ABC 14.10.09
Hay que reconocer que nuestros actuales gobernantes tienen
unas habilidades y un desparpajo que convierten las torpezas de sus rivales
casi en pecados cuando no en supuestos delitos. El desprecio del presidente
Zapatero hacia todos los españoles que pedían su dimisión durante el desfile
del Día de las Fuerzas Armadas y los insultos a todos esos ciudadanos que
profirieron ayer la vicepresidenta y Lady Pajín, descalificándolos por supuesto
como contubernio del facherío y la peor carcundia, son ya parte de la subcultura
política de este país. Pero perfectamente asumida y oficializada. El mismo que
utilizó un desfile para, en presencia del Rey, insultar a una nación y cultivar
ese antiamericanismo entonces tan productivo, las mismas que convocaron a
manifestaciones para calificar de asesinos a la mayoría parlamentaria de este
país, consideran que cualquier signo de descontento contra su Gobierno sólo
puede ser muestra de desagradecimiento o una conspiración de esa nueva
anti-España que se han construido y que tan buenos réditos les ha dado hasta
ahora. Con lo bien que nos va. Tropa de ingratos.
Con el
caso Gürtel pasa igual. Aunque pueda haber sorpresas y según se tire de la
manta resulte que los amigos del señor Gürtel tiene también muchos amigos entre
los socialistas, incluida una íntima fontanera de La Moncloa. Resulta que los
inmensos lodazales de corrupción que son las socialistas Andalucía y Cataluña
aparecen como si fueran comunidades calvinistas. Y Madrid y Valencia poco menos
que la cueva de Luis Candelas. Pero no debe extrañar ante la maña que
despliegan quienes tendrían que pararles los pies. La oposición se debería
dejar de pijerías y disculpas y dedicarse a las cosas serias. Véase el Faisán.
Pero se dejan liar hablando de trapos cuando de lo que se debía hablar es de
traición.
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