ABC 19.11.09
NOS cuenta el señor portavoz
socialista en el Congreso, Alonso, que el Gobierno lo ha hecho todo muy bien
durante la crisis del «Alakrana» porque el objetivo, la liberación de los
pescadores, se ha conseguido. Y la vicepresidenta socialista De la Vega nos advierte
de que quienes no estemos totalmente de acuerdo con el señor Alonso, debiéramos
hacérnoslo mirar, porque somos en realidad la quinta columna de los piratas en
España. Luego cuidado, queridos amigos lectores, porque si pertenecen Ustedes a
esa especie que piensa que quizás se podrían haber hecho las cosas mejor, en
aras de la dignidad nacional, la integridad de nuestro Estado de Derecho y la
respetabilidad de nuestras instituciones, pueden entrar en la lista de
sospechosos de piratería. Como tales entrarán Ustedes todos en la lista del
SITEL en la que el ministro Fouché controla nuestros movimientos, palabras y
pensamientos para evitar desmanes del enemigo. Y automáticamente toda su
familia y su entorno entrarán en la banda de corsarios, por decisión
gubernamental, sin saberlo, sin haber blandido jamás una daga, empuñado un
Kalashnikov ni haber pisado un barco en su vida. Así están las cosas. Desde
luego, parece mentira que nuestros gobernantes se pongan nerviosos sólo porque
se les cace una mentira. Cuando se dedican casi exclusivamente a producirlas y
difundirlas. Tan nerviosos se han puesto todos que se le ha ido la cabeza hasta
al ministro que tiene fama de tener, además de estudios de ciencias, sangre de
rodaballo. Todos al parecer nos volvemos mayores. Y Fouché Rubalcaba no iba a
ser menos. Hace unos años cuando todavía ocultaba a los asesinos del GAL no le
habría pasado. Pero ayer, después de las preguntas que le dirigió el diputado
del PP, Carlos Floriano, fue hacia él como un energúmeno por los pasillos del
Congreso y le espetó, ante testigos que «veo todo lo que haces y dices». La
amenaza es tan evidente que parece una frase de Al Pacino. Pero no le falta
razón al ministro de la vigilancia y la trampa. Ve todo lo que hacemos y
decimos. Y lo utiliza como le conviene. Y el principal objetivo de querer y
poder saber todo lo que hacemos y decimos los demás ciudadanos es precisamente
lo que ayer hizo el ministro nada menos que en el Parlamento, amenazar e
intimidar. Si esto se lo hacen a un parlamentario, imagínense la capacidad de
presión que puede ejercer sobre policías y jueces, sobre políticos y
periodistas, sobre empresarios o funcionarios. Cuidado, que se lo que haces y
lo que dices. Es toda una declaración de la vocación intimidatoria y totalitaria.
Después nos dijo Rubalcaba, nervioso como nunca, perdida esa relajada presencia
de ánimo y frialdad que le dio fama, que se refería a que sabía lo que hacía
Floriano porque lo veía y oía en televisión y por radio. Querido Alfredo, ni
Floriano aparece por radio y televisión como para que sepas todo lo que hace,
ni nadie se cree que seas tan televisivo y radioyente. En ese nerviosismo del
que pierde el control, te vino sencillamente a ver Sigmund Freud. Y dijiste,
por equivocación, una verdad. Por fin una verdad, podríamos decir alborozados.
Pero nos preocupa. No porque don Alfredo vaya a seguir mintiendo después del
lapsus -lo que damos por hecho-, sino porque tanto el caso SITEL como ahora el
escándalo mentiroso de la crisis del «Alakrana» van a obligar a mentir a todo
el Gobierno en masa y, lo que es peor, van a llevar al Gobierno a forzar a
mentir a gentes que no suelen hacerlo. Porque ahora el Gobierno va a intentar
que todos los implicados, desde los fiscales a nuestros militares, mientan con
ellos o se conviertan en colaboradores de los piratas, es decir de los
españoles que no les creemos y sabemos de su indignidad. Cuando
paradójicamente, los únicos colaboradores de los piratas, sus financiadores en
todo caso, están en el Gobierno.
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