ABC 07.10.09
Resulta que se ha levantado
el secreto de un tercio del sumario del caso Gürtel y hay en él infinidad de
miserias, descifrables según convenga. Claro está que una serie de gente en el
Partido Popular ha tratado en demasía con rufianes muy parecidos a los que los
socialistas han tenido desde que impusieron en las costumbres internas la
cultura del «convoluto». Que gentuza de esa calaña -y esa verborrea soez- haya
tenido tanto acceso a políticos, electos o no, pero de responsabilidad, resulta
desolador. Y estupefaciente resulta que ante esta avalancha de información
-falsa, manipulada o no, pero parte de un sumario-, Mariano Rajoy ayer no
creyera oportuno más que soltarnos obviedades sobre Garoña que los únicos que
niegan son los ideólogos del zapaterismo del «ecocamping». No vamos a pasar por
alto todo lo que es la oportunidad de esta apertura parcial del sumario. Ni la
forma en que estas revelaciones parciales dejan al Gobierno dos tercios de
sumario a su disposición para seguir utilizándolo de abrevadero dosificador de
sus intrépidos motoristas-periodistas. Para cuando convenga. Cuando nuestros
compatriotas comienzan a darse cuenta de la ruina que se nos viene encima en
ese futuro glorioso en el que nos ha embarcado el eterno adolescente. O ahora
que, paradojas, cuando desentierran a Lorca en contra de la voluntad de su
familia, dan sepelio al Faisán, con enterradores todos tan cercanos a Fouché.
Habrá que estudiar bien el sumario entero cuando tenga a bien el poder
compartirlo con sus súbditos. Pedir transparencia al aparato del Gran Timonel
es una ingenuidad. Exigirle a Rajoy que limpie el partido de amiguetes de dicha
gentuza es pedirle que deje de dar bazas a quienes no son adversarios sino
enemigos.
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