ABC 23.09.09
Estaban todos buscando un
joven aguerrido, brillante y divertido, un político al uso con fotogenia. No
tenía que ser ni Kant ni Adenauer, ni gran pensador, ni gran estratega, ni
siquiera un gran táctico como Helmut Kohl. Necesitaban a alguien que diera bien
en televisión. Hubo algunos que mostraban maneras. Y se mostraban muy seguros
de que serían el sucesor de un Kohl que había dejado la secretaria general de
la CDU tras la amarga derrota que ponía fin a sus dieciséis años en el poder.
Todos se quedaron por las cunetas. El SPD había ganado las elecciones y el
nuevo canciller era el socialdemócrata Gerhardt Schröder. Los democristianos
alemanes veían ante sí una larga travesía por el desierto y una lucha por el
poder en la que eran claros favoritos los barones de los grandes estados
federados. Pues entonces llegó una señora, de aspecto más bien tedioso, y
arrolló. Cierto, había sido ministra de la familia con Kohl en su última
legislatura. Pero nadie la había tomado en serio. Sus rivales deberían haberlo
hecho porque ninguno volverá a tener oportunidad de medirse con ella. Hablamos,
por supuesto, de Angela Merkel, la tímida física hija de un pastor protestante
que en pleno postestalinismo decidió irse a cuidar a sus ovejas en la Alemania
comunista, cuando todos huían de allí. La diplomada en física, de aspecto
tímido y crecida en el régimen de Honecker. Merkel sigue arrollando y es ya un
fenómeno político. Es el primer canciller en la historia de la RFA que sabe que
volverá a repetir cargo antes de que se celebren las elecciones. La cenicienta
eficaz convertida en la mujer más poderosa del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario