martes, 30 de septiembre de 2014

DE LAS TRAMPAS ENTRE SOCIOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC 01.10.09


QUEDA muy feo hacer trampas a los amigos. Y no arrepentirse de pequeño de los engaños a los amigos suele llevar de mayor a hacer trampas en el juego de cartas, probablemente una conducta más rufián que estafar a los bancos. En la política, como en la guerra, suele aceptarse el engaño como un mecanismo más de imponerse. Pero no el engaño al amigo, socio o aliado para lograr ventajas o favores del enemigo. Eso es peor que hacer trampas jugando a las cartas. Es cierto que los países aliados no lo son por amor, sino por conveniencia e intereses comunes. Y que nunca los miembros de una alianza lo comparten todo. Muchas veces en la historia, intereses particulares han generado tensiones en las alianzas, incluso las han roto. Pero mientras éstas existen, sobre todo entre países aliados en libertad, resulta muy poco elegante, por no decir una vileza, engañar al que lucha a tu lado, en la trinchera común. No vamos a hablar aquí de ejemplos lejanos en la historia. Ni siquiera de aquellos intentos de Francois Miterrand y Margaret Thatcher de buscar en Moscú un acuerdo que impidiera la reunificación alemana, a espaldas de su socio Helmut Kohl. Ni comentaré el llamamiento de Zapatero a los aliados a desertar de Irak, ni la fuga militar sin previo aviso de aquel país como de Kosovo.

Pero ahora suceden cosas muy extrañas. Hoy comienzan las negociaciones en Ginebra en las que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania intentarán persuadir a Irán de que ponga fin a su programa nuclear. Y ayer, los servicios de información del Reino Unido hicieron público un informe según el cual Irán tiene muy avanzado el plan y está diseñando ojivas nucleares para los cohetes de que dispone. Estos llegan a gran parte de Europa, pero también a Israel, ese estado que el régimen de Teherán promete destruir. Este informe está en sintonía con estimaciones de la administración Bush y con algunas israelíes. Pero es radicalmente opuesto a los informes de la administración Obama, que quitan importancia y urgencia a los avances del programa iraní. A Obama le venía muy bien un informe tranquilizador para paralizar el escudo antimisiles proyectado por su antecesor en Polonia y la República Checa. Tal como hizo. A sus aliados afectados los informó del hecho consumado con una llamada telefónica, pasada la medianoche. Se granjeó así grandes elogios de Moscú, que había escenificado gran indignación aun consciente de que el escudo no le afectaba. Ayer, la UE emitió un informe sobre la guerra en Georgia, en la que culpa a Tiblisi del comienzo de las hostilidades. Y menciona algo las provocaciones rusas y el hecho de que Rusia tiene ocupada la región georgiana. Moscú ha celebrado el informe como otro gran triunfo. Pero los amenazados por Irán y Rusia tienen motivos para moderar la Obamania.

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