro en la apariencia. Ayer nuestra vicepresidenta económica fue muy modosita en el vestir al presentar el presupuesto surrealista que su jefe ha pergeñado. Digamos que discreta. Incluso así, llevaba ella, como sus compañeras, muchos más euros puestos encima que el infeliz del «pepero» valenciano Ricardo Costa, tachado de pijo irredento por propios y extraños, como bien recordaba aquí Edurne Uriarte hace días.

Lo malo es que ayer daba igual lo que vistiera la viceministra, cuyos nervios, descontrol e ineptitud en defender las mentiras hechas cifras que son estos presupuestos, acabaron por despertar piedad y ternura hasta en los menos predispuestos. Sufrió Salgado y se notaba. En cierta medida, su lastimoso papelón la dignifica y se agradece. Molesta el doble que te mientan con alegría y desparpajo. Cierto es que, como vino a decir Rajoy, la pobre no tiene la culpa. No se le puede pedir una defensa digna de lo indefendible que además en absoluto ha sido perpetrado por ella. Ni vestida de Dior, de lagarterana o de señorita Rothenmaier.

AMISTADES PELIGROSAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  20.10.09


NO les voy a hablar de la política exterior española porque la escenificación de la visita del ministro Moratinos a Cuba para reiterar su desprecio a los presos políticos, a la disidencia y al derecho a la libertad de los cubanos lo dice todo. Que encima presuma allí de haber sido el artífice de que a las democracias de la Unión Europea se les haya olvidado que el régimen cubano es una miserable tiranía tan solo confirma el oprobio al pueblo cubano y la vergüenza que todo demócrata debiera sentir ante la actuación de nuestro Gobierno. Lamentablemente no es sólo nuestro inefable Moratinos el que parece disfrutar en el roce íntimo con las tiranías. Últimamente el relativismo o la ausencia de principios en la política exterior parece ganar adeptos por doquier y el nuevo Premio Nobel de la Paz parece haber animado a muchos en este sentido. Su negativa a recibir al Dalai Lama solo es una anécdota en este sentido. Este fin de semana se ha celebrado en Estambul la Conferencia del Bósforo. El espléndido marco del Palacio Cilagan no ha evitado que se escucharan teorías muy preocupantes. Era sabido que gran parte de los turcos se sienten heridos y ofendidos por lo que consideran medidas dilatorias artificiales en sus intentos de convertirse en miembro de la Unión Europea. En gran parte por supuesto por la retórica oficial del partido islamista AKP que dirige el íntimo aliado del presidente Zapatero en la Alianza de Civilizaciones, el primer ministro Erdogan. Porque el doble lenguaje del Gobierno turco es cada vez más evidente. Y rompe una larga tradición de diplomacia predecible, sobria y de gran credibilidad. Por un lado se echan a Bruselas y especialmente a París todas las culpas de que Turquía no esté poco menos que dentro de la Unión. Y se lanza un discurso perfectamente irreal de que es una especie de fundamentalismo cristiano quien lo impide y no el hecho de que el país está aún lejos de cumplir los criterios de Copenhague para su adhesión y que las realidades hacen hoy en día impensable que la UE pueda digerirla. Por el otro lado, el abrazo a Siria -otra de las satrapías favoritas de Moratinos- es cada vez más estrecho, hasta el punto de celebrar consejos de ministros conjuntos. Y los flirteos con el Irán de Ahmadineyad son cada vez mayores. La misma noche en que los iraníes salieron a la calle para protestar por el fraude de las elecciones, Ankara se apresuraba a felicitar al fanático enemigo de Occidente por su victoria. A esto se suma que puede decirse que la alianza política, militar y estratégica que formaban Turquía e Israel ha saltado por los aires. Porque una cosa era la lógica consideración del Gobierno de Erdogan a la indignación que en su momento produjo en la opinión pública turca la reocupación temporal de Gaza y los métodos utilizados en la misma confirmado. Pero la creciente hostilidad hacia Israel por parte del Gobierno islamista que llega a expresarse hasta en la emisión de una serie televisiva claramente antijudía en la televisión estatal parece ya parte de una estrategia a largo plazo. Cada vez son más los políticos del partido gobernante que hablan abiertamente de buscar alianzas en el Este ante la supuesta ofensa de la Unión Europea. Y por bienvenido que sea el gran paso que supone la apertura de relaciones diplomáticas y de la frontera con Armenia, a nadie se le escapa que aquel país, como también Azerbaiyan, son todo menos democracias. Luego parece evidente que en el partido de Erdogan cada vez hay más fuerzas tentadas a buscarse una solución oriental sin importar mucho que sean dictaduras o regímenes islámicos radicales. Aparte por supuesto de la Alianza con Zapatero. No son pocos los demócratas turcos que están convencidos de que además de un doble lenguaje hay una doble agenda del Gobierno de Erdogan. Que se va imponiendo poco a poco. Como la prohibición del alcohol en muchos municipios. No es una buena noticia. Y no me refiero sólo a dicha prohibición, por supuesto lamentable.