miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA GUERRA CRUEL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  16.09.09


¿Cuántos muertos puede soportar una sociedad democrática en una guerra que oficialmente no existe? No digo muertes de soldados propios que llegan en ataúdes desde tierras que no conocían ni los muertos ni sus compatriotas. Hablo de muertos en general, que es lo que las contiendas producen. La guerra es una monstruosidad siempre. Conlleva tragedias e injusticias por necesaria y justa que sea. Pero a la guerra se va con voluntad o esperanza de ganar. Así ha de ser. Y quien asume los muertos propios tiene que poder asumir los ajenos. También los no combatientes. Todo esfuerzo es poco para impedir muertos civiles. No era el caso en otras guerras ni lo hace nuestro enemigo. Sí en Afganistán e Irak. Los soldados occidentales asumen riesgos -y mueren- para no matar a civiles. Pero mueren civiles. Siempre. Que aviones alemanes bombardearan dos camiones de combustible que los talibanes les habían robado es un acto legítimo de guerra. Aunque junto a setenta talibanes murieran una treintena de civiles. El material robado habría servido para causar muchos más muertos. Sobre todo afganos. Los golpes de pecho de la OTAN son por tanto ridículos. Sólo demuestran la hipocresía de quienes quieren ocultar la guerra y sus inevitables consecuencias a sus electorados. Supongo estas líneas dispararán mi fama de desalmado. Pero creo firmemente en que esa guerra tiene que ganarse. Y nadie debe retirarse hasta lograrlo. La victoria del enemigo nos traería la guerra, tarde o temprano, hasta nuestras ciudades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario