ABC 24.11.09
NOS vuelve a avisar el Califa de Iznájar, a la sazón
presidente de la Generalitat de Cataluña. Digamos mejor que nos vuelve a
amenazar a todos. Como el Tribunal Constitucional intente cumplir la
Constitución se puede dañar gravemente la convivencia entre los españoles.
Resulta que pese a la máquina de regañar que es la vicepresidenta, con todos
sus recursos para amedrantar, pese a las advertencias que desde hace años caen
sobre ese tribunal y sobre la opinión pública, en el mejor estilo del
batasunismo disfrazado de socialismo nacionalista o viceversa, parece ser que
hay indicios de que los magistrados no van a tragar. Y cunde la alarma entre la
tropa y nos aseguran que «tumbar» un estatuto inconstitucional por decisión de
quienes deben decidirlo sería un acto de agresión, se supone que contra ese 32
por ciento de catalanes que no se fueron a la playa y votaron en ese
referéndum. ¿Se levantarán los segadores para cortarnos la yugular a los
magistrados y a todos aquellos que creemos que es precisamente ese estatuto un
atentado contra la convivencia y la solidaridad entre todos los españoles? No
tengo ni idea con cuántos segadores cuenta el Califa Montilla para convertirse
en un golpista como su admirado Companys y desafiar abiertamente al régimen
constitucional de la democracia española. Claro es que era más fácil amenazar
entonces con un sistema de checas en plena marcha y con un régimen de terror
impuesto en Barcelona y otras ciudades catalanas que con esta tropa de
estómagos agradecidos cuya lucha final de liberación es irse al velero o comer
una vez en la vida en El Bulli.
Por
decirlo de otra forma: «Menos lobos, Montilla». Si el Tribunal Constitucional
logra dar un golpe liberador frente a todas las operaciones intimidatorias del
Gobierno central y del regional de Cataluña, quizás nos lleve a la ciudadanía
a perdonar -que no olvidar- el ridículo hecho en los últimos tres años. Y se
harán las correcciones necesarias en el estatuto catalán para que no haya
malentendidos. Y los catalanes y el resto de los españoles seguiremos dedicados
a lo que más nos importa ahora, que es salir del pozo negro del desempleo y de
la fábrica de pobreza en que nos ha instalado el señor Zapatero con ayuda del
califa asimilado. Que con el ambiente generado en Cataluña por Montilla y sus
cómplices nacionalistas haya algunos que quieran tirarse al monte es probable.
Que se tiren. Que en invierno hace mucho frío por ahí arriba y para las
Navidades estarán todos en casa. Montilla no se moverá de su palacio, en el que
jamás pensó nadie sentado que él podría entrar y del que por supuesto no quiere
salir. Tan sólo los once salarios de su mujer y el colegio alemán de los niños
-para salvarles de la estulticia de la inmersión catalanista que ha impuesto e
impulsa- valen la pena de una considerable resistencia.
Pero
saldrá algún día y como a su colega y paisano Chaves -ese que negoció
directamente con su hija la subvención de diez millones de euros para la
empresa en la que trabaja la niña- acabarán por ser sometidos a una auditoria
algún día no muy lejano. Como ese elegante Millet, héroe del establishment del
oasis catalán. Como a sus amigos de los informes inexistentes la Generalitat o
los estudios grotescos con los que pagan y gastan el dinero extorsionado a un
Gobierno débil, inepto y dependiente como es el de Zapatero. Lo dicho, Montilla,
no te tires el rollo que tus milicias no nos impresionan. Puedes ponerte en
huelga de hambre como aquel inefable Xirinachs. Pero te veo más protestando a
base de comer bien. Y ya que hablamos de miserias, sólo un par de frases para
comentar la desaparición de la placa en la embajada de Washington en la que se
recordaba que se inauguró bajo el mandato de Aznar. Tanto quitar placas de
nuestra historia que algunos cometen excesos. Se califican a sí mismos. ¡Jamás
este país estuvo sometido a tanta ruindad!
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