martes, 30 de septiembre de 2014

CONTRA EL ESTUPRO DE LA PALABRA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  15.10.09


MÁS de una vez hemos recordado la cantidad de efemérides que se unen por décadas a este 2009 que ya va camino del fin. Nos han salvado de escribir sobre los lamentables o nauseabundos asuntos actuales, sobre mequetrefes omnipresentes, soberbios ignaros y mucha gente sólo tristemente mala. Cuando la actualidad pública y política apesta como hoy en día en España, nada mejor que un nicho que buscar en el que esconderse. Y qué mejor oportunidad que hacerlo dentro de la Tumba de Boris Davidovich. Hoy se cumplen los veinte años de la muerte del poeta Danilo Kis, judio, húngaro, montenegrino, belgradense, parisino y tantas cosas más. Hace veinte años, cuando se hundía el mundo que él tanto había despreciado y combatido -la miseria del socialismo real que sucedió al nazismo y nacionalismo en Centroeuropa y los Balcanes-, le podían las fuerzas de un cáncer, que quebraban así a los 54 años una obra literaria tan profunda como valiente, tan aguda y tan limpia.

Con toda la autenticidad de quienes vencen al miedo desde la experiencia del terror, es muy posible que Kis no hubiera podido resistir otros avatares que en aquel año triunfal de la democracia jamás habríamos creído posible. Muchas veces pienso que muchos de los que resistieron al horror del nazismo y el comunismo hoy habrían muerto de asco ante la santificación general de la mentira y la mediocridad. Con la que pocos sufren y el cuerpo social ha alcanzado la indolencia perfecta para la falta de contestación a ese generalato de los peores. Pocos de sus grandes contemporáneos -y de las generaciones anteriores que vivieron las primeras grandes oleadas del terror total- habrían entendido cómo ha sido posible que en unas sociedades que llegaron a extremos máximos de libertad y prosperidad, la brújula moral de gobernantes y gobernados haya saltado hecho añicos.Y eso que Kis, con su «Enciclopedia de la muerte» o su «Reloj de arena», pensaba -quizá como Mandelstam- mucho más en la muerte que los demás, los luchadores desesperados por la vida y el testimonio, como Soljenitsin, Brodsky, Bulgakov u otros miles, mas o menos conocidos o totalmente ignorados, y por supuesto que los enamorados de la vida como los premios Nobel Jaroslav Seifert o Czeslaw Milosz.

Cuenta Aleksander Wat en su gran libro ahora editado por Acantilado que en la cárcel de Lvov vió cómo se portaban mucho peor, con mayor brutalidad y falta de humanidad, los intelectuales degradados por la obediencia ciega, la miseria y el trato brutal que los niños de la calle que huérfanos o separados de sus padres presos por orden del régimen soviético que, por decenas o centenares de miles estaban internados en campos de «reeducación». Los hombres de la buena vida quebraban en sus mejores instintos mucho antes que los niños de la barbarie. Hoy vemos que se cumple lo que Wat vió llegar cuando hablaba de «la dimensión nueva, sutil y opresiva del estupro del habla humana». Como Klemperer bajo el otro totalitarismo. Es decir «la palabra al servicio de la política». ¿Les suena?

HABILIDADES

Por HERMANN TERTSCH
ABC  14.10.09


Hay que reconocer que nuestros actuales gobernantes tienen unas habilidades y un desparpajo que convierten las torpezas de sus rivales casi en pecados cuando no en supuestos delitos. El desprecio del presidente Zapatero hacia todos los españoles que pedían su dimisión durante el desfile del Día de las Fuerzas Armadas y los insultos a todos esos ciudadanos que profirieron ayer la vicepresidenta y Lady Pajín, descalificándolos por supuesto como contubernio del facherío y la peor carcundia, son ya parte de la subcultura política de este país. Pero perfectamente asumida y oficializada. El mismo que utilizó un desfile para, en presencia del Rey, insultar a una nación y cultivar ese antiamericanismo entonces tan productivo, las mismas que convocaron a manifestaciones para calificar de asesinos a la mayoría parlamentaria de este país, consideran que cualquier signo de descontento contra su Gobierno sólo puede ser muestra de desagradecimiento o una conspiración de esa nueva anti-España que se han construido y que tan buenos réditos les ha dado hasta ahora. Con lo bien que nos va. Tropa de ingratos.

Con el caso Gürtel pasa igual. Aunque pueda haber sorpresas y según se tire de la manta resulte que los amigos del señor Gürtel tiene también muchos amigos entre los socialistas, incluida una íntima fontanera de La Moncloa. Resulta que los inmensos lodazales de corrupción que son las socialistas Andalucía y Cataluña aparecen como si fueran comunidades calvinistas. Y Madrid y Valencia poco menos que la cueva de Luis Candelas. Pero no debe extrañar ante la maña que despliegan quienes tendrían que pararles los pies. La oposición se debería dejar de pijerías y disculpas y dedicarse a las cosas serias. Véase el Faisán. Pero se dejan liar hablando de trapos cuando de lo que se debía hablar es de traición.

DEL ALCÁZAR Y ALGO MÁS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  13.10.09


NO se preocupen ustedes que no les voy a hablar del Premio Nobel de Barack Obama. Sé de formas aún más contumaces de hacer el ridículo. Y sin emboscarse detrás de una academia que parece dedicada a hacernos reír desde hace tiempo. Escandinavos serios, educados y bien pagados, jugando a ser Almodóvar. Quienes creímos que con la mamarrachada de Al Gore habían conseguido su hito máximo nos equivocamos. Cobardes, cretinos y pelotas. El perfil del éxito hoy en día. Insultan a los Soljenitsin -al maravilloso Aleksandr Wat no lo conocen, se lo recomiendo, un nuevo impagable libro de Acantilado de las conversaciones del polaco Wat con el Nobel Czeslaw Milosz, titulado «Mi siglo»-. Por eso hablaremos de otros tiempos. Después de convertirnos las vísperas del Día de la Hispanidad en el desfile del orgullo indigenista, al menos hemos tenido un desfile de nuestras Fuerzas Armadas. Pese a todas las componendas escenográficas, el Gran Timonel no ha podido evitar que le expresaran lo que piensan de él gran parte de los familiares de los militares. Y además hemos tenido alguna publicidad en la que nuestras Fuerzas Armadas salían armadas y no cocinando con Ferrán Adriá y revolando con Concha Velasco. ¿Mala conciencia por nuestro último caído en guerra, nuestro cabo Cristo, que llamándose así, tuvo que querer ser bautizado antes de morir? Quién sabe. ¿Y el pobre Cristo que quiso bautizarse agonizando? ¿Víctima de los talibanes de allí y también un poco de los de aquí, de los que te insultan si crees en Dios, si te bautizas, si haces la comunión? Elegante es alquilar una finca para un bautizo civil. O hacer una comunión civil y muy, muy laica, en el Palace. Sabemos de algunos. Que después se quejan de que la boda de un dueño de la empresa que embarranca es una cursilada.

Con motivo del Día de la Hispanidad y como permanente consuelo al escaso respeto que en la vida cotidiana se tiene con nuestras fuerzas armadas y la Guardia Civil -véanse cuarteles, casas cuarteles y salarios-, nuestra ministra del ramo aparece por doquier en la prensa, incluso con libros en la mano y globos terráqueos al fondo. Y nuestra querida ministra -cuyo marido escribe bien, sabe hacer negocios y debe mandar y desde luego saber, como jefe consorte del CNI, casi tanto como nuestro Fouché Rubalcaba-, nos habla de la contundencia con que se emplea nuestro ejército en Afganistán. Ese ejército que tiene que dejar, humillado, que sean otros los soldados que vayan a por los verdugos de nuestro cabo Cristo, el que se bautizó antes de morir. Supongo que eso a la ministra no le sentaría nada bien. Ni que se bautizara ni que fueran americanos y afganos los que mataron a los asesinos del cabo. Nosotros somos buenos, pacifistas y no podemos faltar a los enemigos en Afganistán, sólo al facherío español. Por eso la ministra nunca ha pedido perdón ante los soldados muertos por España por haber dicho que ella era como aquel difunto Rubianes que se cagaba en la puta España, y recomendaba que los que creíamos en ella nos metiéramos esa España por el culo. Lo siento por Rubianes. Nadie tiene que morir por ganas de insultar. Pero no lo siento por la ministra. Sus palabras están grabadas. Y todos los que ayer desfilaron debieran tenerlas en su I-Pod para sonreír cuando ella saluda a las tropas. Pero déjenme que se lo cuente con ese universo intelectual tan fantástico de la ministra. Dice que el asedio al Alcázar de Toledo -sabrán de lo que hablo- hay que «recordarlo pero no exaltarlo ni glorificarlo». Para recordarlo, lo mejor, al parecer, es hacer desaparecer todo lo que recuerde a aquella auténtica gesta, comparable por cierto a otras de otros españoles republicanos. Pero exaltar o glorificar la lucha de quien cree, tiene honor y lo defiende hasta la muerte debe ser una chorrada, ¿verdad, querida ministra? Así es como se manda a nuestros compatriotas a la guerra. Sin decirles adonde van y despreciando la victoria.

CANTO CONTRA LA HUMILLACIÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  09.10.09


En un país como el nuestro en el que los comunistas irredentos son tantas veces aclamados, en el que ser anticomunista resulta un estigma y Santiago Carrillo, amigo y protegido de Nicolae Ceaucescu es asesor áulico en historia y cultura para el Gobierno y la prensa amiga, no debe extrañar que Herta Müller sea una extraña.

La nueva Premio Nobel de Literatura no es en ningún modo como una Elfriede Jelinek, austriaca excéntrica y torturada pero divertida para el estamento cultural de toda esa intelectualidad culpable de su larga complicidad o al menos condescendencia para con los regímenes de terror del comunismo. Herta Müller escribe como testigo de un mundo sucumbido que es el de la cultura alemana en Rumanía, en Transilvania y el Banato, donde ella nació hace 56 años. Müller escribe, en su prosa como en sus poemas muchas veces cuasi infantiles, desde la ingenuidad y la sobriedad, sobre la intransferible experiencia de la humillación y del miedo. Herta Müller vivía como profesora de alemán cada vez más presionada por la Securitate. En 1985, cuando Ceaucescu necesitaba dinero real, marcos y dólares, para sus planes megalómanos, fue vendida como tantas otras decenas de miles de alemanes suavos y sajones a la República Federal de Alemania. Fue un negocio digno por parte de Bonn, que pagó decenas de miles de marcos por cada alemán que había mostrado su voluntad de abandonar el país donde habían vivido sus ancestros cientos de años. Fue una prueba más de la miseria moral del régimen de Ceaucescu. En cuanto llegó a la libertad en Berlín oeste se desplegaron las alas y la pluma de esta mujer que lleva el dolor de la niñez, la experiencia de la esclavitud y la vivencia de la humillación tatuada en su prosa. Buen premio éste a una gran escritora con mucho que contar.

LAS ABUELAS ENGAÑADAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  08.10.09


LA abuela del cabo Cristo Ancor Cabello Santana, muerto ayer en las cercanías de Herat, en Afganistán, se debía de sentir muy orgullosa cuando el nieto al que crió, ya suboficial del Ejército, partió hacia ese país remotísimo -que probablemente no sepa encontrar en el mapa- a ayudar a otros niños pobres a sobrevivir, a llevarles agua y comida y a arreglarles las escuelas. Seguro que en los últimos días la abuela, Concepción López, se había emocionado al ver el anuncio del Ministerio de Defensa con motivo del Día de las Fuerzas Armadas. Todos esos chicos y chicas felices ayudando al prójimo mientras vuelan con famosos y prueban nada menos que la comida de Ferran Adriá, como si fueran a repartir leche a un colegio de barrio, a conocer mundo y después al Bulli a comer con celebridades. Por cierto, que la muerte de Cristo Ancor es un momento trágico, pero muy oportuno y adecuado para retirar de inmediato esa propaganda mentirosa y edulcorada que ese Ministerio se ha permitido difundir para confundir a sus compatriotas. Ni un arma, ni un enemigo, por supuesto ni un tiro, ni un atisbo de miedo ni de inquietud. Y por supuesto, ni una palabra sobre las necesidades del Ejército para cumplir unas misiones que se les encomiendan sin el material ni la información necesarias. Es cierto que se han acostumbrado, desde La Moncloa a la última secretaría de Estado del último y más inútil ministerio, a utilizar nuestro dinero para mentirnos, pero si existe todavía un atisbo de decencia y vergüenza, sería de desear que no se les vuelva a ocurrir emitirlo ni antes ni después del lunes. Por mentiroso y obsceno. Por ofensivo ante la situación real de nuestras Fuerzas Armadas aquí en España, allí en Afganistán, en el Líbano y en cualquier otro punto del mundo.

«Le dijeron que iba en misión humanitaria y le llevaron a una guerra», se lamentaba la abuela ayer tras saber que Cristo había sido la víctima mortal de la mina que estalló al paso del antediluviano blindado BMR y que hirió a otros cinco compañeros. Ha sido precisamente esa mentira que la abuela se creyó, y muy posiblemente su nieto también, la que ha llevado a las tropas occidentales en general, pero muy especialmente a las nuestras, a la penosa situación en la que se encuentran. Perdiendo una guerra que se había ganado. Eso sí, los campeones en la mentira, fruto de la contradicción insuperable en que se hallan, son nuestros gobernantes. La cosa puede ir a peor y las abuelas españolas deberían ser muy conscientes. Por indecisión, cicatería y el obstruccionismo a todo lo que saliera de la Casa Blanca durante la era Bush, la OTAN pierde continuamente terreno ante los talibán y ante unos señores de la guerra que siempre estarán con el que tenga voluntad de ganar. Y esa sólo la demuestran nuestros enemigos.

GENTUZA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  07.10.09


Resulta que se ha levantado el secreto de un tercio del sumario del caso Gürtel y hay en él infinidad de miserias, descifrables según convenga. Claro está que una serie de gente en el Partido Popular ha tratado en demasía con rufianes muy parecidos a los que los socialistas han tenido desde que impusieron en las costumbres internas la cultura del «convoluto». Que gentuza de esa calaña -y esa verborrea soez- haya tenido tanto acceso a políticos, electos o no, pero de responsabilidad, resulta desolador. Y estupefaciente resulta que ante esta avalancha de información -falsa, manipulada o no, pero parte de un sumario-, Mariano Rajoy ayer no creyera oportuno más que soltarnos obviedades sobre Garoña que los únicos que niegan son los ideólogos del zapaterismo del «ecocamping». No vamos a pasar por alto todo lo que es la oportunidad de esta apertura parcial del sumario. Ni la forma en que estas revelaciones parciales dejan al Gobierno dos tercios de sumario a su disposición para seguir utilizándolo de abrevadero dosificador de sus intrépidos motoristas-periodistas. Para cuando convenga. Cuando nuestros compatriotas comienzan a darse cuenta de la ruina que se nos viene encima en ese futuro glorioso en el que nos ha embarcado el eterno adolescente. O ahora que, paradojas, cuando desentierran a Lorca en contra de la voluntad de su familia, dan sepelio al Faisán, con enterradores todos tan cercanos a Fouché. Habrá que estudiar bien el sumario entero cuando tenga a bien el poder compartirlo con sus súbditos. Pedir transparencia al aparato del Gran Timonel es una ingenuidad. Exigirle a Rajoy que limpie el partido de amiguetes de dicha gentuza es pedirle que deje de dar bazas a quienes no son adversarios sino enemigos.

EL FAISÁN Y EL ALACRÁN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  06.10.09


HAY que quitarse el sombrero ante la diligencia y premura que ha mostrado el juez Baltasar Garzón para reclamar a los piratas detenidos en el secuestro del pesquero bermeano Alakrana. Incluso en los momentos de zozobra que vive y que podrían poner fin a su carrera judicial, esta toga tan manchada por el polvo del camino de la política, no corre sino vuela. Cuando le apetece. Vamos a ver qué pasa finalmente con el Alakrana, secuestrado fuera del llamado perímetro de seguridad impuesto para pescar. Son muchos los que parecen querer culpar ya a los secuestrados. Y ya se oyen por ahí voces que sugieren que los piratas son en general unos patriotas somalíes que defienden su riqueza pesquera del expolio de los pesqueros extranjeros en aguas internacionales. Tiene sus riesgos esa prisa de Garzón y la fiscalía de la Audiencia Nacional por traerse a los piratas para España. Porque ya veremos en qué quedan las negociaciones y cuáles van a ser las cesiones que este Gobierno de España va a hacerles a los piratas. Tendría gracia que una vez aquí los dos filibusteros hubiera que pagarles, unos meses más tarde, los vuelos de vuelta como propina del rescate que cobrarán sus camaradas. Que volverá a ser, como en casos anteriores, una magnífica inyección de medios y prestigio para la industria del secuestro. Y cargará de razones a los pesqueros del País Vasco, nunca muy entusiastas de ondear la bandera nacional, para poner cualquiera menos la que tienen el deber de llevar bien visible. Quien haya visto en los últimos años alguna bandera española en los barcos atracados en los puertos de Bermeo, Ondárroa o Pasajes que nos lo cuente. Ya está claro que llevar la bandera española en aguas internacionales en ciertos caladeros es más peligroso que llevarla en la solapa en el Goiherri.

Pero ya que hablamos de las prisas y diligencia del juez Garzón y la fiscalía con el caso del barco con nombre de un bicho más bien molesto, el alacrán, recordemos otro caso con nombre de animal, magnífica vianda y ave simpática, el faisán. Porque aquí es donde está el escándalo mayúsculo que también tiene que ver con ese relativismo moral de la tradicional política de apaciguamiento de este Gobierno. El mismo día en que Garzón y la fiscalía hacen este ejercicio de premura, el fiscal Javier Zaragoza ha pedido el archivo del caso Faisán, un caso con tres imputados que lleva más de tres años dormido -escondido- en el despacho del frenético togado estrella. Supongo que alguien se acordará. Era en plena tregua, cuando Otegui era un hombre de paz, Josu Ternera un personaje solicitado y nuestro Gran Timonel entendía las motivaciones de los jóvenes abertzales. El propietario del Bar Faisán de Irún, Joseba Elosua, recibió un teléfono de un desconocido. A ese teléfono le llamaron para advertirle que no debía mantener una reunión proyectada con los jefes del aparato financiero de ETA porque estaba siendo vigilado. Así se frustró la detención de los terroristas que tenía proyectada el juez Fernando Grande Marlaska. El sumario fue declarado secreto y lo único que se ha sabido de aquel caso fue el auto emitido por Garzón para eliminar las sospechas que recaían sobre el ex comisario Fernando Mariscal, que era jefe de seguridad del PSOE. Ahora dice la fiscalía que olvidemos la cuestión. Cuando la cuestión es ni más ni menos si hubo colaboración entre miembros de las Fuerzas de Seguridad y ETA para evitar detenciones en pleno idilio de la paz perpetua. Este intento de enviar al olvido ese sumario que tiene Garzón es probablemente uno de los mayores escándalos desde el GAL. Porque todo apunta a que miembros de la Policía colaboraron con la organización terrorista por orden del Gobierno y para conseguir sus objetivos políticos. Si un Gobierno es capaz de esto, es capaz también de utilizar a la Policía contra la oposición. Y es capaz de todo.

DE LAS TRAMPAS ENTRE SOCIOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 01.10.09


QUEDA muy feo hacer trampas a los amigos. Y no arrepentirse de pequeño de los engaños a los amigos suele llevar de mayor a hacer trampas en el juego de cartas, probablemente una conducta más rufián que estafar a los bancos. En la política, como en la guerra, suele aceptarse el engaño como un mecanismo más de imponerse. Pero no el engaño al amigo, socio o aliado para lograr ventajas o favores del enemigo. Eso es peor que hacer trampas jugando a las cartas. Es cierto que los países aliados no lo son por amor, sino por conveniencia e intereses comunes. Y que nunca los miembros de una alianza lo comparten todo. Muchas veces en la historia, intereses particulares han generado tensiones en las alianzas, incluso las han roto. Pero mientras éstas existen, sobre todo entre países aliados en libertad, resulta muy poco elegante, por no decir una vileza, engañar al que lucha a tu lado, en la trinchera común. No vamos a hablar aquí de ejemplos lejanos en la historia. Ni siquiera de aquellos intentos de Francois Miterrand y Margaret Thatcher de buscar en Moscú un acuerdo que impidiera la reunificación alemana, a espaldas de su socio Helmut Kohl. Ni comentaré el llamamiento de Zapatero a los aliados a desertar de Irak, ni la fuga militar sin previo aviso de aquel país como de Kosovo.

Pero ahora suceden cosas muy extrañas. Hoy comienzan las negociaciones en Ginebra en las que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania intentarán persuadir a Irán de que ponga fin a su programa nuclear. Y ayer, los servicios de información del Reino Unido hicieron público un informe según el cual Irán tiene muy avanzado el plan y está diseñando ojivas nucleares para los cohetes de que dispone. Estos llegan a gran parte de Europa, pero también a Israel, ese estado que el régimen de Teherán promete destruir. Este informe está en sintonía con estimaciones de la administración Bush y con algunas israelíes. Pero es radicalmente opuesto a los informes de la administración Obama, que quitan importancia y urgencia a los avances del programa iraní. A Obama le venía muy bien un informe tranquilizador para paralizar el escudo antimisiles proyectado por su antecesor en Polonia y la República Checa. Tal como hizo. A sus aliados afectados los informó del hecho consumado con una llamada telefónica, pasada la medianoche. Se granjeó así grandes elogios de Moscú, que había escenificado gran indignación aun consciente de que el escudo no le afectaba. Ayer, la UE emitió un informe sobre la guerra en Georgia, en la que culpa a Tiblisi del comienzo de las hostilidades. Y menciona algo las provocaciones rusas y el hecho de que Rusia tiene ocupada la región georgiana. Moscú ha celebrado el informe como otro gran triunfo. Pero los amenazados por Irán y Rusia tienen motivos para moderar la Obamania.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

BAD GODESBERG

Por HERMANN TERTSCH
ABC  30.09.09


Podría interpretarse como una broma macabra de la historia. Una larga y fructífera aventura política que inauguraron Willy Brandt, Herbert Wehner y Helmut Schmidt en Bad Godesberg parece concluir con la caída de la socialdemocracia en Europa y el resurgir de grupos izquierdistas antisistema. El próximo día 15 de noviembre se cumple el medio siglo del célebre Congreso extraordinario del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) celebrado en esa bella localidad ribereña del Rin, cerca de Bonn. Los socialistas alemanes se veían ante ciertos hechos consumados. Alemania había quedado dividida en dos estados. La República federal -fundada en los territorios ocupados por EEUU, el Reino Unido y Francia- era una república libre y democrática de corte occidental. La llamada República Democrática (RDA) era lo contrario a lo que indicaba su nombre: una dictadura soviética dependiente de Moscú. Por orden del Kremlin, el SPD se unificó allí con el Partido Comunista (KPD) para formar el Partido Socialista Unificado (SED) que gobernó hasta la caída del muro. Los socialdemócratas que vivían en libertad en Occidente dieron su respuesta el SPD en Bad Godesberg. Allí, su brillante liderazgo escenificó la ruptura con el marxismo, su condena al comunismo y la superación del concepto de lucha de clases para formar una opción de izquierdas interclasista que rechazaba el frentepopulismo para cambiar el sistema. Hoy estamos en plena regresión. Si en unos países surgen partidos izquierdistas que disputan el voto a la socialdemocracia y la legitimidad al Estado de Derecho. Aquí esas fuerzas antisistema parecen haber secuestrado al PSOE desde dentro. Gobierna el partido. La socialdemocracia agoniza. Triste que lo construido por gentes como Brandt, Schmidt o Wehner acabe en manos de Zapateros, Aidos y Pajines.

KRUPSKAYA Y LA SUMISIÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  24.09.09


TODO el mundo sabe a estas alturas que en la dirección del Partido Socialista existen, y son cada vez más, los individuos que están inquietos, cuando no asustados, por la deriva personal y política de su líder máximo. Aparte de que estén alarmados como cualquier ciudadano por la situación general, la consideren o no consecuencia de esa forma de gobernar que el sociólogo José Ignacio Wert llama «adanista, oportunista y cortoplacista». Y todo el mundo tiene que estar ya aburrido de escuchar las reafirmaciones de unidad absoluta, entusiasmo y adhesión que los dirigentes socialistas andan pregonando por todas las esquinas. Pero en el anonimato con amigos, no son pocos los que dicen que «al jefe se le ha ido la olla». En éste u otros términos más científicos. Es imposible que, en un colectivo tan grande como el de los altos cargos y miembros de los órganos del Partido Socialista, no haya mas individuos -muchos más que tres ex ministros y algún ex barón cabreado-, que duden de la aptitud, de la competencia y capacidad de Zapatero. Esta sumisión se debe en parte a la liquidación de facto de órganos de control. Desde su elección como secretario general del PSOE y especialmente desde su victoria electoral, Zapatero sólo ha promovido a personajes, muchos perfectamente inverosímiles en puestos de responsabilidad, que le deben cargo, sueldo y presencia exclusivamente a él. Después está el miedo a la represalia. La ristra de cadáveres políticos que flanquean la senda política del Gran Timonel no tiene parangón. Es resultado de una purga política paciente y silenciosa que ha acabado con las vidas políticas de socialistas que tenían peso político e identidad propia. Los arrogantes jovencitos que ocupan el asiento trasero derecho -delante chófer y escolta- de los cientos o miles de Audis oficiales que surcan las calles y carreteras españolas, no son en esencia funcionarios del Estado ni del partido. Son tropa privada del inquilino (?) de La Moncloa. Tropa dispuesta a todo para preservar Audi, chófer, escolta, cargo y salario jamás imaginado. Resulta curioso que, con métodos por supuesto incomparables, a Stalin le costara más años que a Zapatero acabar con los órganos de control del partido. Y del Estado, porque la unanimidad vergonzosa del Consejo de Estado, con miembros que destacaron en su oposición al aborto aplaudiendo la nueva ley demuestra que en las instituciones también se ha consumado la operación. Tenían más conciencia y dignidad los soviéticos. Años después de la muerte de Kirov aún se levantaban voces discordantes. Los medios no son los mismos. Los mecanismos, sí. Sólo se exige sumisión plena al jefe. Sin más requisitos, ni de aptitud ni de mérito. Quien rompe la máxima, desaparece. Todos son prescindibles. Como le hizo saber Stalin a la Krupskaya cuando ella comenzó a criticarle: «Díganle que si sigue desobedeciendo, estamos dispuestos a encontrar otra viuda de Lenin».

LA CENICIENTA EFICAZ

Por HERMANN TERTSCH
ABC  23.09.09


Estaban todos buscando un joven aguerrido, brillante y divertido, un político al uso con fotogenia. No tenía que ser ni Kant ni Adenauer, ni gran pensador, ni gran estratega, ni siquiera un gran táctico como Helmut Kohl. Necesitaban a alguien que diera bien en televisión. Hubo algunos que mostraban maneras. Y se mostraban muy seguros de que serían el sucesor de un Kohl que había dejado la secretaria general de la CDU tras la amarga derrota que ponía fin a sus dieciséis años en el poder. Todos se quedaron por las cunetas. El SPD había ganado las elecciones y el nuevo canciller era el socialdemócrata Gerhardt Schröder. Los democristianos alemanes veían ante sí una larga travesía por el desierto y una lucha por el poder en la que eran claros favoritos los barones de los grandes estados federados. Pues entonces llegó una señora, de aspecto más bien tedioso, y arrolló. Cierto, había sido ministra de la familia con Kohl en su última legislatura. Pero nadie la había tomado en serio. Sus rivales deberían haberlo hecho porque ninguno volverá a tener oportunidad de medirse con ella. Hablamos, por supuesto, de Angela Merkel, la tímida física hija de un pastor protestante que en pleno postestalinismo decidió irse a cuidar a sus ovejas en la Alemania comunista, cuando todos huían de allí. La diplomada en física, de aspecto tímido y crecida en el régimen de Honecker. Merkel sigue arrollando y es ya un fenómeno político. Es el primer canciller en la historia de la RFA que sabe que volverá a repetir cargo antes de que se celebren las elecciones. La cenicienta eficaz convertida en la mujer más poderosa del mundo.

LA GLORIA, LA LENGUA Y EL COCOTERO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  22.09.09


ME colma de felicidad enterarme de que el que fuera presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, Juan José Ibarretxe -asumido por fin el hecho de que su cargo no era vitalicio-, ha encontrado un trabajo digno. Aunque lejos de la patria siete veces milenaria, lo que es muy doloroso, no va en las condiciones del «emigrante» que cantaba con la voz de Juanito Valderrama. En el lejano Puerto Rico, nuestro otrora «lehendakari» o caudillo de vascos y vascas, impartirá clases bien remuneradas en la universidad. Y lo hará en esa lengua que él tuvo la suerte de aprender razonablemente bien, antes de dedicarse en cuerpo y alma a impedir que pudieran hacerlo las siguientes generaciones de lo que considera su tribu. La lengua española, tan generosa ella, se encargará de garantizarle las habichuelas y posiblemente algún capricho a quien la ha perseguido tan implacablemente. Si nuestro querido Juan José hubiera sido condenado en su juventud a escolarizarse en vascuence ondarrés y hacer la carrera en euskera batúa, sospecho que en Puerto Rico sólo podría haberse dedicado a abrir los cocos para los turistas -no está para subir al cocotero a buscarlos- u organizar paseos en bicicleta para jubilados.

Ibarretxe es un hombre afortunado. En estos momentos no es asunto fácil encontrar trabajo, como saben bien más de cuatro millones de españoles -muchos de ellos vascos-, que pronto serán cinco, gracias a la habilidad de esos dos genios que rigen nuestro presente y futuro laboral. Son el presidente Rodríguez Zapatero y su vicepresidente en la sombra, ese genio economista que se llama Cándido Méndez. Juntas, estas dos mentes luminosas nos preparan para eso que llaman ahora una economía sostenible. No se rían por el término. Va en serio. Por el camino que vamos, llegará a sostenerse porque existe una ley física que hasta los niños saben irrefutable y que dice que «lo que se cae, del suelo no pasa». Eso sí, cuando se caen y el golpe es como el que se nos avecina, las cosas suelen romperse. Más aún de lo que están, aunque no lo crean posible, dada la montaña de pedazos de loza sobre la que vivimos ya. Ahora dice nuestro presidente en la revista «Newsweek», en uno de sus arranques de buen humor, cada vez más infrecuentes, que con salir a la calle se ve que España no se hunde. Si se refiere a que la Granja de San Ildefonso aún no es puerto de mar, pese a los augurios de su amigo, el Midas milenarista Al Gore, nuestro Gran Timonel tiene razón. Lo malo sería que «Newsweek» se pusiera a preguntar y escuchar. Pero eso son cosas que nuestro líder cree que, como no las hace él, no las hace nadie. Ya sabemos que él no tiene problemas con las contradicciones, vulgaridades de antaño. Pero resulta chocante que, si tan bien van las cosas en España, los ricos, los poderosos, los avariciosos y los fachas españoles sean unos canallas y además responsables de la situación. Pues apláudales y no les insulte.

Están tan bien las cosas que cada vez son más los políticos que, como Ibarretxe, emigran de la cosa pública. Unos asqueados por el trato recibido y otros por si acaso. Todos tienen en común que encontrarán trabajo. Mientras, el partido y el Gobierno comienzan a parecer una tropa que teme más a la cola del INEM que el resto de los españoles. Evitan cola y madrugón con loas al jefe como un coro de ursulinas en la Ejecutiva federal. Imagínense no ya que se impone el sentido común y los socialistas acaban inhabilitando a Zapatero, cuando los parados acampen por miles ante y por la Casa de Campo, sino que el tripartito catalán pierda el poder. Al paro irían criaturas como Benach, el tuneador o Montilla o Puigcercos. Esos sí tendrían que irse a abrir cocos a Puerto Rico. Y disfrazados. A saciar la sed de Ibarretxe y demás hispanohablantes. La escena merecería un viaje.

LA CARTERA DE DON CAYO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  17.09.09


CAYO Lara, el nuevo dirigente de Izquierda Unida, dice que si se ilegaliza a las organizaciones terroristas habría que pensar en hacer otro tanto con el Partido Popular por apoyar la intervención militar en Irak o por no condenar a Israel. Después hace una cerrada defensa de la dictadura castrista en Cuba con las habituales monsergas comunistas. El señor Cayo Lara ha llegado a la presidencia de IU a intentar disputar la izquierda radical a los socialistas. La agonía que los comunistas han sufrido bajo la dirección del -más que submarino- funcionario de sucursal del zapaterismo que es Llamazares ha dejado a IU hecha unos zorros.

Pero lo va a tener difícil Cayo Lara. Tendrá que tensar más la cuerda y la palabra. La empatía con los carceleros del régimen cubano, el entusiasmo mal disimulado por el milico izquierdista de Hugo Chávez o la agitación contra los ricos y los judíos de Wall Street e Israel son carteras que le ha robado a los comunistas Zapatero. Y que piensa quedarse. Ni la criminalización de la oposición democrática es ya original. Nada tan bonito como la exhortación del presidente del Gobierno a «limpiar de caciques los despachos» como antes «habían limpiado las playas del «Prestige». Y debe deducirse que no se refería ni a Touriño, el gran mecenas con dinero ajeno, ni a toda la tropa de zascandiles tuneadores, decoradores y horteras que su partido y sus socios han instalado en todos los cacicatos en los que gobiernan. Por eso la escalada verbal tendrá que proseguir. Cayo Lara tendrá que esforzarse. ¿Adónde llegará? Quizá pronto haya de pedir la apertura de las checas para perseguir a banqueros, fascistas y quintacolumnistas. Y acciones de un tribunal especial contra los saboteadores. Además de llorar un poquitín contra la traición del Kerensky de León, a ver si le araña unos cuantos votos bolcheviques. Renacidos en las próximas elecciones. O quizá proponga Cayo Lara viajes de ida hacia los alrededores de Madrid como los organizados antaño por el venerado santo laico de la izquierda española.

Zapatero no se lo va a poner fácil. El discurso del resentimiento es suyo. Y desde el poder cunde mucho más. Se es Gobierno de España y nacionalista antiespañol, Estado y movimiento antisistema simultáneamente. La intensidad de este discurso no puede sino aumentar cuando pasemos de la marejada a la mar arbolada hacia la que, con más obcecación que pulso firme, nos dirige el Gran Timonel. El sólido buque que decía capitanear tiene ya tantas vías de agua que deberá recurrir a la retórica más dura -y a lo que sea, como suele decir- para intentar disuadir de motines a bordo. Cayo Lara lo tiene crudo para marcar la diferencia. Fíjense si no lo tendría fácil asumiendo la defensa de los cientos de puestos de trabajo en la industria aeroespacial que nos costará la angustiosa compra que hizo Zapatero de su inútil presencia en la pasada cumbre del G-20. Pero Cayo Lara quiere la batalla ideológica. Y ésa la tiene perdida. El capitán, hace un año aún el campeón de la sonrisa, tiene ya un rictus capaz de dar miedo a un legionario. Y una retórica que ningún totalitario comunista puede robarle.

LA GUERRA CRUEL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  16.09.09


¿Cuántos muertos puede soportar una sociedad democrática en una guerra que oficialmente no existe? No digo muertes de soldados propios que llegan en ataúdes desde tierras que no conocían ni los muertos ni sus compatriotas. Hablo de muertos en general, que es lo que las contiendas producen. La guerra es una monstruosidad siempre. Conlleva tragedias e injusticias por necesaria y justa que sea. Pero a la guerra se va con voluntad o esperanza de ganar. Así ha de ser. Y quien asume los muertos propios tiene que poder asumir los ajenos. También los no combatientes. Todo esfuerzo es poco para impedir muertos civiles. No era el caso en otras guerras ni lo hace nuestro enemigo. Sí en Afganistán e Irak. Los soldados occidentales asumen riesgos -y mueren- para no matar a civiles. Pero mueren civiles. Siempre. Que aviones alemanes bombardearan dos camiones de combustible que los talibanes les habían robado es un acto legítimo de guerra. Aunque junto a setenta talibanes murieran una treintena de civiles. El material robado habría servido para causar muchos más muertos. Sobre todo afganos. Los golpes de pecho de la OTAN son por tanto ridículos. Sólo demuestran la hipocresía de quienes quieren ocultar la guerra y sus inevitables consecuencias a sus electorados. Supongo estas líneas dispararán mi fama de desalmado. Pero creo firmemente en que esa guerra tiene que ganarse. Y nadie debe retirarse hasta lograrlo. La victoria del enemigo nos traería la guerra, tarde o temprano, hasta nuestras ciudades.

TONTO ÚTIL DE LA SINIESTRA ALIANZA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  15.09.09


CUENTAN que el empresario venezolano Gustavo Cisneros, no sin motivo amigo de Felipe González, tuvo recientemente una conversación poco amable con nuestro presidente. Fue a La Moncloa con ánimo de intervenir ante Zapatero para impedir la faena que éste iba a hacerle -y le hizo- al Grupo Prisa. Llegó a instancias de González y del patrón de éste, el magnate mexicano Carlos Slim. La cosa no salió. Al final, Cisneros le dijo a Zapatero cuatro verdades. Dichas en otras palabras son estas. Que en las relaciones internacionales juega el papel propio de un chico de León que no habla idiomas. Que él no invertirá ni un euro en España porque recuperarlo es casi quimera. Que España va camino a la ruina. Y que si quiere ser «el Chávez de Europa». ¡Qué pena que Prisa, González, Slim, Cisneros, Almunia, Sevilla, Solbes y tantos otros, que tanto pudieron hacer para evitar el desastre, lo intenten cuando es demasiado tarde! Porque el Gran Timonel ya no escucha a nadie, ni dentro ni fuera de La Moncloa. El País anunciaba ayer «desconcierto» en el PSOE. «Zapatero toma cada vez más decisiones en clave absolutamente personal. Antes consultaba algo, ahora casi nada», dice el amigo defraudado. La falta de coraje de políticos y fuerzas sociales para pararle los pies al pequeño Nerón, la impotencia de la oposición y la desestructuración de esta sociedad (in)formada por basura tóxica, convierten nuestra crisis en tragedia nacional.

Pero hay otras aventuras del Gran Timonel que deben aterrarnos tanto como nuestra creciente pobreza y descomposición como estado moderno. Nuestro desprestigio entre las democracias desarrolladas va parejo a los intentos de dictaduras de integrarnos en sus estructuras. Zapatero ahí se siente cómodo. Los más ilustres invitados en estos días en España han sido Hugo Chávez y Evo Morales, dos caudillos seguidores de la Cuba castrista -nuestra dictadura favorita-. Don Hugo llegó de Rusia y don Evo sigue camino hacia allá. Ambos para comprar armas y reforzar una alianza entre países que tienen en común la falta de libertades de sus ciudadanos y su voluntad de coacción sobre democracias soberanas. Ayer Zapatero se fue a Rusia como invitado estrella de una espectral Conferencia sobre «Estado Contemporáneo y Seguridad Global». El objetivo de dar libertad a Rusia para restaurar su hegemonía sobre lo que fue la URSS, dejando a Georgia, Ucrania y otros a su merced. El chantaje recaería pronto sobre Centroeuropa. Y de extender el «nuevo socialismo» por Iberoamérica y el Tercer Mundo. Irán también participa a través de Chávez. Zapatero es el perfecto «tonto útil» para esa nueva alianza totalitaria. Despreciado en las democracias, vulnerable al halago de los dictadores. Por eso, no sólo estamos ante el hecho casi consumado de nuestro desenganche del tren del progreso europeo sino en el umbral del ingreso en una siniestra alianza contra la libertad y la democracia.

NUESTRO PRESIDENTE FELIZ

Por HERMANN TERTSCH
ABC  10.09.09


EL señor presidente de nuestro país, tan afortunado éste por tenerle, está harto de tanto aguafiestas que no quiere entender la implacable lógica y coherencia que han caracterizado sus decisiones políticas y económicas en los últimos meses y años. Y que insensatos ellos, se muestran insatisfechos. Se rebela el señor presidente contra tanta incomprensión e ingratitud, pero sobre todo contra esa ceguera de tantos españoles que no acabamos de entender la bondad del progreso por enrevesados que sean sus sendas. Solía decir Joseph Roth que el cretinismo de la humanidad tenía su mejor reflejo en la fe en el progreso propio. No debe tomarse por una ofensa al señor presidente porque Roth tuvo a bien morirse antes de que naciera Zapatero. Y el señor presidente no tiene tiempo para leer a Roth ya que es bien conocida su afición al exhaustivo trabajo de estudio y lectura de papeles referentes a nuestro bien común. El señor presidente, quizás por su irrefrenable apetito por el estudio de dossiers y análisis sesudos, sabe que es él quien tiene razón y que los demás están equivocados. O peor aun, actúan de mala fe para intentar desprestigiar o incluso sabotear su gran obra, su objetivo de convertir nuestra patria en un gran país abierto y feliz en el que todos los ciudadanos vean la realidad con su desenfado, su mucho y hondo sentimiento, su optimismo potente, capaz de mover, reconvertir y transformar cifras, datos o hechos con la misma facilidad con que, si quisiera, movería montañas. El señor presidente, nos lo demostró ayer en el Congreso, es todo un hombre que también sabe cabrearse cuando es necesario. A veces da incluso la impresión de que cae en la tentación de utilizar los recursos verbales de sus mamporreros a sueldo. Sólo sucede cuando comprueba, muy a su pesar, que no le basta con la ternura y la fantasía para lograr adhesiones y sumisiones. Por naturaleza el señor presidente -nadie lo duda- es un bendito. Pero no un ingenuo y sabe de la maldad ajena. Por eso iba ayer tan preparado como suele ir a los sitios. Con un discurso de agradecimiento a sí mismo por el feliz devenir del presente. Con una exhortación a todos los presentes a compartir con él la satisfacción por los logros habidos y el entusiasmo por los que se avecinan. Y el folio de descalificaciones e insultos para los menos sensatos de los oradores y la audiencia. Si se quiere «hacer el bien a toda costa y como sea» -así rezará el lema del escudo heráldico de su estirpe- hay que hacer frente a esa maldad de los enemigos del progreso que ayer quedó de nuevo demostrada. Estuvieron impertinentes hasta los aliados, obligados a estar agradecidos por la infinidad de dádivas que les ha transferido del saqueado patrimonio común de los españoles. Tiene pelotas que ahora le vengan los beneficiarios del reparto del botín y le acusen en público de no hacer bien las cosas. Incluso de no saber hacerlas. Debieran estarle agradecidos todos de que les desvele algunos planes. Aunque como gran estadista no les diga que aun los cambiará varias veces.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

INTERCLASISMO TV

Por HERMANN TERTSCH
ABC  09.09.09


No podía ser de otra forma en este país en el que la envidia es el sentimiento supremo y el victimismo la moda imperecedera. Me refiero al entusiasmo que ha generado en muchos medios el hecho de que los actos vandálicos de Pozuelo se produjeran en una población de clase media alta, «en un pueblo rico». Surge el perezoso ingenio para forjar términos como «pijoborrokas» o «pijolandia». En comentarios y titulares se plasma el regocijo. Los «ricos» han vivido ambiente de Cañada Real y los culpables son sus hijos, de colegios de pago o, mejor aun, religiosos. Para mí, la novedad de Pozuelo está en el gregarismo violento, pero también en el carácter interclasista de la horda. «Pijos» cargaron contra la policía unidos a jóvenes de toda condición, incluidos marginados sucesores del «Cojo Manteca». Toca buscar razones a este movimiento interclasista de adolescentes descerebrados. Les daré una pista. Vean las series televisivas que ven todos ellos, ricos y pobres. Lo peor en las mismas no es que los héroes duerman siempre en calzoncillos usados. Ni que todas las adolescentes quieran parecer la más puta para acostarse con el guapo traficante de cocaína. Ni que la profesora lesbiana seduzca a una alumna menor. Quien no sea soez e intente ser distinto es un carca o le llaman Aznar o Bush. Toda autoridad es intrínsecamente fascista o castrante. Y todos los protagonistas buenos son víctimas del sistema que es frustrante. Hay muchas más razones para lo que está pasando con la juventud. En casa, en el colegio y en la calle. Se harán sesudos análisis al respecto. Pero éstas son algunas y las tienen a diario en sus pantallas.

LA INTERNACIONAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  08.09.09


LA Internacional suena bien, aunque el texto, reconocerán, es algo malhumorado. Me gusta especialmente la fonética del texto alemán. Más suave que el original francés y que el ruso. En cuanto a su música, cierto es que es un himno mediocre, pero nadie discutirá que ha sido un superventas en el siglo XX. Por desgracia para todos. Muchos millones la cantaron entusiasmados o forzados, otros la tararearon esperando ser fusilados, deportados o en sesiones de tortura. El gran «hit de la igualdad» pronto fue la melodía de la venganza, del odio, la opresión y la muerte. La Internacional fue, por lógica, el primer himno de la URSS. Desde 1922 a 1944. Entonces, en plena guerra, Stalin pensó que le convenían menos coros internacionalistas y más clamor patriota. La Internacional quedó así degradada a mera copla ideológica para conmover o movilizar el entusiasmo revolucionario de los súbditos nacionales, los lacayos extranjeros y los compañeros de viaje. Eso lo hizo bien Stalin, gran amante de la música -y del teatro-. Encargó un himno para la URSS con texto de Sergei Michalkov y música de Alexander Alexandrov. El resultado fue extraordinario. Alexandrov compuso una música que hace del soviético, sin duda, uno de los himnos patrios más bellos de la historia. Hoy vuelve a ser el himno de Rusia, aunque el longevo Sergei Michalkov, autor de la letra original, tuvo que escribir, medio siglo después, otro texto más acorde con los tiempos. Las loas a Stalin y la llamada al exterminio del prójimo resultaban algo anacrónicas. Hoy sólo las cantarían con buena conciencia comunistas españoles.

Pero volvamos a La Internacional. Que por cierto no sé si, cuando suena, cotiza a la hucha de Teddy Bautista en la SGAE. La marcha proletaria no es mejor ni peor, en música y texto, que la canción de Horst Wessel que cantaban las SS y las SA en honor de un nazi muerto erigido en mártir del régimen nazi. Resulta curioso que, evocando como evocan ambas a dos regímenes criminales, la canción de Horst Wessel sólo la cantan los hooligans neonazis alemanes en los estadios cuando están muy borrachos, mientras La Internacional la canta el Partido del Gobierno de España. Nada tienen que ver con grandes himnos o canciones de combate excelsas. Como himno patriótico, dicho está, hay pocos con la grandeza del soviético, hoy el ruso. Insuperable musicalmente es el Himno de Europa, ultima parte de la Novena Sinfonía de Beethoven. Y gloriosa su versión alemana, en la que se unen el genio de Fráncfort con la maravillosa oda de Schiller a la alegría emanada del amor y la fraternidad de los seres humanos, de la gracia divina, die Freude (la alegría) como soplo de Dios a los humanos, según convicción hoy nada de moda. Por lo demás, como cánticos de combate -que La Internacional también pretende ser-, no conozco nada que supere a las canciones de los regimientos del ejército imperial británico. Con fuerza, solemnidad y belleza literaria, compuestas por compañeros combatientes que iban a las guerras decididos a ganarlas. Porque sabían que iban a matar y morir por una causa mejor que la de su enemigo. Y por una causa superior a cada uno de ellos y a todos ellos en conjunto, que eran patria y dignidad, libertad y grandeza, sus tradiciones y la paz y seguridad de sus familias y su pueblo.

En todo esto pensaba yo el domingo mientras escuchaba La Internacional cantada por lo que parecía un grupo de gañanes a su vuelta de San Fermín. Ni La Internacional, que dejó hace un siglo de ser una canción idealista para convertirse en el himno de la ideología criminal que más muertos ha causado en la historia de la humanidad, se merece un coro como el de Rodiezmo. «Arriba, parias de la Tierra, en pie famélica legión», cantaban los chicos del picnic, entre los que había pocos que hayan trabajado en su vida fuera del sector de la intriga, la escalada y toma de despachos. Todos aparatchiks pidiendo, para repetir el año que viene, ayuda a la famélica legión. Por eso hacen todo lo posible para que ésta crezca sin cesar. Finalmente, me chocó una contradicción estética. Entre tanto puño en alto, habría que recomendar a Alfonso Guerra que no abra tanto la boca al cantar como al hablar. Porque parece Millán Astray riéndose.

MENTIRAS CAPITALES

Por HERMANN TERTSCH
ABC  03.09.09


HABLAR de mentiras hoy en este país produce en principio mucha pereza. Viene casi a ser como hablar del tiempo en un ascensor en Londres. Tan tedioso como una queja resignada por estas obras en Madrid que ya veremos cómo y cuándo acaban, pero que pocos negarán se están haciendo de una forma que supone un maltrato objetivo a los ciudadanos, un peligro para los viandantes y la ruina para no pocos comerciantes. Que las obras se tuvieran que hacer bajo el lema del «ahora o nunca», impuesto por un Gobierno central desesperado por ocultar las realidades económicas y laborales de este país, atenúa sin duda las responsabilidades del ayuntamiento y de su alcalde. Aunque sí cabría advertirles que muchas de las obras ahora en marcha en pleno centro, si fueran sometidas a una inspección de seguridad de algún país un poco riguroso en la materia, generarían serios problemas a sus responsables. Pero volvamos a las mentiras. Hubo tiempos en los que también en este país las mentiras tenían precio. Mancillaban el honor del que las profería, especialmente si eran públicas y de un gobernante, y acarreaban consecuencias serias para el mentiroso -en países muy civilizados se va a la cárcel por ciertas mentiras-. La necesidad de la condena social a la mentira formaba parte de un código de honor asumido por la ciudadanía. Hoy aquí las mentiras han perdido todo poder de generar indignación o sorpresa. Tenemos unos gobernantes para los que la verdad no existe. Los hechos han pasado a ser meras interpretaciones de la verdad. Opiniones. Todo son interpretaciones de una realidad a su vez moldeable y cambiante, en los que la palabra -siempre al servicio de la política, como dice nuestro Gran Timonel- no tiene sentido propio, sino intención. La España zapateril ostenta el liderazgo en esta perversión moral y semántica en Europa. Con no menos rotundidad que la del desempleo.

Pero pese a toda la magnanimidad y condescendencia frente a la mentira, y a la espera de tiempos mejores en los que la palabra pueda recuperar su sentido, su valor y -¿por qué no?- su honor, hay líneas rojas que no podemos permitir se traspasen, porque del deshonor nos conducen al crimen. Un diario de Madrid está a punto de cruzar esta línea con su invitación al negacionista del Holocausto, David Irving, un delincuente que ya ha cumplido pena de cárcel en Austria y que vive de negar el hecho del exterminio de millones de judíos en los campos nazis. Esto no tiene nada que ver con libertad de expresión. Negar un crimen comprobado es exculpar a los criminales. Y humillar a las víctimas. Matarlas otra vez al negar su existencia. Eso es -mentira capital- un delito. Y por eso se debe ir a la cárcel incluso en el reino de la mentira que es la España de hoy.

FOBIAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  02.09.09


Fue el periodista Iñaki Gabilondo quien confesó en una entrevista que el ex presidente José María Aznar lograba sacar de él lo peor de sí mismo. Fue tan sólo la constatación de ese odio irrefrenable que tantos periodistas tienen a Aznar y que con tanto acierto han utilizado el Gobierno y su red mediática para la demonización de este político, que se retiró voluntariamente, dejó España mejor que la encontró y cuyos innegables errores sólo dañaron a sus amigos. Aznar puede parecer uno de los seres más antipáticos de la tierra. Pero su linchamiento continuo y los odios que genera, tras un lustro alejado de la política, merecen un estudio psicosocial. A su sucesor le ocurre lo contrario. Cinco años lleva cometiendo todos los errores posibles en detrimento del bienestar y la seguridad de los españoles. Sin otro bagaje inicial que la subcultura primitiva e ideologizada del aparato socialista -y el virtuosismo en la intriga-, confirma su propia confesión a su mujer Sonsoles de que él es la prueba de que cualquiera puede ser presidente. Sin embargo, existe aún gente que le cree, ve en él rasgos arcangélicos. Y le votaron. Si el carácter de Aznar era problemático, el de Zapatero es un problema, quizás el problema. Su forma de rodearse de personajes de aun menor talla que él y de expulsar a las tinieblas al que revele mayor preparación y excelencia -Jordi Sevilla, el último- han hecho de nuestro Gobierno un producto consumado de la selección negativa. Habrá quien diga que a mí me pasa con Zapatero lo que a Gabilondo con Aznar. Que soy otro preso de la fobia. Pues no. El día que Zapatero deje el cargo lo ignoraré tanto como antes de saber que existía.

martes, 16 de septiembre de 2014

ENTREVISTA A HERMANN TERTSCH POR "BASTA YA"

PERIODISTA DIGITAL 
Blog Hemiplejía Moral 18.04.07
http://blogs.periodistadigital.com/hemiplejia.php/2007/04/18/p88606


Hermann Tertsch del Valle-Lersundi (Madrid, 1958) es periodista, especializado en temas de política internacional. En 1983 inició su labor en el diario El País con informaciones y análisis sobre las entonces incipientes reformas en los países socialistas en Europa Central y los Balcanes. A partir de 1993 y hasta 1996 fue subdirector de El País, responsable de la sección de Opinión. Ha recibido varios galardones periodísticos, entre ellos el Premio Cirilo Rodríguez de Periodismo (1990), el premio a la mejor labor española en el extranjero del Club Internacional de Prensa de Madrid (1992), el Premio Europa de Periodismo del Consejo de Europa y del Parlamento Europeo (1993) y el Premio Continente de Periodismo (1994).

Entrevista a Hermann Tertsch por Basta ya!

Creo que la nueva generación que llegó al poder bajo Rodríguez Zapatero y sólo gracias a toda una concatenación increíble de accidentes insólitos es la peor cosecha de los fracasos de la sociedad española tras el franquismo. Los denominadores comunes de la misma son la mediocridad y un relativismo tan profundo que hace que sus miembros sean perfectamente inmunes a cualquier discurso que no sea su propia letanía sectaria. Miedosos e insensatos a un tiempo, sectarios, incultos y por ello perfectamente inmunes a la autocrítica, son gente por talante mucho más cercana a los aparatchiks de los regímenes autoritarios o totalitarios que al político humanista de una sociedad abierta democrática.

¿Cuál es su situación profesional tras la salida de El País?
- Mi situación es, ni más ni menos, la de un profesional que busca trabajo después de haber abandonado una casa en la que estuvo 22 años, en la que hizo prácticamente todo lo que pudo ambicionar, con magníficos amigos, jefes y colaboradores. Sin olvidar por supuesto el recuerdo de mi paso por la agencia EFE. Pero es evidente que han sido Juan Luis Cebrián y Jesús Polanco, también Jesús Ceberio y antes Joaquín Estefanía, los que me prestaron confianza para hacer lo que he hecho. Por ello les estoy profundamente agradecido.

¿Que hayan prescindido de su trabajo en El País es un ejemplo de una prensa, y de unos medios de comunicación en general, que en España cada vez más son voces de partido?
- No sólo. Siempre hubo tendencias, líneas editoriales y posiciones empresariales y siempre han sido muy legítimas. Las barricadas actuales son otra cosa. Y el emponzoñamiento surge en la política y desde allí se transmite hasta instalarse, en los medios. Ha llegado al poder y a la influencia no ya una generación, sino una especie de grupo afín -llamarlo escuela de pensamiento sería realmente un abuso-, cuyos miembros se mueven, actúan y coordinan de forma similar a la secta, en el sentido de que temen y combaten todo lo que no consideren cubierto por el paraguas de su organización de protección mutua. José María Aznar tendría sin duda muchos defectos y cometió graves errores. Su capacidad de generar no ya antipatía sino odio debería ser materia de estudio en el futuro. Pero era un político homologable a los líderes de la Europa democrática del último medio siglo. No así su sucesor en Moncloa. Creo que la nueva generación que llegó al poder bajo Rodríguez Zapatero y sólo gracias a toda una concatenación increíble de accidentes insólitos es la peor cosecha de los fracasos de la sociedad española tras el franquismo. Los denominadores comunes de la misma son la mediocridad y un relativismo tan profundo que hace que sus miembros sean perfectamente inmunes a cualquier discurso que no sea su propia letanía sectaria. Miedosos e insensatos a un tiempo, sectarios, incultos y por ello perfectamente inmunes a la autocrítica, son gente por talante mucho más cercana a los aparatchiks de los regímenes autoritarios o totalitarios que al político humanista de una sociedad abierta democrática.
Gente poco preparada en general, ve enemigos en todo lo que está fuera de sus pequeños mundos. A esa gente –y no hablo de mi ex periódico, hablo de eso que llaman genéricamente progresismo, tan bien representado por esa tropa de miles de intelectuales que heroicamente defienden al poder contra toda crítica y quieren imponer silencio a la oposición, con esa actitud que nunca se llamó intelectual sino servil, lacayuna, interesada o sencillamente indigna-, le es fundamental un enemigo máximo. Aquí está la clave de esa cohesión forzada bajo mediocres que lleva a una selección en la que los peores siempre tienen las mejores oportunidades de medrar. ¿Quién se podía imaginar al secretario de un partido socialdemócrata europeo centenario como el PSOE en la figura de un personaje como José Blanco?

¿Cómo ha ocurrido?
- Todo tiene explicación y antecedentes. Cuando el sectarismo ideológico, como embozo de la incapacidad intelectual, acaba primando de forma total sobre la profesionalidad, la autoestima, sobre la percepción de la dignidad personal o sobre la más evidente realidad, se impone de forma terrible lo que en el siglo XX se dio en llamar la “selección negativa”. Un elemento clave de la formación, definición y catadura de los partidos esclavos de sus estructuras y, especialmente, de los fascistas y comunistas. Hoy vemos esa selección negativa de forma abrumadora y sólo hay que pensar en el propio presidente del Gobierno o su entorno, su secretario de organización o, si se quiere cavar aun más, en el presidente del Senado, don Javier Rojo. Todos ellos parecen llegados al partido no bajo el lema de “la libertad, la dignidad, el servicio al Estado” sino bajo el de “juro por Dios que jamás volveré a pasar hambre”, como un grotesco grito desde el “Tara” de las gentes que nunca ha hecho nada en su vida sino medrar en agrupaciones y escalar en el aparato del partido a codazos o puñetazos. Insidias y ajustes de cuentas con tal de no caer en su nivel de ingresos al que demandarían sus méritos inexistentes.

Se han escrito muchos volúmenes respecto al ascenso de los peores como imposición de la ideología o la obediencia lacaya. Sebastián Haffner, Hugo Trevor Roper, Thomas Mann, Arthur Koestler, Miklos Haraszti y mil otros en entreguerrra y posguerra han intentado explicar por qué se generaron y generan dinámicas políticas en las que los peores en catadura y formación son los que medran y escalan y por supuesto sabotean por interés propio todo mecanismo de meritocracia. Los mediocres se rodean de otros a los que desprecian para no sentirse cuestionados y éstos a su vez hacen otro tanto. Hasta llegarse a la situación en la que todos saben que deben el cargo a favoritismos y no a méritos propios y son por tanto dependientes y obedientes. Mientras, otros que no cabrían en la definición de aquellos, se acobardan, calculan sus riesgos, piensan en las consecuencias negativas de la insumisión o no consideran que el resto de la humanidad merezca que ellos arriesguen algo para avisar sobre los peligros que se ciernen sobre la sociedad.

El tema de moda es la crispación, pero ¿hablar tanto de crispación no es una pantalla para que los políticos evadan la responsabilidad de sus actos?
- ¿Qué es la crispación? ¿Que parte de la sociedad reaccione indignada por la pasividad e indiferencia ante el crimen y el abuso? Crispa ante todo esa actitud de indolencia ante los dolores y el miedo ajenos, si todos los días vemos que nuestros poderes gobernantes están mucho más de acuerdo en herir a gran parte de la sociedad que en hacer frente a los asesinos. Y crispa ver que hay grupos privilegiados por este poder que parecen haber formado un pacto con el poder para vivir subvencionados de la ofensa regular a otras partes de la sociedad. ¿Y no es crispación el miedo? Está repleta esta sociedad de listos incapaces de asumir riesgos que dicen tener miedo a quienes no les amenazan jamás. Está llena de quienes desde el insulto quieren dar consejos a los cristianos. Quienes desde el desprecio recomiendan discreción a las víctimas del terrorismo. Los que han acabado creyéndose que hubo víctimas mortales –humanas, no moluscos- en el Prestige y no se acuerdan de los muertos en el incendio de Guadalajara. Existe esa repugnante superioridad moral de quienes coquetean con fusilar al amanecer y jalean a Carrillo no ya por su labor tan meritoria en la transición que todos aplaudimos en su día sino por sus actitudes antifascistas en la Guerra Civil entre las que destaca la liquidación de siete mil inocentes en Paracuellos. El anciano Carrillo, otra vez en su salsa, presume muy significativamente ya mucho más de la guerra que de la transición.

¿Existe también crispación en los medios de comunicación?
- Por supuesto y muy fundamentalmente. Pero aquí también se ha extendido ya en gran medida lo que antes he querido describir con la selección negativa. En el aparato del Estado suben espectacularmente gracias a ese poder de succión –existente en el PP, omnipresente en el PSOE y total en los partidos nacionalistas- que lleva al poder e influencia a gente con menos preparación, menos escrúpulos y sobre todo menos posibilidades de tener una vida medianamente decente y próspera fuera del fango político en el que han crecido y se han aupado. Este sistema de selección negativa lleva implícito un inmenso poder de intimidación. En esta sociedad mediática es imprescindible para ello la colaboración de los medios o su utilización. Es evidente que la para nada justificada hegemonía moral de la izquierda en España –ya rota en países como Francia, Reino Unido o Alemania- tiene el efecto de mantener como rehenes no ya a los autodenominados intelectuales sino en general al discurso periodístico. Hasta niveles grotescos. Y esto no cambió en absoluto en ocho años de Gobierno de la derecha en España. Llegados al punto de deterioro actual de la convivencia, uno de los resultados más concretos de la legislatura socialista, está claro que el rufianismo político de Pepinho Blanco –al que en absoluto son ajenos el presidente, su vicepresidenta etc- ha movilizado a mucha gente de similar catadura para su campaña de destrucción de una alternancia y por tanto una alternativa democrática al régimen frentepopulista que promueve la secta intelectual en torno a Zapatero. Cuando se tiene voluntad de gobernar contra la mitad de la población sin recurrir a los medios represivos más clásicos hay que fomentar la criminalización de esa mitad y sus representantes. En eso están el Gobierno y sus medios.

¿Los consumidores de información se olvidan de que la mayoría de los medios son empresas con ánimo de lucro?
- No se olvidan. Pero también aquí juega un gran papel la intimidación, el miedo y las ganas de curarse de éste leyendo lo deseado e ignorando lo no apetecido. Las empresas saben que tienen mucho que perder si se oponen a unas fuerzas que promueven la idea de la imposibilidad de una alternancia política. Unas participan por convicción o interés, pero otras lo hacen por miedo. Una de las peores taras de la sociedad española es la falta de coraje cívico del mundo empresarial y económico. Y en los medios se refleja drásticamente.

¿Se puede ganar electoralmente la presidencia del Gobierno sin tener una mayoría de medios de comunicación favorables o, al menos, no contrarios?
- No lo sé. Pienso que este país ha tenido caracteres capaces y que lo han demostrado, como Felipe González y José María Aznar. Éste último pecó probablemente de arrogancia al creer que podría volver a convencer a los españoles sin artimañas de que valía la pena apoyar el proyecto propio que tantísimo éxito había tenido en España en tantos frentes. La guerra de Irak quebró aquella apuesta. Rodríguez Zapatero es todo lo contrario. Pura artimaña, la solemnización y el amaneramiento de la nada absoluta. Trágico es que la sociedad española no lo perciba porque estoy convencido de que pagará un precio muy caro por ello. Tengo la profunda convicción de que Zapatero y el pensamiento tan débil como tóxico que emanan él y su gente son una desgracia para España, totalmente inmerecida, después de treinta años difíciles pero ejemplares.

El comunicado de ETA en forma de entrevista del pasado domingo deja alguna posibilidad de creer en el final dialogado de la organización terrorista?
- Creo que ni el comunicado ni el proceso merecen más de una línea de respuesta. Pero responsable de esta situación no son los terroristas que son eso, terroristas, y estaban en gran parte convencidos de su derrota hace tres años y en pleno proceso de dispersión y de buscarse personalmente otras opciones de vida. Es el adanista de Zapatero, al que una constelación maldita convirtió en presidente del Gobierno, quien cree que todo lo inventa él en su profunda ignorancia y desde ese peculiar pensamiento mágico que alimentan unos supuestos intelectuales de corte, que son unos perfectos mamarrachos. Zapatero ha sido el principal motor de la reactivación de un monstruo que hoy ya, sin él, podría situarse cerca de estar momificado. De haberlo estado, quizás podría haberse afrontado el gran reto que le queda a la España democrática, que es el desalojo de los nacionalistas, esos grandes medradores del terror y del poder en el País Vasco. Pero hay momentos en los que creo que quizás sea tarde. La historia puede estar primando a quienes desde el nacionalismo o el socialismo sectario –o desde el indigenismo en Latinoamérica, o el islamismo en todas partes- han lanzado una nueva ofensiva contra las democracias abiertas como en los años veinte y treinta del siglo pasado.

¿El Gobierno de Zapatero ha asumido ya que no hay nada que hacer o todavía buscará resquicios?
- Zapatero considera a ETA y al nacionalismo vasco, violento o no, parte de los aliados en su universo sentimental. En esa emoción sectaria del izquierdismo semiculto, Zapatero siempre considerará a un etarra como un revolucionario equivocado, pero al final recuperable para el frentepopulismo. Y una víctima del PP será de alguna forma un fascista muerto en accidente. Para el presidente del Gobierno, como para el radicalismo nacionalista catalán, no todos los muertos son iguales porque los hay éticamente superiores. Zapatero es un autista moral y político que no tiene cura. La gente debería tenerle más miedo.

¿Le sorprende la posición tan firme de Imaz, incluso más que Zapatero, a la hora de ponerle las cosas claras a Batasuna?
- No me sorprende nada. Imaz es un posibilista que ve la realidad de otra forma que ese personaje siniestro que es Ibarretxe. Pero como le dijo una vez Imaz a Rosa Díez aquello de “lo hemos sentido como si fuera de los nuestros” en referencia a un Fernando Buesa que acababa de matar ETA, Imaz sabe también hacer diferencia entre los muertos. Nunca luchará por un Estado de Derecho fuerte y digno. Y siempre diferenciará entre unos muertos y otros. Como lo hará entre los vivos, vascos o no vascos. Vascos buenos o vascos éticamente inferiores. Imaz como Ibarretxe, saben que sin ETA no serían nadie. Como nadie habrían sido Zapatero y Blanco con un partido socialista digno, sólido y consciente de su historia y responsabilidad.

Todo indica que ETA volverá al tiro en la nuca y al coche bomba. ¿Significará un nuevo escenario político o regresaremos a la época de las condolencias y las condenas, mientras la puerta de una futura negociación se mantiene abierta?
- Desde luego así es. Será una desgracia que vuelva a haber muertos. No será una desgracia que la sociedad española vuelva a ver la realidad de frente y se vea obligada a buscar el coraje para tomar decisiones ante la obstinada voluntad de una banda de asesinos y su inmensa corte de nacionalistas beneficiarios de acabar con la Constitución, con las leyes y la libertad individual. Mirar hacia otro lado o negar la realidad no nos ha neutralizado ni un solo peligro y ha aumentado las expectativas de los asesinos y sus cómplices. Creo que cuando hay que luchar el que se encuentra en peor situación es el que no se entera o no quiere enterarse. De ahí que la obstinada negación de la realidad por parte de Zapatero y los medios que lo han arropado haya sido un auténtico atentado contra la seguridad de los españoles.

¿El futuro político de Zapatero depende de ETA?
- Lo mejor que puede sucederle a la historia de España es que Zapatero quede en trágica y grotesca anécdota. Por autoestima. Pero en todo caso Zapatero sabe que pierde y gana según quieran Txeroki u otros. Por eso hay que partir de que es un rehén de ETA. Quien es consciente de que su vida política depende ya del capricho o conveniencia de los asesinos –como por cierto dijo el propio presidente del CIS, Fernando Vallespín- , no está capacitado para gobernar a los españoles. Se ha convertido en un peligro él mismo.

¿El PP debería de variar en algo sus posiciones actuales?
- El PP ha fracasado pese a su decencia fundamental en cuestiones como el terrorismo y el llamémoslo “dilema territorial” porque no es fácil reaccionar a errores fundamentales desde un principio traumático como el del 11-M. Eso no quiere decir que, como muchos por ahí dejan caer, el PP deba creer que su salvación está donde le recomiendan sus enemigos. Eso viene a ser como la reciente anécdota en la que todos los peores enemigos de la iglesia católica se lanzan a hacer un cuadro de conducta al Vaticano sobre cómo portarse con una parroquia que no les hace ni puto caso. Nadie invitó a esos curas a ingresar en el PCE, en la Asociación de Autores, Artistas y demás beneficiarios, en religiones alternativas o demás. No, era Ratzinger quien debía tragarse el que no se aceptaran las normas. Como decía Rosa Regás, esa gran figura de la literatura española que dirige la Biblioteca Nacional, el que no se adapte a las leyes vigentes que se joda. Hablaba por supuesto del rodillo oficial castellanófobo en Cataluña.

¿Cree que si ETA regresa a los asesinatos de cargos públicos y políticos seguirá manteniendo a los nacionalistas fuera de la diana?
- Por supuesto. Son de los suyos. Salvo aquellos que intenten desmarcarse. La tranquilidad y la seguridad se compran día a día. A cambio de dosis de dignidad. Pero también protegerá a otros que también son suyos, como muchos socialistas. Éste es el único país civilizado donde la oposición lleva escolta y el poder no. Es ETA quien lo determina.

¿Habrá movimientos importantes en la sociedad vasca y española si ETA vuelve a asesinar de manera sistemática?
- Ya hemos dicho que Zapatero depende en gran parte de los humores de ETA. Pero no veo una forma clara de salir de la situación actual. Creo que Zapatero, su pensamiento mágico y la secta de mediocres e irresponsables que tiene en su entorno, han hecho ya tanto daño al tejido de la sociedad española y a los mecanismos de encuentro de las fuerzas políticas y sociales, que será difícil reconducir esta deriva. Será muy difícil limitar daños y un largo esfuerzo de nuevo buscar una fórmula de invertir la tendencia del desencuentro y la liquidación de afectos territoriales, sociales e ideológicos. Repito que considero a Zapatero una tremenda desgracia para este país. Pero es una desgracia también que la sociedad no haya demostrado capacidad para reaccionar ante tanto desatino. Ha quedado inerme ante la deriva. Por ello insisto en que todos pagaremos caro lo que algunos han hecho. En todo caso y volviendo al principio, creo que sólo la desaparición de esa secta de la selección negativa –y habrá de ser en derrota electoral- nos puede hacer pensar en una tarea de reconstrucción de nuestra integridad y dignidad democrática.

vía Basta ya!


¿CUÁNDO ARRANCAN LAS TRAGEDIAS?

Por HERMANN TERTSCH
ABC  01.09.09


HOY es un día perfecto para reflexionar sobre la interrogante que titula estas líneas. El día 1 de septiembre de 1939, hace setenta años, comenzaba la mayor guerra de la historia de la humanidad con el asalto a Polonia de las tropas alemanas del régimen nacionalsocialista acaudillado por Adolfo Hitler. Cuando terminó, el 14 de agosto de 1945, con la rendición del Japón imperial ante los aliados, cuatro meses antes en Europa tras la caída de Berlín, la guerra, que afectó de una forma u otra a los cinco continentes, había causado la muerte de más de 50 millones de seres humanos. Los heridos, desplazados, enloquecidos, las viudas y huérfanos, las vidas quebradas, en suma, son aún menos calculables.

La fecha del final de las guerras tradicionales, con vencedores y vencidos, suele estar bien definida. Por la firma de la rendición o armisticio. No así su principio. En la madrugada del 1 de septiembre de 1939, el acorazado alemán «Schleswig Holstein» abrió fuego contra una pequeña guarnición polaca en la Westerplatte, muy cerca de Gdansk (Danzig), en la costa báltica. Horas después, la inmensa maquinaria bélica alemana rodaba hacia el este bajo un cielo oscurecido por sus bombarderos y cazas. Es el día aceptado como el primero de la Segunda Guerra Mundial. Se suele olvidar que al mismo tiempo el Ejército Rojo de Stalin iniciaba la ocupación de toda Polonia oriental, hasta el río Bug. Y algunos no quieren recordar que aquello respondía a un acuerdo entre los caudillos de las dos grandes ideologías totalitarias que habían surgido en Europa durante el primer tercio del siglo XX. El 23 de agosto, el nazismo alemán y el comunismo soviético firmaron un Pacto de Amistad cuyo primer objetivo era la repartición de Polonia y la posterior ocupación soviética de los estados independientes bálticos. ¿Comenzó por tanto la guerra cuando Hitler y Stalin acordaron el 23 de agosto que el 1 de septiembre ocurriera lo que ocurrió? Evidente es que la firma del pacto entre el nazismo y el comunismo, que duró casi dos años hasta el asalto alemán a la URSS, dejó las manos libres a Hitler para arrasar Polonia pese a la feroz resistencia polaca. Tardó la Wehrmacht en cumplir la misión unas semanas, poco menos que en ocupar Francia en 1940 en un paseo militar y expulsar a los británicos del continente por Dunkerke. No, la fecha del 23 de agosto es una más. Poco menos de un año antes, los días 22 y 23 de septiembre de 1938, Adolfo Hitler recibió con pompa y respeto simulado en Bad Godesberg al primer ministro británico, Neville Chamberlain, para hablar de la entrega de la región de los Sudetes de Checoslovaquia al Tercer Reich. Una semana más tarde Hitler volvía a ser anfitrión de un encuentro. Esta vez en la tristemente célebre conferencia de Múnich. Allí, el Führer ya trató al británico Chamberlain y al francés Daladier con abierto desprecio y les planteó un ultimátum. Los dos pacifistas -«Peace for our time», decía aún al regresar de Múnich a Londres el pobre Chamberlain-, optaron por la traición y la deshonra para evitar la guerra. Tuvieron las tres cosas, como les recordaría Winston Churchill. Ambos dieron a Hitler su consentimiento para invadir al vecino en su ilusoria intención de aplacar al dictador alemán. Pocas maniobras políticas en la historia conjugan tan bien oprobio, cobardía y fracaso. Francia no dudó en romper su Pacto con Checoslovaquia para ganarse el favor de Hitler. Poco más de dos años más tarde, las tropas alemanas se paseaban por París más cómodas y seguras que por Praga. ¿Arrancó allí la tragedia? Sí y no. Con la misma autoridad se puede argüir que había comenzado meses antes, cuando el mundo aceptó que Hitler anexionara Austria en marzo de 1938. O con el primer gran éxito internacional de Hitler, que, dos años después de llegar al poder, ya había conseguido la reanexión del territorio del Sarre a Alemania, tras quince años gobernado por la fantasmal Sociedad de Naciones y explotado en su industria y minería por Francia. Gloria máxima para Hitler entre los alemanes.

En realidad, muchos creemos que la II Guerra Mundial comenzó con los acuerdos de Versalles, Trianon, Saint Germain y Neuilly en aquellas conferencias de paz en el entorno de París. Allí se unieron el instinto de revancha, el pacifismo primitivo, la supina ignorancia de los vencedores sobre los pueblos cuya suerte y división se dirimía en esta reinvención forzosa de Europa. Allí se generaron las condiciones para que, a lo largo de tan sólo dos décadas, se instalara sobre Europa esa constelación maldita que hizo pronto añicos la pretendida «paz perpetua». Los veinte años transcurridos entre 1919 y 1939 se convirtieron en mero paréntesis antes de la continuación de la tragedia. Dos grandes diferencias hay entre las guerras europeas del siglo pasado. Una está en que la primera fue una clásica guerra por supremacía, territorio e intereses nacionales, en esencia no diferente a las habidas antes. La segunda estuvo dominada por unas ideologías totalitarias surgidas durante la falsaria Paz de Versalles. Mientras las democracias fracasaban estrepitosamente. La otra diferencia, no menor, está en que la primera habría sido evitable y la segunda no. La Gran Guerra, como se llamaba a la contienda de 1914-1918, cuyo detonante fue el asesinato del archiduque austriaco Francisco-Fernando en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, a manos de un joven serbio bosnio, Gavrilo Princip, no tuvo por qué ser. Quien sea aficionado a los juegos malabares con hipótesis históricas puede entretenerse con las conjeturas sobre lo que habría sucedido de no haberse producido. Si en Viena y Berlín, en Londres, París y en Moscú, en Belgrado y en Roma, los gabinetes de dirigentes intrigantes, políticos y militares ambiciosos hubieran fracasado en sus intentos de convertir aquel incidente bosnio en un «casus belli» que les permitiera sustituir al agónico imperio otomano como potencias en los Balcanes y en Oriente Medio. Podemos poner fecha del 1 de septiembre al comienzo del asalto nazi alemán sobre Polonia. Ponérselo al comienzo de la guerra es acaso imposible. Sin los Tratados de Versalles, tal como se redactaron, quizá la República de Weimar habría sobrevivido. Y Hitler habría sido un charlatán lumpen condenado a morir en algún psiquiátrico austriaco de provincias. Y millones de judíos habrían seguido ejerciendo como la levadura de excelencia y cultura de las sociedades del viejo continente. Sin aquella primera guerra, quizás el bolchevismo habría quedado en anécdota. Quizá Stalin habría muerto en algún atraco a un banco. Y Lenin y Trotsky podían haber terminado sus días jugando al ajedrez en cafés de Zúrich o Viena. Las ideologías redentoras surgidas aquí y entonces no se habrían extendido por todo el mundo causando decenas de millones de víctimas de los totalitarismos y las guerras. Y éstas habrían tenido oportunidad de vivir sus vidas y hoy entre nosotros vivirían muchos millones de sus nietos, biznietos y tataranietos, exterminados sin haber sido concebidos.

Europa no viviría marcada por unos traumas que le impiden ser más libre y resuelta en la defensa de sus intereses legítimos. Que en parte se deben al hecho incontestable de que su libertad y su bienestar, primero en el oeste en 1945 y después en el este, en 1989, son un mérito menos propio que la responsabilidad en las tragedias provocadas por aquellas ideologías europeas. Dos hechos ciertos para concluir. Hitler fue culpable de la guerra y Polonia fue asaltada por la Wehrmacht el 1 de septiembre de 1939. Y una advertencia que quizás en nuestro país, que no estuvo directamente implicada en aquellos avatares, sea pertinente. Sólo las catástrofes naturales se producen de repente. Las causadas por el hombre -que no son sólo guerras- se gestan, muchas veces muy lenta e imperceptiblemente, por la acumulación de errores de los gobernantes, su obcecación en ignorarlos -y por tanto no subsanarlos- y por la ceguera ante sus efectos. «No pasa nada». Esa fue, era, probablemente la frase más común en aquellos años que separan Versalles de la Westerplatte.

INQUIETANTE PALABRERÍA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  27.08.09


DESDE ayer sabemos que Hugo Chávez, caudillo de Venezuela, pretendida y poco pulida reencarnación de Simón Bolívar, le ha declarado una especie de guerra a Colombia. Y ha roto, como supuesto paso previo, todas las relaciones con el país vecino. En realidad, Chávez y algunos de sus amigos bien pagados llevan años en guerra con la democracia colombiana. De forma delegada, por medio de su constante y masivo apoyo y suministro a la organización terrorista de las FARC. Pero ahora don Hugo se ha enfadado mucho porque el presidente Uribe ha tenido la valentía -cualidad que nunca le ha faltado- para firmar un acuerdo de cooperación militar con EE.UU. para combatir mejor a la guerrilla y al narcotráfico, es decir, a los socios del caudillo bolivariano. La presencia norteamericana en bases colombianas y el mayor apoyo militar y tecnológico que implica el acuerdo de Uribe con el presidente Barack Obama complicará los planes expansionistas del totalitarismo autodenominado «Socialismo siglo XXI», orquestado por Caracas y La Habana. Sus éxitos en la abolición del Estado de Derecho han sido rotundos en Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Acaba de sufrir su primer serio revés en Honduras. Pero don Hugo no se arredra. Los años de liquidez ilimitada gracias al precio del petróleo los ha utilizado para expandir influencia y comprar lealtades de personas e instituciones estatales extranjeras, pero también para llenar la cesta de la compra de armamento. Y está claro que ni los aviones de combate comprados a Rusia ni todas las armas ligeras y pesadas adquiridas por todo el mundo, también en España, son para reprimir a los estudiantes, asustar a la clase media aún existente ni aplastar revueltas de otrora seguidores que puedan hartarse de la miseria rampante, la corrupción y el aventurerismo. Es un amenaza directa a Colombia y a todo el que ose hacerle frente. Sin embargo, y pese a la retórica truculenta, no parece previsible que Chávez se atreva a utilizar el próximo 70 aniversario del asalto coordinado por Hitler y Stalin a Polonia para ampliar los territorios de su Reich bolivariano. Consuela, pero nos deja con una incógnita. Sabemos de qué parte estarían en esta guerra Barack Omaba y la UE. ¿Sabemos en cuál estarían Zapatero y el PSOE?

Lejos de Caracas surge otro conflicto. Tampoco llevará a la guerra. Pero revela que si en Latinoamérica resurgen los fantasmas del totalitarismo, Europa está lejos de haberse inmunizado de su trágico pasado. Eslovaquia ha prohibido la entrada en su territorio al jefe del Estado de la vecina Hungría. Ambos son miembros de la UE. Bratislava acusa al presidente húngaro de «afanes expansionistas» por querer inaugurar una estatua de San Esteban, Rey de Hungría, en Komarno, en el sur de Eslovaquia, territorio húngaro hasta 1919. Palabrería, sin duda. Pero que revela inquietantes fragilidades también en Europa, donde no son pocos los políticos que quieren utilizar el pasado, por trágico que sea, para desviar la atención de su impotencia ante los retos del presente.