viernes, 27 de febrero de 2015

APROXIMACIÓN HILARANTE AL IDIOTA CULPABLE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC 15.09.07

Los tres intelectuales iberoamericanos que se atrevieron en «Manual del perfecto idiota latinoamericano» a desenmascarar la demagogia de las felicidades utópicas vuelven ahora con el mismo ingenio y más razones

Por desgracia han empeorado mucho las cosas del idiotismo político desde que hace diez años tres intelectuales latinoamericanos se atrevieron a arremeter con tanto humor como virulencia contra el armatoste pseudointelectual del izquierdismo hegemónico en lo que sólo con piedad se puede llamar pensamiento político latinoamericano. Aquel Manual del perfecto idiota latinoamericano que escribieron al alimón el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, el peruano Álvaro Vargas Llosa y el cubano Carlos Alberto Montaner, que fue un inmenso éxito de ventas, describía y despedazaba con menos ironía que mordacidad, muchísimo ingenio y al menos tanta información como sentido común la interminable retahíla de mentiras, leyendas, monsergas, mitos, dogmas y tabúes que, construidos sobre una base marxista semiculta, se han convertido en mecanismos que impiden un debate político abierto y razonable, son pretexto continuo y grotesca base teórica para todos los ataques a la libertad individual y son probablemente hoy la razón inmaterial más importante del subdesarrollo en Latinoamérica.
En Europa también. Pues bien, los tres «mosqueteros del liberalismo» o «siniestros caballeros del brutal e inhumano capitalismo salvaje», según quien hable de los autores, atacan de nuevo ahora con El regreso del idiota. Con la misma virulencia y el ingenio de antaño, si cabe con más razones que la Historia se ha encargado de darles en esta década trascurrida y con un ingente despliegue de conocimiento de las diferentes realidades políticas en Latinoamérica pero también en Europa y ?cómo no? en esta patria nuestra en la que hay días que se cumple fielmente aquella frase atribuida al recordado Santiago Amón de que «en España no cabe un idiota más». Las descripciones de los peores fantoches de la demagogia izquierdista, el indigenismo o el antiimperialismo evocan de inmediato a muchos individuos/individuas de nuestra maltrecha realidad política nacional. No debe extrañar a nadie que en el capítulo muy explícitamente titulado «En Europa también los hay», el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero goce de un protagonismo especial con su «filosofía» política más propia de Macondo que de una capital europea.
Prédica tercermundista. Pero sin duda es en la explicación de los diferentes procesos habidos en la última década en Latinoamérica en donde el libro hace aportaciones perfectamente deliciosas aparte de extremadamente solventes y muy bien explicadas. Con perfecta irreverencia se describe, como dice el prologuista, que difícilmente podría haber sido alguien mejor que Mario Vargas Llosa, «el continente idiotizado por la prédica ideológica tercermundista en todas sus aberrantes variaciones, desde el nacionalismo, el estatismo y el populismo hasta, como no, el odio a Estados Unidos y al neoliberalismo».
Abolir la realidad. Sin duda gozan de una coyuntura que les es tan favorable a ellos como peligrosa para las expectativas democráticas, para la integridad y el buen funcionamiento de las instituciones, para el libre mercado y el progreso, las libertades individuales. Y por supuesto es una mala noticia para la realidad. Porque uno de los nexos que unen a todos los «ismos» que el izquierdismo de las últimas décadas ha generado está en su permanente esfuerzo por abolir la realidad. La abolición de la realidad y la experimentación social son su principal vocación y por ella gastan ríos de tinta, invierten fortunas, destrozan tradiciones buenas, inventan supuestas tradiciones malas, generan odios y fobias y en los casos más extremos persiguen a sus ciudadanos, los torturan o los encarcelan. Que gran parte de los experimentos sean ya casi tan viejos como el sueño bolivariano no parece irritar a sus promotores que habitualmente son los que menos sufren sus consecuencias.
El regreso del idiota es un libro hilarante por mucho que trate cuestiones muy graves y por supuesto tremendamente preocupantes en su evolución. En el Manual... se citaba con profusión al uruguayo Eduardo Galeano como autor de la Biblia del idiota con su libro Las venas abiertas de América Latina. Galeano es una fuente inagotable de citas fanáticas y mágicas, es decir de sandeces concatenadas. También era inevitable en éste aunque se ve acompañado por otros grandes «idiotas sin fronteras», expertos en la abolición de la realidad como son el inefable Noam Chomsky, James Petras, por supuesto el ínclito falsario y pelmazo de Ignacio Ramonet, el lacrimoso Harold Pinter y otro dramaturgo, Alfonso Sastre. Muchos nombres más se podrían añadir y desde luego decenas de la cuadra hispana, y todos tienen en común que jamás han sufrido las consecuencias de las barbaridades que pregonan. Son los «turistas del ideal» como con mucha fortuna los definió en su deliciosa novela Ignacio Vidal-Folch.
El libro de estos tres obstinados liberales impertinentes no induce sin embargo a la depresión por mucho que algunos personajes y situaciones políticas que aparecen lo pudieran sugerir. Los autores distinguen entre la «izquierda vegetariana» y la «izquierda carnívora». En la primera incluyen a Lula da Silva de Brasil, a Tabaré Vasquez de Uruguay, a Óscar Arias de Costa Rica y a Bachellet de Chile. En la segunda al dinosaurio Fidel Castro y a su sucesor como gran agitador contra las libertades en Latinoamérica que es Hugo Chávez. El ecuatoriano Correa también puede incluirse sin problemas en el grupo igual que el más bien desasistido Evo Morales, en cierta medida triste muñeco del gorila de Caracas. La izquierda vegetariana ha optado por aceptar al menos gran parte de la realidad y optado por una socialdemocracia que en muchos casos no era previsible por sus posturas previas a la llegada al poder. Esto sugiere que en ocasiones la realidad tiene efectos curativos y si bien esto jamás podrá afectar a los intelectuales occidentales que viven de la mentira victimista tercermundista, sí podría tener en un futuro no lejano también ciertos efectos correctores sobre otros dirigentes. Pero también surge la convicción de que el peor enemigo de la sociedad libre que nunca ha sido otra en mayor grado que la occidental fruto del cristianismo, el respeto al carácter único y sagrado de la persona y por tanto a los derechos del individuo y a la fuerza de la razón ha de ser combatido con lucidez, coraje cívico y valentía. Islamismos, indigenismos, nazismos y comunismos son diferentes ideologías que tienen en común su hostilidad insuperable hacia la sociedad de la libertad y el respeto a la persona.
Contra la tiranía. Vargas Llosa, Montaner y Mendoza han escrito un entretenidísimo libro sobre un continente que conocen y quieren, un contundente panfleto -en su más noble acepción- en contra de la tiranía y la mentira y un ferviente alegato a favor de todas las libertades como fórmula ya probada para alcanzar las mayores cotas de bienestar y progreso como ya decían los antídotos al cretinismo político que eran Popper o Revel. Vuelven los autores a recurrir al humor, a veces corrosivo y convenientemente implacable, con el mismo éxito que en su primer libro conjunto. El objetivo era el mismo: desenmascarar a toda una subcultura de farsantes más o menos peligrosos. En ambos casos ha sido logrado aunque siempre con la salvedad terrible que nos confiere la certeza de que los auténticos idiotas jamás leerán el texto que los retrata. Porque resulta bastante exasperante, triste y peligroso que, después del terrible siglo de las experimentaciones totalitarias que fue el XX, los enemigos de la libertad sigan obstinados, enfermos de ideología, en hacer sufrir a las sociedades con promesas de felicidades utópicas. Es una muy mala broma a la que este libro responde con ingenio, humor y mucha realidad.

jueves, 26 de febrero de 2015

SOBRE LA PESTE MODERNA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  11.08.07


Ignatieff, Glucksmann, Enzensberger y Ackerman son algunos de los autores de han estudiado el terrorismo, un fenómeno que ha obligado a cambiar los hábitos del planeta.

Como uno de los fenómenos más comunes del alegre faldicortismo de la posmodernidad es la afición desbocada por la profanación del sentido de las palabras y los contenidos de los conceptos, cada vez resulta más difícil acotar significados. No tiene por ello que extrañar que uno de los términos más actuales, «terrorismo» -que raro es el día no esté presente en las mentes de los individuos en la sociedad moderna-, carezca de definición clara, por mucho que los ciudadanos tengan perfectamente claro de qué hablan cuando lo utilizan. Pese a los esfuerzos habidos por buscar una fórmula de consenso que explique esta peste de nuestra era moderna, casi todos los Estados tienen una definición distinta -y mutante con los gobiernos y las ideologías en el poder- y se da la curiosa paradoja que, en EE.UU., país donde la movilización contra el terror alcanzó unas intensidades frenéticas tras los atentados del 11-S, aún existen diferencias de definición incluso entre organismos federales. Y las definiciones, cuando las hay, no son felices. Richard R. Baxter, que fuera juez de la Corte Internacional de Justicia, decía que «tenemos motivos para lamentar que se nos impusiera un concepto legal. El término es impreciso; es ambiguo y ante todo no sirve para ningún propósito legal».
Moda política
Pero, como es lógico, es en la política donde más se manipula y pervierte el vocablo. Más allá de los usos necios del término aplicado a otros campos, que viene a ser moda de mucho político pedestre europeo y que cristaliza en sandeces como terrorismo «ecológico», «urbanístico», «sexista», «cultural», «de género» o «colonial», existe el abuso malintencionado de quienes lo usan simplemente para atacar a sus adversarios. Los terroristas que se autocalifican como guerrilleros, liberadores o mártires tachan de terroristas a los Estados que atacan, y diversos Estados llevan décadas bombardeándose con este término como insulto.
En nuestro país ha sido realmente terrorífico -que no terrorista- el proceso degenerativo del uso del vocablo, cuando somos uno de los países del mundo más versados en este desdichado fenómeno. El izquierdismo carpetovetónico más deslenguado siempre ha utilizado la palabra terrorista para hablar de las acciones militares de Israel o de EE.UU., también bajo el ahora santificado Bill Clinton; acordémonos del coro que tachaba de terrorista la intervención que impidió a Slobodan Milosevic que consumara el genocidio ya en marcha. Con la llegada a la cúpula del PSOE del gran maestro del vacío conceptual y la profanación semántica que es Zapatero, esta costumbre torticera se extendió. Así, con la intensificación del legítimo y loable movimiento contra la guerra de Irak comenzó aquí a proliferar el uso del término «terrorista» en referencia a Bush y Aznar, y el de «resistencia» para quienes cometían en Irak actos de claro signo terrorista con el resultado acumulado de decenas de miles de muertos civiles. Pero también la Iglesia católica, y muy especialmente en el País Vasco, tiene muchos problemas para distinguir violencia del uso legítimo del monopolio de la violencia que ha de tener un Estado de Derecho.
Lo uno y lo contrario
El siguiente paso en la pirueta semántica nacional fue la desaparición del término «terrorismo» del léxico del presidente Zapatero en relación con las actividades de la banda terrorista ETA. Pese a su continuo alarde de desenfado en el uso de las palabras -que deben estar, como dijo, al servicio de la política-, que le lleva a utilizarlas para decir lo uno y lo contrario, debió decidir que como bajo él iba a dejar de existir el terrorismo, iba a «adelantar el futuro», como señaló hace unos días en referencia a otra cuestión, y abolía el término. Nos habría defraudado nuestro presidente si se hubiera dejado enmendar por la realidad del rearme, de los zulos, las cartas amenazantes, las bombas y los tres muertos. Esta ocultación por parte del presidente no ha tenido el éxito prolongado de otras y hoy las encuestas revelan que el terrorismo es, con el problema de la vivienda, su máxima preocupación.
La fragilidad del vocablo, no ya en el abuso político, sino en la percepción pública, puede deducirse de esfuerzos honestos de aproximación al fenómeno desde la literatura, el análisis o el cine. La película Múnich, de Steven Spielberg, es un caso muy destacable pero también controvertido, como no podía ser de otra forma. Probablemente no se haya escrito de nada tanto en los últimos diez años como de esta peste de la modernidad que ha obligado a todo el planeta a cambiar de hábitos, a acostumbrarse a ese miedo comparable al terror a la pandemia en la antigüedad o el medioevo. El terrorismo, que en Europa ya solo tenía el remanente siniestro de ETA, ha entrado definitivamente en las vidas de la ciudadanía mundial de la mano del islamismo radical.
La literatura surgida del miedo a este fenómeno, que precisamente por miedo todo parece cambiarlo, intenta explicar la naturaleza del terrorismo, la identidad y la motivación del terrorista, los efectos del fenómeno sobre la sociedad y el Estado de Derecho y el drama de las víctimas. Casi todos los intelectuales han tenido que ocuparse de este fenónemo desde un ángulo u otro. Michael Ignatieff y André Glucksmann recorren en sus respectivos libros, El mal menor y Dostoievski en Manhattan, la historia moderna del terrorismo desde sus inicios en el nihilismo de la Rusia zarista hasta el terrible comienzo del siglo XXI, con las bombas de Nueva York, Madrid, Bali, Londres y el anquilosamiento de un terrorismo cotidiano en las luchas sectarias de Irak.
El alma del suicida
Hans Magnus Enzensberger bucea con El perdedor radical en el alma del terrorista suicida, y otros estudian y advierten sobre los peligros que surgen de la reacción de autodefensa de los Estados, que podría llevar al desmantelamiento de las estructuras democráticas que se quiere preservar. Es el caso del profesor norteamericano Bruce Ackerman con Antes de que nos ataquen de nuevo, cuyos análisis se basan por lo general en la reacción de la Administración de George Bush a los ataques del 11-M y su batería de medidas antiterroristas, desde las leyes especiales a las reglas de Guantánamo, que han sido en gran medida contraproducentes, y algunas, además, moralmente condenables.
En general, parece existir un vago acuerdo entre los demócratas -siempre en peligro de romperse en crisis concretas- en que al terror hay que responderle con la fuerza, contundente y decidida, comedida y proporcionada, que preserve el poder moral, que es la mejor arma de la democracia. Casi todos los demócratas parecen haber llegado ya, en esta segunda fase de la guerra del terrorismo, mucho más despiadada que la habida en la posguerra del siglo XX, a la firme conclusión de que toda negociación bajo la amenaza terrorista eleva a la fuerza terrorista a interlocutor legitimado, con lo que el terrorismo ha conquistado su primera victoria: marcar la agenda del Estado, lo que equivale a quebrar la voluntad del Estado.

DOS MUJERES EN ARLINGTON

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  02.08.07


«PIDO respeto. Entiendan». Una mujeruca negra con el uniforme de guardas del cementerio sorprende con este ruego al bajar del autobús en aquel amable paisaje de césped impecable, árboles centenarios y lápidas. Con voz tenue, pero tan marcada y urgente que se antoja una orden y un grito escondido. «Pido respeto. Entiendan». Se lo pide todos los días a los visitantes del cementerio de Arlington -ahora en verano bajo el aplastante calor húmedo de Washington- esta mujer menuda, de edad imprecisa pero avanzada y marcada por una vida sin duda poco amable, probable habitante de alguno de los tristes bloques de viviendas que se extiende unas millas al sur del cementerio en el suburbio pobre del coqueto y acomodado pueblito residencial de Alejandría con su pintoresco puerto corriente abajo, en la margen derecha del río Potomac. Avara le ha sido la vida a esta pobre negra de Virginia con seguridad. Como a tantos millones de descendientes de esclavos traídos desde el siglo XVII al Nuevo Mundo. Mil penalidades sufrirían sus antepasados pero también, se adivina, ella, sus hijos y sus nietos en esta sociedad tan opulenta que nada regala. Y sin embargo allí, andando ya hacia el Monumento al Soldado Desconocido, en la zona más alta del inmenso camposanto que alberga más de un cuarto de millón de tumbas de soldados caídos en todas las guerras de esta nación desde la Civil a la de Irak, se nota que su única preocupación está en cumplir bien un deber que considera importante y que es respetar y hacer respetar a tanto turista despreocupado aquel lugar que ella, sin ninguna duda, considera sagrado.
La solemnidad en esta mañana no se debe solo al soldado desconocido en cuyo epitafio está grabado el «cuyo nombre solo por Dios conocido» ni a los miles de tumbas de los últimos 140 años. Una vez más -ahora sucede con más probabilidad los lunes al no celebrarse entierros los fines de semana-, se ha abierto una tumba fresca cerca del monumento y se han reunido en torno a ella oficiales de los Marines y civiles, hombres y mujeres, con traje de domingo. Aunque, por respeto, los visitantes no se acercan a la ceremonia ni ven el nombre en la lápida, el honrado no es desconocido a la vista de los muchos que lo lloran. Suenan las salvas de honor, desaparece el féretro en la fosa y se retira en su uniforme azul inmaculado la Guardia de honor. Quedan rezagados compañeros, familiares y amigos. Difícil saber qué y cómo piensan de esa guerra lejana. Con las estadísticas en la mano es más que probable que una mayoría de los asistentes opine que aquella guerra de Irak fue un error, que la posguerra ha sido una absoluta calamidad y que los soldados deberían volver cuanto antes y dejar a los iraquíes a su suerte. Es probable. Lo que también es seguro es que quien más siente en este momento la tragedia de la guerra es la señora de mediana edad que junto a la tumba abierta, inmóvil, abraza la bandera que arropaba el ataúd y que dos soldados le han entregado tras doblarla según el rito.
No suele ser razonable sacar conclusiones de situaciones anecdóticas como la descrita. Todas las tragedias son distintas por mucho que las iguale la muerte, el dolor por la pérdida irreparable. Sin embargo, es mucho lo que los europeos y especialmente los españoles podríamos añorar de este culto al sacrificio que se escenifica por aquellos que han muerto en acto de servicio. Un abismo separa la solemnidad que une a la pobre negra y a la madre del caído de otra anécdota con otro muerto, éste un soldado español, muerto en acto de servicio en El Líbano.
Cuentan las crónicas del funeral por seis soldados que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se acercó a hablar con las familias. En un momento dado se acercó al padre de una de las víctimas y le expresó su condolencia en los siguientes términos: «Una pena. Seguro que había ido al Líbano a comprarse un coche. ¿No?»
«Respeto, entiendan», pedía la vieja negra de Arlington para aquellos que a lo largo de la historia corta de los Estados Unidos de América habían muerto sirviendo a su patria. Honor, respeto y sentido de la trascendencia del sacrificio y de la vida, pedía para sus queridos muertos aquella mujer sencilla con su raído uniforme de guarda. El presidente del Gobierno de España, de una de las naciones con más larga historia del mundo, no encontraba en cambio otra forma de acercarse al padre del militar caído que buscar un circunloquio para llamar mercenario al hijo. Muchos somos conscientes desde hace tiempo de que el problema fundamental que tenemos con el presidente Zapatero trasciende ya del campo de la política, de las diferencias ideológicas, de opinión o percepción. Toda su conducta ha ido revelando de forma inconcebible primero, después ya irrefutable, que la impostura moral permanente no es en él gesto puntual ni un recurso para la añagaza sino hábito de vida o, peor aun, carácter. Como tarde lo entendimos cuando, en una situación similar a la relatada, le dijo a la madre de Irene Villa que él la entendía porque su abuelo «también» había muerto en la guerra. El hecho de que el presidente comparara un atentado terrorista en democracia contra una mujer y su hija con la ejecución de un militar de cuestionable trayectoria durante una guerra civil no era un simple desprecio más a unas víctimas que siempre consideró aliadas o influidas por su auténtico enemigo, los españoles que se niegan a unirse a esa comunidad mágica del progresismo. Aquella respuesta revelaba que él sí entendía su malhadado «proceso de paz» como el final dialogado de una guerra en la que los dos contendientes tienen sus razones. Para entonces ya tenía a sus dirigentes socialistas vascos conciliando intereses de su partido y su gobierno con ETA, a espaldas de la sociedad española.
Su trayectoria vital como profesional del aparato político parece haberle dado tiempo para especializarse en la intriga y en el engaño personal que le atestiguan todos los que en algún momento creyeron en su palabra. También para fabular sobre las bondades del pretendido abuelo heroico. Pero parece que no para reflexionar sobre el sentido real de la muerte y del luto, de la guerra y sus víctimas, ni del sacrificio del soldado. Por eso es capaz de decir lo que dice. Zapatero goza de la fe en la trivialidad de un orden sin esfuerzo que siempre se recompone porque «no pasa nada» y «eso se hace como sea». Eso le lleva a despreciar todo sentimiento de trascendencia y por supuesto de religiosidad todo lo que ponga en duda su inanidad y todas sus banderas tan impostadas como sus leyendas familiares y su visión de la historia de España. En esa realidad perfectamente plana en la que toda palabra, todo acuerdo, toda persona y toda idea es perfectamente sustituible por otra, no hay al final lealtades últimas. Todo es manejable a conveniencia. La voladura del parking de la T-4 con dos ecuatorianos muertos fue un trágico accidente y un apagón de luz es un accidente muy grave. «Vive como si la muerte no existiera» se solía decir de aquellos que vivían sin rumbo, guía ni razón. Él sí tiene una razón que es él y su alter ego en matrimonio, además de su mundo inventado, infantil, que le liberan de la necesidad de reflexión alguna sobre valores o lealtades que trasciendan a sus vínculos de interés o afecto inmediato.
Nada en el carácter esencialmente furtivo de este presidente le permite otorgar relevancia a anclajes morales inamovibles. Así lo único realmente inmutable en su pequeño universo mágico, subproducto de la subcultura izquierdista, es el enemigo, la «derecha» y el «imperialismo». No tiene otra bandera que la de la revancha. Incapaz de proclamarse jefe de un Gobierno de todos los españoles, nunca ha perdido la ocasión de zaherir, ridiculizar o insultar a esa España que detesta tanto como a Estados Unidos. Por eso este hombre jamás podrá entender lo que supone para las dos mujeres de Arlington la solemnidad como reflejo de la trascendencia de la muerte. Y la bandera como símbolo de unión, libertad y esperanza.

DOS BOMBARDEROS RUSOS

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  19.07.07


Dos bombarderos rusos Tupolev 95 coquetearon el pasado martes con los límites del espacio aéreo británico al norte de Escocia. Se acercaron mucho, mucho, y anduvieron enredando por las alturas un rato antes de perderse. Estas cosas pasan. Hasta con estos aviones que no son precisamente los más pequeños y rápidos y que por esa condición pueden hacer maniobras raras en momentos de despiste. Cierto que también puede pasarles a estos aparatos. Y que suele ser sin especial intención. En el cielo no hay balizas y el descuido existe. Sin embargo, en esta ocasión, nadie en Londres parece haber entendido que los dos aviones rusos, TU95, de alcance estratégico y capacidad de portar armamento nuclear, se hubieran perdido por la zona después de una excursión.
No son días amables en la relación entre Moscú y Londres. Cuatro espías rusos tan descuidadamente disfrazados de diplomáticos como antaño bajo bandera de la URSS, han sido expulsados del Reino Unido en una de las primeras medidas adoptadas en política exterior por el primer ministro Gordon Brown y el Foreign Office bajo David Miliban. Los agentes rusos de la actualidad actúan con una inmensa falta de vergüenza convencidos de que las democracias occidentales hacen ejercicios malabares para no gastarse un dólar en servicios de contraespionaje en este mundo de comprensión y alianzas entre democracias y totalitarismos. Londres es, ha sido y esperemos será siempre, muy distinto. Gracias a que lo fue, Europa es hoy un paisaje libre donde la mayoría se permite el lujo de dormitar y otros pueden identificar las amenazas que suponen los regímenes que chantajean o mandan directamente a agentes propios a matar a refugiados políticos en territorios ajenos. Londres no ha podido hacer más que otros por presos políticos como Jodorkovski y otros perseguidos por un Kremlin ya perfectamente controlado por la «nueva clase», distinta de la descrita por el comunista montenegrino Milovan Djilas en su legendario ensayo sólo en el sentido de que la hipócrita disciplina ideológica de antaño ha sido sustituida por la lógica implacable del poder, económico en sus mecanismos y mafioso en sus formas. Ahora Londres si ha respondido con contundencia al asesinato de Alexander Litvinenko y ha dejado claro que la política británica no se deja intimidar por el matonismo de los cachorros de la Lubianka. Angela Merkel ya advirtió a Putin de que no puede tratar a las grandes democracias europeas con los ademanes rufianescos con los que quiere despachar a sus vecinos, repúblicas exsoviéticas o exmiembros del Pacto de Varsovia.
Volviendo al cielo, habría sido lógico que en días de tensión las fuerzas aéreas rusas hubieran mostrado especial recato en acercarse al espacio aéreo del Reino Unido en sus maniobras. Que no fuera así dice mucho del discurso adoptado por Moscú hacia el exterior. Vladimir Putin –da la impresión– cree que puede sacar continuo rédito a la obsequiosidad de gran parte del mundo occidental y tensa la situación porque sabe que el conflicto exterior es su gran baza para mantener una cohesión que es fruto de una bonanza económica por precios de materias primas que no será eterna.
Todos somos conscientes del escaso prestigio social y político que tiene hoy en día denunciar conflictos políticos por justificados que sean porque ya parece norma que quien los describe los genera. Nada hay más bonito que lanzarse al entusiasmo de la conciliación y el diálogo con quien sea. En metáfora políticamente incorrecta podría decirse que todo padre de familia asaltado en su casa y violadas dos hijas, tiene el sacro deber de buscar fórmulas de entendimiento con el asaltante para no acabar considerándose culpable de la violación de la tercera. Es esa «Casa tomada» de Julio Cortázar que no hace mucho recordaba Fernando Savater en relación con el País Vasco. Sin embargo, todavía hay esperanza porque quedan gentes, líderes políticos y sociedades con memoria no inventada que reaccionan como uno desearía ver reaccionar a sus propios gobernantes y también a su entorno. Una vez más es el Reino Unido el que demuestra el carácter suficiente para advertir al violador que habrá de asumir las consecuencias de sus actos que jamás le serán condonados por la amenaza de una escalada de los atropellos.

FALSARIOS, TEMEROSOS Y OFENDIDOS

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  25.06.07


Diego López Garrido, aseguró ayer que «es claro que el Gobierno español no ha tenido ningún tipo de acuerdo político con la banda terrorista». «Jamás se va a aceptar un acuerdo político con una banda de delincuentes y de terroristas», enfatizó. Para quienes creemos que la inhabilitación del actual presidente del Gobierno por parte de su propio partido sería la solución más racional y salubre para la seguridad y dignidad nacional no resulta un consuelo ver que tiene tantos colaboradores necesarios que, en su día y salvo desastre general, habrán de acompañarle al ostracismo político y a la recusación. Son muchos los que, con Zapatero, se han aventurado a movimientos y actos que los sitúan al menos con un pie allende la línea roja que separa a los representantes del Estado de los enemigos declarados del mismo. Lo peor no es que muchos consideremos más verosímil a Gara que a Zapatero o López Garrido. Lo peor es que ellos se han obligado a mentir mientras los asesinos han sido elevados a una posición en la que las verdades les benefician. Y la culpa la tiene quien quiso hacer causa común con el asesino para beneficio propio. Y es su caso, señor presidente.
En realidad, ante la magnitud del desastre generado por el aventurerismo del presidente durante toda la legislatura y la gravedad de las consecuencias que tendrá para la seguridad de la sociedad española, su democracia y, en definitiva, sobre la vida de los españoles, apenas es un insignificante daño colateral la demoledora pérdida de credibilidad personal y dignidad política de esos pobres miembros de la dirección socialista que se ven arrastrados, cautivos de las mentiras de su jefe, a hundirse como en una triste ópera de patética solidaridad obligada, en el pozo negro de una aventura que ya solo iluminados, insensatos o bien pagados pueden creer vaya a tener éxito. El fracaso general de la legislatura, el ridículo internacional de Zapatero allá donde aparezca fuera de nuestras fronteras y sus muy lógicos miedos a que, dentro de las mismas se le exijan pronto responsabilidades -como decía el director de este periódico ayer, puede que no solo políticas- por los daños causados, han puesto a todo el entorno del Gran Timonel en estado de excepción, alarma o histeria. Por unos días al menos, veremos cómo todos los esfuerzos por desacreditar a quienes advertían contra la temeridad dolosa de Zapatero se han vuelto hacia actitudes defensivas.
Es inútil. López Garrido tiene ahora ya la misma capacidad de evitar daños a Zapatero como éste tiene de impedir que sus actos pasados nos produzcan aun más perjuicios a todos los españoles. Lo que quiere decir: ninguna. Zapatero y sus escuderos están en manos de aquellos a quienes insensatamente creyeron aliados naturales para redefinir los frentes políticos y sociales en la España moderna y ejecutar un delirante proyecto de revancha. Ahora ya, sus ademanes y gestos ofendidos ante esa masiva sospecha bien fundada de que se ha agotado el efecto de la monserga que pide confianza a cambio de soberbia y ocultación, comienzan a ser más mamarrachada indecorosa que obscena mentira. Es preocupante también para los muchos que quisieran salvar de esta vergüenza paralizante a la mayor parte del PSOE, conscientes como son que los daños habidos bajo la égida de su dirección solo serán subsanables por una gran operación conjunta de las fuerzas constitucionalistas que hayan sobrevivido al delirio zapaterista de la reconducción de la historia de España como capricho de sus duelos adolescentes. Cuánto más tarde el PSOE en reaccionar ante su grave responsabilidad, más difícil será encontrar cauces que hagan fluir entendimientos para el pacto de Estado imprescindible que reactive las sinergias de la convivencia, la igualdad y la libertad. La historia demuestra que los estados pueden embarrancar. Sería imperdonable que, ante el delirio de unos pocos y la indolencia de los demás, España volviera a ser ejemplo de ello.

LA CAZA DEL MAL MENOR

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  21.06.07


Se han puesto nerviosos hasta los más indolentes. Comienza la cumbre y no están del todo de acuerdo los 27 miembros de esta inmensa Unión Europea de la que muchos no recuerdan ni de dónde vienen, ni de las lealtades debidas ni del conocimiento de las normas. Y no hablamos sólo de los nuevos y muy serios miembros llegados con la ampliación del 2005. En este magnífico desorden en el que afrontamos la imprescindible apertura de urgentes reformas institucionales no son los polacos los únicos culpables. Ni los británicos, siempre tan a mano para culpabilizar porque en su arrogancia casi nunca se molestan en defenderse. La canciller Angela Merkel y una Alemania sólida como nadie creía estaría en su presidencia en este primer semestre, tienen el derecho y el deber de dejar ciertas cuestiones claras antes de dar el testigo a un Portugal, que tendrá asuntos políticos serios que afrontar, entre ellos la crisis de Kosovo y los Balcanes occidentales que exigen respuesta urgente.
Las amenazas se han disparado en vísperas de la Cumbre. Es difícil creer que vayan a ser efectivas. El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, ha amenazado a Polonia con represalias económicas si no cambia su actitud y se obstina en rechazar nuevas reglas que le quitan poder de decisión. Es cierto que Polonia se muestra soberbia e inflexible. Pero nunca hubo regla escrita en la UE que dictara que un país renunciara a mecanismos de poder previamente adquiridos y todo a cambio de nada más que cariño. Sólo un país aislado y ya hoy íntimamente condenado al desprecio de sus socios como es la España bajo el Gobierno de Rodríguez Zapatero, puede cambiar de posición, con pérdida objetiva de poder, sin mayor perjuicio del ya habido ni preocupación propia ni ajena. Su nivel de irrelevancia política en el exterior y su menesterosidad en el interior, lleva a a este Gobierno a defender la constitución europea, su reforma y todo lo contrario, sin atisbo de rubor.
Hay otros países que, menos introvertidos y menos esclavos de los dictados de sus esclavitudes políticas, defienden aún sus intereses nacionales con mayor o menor acierto, más o menos irritados o irritantes. Por eso, tras dos años de parálisis impuesta, aquí en la UE se han enfadado todos, incluso los que más se han dormido antes. Enfadada parece hasta la desidia misma. Naciones enteras, ensimismadas sin perder un minuto en el proyecto europeo durante años, ahora parecen dispuestas a amenazar a otros y a indignarse porque no hay acuerdos maduros que nos saquen del atasco en el que nosotros, todos, no solo el gentío del NO, nos metimos. Los franceses y holandeses que respondieron, en alarde de ciudadanía, a un proceso que consideraban los despreciaba, nos frustraron un camino institucional que podía habernos condenado. Otros, con referéndum o sin él, respondieron de otra forma y entre ellos el nuestro.
El desafío alemán
Alemania bajo Angela Merkel considera -como muchos otros- que han hecho una buena presidencia, también favorecida por las expectativas creadas por el triunfo de Nicolas Sarkozy, y quiere dejarla marcada como tal. Por ello, como la mayor potencia europea, Berlín quiere salir de la cumbre con un acuerdo que acabe con la agobiante parálisis en la que Europa se sumió hace dos años. No hay que ser Merlín para saber que la famosa «raíz cuadrada» propuesta por Varsovia no será el problema. Alemania sabe perfectamente que debe tener mucho tacto con Polonia, país capital para la nueva Europa, hoy gobernada por seres tan imprevisibles, irresponsables e inconsistentes como España. En todo caso, si baldías son las extemporáneas amenazas españolas que a nadie inquietan y las baladronadas de otros que nada suponen ante vetos efectivos, lo cierto es que puede éste ser un buen año para Europa si Merkel logra pasar a Portugal un cambio general de actitud, una ilusión común y la convicción de que los grandes se han puesto en marcha.

miércoles, 25 de febrero de 2015

ALARMA, CERTEZA Y DECEPCIÓN

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  29.05.07


NO seamos ilusos. Los resultados podrían haber sido peores, pero esperanzadores lo son muy poco. Seamos francos todos aquellos que, sincera y abiertamente, creemos que la legislatura actual bajo el presidente del Gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, es la más nefasta, en lo humano, en lo moral, en lo político y en lo cultural, que hemos vivido los españoles desde el final de la dictadura. Aunque estemos convencidos de que no existe determinismo histórico alguno. Y otorgando que incluso gente de su calidad puede hacer algo constructivo, eficaz y beneficioso para los españoles, de no estar tan enfrentada a sus limitaciones, miedos y miserias ideológicas y personales.
No a muchos humanos les está dado el saltar por encima de su propia sombra. Rodríguez Zapatero es probablemente de los menos capaces para ello, orgulloso prisionero de su sombra menor como pocos. Nadie le puede negar su buena voluntad al comienzo de su inesperada e inverosímil singladura por el poder. Y nadie hoy puede ya cabalmente defenderla a la vista de sus resultados nefastos para la convivencia de la sociedad que juró defender, y tan corrosiva como tóxica para las instituciones y el sano fluir de las relaciones humanas que crean industria, economía, urbanidad y sociedad propia.
Malo es que en momentos de angustia, zozobra y mudanza los españoles nos dejáramos voluntariamente encelar en esa su sombra triste, pobre y escasa. Y esa culpa no es suya. Pero dramático sería que tuviéramos que depender de su patética figura para fugarnos de esa umbría que amenaza con lanzarnos directamente a oscuridades que los españoles hemos combatido con éxito y desde luego no merecemos. Pero nadie crea tampoco que negarle en un domingo un par de votos a quien tanta loza ha roto es un gesto de dignidad definitivamente liberador. Ni mucho menos. Nadie piense que el daño que se le ha hecho al tejido social, político y emocional bajo esta tropa de flautistas más o menos convencidos, más o menos bribones, será reversible a corto plazo. De ahí que, ante los resultados habidos, sólo cabe humildad y mucha cautela por parte de quienes creemos que José Blanco, José Luis Rodríguez Zapatero, Cándido Conde Pumpido, el ministro Bermejo y tantos otros acabarán en un pie de página de la historia de España mezclados con otros protagonistas de esta triste fase que nos ha tocado vivir, como son José Ternera, José Luis Eguiguren, Patxi López, Pernando Barrena y demás.
No nos dejemos, por tanto, llevar por esos entusiasmos que a algunos puedan generar 160.000 votos de españoles con que el Partido Popular de don Mariano Rajoy supera ahora la cosecha del Rey Arturo de la Moncloa. Nada supone en realidad para el estado de las cosas y ante todo para la salubridad del Estado que la calle Ferraz contara el domingo con un estadio Santiago Bernabéu y medio menos de votos que la calle Génova a las diez de la noche. Nada importa en este sentido darle la razón a cualquier tucán mequetrefe que intenta intoxicar. Seamos claros y duros con nosotros mismos, porque mucho nos importa lo que hay en juego. No son unas decenas de miles de votos tornadizos o guadianos entre convocatorias electorales las que harán tornar una suerte de España que muchos creen haber logrado ya cambiar con artificios y transformaciones que ellos se prometen irreversibles, pero injustificables, tramposos, ilegales y torticeros. Navarra parece condenada, en el País Vasco el terror tiene ya financiación oficial y el resto de España comienza a ver cómo el clientelismo ideológico da más miedo que las películas de serie negra checoslovacas. No lean a Pawel Kohout si no quieren, pero esta es aún la hora de las especies más mentirosas.
Muchas cuestiones que esta malhadada legislatura ha inventado e impuesto para mayor gloria de apaños y trueques políticos grotescos de tontilocos sí son alarmantes y nos van a hacer daño a nosotros y a nuestros hijos y nietos. Frenarlas es mero patriotismo. En las reformas institucionales basta con hablar del egoísmo, del ventajismo y la cobardía, pero ante todo de esa mentira tan reiterada como insultante que nacionalistas e izquierdistas han convertido en el motor de parcelar la realidad, la pasada en la historia y la presente. El espectáculo de falacia y chantaje que nos han ofrecido esas fuerzas que -sólo por respeto a Ignacio Camacho aún no llamo, de absoluto acuerdo a su perfecta vocación, «nacional-socialistas»- nos ha convertido a los españoles, incluidos aquellos que dicen no serlo, en absolutos peleles de un mensaje mágico en la política que apuesta por todo y por ello se convierte en una aventura involucionista, liberticida y quién sabe si muy gravemente peligrosa para la integridad física de los españoles. Las aventuras del poeta Georg Trakl en Múnich o del misionero bolchevique Bela Kun en Budapest, o tantas otras que en el siglo veinte desafiaron al sentido común, se aliaron con lo peor posible, se entusiasmaron con el experimento social y anunciaron grandes dichas siempre a cambio de terribles sacrificios hacen honor a Zapatero y a toda la para nada sagrada alianza de oportunistas, izquierdistas «new age», cobardes, rampantes del negocio y la palabra y otros seres siniestros que quieren compensar sus abismales imperfecciones de carácter y proyecto con la rotundidad de sus objetivos. No les pasa otra cosa a los asesinos y sus corifeos en el País Vasco, deprimidos hasta el ingreso terapéutico hace cuatro años. Entonces todos buscaban trabajos en la empresa privada o la diputación. Hoy con Zapatero, pletóricos de derechos en una ANV tan procaz, han vuelto a la épica. Nadie desmiente nada ya. Los peores periodistas que han ayudado a Zapatero a difamar a quienes criticaban el proceso titulan ya, sin complejos, «Batasuna irrumpe». Ni se acuerdan de sus mentiras. Eso es falta de respeto.
Con tanta miseria de desparpajo militando en defensa del terror ventajista, puede que algunos todavía divaguen sobre lo que sufre Zapatero en dejar en manos de los terroristas las listas de los censos y el dinero atribuible. Pero lo peor es la mala fe, la percepción del enemigo equivocado, el odio gratuito de quienes se sienten seguros en el coqueteo del guerracivilismo. Y los socialistas en el País Vasco, pero también en Cataluña y en la calle Ferraz. Y tanto medio periodístico y firma decrépita que sólo ve enemigos en José María Aznar, un hombre al que volaron dentro de su coche esos chicos de la paz. No han dejado durante toda esta legislatura malhadada de pregonar esa mala fe que dirige su mirada de odio hacia quienes denuncian sus mentiras. Zapatero es su Arturo mágico. El fracaso perenne. A costa siempre del prójimo. Nuestros enemigos reciben ánimos, expectativas, fuerzas, dinero o mesas del buen comer. Dice Arturo Alicia que «una de las cosas buenas de la democracia es que permite estar a todos contentos». No todos están tan contentos y sin haber perdido, como en su caso, una y otra vez las apuestas a la posteridad, eso sí, siempre con moneda ajena, de todos los españoles. No nos alegramos siquiera de que su partido haya sido humillado, y sus decenas de miles de militantes de Madrid sacrificados en su esfuerzo y dignidad. Es increíble que haya ahora gente en España que hable de Kirov, el jefe comunista de Leningrado. La hay. La subcultura socialista de Zapatero no sabe nada de Sergei Kirov ni de nada que no sean ocurrencias propias. Por eso creen que lo inventan todo. A partir de la misteriora muerte de Kirov el partido dejó de existir como órgano de debate. Cierto, un candidato propuesto por Stalin no habría pasado el ridículo de Miguel Sebastián. Visto el capítulo De Juana y el de Otegui, el nuevo de ANV y las conversaciones clandestinas con ETA, mi confianza en el Gran Timonel, presunto defensor de las instituciones del Reino de España, es muy escasa. Pero grande es mi decepción por el hecho de que los españoles no hayan respondido con la reacción que pudieran a quien juega con nuestra suerte, dignidad y seguridad -para arrinconarlo en el triste lugar de la historia que merece.

DE LA COINCIDENCIA A LA COMUNIÓN

Por HERMANN TERTSCH
   ABC  21.05.07


Lo que convierte en una auténtica tragedia la insospechada aparición de Rodríguez Zapatero en la historia española ha sido la total incapacidad del cuerpo social español para reaccionar

Sólo a muy primera vista resulta conmovedor el esfuerzo del presidente del Gobierno por desmentir la información de este periódico sobre los nuevos esfuerzos del Gran Timonel por coordinar su política con ETA de cara a las elecciones municipales. Asegura Rodríguez Zapatero que «no hay diálogo con ETA» pero sí «tomas de temperatura». Hay que ser periodista muy amigo del jefe para reinterpretar con benevolencia ambigüedades que nunca esconden ya las mentiras. La información de ABC, ya corroborada por todas las esquinas informativas y que en los próximos días será probablemente ampliada por los propios interlocutores del Gobierno o por aquellos medios que aún se atreven a indignarse y denunciar semejantes villanías, sólo ratifica la certeza general entre adversarios como partidarios de este Gobierno de que Zapatero y José Ternera tienen intereses comunes.
Para muchos, quizás la mayoría en esta sociedad española, convencida de que no hay mal que pueda distraerla, esto no es ni siquiera necesariamente malo. Los partidarios del presidente del Gobierno piensan que el interés común de estos dos hombres ante un supuesto gran destino es la paz y siempre la paz. Las discrepancias que tienen sobre el orden de prioridades entre la paz y otras cuestiones más o menos nimias nunca serán obstáculo para que el jefe del Gobierno sea generoso. A él le será más fácil estirarse. Primero porque al fin y al cabo él juega con fichas prestadas. Y por supuesto porque Ternera no tiene plazos y hoy menos angustias que nunca.
Ya nos lo explicó el pasado jueves en una inenarrable intervención en el Hotel Intercontinental de Madrid uno de los máximos exegetas de la Hoja de Ruta que ya sería un disparate aunque sólo supusiera un final ignominioso para muchas carreras, biografías hasta ahora honorables y hojas de servicio notables. Puede, dijo, que el Estado haya ido demasiado lejos en sus esfuerzos por frenar los intentos de una banda de asesinos por infiltrar de nuevo las instituciones. Y desde luego, quien quiera combatir con rotundidad esta posible infiltración total o parcial de la administración por una banda de asesinos estaría, insensato él, dando argumentos a los asesinos y a sus partidarios que, viéndose en un Guantánamo en el que no pueden cobrar por matar, matarían más y al parecer, según el fiscal, muy armados de razones. Como nadie puede suponer o sospechar que el fiscal general del Estado o el ministro de Justicia que allí se encontraba y tanto le aplaudió y sonrió estuvieran desvariando debido a algún tipo de ingesta, hay que concluir que Zapatero cuenta con una secta y guardia pretoriana en la administración, plenamente partidaria de este rumbo y que si la sociedad española no se lo impide, lo mantendrán sin reparar en costes y asumiendo víctimas como si de tráfico se trataran. Esta aventura, para la que Zapatero y su entorno ha logrado reclutar a ambiciosos, insensatos, sectarios, cobardes, nostálgicos de la experimentación social, un ejército de almas funcionariales y muchísima gente de bien que cree bienvenidas las mentiras a cambio de paz, la intentarán continuar aunque las T-4 se conviertan en T-40.

Sin autocrítica
A ninguno de ellos oirán la mínima autocrítica ante el espectáculo lacerante que ofrecen los resultados de su política. En tres años han logrado convencer a gran parte del cuerpo social de Batasuna que ya no merecía la pena buscarse una fórmula de vida particular, de inmersión en la privacidad, proyecto en el que estaban inmersos miles de los antiguos liberados de esta formación y sus satélites. Zapatero los ha llamado de nuevo a la vocación de liberados a sueldo de la organización terrorista con futuros prometedores para todos aquellos que desde la escuela, el trabajo o la administración hagan méritos en su odio a España y en su militancia agresiva contra todo lo que no sea el totalitarismo abertzale. Quien se alarme por estas palabras que lo medite o compruebe. Así ha sido.
Con ser todo ello gravísimo, lo que convierte en una auténtica tragedia la insospechada aparición de Rodríguez Zapatero en la historia española ha sido la total incapacidad del cuerpo social español para reaccionar ante la situación generada. Podemos echarle la culpa a las miserias del franquismo, al atraso secular, a los Tercios de Flandes, a la Iglesia católica o, más a mano, a José María Aznar. Lo cierto es que la sociedad española había vivido una década de inmenso crecimiento, solidez y sentido común en gran parte bajo ese después odiado Aznar, que repitió victoria electoral con una mayoría absoluta en legislatura consecutiva. Dicen que perdió por mentir cuando nunca un Gobierno ha dado en tiempo real tanta información caótica, contradictoria y masiva que al final sirvió a sus adversarios para hacerse con una victoria que todos consideraremos legítima pero difícilmente limpia.
Lo extraordinario es que esta sociedad española que supuestamente se movilizó contra supuestas mentiras hoy no reacciona ante la mentira como único sistema de comunicación de un Gobierno con sus gobernados. En cuestiones del llamado «proceso de paz», pero no sólo en este, se ha producido un fenómeno extraordinario en el que los partidarios de Zapatero y sus pretorianos asumen que éstos les mienten pero lo justifican y defienden. No parece que el inmenso escándalo que suponen las andanzas de la actual cúpula socialista vaya a tener un impacto especial en las urnas. Es preocupante. Pero nadie dude de que esta legislatura, como comenzó y como termine, ha de tener consecuencias indeseables para España que muchos aun no imaginan. En el País Vasco estamos más cerca del terror total cotidiano, las libertades se podan a diario en Cataluña y, no sólo allí, crece la intimidación y la mentira acomodaticia, así como la procacidad reguladora. La cohesión social y territorial ha sufrido en tres años su peor cataclismo en cuatro décadas. Todo esto tiene mucho que ver con que un Zapatero recién llegado a la cúpula del socialismo español descubrió, hace un lustro y de la mano de Eguiguren, su coincidencia de intereses con los etarras Ternera y Otegui. Hoy esa coincidencia de intereses parece ser ya comunión. Aún la niega, aunque cada vez menos.

ERA DÍA 9 Y SE ROMPIERON LOS CRISTALES

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  17.05.07

Hubo un tiempo tremendo en el que nadie se creía o quería atreverse a creer que sucedía lo que después se dijo que había pasado. Nadie tenía el coraje de asumir la posibilidad de ponerse en ridículo avisando sobre una emergencia que, se sabía, todos habrían de negar. Al unísono el coro de la política, la economía, la buena cultura y sociedad, habrían de ridiculizar al que pintara tan negras imágenes en el horizonte. Las exageraciones siempre han sido groseras, se decía y se despreciaba a petimetres, interesados y pequeños imbéciles asustados ante lo que sucedía, los que pedían auxilio y hacían sonar las alarmas porque veían en el poder a gentes que no les protegían como ciudadanos. Tenían la obsesión de que de repente en aquella democracia tenían un Gobierno que los quería mal y ellos no sabían por qué, porque nunca habían delinquido y siempre fueron obedientes de la ley. Pedían ayuda y comprensión, pero la mayoría se reía de los miedos ajenos.
Y el Gobierno decía que eran los agitadores quienes tenían la culpa. Las denuncias eran falsas. Y en noviembre, era el 9, se rompieron los cristales. Aquello fue triste. Pero lo que no pudimos soportar, ni el abuelo, ni mis padres, ni mi hermana Nelly es que al día siguiente, el Gobierno nos dijera que no había pasado nada.

martes, 24 de febrero de 2015

YA FLOTA EN SANGRE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  18.05.13


La piel de leopardo étnica y religiosa que es Siria hace imposible una intervención como la de Libia

LOS efectos de la propaganda bélica son espectaculares en las sociedades democráticas. Las poblaciones que viven bajo regímenes totalitarios son descreídas. En las sociedades abiertas la credulidad ante las noticias, el impacto del horror ante el sufrimiento de unos o la conducta de otros, mueve conciencias y estados de opinión y ánimo. Y condiciona las conductas, la relación con el poder propio y con las fuerzas en guerra.
En los últimos días, han recorrido la red unas imágenes de un rebelde sirio que arrancaba el corazón al cadáver de un soldado y lo mordía ante la cámara. Fue identificado como Abu Shakar, uno de los muchos caudillos guerreros que dirigen las facciones que luchan contra el régimen de Bashir el Assad. El propio Shakar y su gente tomaron las imágenes y las colgaron en la red. Otros guerrilleros, más sensibilizados en relaciones públicas, le pidieron que lo retirara. Pero grupos afines al presidente ya disponían del vídeo. En Occidente ha reforzado una muy extendida convicción de que los enemigos de Assad son peores que el régimen. Se impone la simplificación de que toda la insurrección está controlada por Al Qaida u otros yihadistas suníes. Lo que puede que suceda pero aun no es el caso. Además, la crisis y zozobra en Europa no permite apremios solidarios con víctimas de guerras lejanas. Ante todo, porque nadie plantea una solución atractiva o consoladora. No la hay. El régimen se beneficia de todo ello.
Es un hecho que Assad nunca ha comido corazones ante las cámaras. Eso sí, si el presidente sirio se tuviera que comer los corazones de los sirios que ha matado, aunque solo cogiéramos los corazones más tiernos, digamos que de los niños de menos de diez años, se le acumularían como inmensa casquería en una cámara frigorífica más grande que la Mezquita de los Omeyas.

Es cierto que la piel de leopardo étnica y religiosa que es Siria hace imposible una intervención como la de Libia. Máxime cuando el territorio sirio es tablero de todas las potencias de dentro y fuera de la región. Esto se refleja en una interminable fragmentación de las fuerzas que combaten contra un régimen que ha demostrado una inmensa solidez. Lo que se debe sobre todo a la firmeza de sus alianzas con Irán y con Rusia. Frente a la actitud dubitativa de Occidente que no ha sabido reconocer aliados potenciales suficientes, Teherán se volcó en la ayuda a la represión interior. Y Rusia ha sido clave en el rearme y ahora, con el suministro de armamento sofisticado antiaéreo y antinaval, en la disuasión de toda intervención occidental. Los rebeldes no lograron armarse. Los rusos hacen inviable siquiera una intervención exterior menor. Assad está mucho mejor que hace un año. Ahora ya flota sobre la sangre. No habrá primavera.

LA BATALLA DE BAENA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  14.05.13


A la ministra, la fundadora de NNGG y amiga de Fraga, la recibían agricultores y jornaleros en el campo andaluz con pancartas de «Gracias Loyola»

SE nos suele olvidar, atosigados como vivimos por las miserias cotidianas y las noticias vergonzosas. Y se antoja lejanísimo en la historia todo atisbo de grandeza y gloria en la política. Y tiene, sin embargo, momentos sublimes, de emoción y calidad. Son aquellos en los que personas depositarias de una confianza colectiva se hacen merecedoras de ella. Y son además capaces de convertir el servicio público propio en una empresa colectiva para el bienestar, los derechos y la autoestima para los implicados. Cuando sucede, puede darse una comunión entre liderazgo y comunidad que concentra toda la gratificación del servicio público, de la política mejor, de la más digna y generosa actividad posible. Este pasado sábado se ha recordado uno de estos casos extraordinarios allá donde más se vivió, en la villa cordobesa de Baena. Allí se recordó una batalla por la vida, el bienestar y el futuro de centenares de miles de andaluces que fue la del aceite de oliva. Una batalla ganada bajo un liderazgo que sí produjo esa siempre ansiada catarsis de la que surgió ilusión y esperanza, trabajo en equipo y confianza y al final, el éxito. Y es aquel liderazgo el que se homenajeó en Baena, el de Loyola de Palacio. El liderazgo de una vasca y madrileña volcada en la mejor defensa de Andalucía. De una política española con una arrolladora vocación por el servicio público que sólo pudo frenar la muerte, hace seis años ya. Cerca de esta Baena fue la batalla de Munda en la que Julio César venció a los hijos de Pompeio. De allí volvió a Roma, para caer un año después, asesinado. Nadie duda de que el viaje de más de 2.400 kilómetros de regreso, el último desde Hispania, lo hizo César con tinajas del aceite de oliva de aquella región del Imperio Romano. Más de dos mil años más tarde Loyola eligió Baena, en el centro geográfico de Andalucía, como estado mayor de la batalla a librar, incruenta, pero al igual que la de César de dimensiones y consecuencias europeas.

El centro de mando se estableció, también con mucho sentido, en una vieja almazara, la Nuñez de Prado. Hasta allí llevó Loyola en incansable labor de hospitalidad y seducción a todos los que debían opinar sobre la suerte del aceite de oliva sin saber nada del mismo. En un olivar cercano se comió el comisario Franz Fischler la célebre aceituna cruda. A la almazara trajo a cargos de media Europa y entre Baena y Bruselas viajó sin parar para evitar que unos topes de producción, desde la ignorancia, tuvieran los efectos de una guerra. Porque el aceite de oliva, tenían que entender, era y es mucho más que aceite. Es el oro romano y árabe convertido en cultura, economía, millones de jornales, ecología, demografía, cohesión y supervivencia. Los recortes que planeaban habrían hundido amplias regiones del sur de España en miseria, desesperanza y lenta desertización. Y cuando en plena negociación había conseguido ya 700.000 toneladas, un éxito impensable, y todos urgían a que firmara, ella perseveró hasta alzarlo a 760.000. Nadie lo podía creer. Y a la ministra, la fundadora de NNGG y amiga de Fraga e hija de marqués y mujer de derechas para nada ultracentrista, la recibían agricultores y jornaleros en el campo andaluz con pancartas de «Gracias Loyola». Seis años después de su muerte, en la cooperativa aceitera de Baena se repartían el sábado cientos de brotes de olivo con una tarjeta en la que el árbol sagrado de Baena, de Andalucía y de España, le da gracias a Loyola. Por su vocación de servir. Gratitud por su política mayúscula, fuente de calidad humana compartida.

NEFASTAS BONDADES

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  11.05.13


Lo peor para Bangladesh sería la desaparición de las industrias que dan un cierto desarrollo al país

Ya llegan al millar los muertos del colapso del edificio de talleres en Dacca, la capital de Bangladesh, hace dos semanas. Ya hay detenidos sobre los que volcar la ira popular. Sin duda muchas veces de forma justificada. Mafiosos explotadores que inevitablemente actúan en estas fases primitivas de la producción industrial, como los talleres de ropa afectados, son personajes odiosos que en poco se diferencian de esclavistas o traficantes de seres humanos. Y ya se han calmado algo los ánimos ante la presencia, como compañías contratantes de aquellos talleres, de muchas compañías occidentales de ropa.
Las condenas altisonantes contra las compañías occidentales y las fáciles y muy mediáticas acusaciones contra «el capitalismo de rapiña» ya han cumplido la función de calmar la conciencia de los consumidores habituales de la producción de aquellos talleres. La indignada bondad de las sociedades occidentales es muy abundante precisamente porque resulta gratis.
Los enfados y gestos iracundos, llamando hasta al boicot de las marcas implicadas son efectistas aquí para que todos nos sintamos un poco mejor ante aquel suceso de horror. Pero resultan inútiles siempre, y muchas veces nefastos, si de lo que se trata es de evitar nuevos horrores a la comunidad afectada por la tragedia. Y el peor horror es la desaparición de las industrias que dan trabajo, alimento y tímidamente, potencial de desarrollo al barrio, a la ciudad y al país. Es hora de hacer valoraciones sensatas, previsión de riesgos, planes de mejoras, objetivos a corto y medio plazo. Los socios occidentales de los talleres deben jugar, de hecho las compañías norteamericanas y europeas lo hacen en muchos lugares, ese papel de presión sobre las autoridades. Como parte de la responsabilidad corporativa. Que se refleja en su imagen de marca. Pero no dejemos que la hipocresía descontrolada, en terrible combinación con la ignorancia y la irresponsabilidad, despojen de su principal sustento a estos focos de desarrollo en medio de la miseria.

EL DEBER INDECLINABLE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  07.05.13


En Múnich se juzga a lo que puede calificarse de híbrido de aquellos enemigos a que se enfrentó la justicia alemana de posguerra

COMENZÓ ayer en Múnich un juicio que muchos ya sitúan entre los grandes hitos de la historia judicial de la República Federal de Alemania. Por su potencial carga política y moral. Por su eco mediático y su repercusión social. No es decir poco en un país en el que grandes juicios han marcado profundamente la conciencia de la sociedad en sus diversas épocas. Desde los juicios de Núremberg antes de la creación de la propia república, los procesos a criminales nazis con los célebres procesos de Auschwitz en Düsseldorf que dieron un vuelco anímico a la sociedad en los sesenta, hasta los inolvidables juicios al terrorismo de izquierdas de la RAF o Baader-Meinhof en Stammheim del 75 al 77. Ahora se juzgará en Múnich a lo que puede calificarse de híbrido de aquellos enemigos de diverso signo a que se enfrentó la justicia alemana de posguerra. Nazis que actuaban como la RAF. La principal acusada es Beate Zschäpe, la única superviviente de la célula terrorista. Está acusada de participar con sus dos cómplices en los asesinatos, entre el año 2000 y 2007, de ocho comerciantes de origen turco, uno griego y una policía alemana. Esta célula, Nationalsozialistischer Untergrund (NSU) o Clandestinidad Nacionalsocialista, estaba compuesta por Zschäpe y sus dos cómplices, amigos y amantes, Uwe Böhnhardt y Uwe Mundlos. La vida de los tres es un sórdido relato de fanatismo, subcultura del odio, xenofobia y marginalidad. Pero también de larga y eficaz y siniestra vida clandestina. Para la elección de la víctima les bastaba que fuera extranjera y objetivo fácil. Murieron en su mayoría de disparos a quemarropa en sus pequeños comercios. Además, los tres perpetraron dos atentados con bomba y al menos 14 atracos para financiarse la clandestinidad durante más de diez años. Böhnhardt y Mundlos se quitaron la vida en una caravana cuando estaban rodeados por la policía después de atracar una sucursal bancaria en Eisenach. Zschäpe se entregó días después, tras incendiar la casa en Zwickau, también en el este de Alemania, donde vivían los tres.

Se juzga también una increíble concatenación de errores policiales, obstaculización entre servicios de información, rivalidad y mala fe y los terribles efectos de la trivialización de la amenaza extremista. Será un juicio largo. Desfilarán mandos responsables. Muchos han tenido que dimitir. Porque tras tantos errores se revela la falla moral de quienes no querían creer que hubiera que buscar en la escena neonazi. Y difamaron a las víctimas con teorías de ajustes de cuentas. Los neonazis tuvieron una terrible efervescencia tras la reunificación en los estados de Alemania oriental. Pero la ola se calmó y la cúpula policial creía controlado y bien infiltrado todo el submundo neonazi. No lo estaba. Se juzga por diverso grado de colaboración a cuatro colaboradores, miembros de esa escena neonazi. Nadie sabe cuántos sabían de la célula NSU. Sobre la investigación ha planeado siempre, como en los peores años de los juicios a los verdugos del régimen hitleriano, el fantasma de la protección, la sospecha de la connivencia. No sólo en Turquía, patria de la mayoría de las víctimas, se ha acusado a la Policía de encubrimiento. Es un estigma que resurge cuando la represión consecuente fracasa. Ayer se supo que había sido detenido en Aalen, en Baden Württenberg, un hombre de 93 años. Acusado de ser un guardián de Auschwitz. Se busca a otros 50 de la misma edad. Serán juzgados todos los que no mueran antes. Es el terrible bucle que revela lo imprescindible que es mantener la guardia alta ante todo principio de actitudes totalitarias. En todas partes necesario. En Alemania marcado por un deber indeclinable de la historia.

SOSPECHAS PROTOBRITÁNICAS

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  04.05.13


El UKIP es una pesadilla para Cameron y un quebradero de cabeza para todos los políticos británicos

El partido antieuropeo británico UKIP ha sido el gran triunfador de las municipales parciales celebradas este jueves en el Reino Unido. Se ha erigido nada menos que en segunda fuerza tras los laboristas y ha infligido un serio revés tanto a los conservadores como a los liberales. Después de estos resultados queda abierta la carrera para la gran fecha en que el UKIP quiere convertirse en la fuerza decisiva para marcar las relaciones del Reino Unido con la Unión Europa. Será en mayo de 2014 cuando se celebren las elecciones europeas.

REUTERS David Cameron tiene en Farage a un formidable rival

El partido de Nigel Farage que propugna la salida inmediata de la Unión Europea quiere ser entonces primera fuerza. Vistos estos resultados del jueves, puede que ese objetivo sea excesivamente ambicioso. Lo que ya es cierto es que el UKIP es la pesadilla para David Cameron y un quebradero de cabeza para todo el arco político británico. Es un formidable rival que puede poner patas arriba la política británica y también la europea. En 2015 David Cameron se presenta a una reelección de por sí difícil que ahora se le complica mucho más. Por supuesto que en Europa y también aquí en España se recurrirá a las fáciles descalificaciones del UKIP como partido ultraderechista y xenófobo. Muchos creen resolver así los problemas, calificando de fascistas todo lo que les irrita. Lo cierto es que Farage ha rechazado toda colaboración con el Partido Nacional Británico BNP. Y sus postulados son lo que podría llamarse una cristalización consecuente e implacable de la hostilidad, sospecha y miedo que ha generado en el Reino Unido la política de la UE siempre, pero especialmente desde el Tratado de Maastricht de 1992. Por supuesto que el UKIP parte de una posición chauvinista en la que ignora o infravalora todas las ventajas de que disfruta el Reino Unido en la Unión Europea, por lo que muchos de sus razonamientos sobre los beneficios de esa salida de la UE no resisten el mínimo análisis. Pero sí complacen a los más alarmados entre quienes ven en la UE un peligro para soberanía y democracia. Que sospechan de que el primer ministro David Cameron es poco más que un oportunista en este campo y creen que al final buscará una fórmula para ir a un referéndum que se pueda ganar para el mantenimiento del Reino Unido dentro de la UE.

Son muchos los partidarios de continuar en la UE que también apuestan por una fórmula «europeísta» de Cameron y los conservadores y por supuesto de los demás partidos. Después de los resultados del jueves, el gobierno británico no va a poder mantenerse tras una cómoda posición de distancia crítica respecto a la UE. Lo peor que podrían hacer ahora los demás partidos británicos —a corto plazo será inevitable en los tories, de quienes el UKIP es una escisión— es asumir su exitosa retórica. Porque son muchos y de mucho peso los argumentos británicos para permanecer dentro de la UE. Pero el ascenso del UKIP debería hacer reflexionar a todos los políticos europeos. Porque es evidente el fracaso de la política en muchos campos y no sólo dentro de la zona euro en la que el Reino Unido no está y que es la única obsesión de los que la integran. No llore ahora nadie por supuestos ultraderechismos británicos inexistentes. Y reflexionen sobre la inmensidad de las disfunciones de la Unión Europea.

EL OBJETOR DE CONCIENCIA TOTAL

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  04.05.13


LEOPOLD ENGLEITNER (1905-2013)

Ha muerto con nada menos que 107 años, después de una vida perfectamente inverosímil. Hasta el final. Porque hace unas semanas concedía una entrevista a la televisión local con motivo de las diversas efemérides, todas tristes, que se celebran este año en el ochenta aniversario de la llegada de Hitler al poder. Y el 75. Aniversario de la anexión de Austria al Tercer Reich. En aquella fecha, Leopold Engleitner, nacido junto al pintoresco Lago Wolfgang en la Alta Austria, era ya un adulto de 35 años que vio llegar a las tropas alemanas sin el entusiasmo mostrado por la mayoría de sus compatriotas. Por eso, porque entonces era ya un hombre plenamente consciente, atento y comprometido, al que su insólita longevidad preservó hasta las presentes generaciones, Engleitner ha sido un testigo extraordinario del infierno nacionalsocialista.
Todavía hay supervivientes de los campos vivos, pero ya ninguno que, como este anciano austriaco, pudiera evocar sus vivencia en los años de la toma de poder de Hitler, los enfrentamientos callejeros en Viena entre comunistas y austrofascistas, el asesinato del canciller Dollfuss, la entrada triunfal de Hitler en Viena y la deportación de los judíos austríacos hacia los campos de exterminio en Polonia.
Engleitner no era judío y como austriaco se podía haber adecuado a las «nuevas circunstancias» después de aquel marzo de 1938. Pero un año después era detenido con otros compañeros de fe. Porque este austriaco, crecido en un entorno católico como la mayoría de los austriacos, era un testigo de Jehová, una creencia religiosa a la que el nazismo había ya calificado como enemiga por su incondicional objeción de conciencia. Engleitner y sus amigos fueron llamados a filas y su negativa les llevó directamente a uno de los nuevos campos de concentración erigidos por el nazismo, este en Bad Ischl. Después pasaría por Linz y Wels, dos campos cercanos al tristemente célebre de Mauthausen. Mas adelante lo trasladarían a Buchenwald y desde allí a Ravensbrück.
Los testigos de Jehová desesperaban a los guardianes. Su objeción de conciencia llegaba a unas cotas de llámenlo obstinación, heroísmo o martirio que dejaban atónitos a los carceleros y verdugos. Miles murieron. Casi siempre en tragedias personales marcadas por la soledad. Engleitner se negó siempre a todo lo que supusiera asentimiento. En 1943 ya ni se insistía en que firmara su ingreso a filas. Con haber renegado de su fe en lo que se llamaba un «Revers» podía haber salido en libertad. Su permanente objeción, su «Yo, no», yo no colaboro, yo no callo, yo no asiento, yo no acepto, es el relato del heroísmo sin épica. Rechazó todas las ofertas y estuvo a punto de morir en Ravensbrück. Desde allí fue destinado a trabajos forzosos en la agricultura. Y tres semanas antes de terminar la guerra lo quisieron enviar al frente, ya dentro de Alemania. Avisado, huyó escondiéndose en un valle en los Alpes hasta la llegada de los aliados.

Pero muchas décadas tardó este testigo de Jehová en recibir el reconocimiento de sus compatriotas. Fue gracias a Bernhard Rammerstorfer, quien escribió su biografía titulada «No, en vez de sí y amén » . El libró se convirtió en película y gracias a su éxito, Engleitner pasó los últimos veinte años de su vida dando conferencias en Austria, Alemania y Estados Unidos. Escribió otro libro con Rammerstorfer, «Voluntad inquebrantada, el valor extraordinario de un hombre común. Leopold Engleitner 1905».

LA GLORIA TELEVISIVA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  03.05.13


LA Policía detuvo ayer en Zaragoza a un pedófilo que desde su domicilio compartía en redes P2P más de 500 archivos de pornografía infantil. Según la noticia, infectó los ordenadores de cientos de vecinos para activar sus cámaras web y grabar miles de imágenes y escenas de su vida íntima y sexual. No me dirán que este repugnante delincuente, presunto aún, no ha demostrado talento, habilidad y arrojo. No me negarán que este hombre es un hacha de las nuevas tecnologías. Y todos sabemos ya el interés humano, lo llaman morbo, que tiene la noticia. Luego reconozcan que es el personaje ideal para ser entrevistado en la franja horaria de gala este fin de semana. Por su inmenso valor informativo. Nos contará el pedófilo voyeur lo que piensa de cada vecino cuyo intimidad violó mil veces con sus conocimientos tecnológicos. Para aderezar ese programa, darle profundidad sociológica y política, podríamos invitar a algún pederasta ya condenado, para que nos contara sus gestas en la seducción y abuso de menores. Y a algún notorio violador para que describiera sus motivos y sensaciones cuando asaltaba a las chicas indefensas en los ascensores. Todos ellos podrían hacer una reflexión sobre la crisis, la banca y los políticos. Y dar su opinión enriquecedora sobre la manera en que hay que combatir el paro y la corrupción que se han adueñado de España desde el preciso instante en que el PP llegó al poder. Todo ello condimentado con imágenes de sus víctimas. Y también quizás, por eso de ser incisivos, un poquito de periodismo de investigación sobre las vidas de las víctimas, que no suelen ser siempre todo lo inocentes que parecen a primera vista.
También las víctimas de la violencia sindical parecen inocentes a primera vista y después resulta que son culpables de las agresiones que sufren. Por querer trabajar el día en que otros querían huelga. De esos esquiroles de mierda, jovencitas trabajadoras de Mercadona por ejemplo, volverán a hablar estos días sus agresores en televisión. Despreciarán a esas víctimas como desprecian a otras, a las del terrorismo por ejemplo, con cuyos asesinos tan solidario es el alcalde de Marinaleda. Sí, este Sánchez Gordillo, un delincuente más que ha visto cómo el delito y su apología ya le lanzan de nuevo a la gloria televisiva. Él no viola sexualmente a mujeres. Sí viola su derecho a trabajar y su libertad y su propiedad. Y también la de muchos hombres. Y de muchas familias secuestradas por el régimen talibán que le han dejado crear en esa zona de miseria andaluza, laboratorio del caciquismo leninista.

El año pasado, tanto se le entrevistó que dio el salto a televisiones extranjeras. Potenciales inversores y posibles compradores de propiedad en España vieron a este iluminado del pleistoceno ideológico pavoneándose de que ninguna propiedad está segura en España y ninguna ley le frenará de ocupar, arrebatar y acosar. Y parece cierto. Un magnífico favor para la economía andaluza la de este socio del presidente Griñán. Como Jorge Verstrynge o Ada Colau, otros promotores de la violencia del acoso y la coacción. Profesionales de la agitación contra la ley que dan lecciones de bondad. Todos ellos partidarios de violar la intimidad de sus víctimas con más violencia que el pedófilo informático. Todos están en la gloria televisiva. En una España en la que todos se quejan de la impunidad del prójimo. En la que todos se lamentan de la ciénaga de fracaso y desánimo en que se convierte una sociedad que no respeta las leyes ni se respeta a sí misma. Pero todos aplauden, disfrutan y promueven el canto al delito impune sentados en el sofá ante el televisor.

PACIENCIA A CAMBIO DE NADA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  30.04.13


Este Gobierno debería haber explicado a los españoles desde un principio cuánto daño se ha hecho aquí

PIDE paciencia Mariano Rajoy. Dice que él sabe adónde vamos. Que todo saldrá bien. Y que tengamos «un poquito», ha dicho, de paciencia. Rajoy pide demasiado. No porque no podamos, debamos y tengamos que esperar a ver si esta política produce resultados. Porque es cierto que es muy pronto. Y no lo es menos que los más impacientes son los que no tuvieron empacho en pasar ocho años indolentes viendo cómo Zapatero generaba en España mayor y más generalizada devastación de lo que habría causado una pequeña guerra. Mientras muchos de ellos hacían fortuna. Como tanto periodistas de nuestra izquierda, millonarios gracias a las célebres sinergias entre lo público y lo privado que utilizaron con tanto garbo y rédito.
Rajoy, decíamos, pide demasiado al pedir paciencia. Pero porque la pide a cambio de nada. Porque el Gobierno no ha dado razones a la sociedad para esa paciencia. Y ha distribuido desprecio y desapego hacia quienes le han instado a hacer el esfuerzo pedagógico necesario para que la ciudadanía tenga una idea de lo que se pretende. Lo que nos jugamos. Y tenga la impresión de que sus angustias al menos se conocen. El fracaso de comunicación de este Gobierno es suma de ineptitud y arrogancia, que pospone, a cualquier punto del futuro que convenga todas las explicaciones, todas las respuestas a todas las preguntas de una sociedad que se siente maltratada y, más que engañada, ignorada. Porque engañar, engañaba mejor el Gobierno de Zapatero. Que Rajoy no haya cumplido con casi nada de lo prometido, y hecho mucho de lo que siempre descartó hacer, tiene valoraciones diversas. Muchos están dispuestos a aceptar que, ante el inmenso daño habido, el Gobierno tuviera que romper promesas económicas por fuerza mayor. Pero ha roto otras que podía cumplir con simple voluntad política. Y músculo para defender unos principios que ha olvidado.
Es tanta la continuidad culpable con lo peor del zapaterismo que si el escándalo Bolinaga parecía un fallo de criterio, hoy parece claro que es la pauta. Esta especie de despotismo fatuo del presidente que nos obsequia con medias verdades por los pasillos y con displicencia. Ahora pide paciencia cuando cunde el miedo. Cuando su pasividad es la mejor aliada de quienes quieren asaltar calle e instituciones y acabar con la democracia. Millones de españoles han visto hechos añicos sus planes de vida. Esto merece algo más que una llamada malhumorada a la paciencia. Este Gobierno debería haber explicado a los españoles desde un principio cuánto daño se ha hecho aquí. Y haber llevado a los tribunales a los culpables. Sin medallas. Debería haber recortado ya radicalmente una administración que nos empobrece y paraliza, cuando no sabotea. Y haber superado esa cobardía cósmica que siempre le lleva a las soluciones más fáciles que pagan los más débiles.

Ese miedo al conflicto, esas ansias de armonía que lo dejan inerme ante el chantaje, de sindicatos, de separatistas, de mafiosos o de fuera. Tenía -y aún tiene- el poder y la legitimidad para el salto histórico, el cambio radical necesario. Necesita explicar a quienes no tienen por qué saberlo, que si no se poda ahora, bien y rápido, pronto se talará sin piedad. Que estamos ante la última oportunidad de España de seguir en el mundo desarrollado. Que si no constituimos ya un Estado competitivo para estar dentro de una Unión Europea competitiva, dentro de veinte años las condiciones laborales en España las dictarán los chinos. Ellos, la paciencia no nos la pedirán. Entonces pueden ir todos a llorar a televisión por sus derechos laborales. Pero también por sus libertades.

CERRANDO JAULA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  27.04.13


Es posible que Maduro encarcele a Capriles. Depende de lo que los expertos cubanos decidan

La jaula venezolana se está cerrando. Lo advirtió en Madrid hace unos días la cubana Yoani Sánchez, como todos los cubanos experta en jaulas. La venezolana ha estado con la puerta entornada estos años, por mucho que dentro ya hubiera leyes para enjaulados. Ha sido así porque dependía del capricho de un solo hombre. Desaparecido el caudillo Chávez, su sucesor no tiene ni el poder ni la autoridad para mantener ese régimen discrecional. Y el riesgo de perder el poder, que tan cerca han visto, lleva al presidente Nicolás Maduro y sus mentores, los guardianes de la jaula que están en La Habana, a recurrir a métodos ortodoxos. Ha hecho bien Henrique Capriles, el candidato opositor a la presidencia venezolana en anunciar que impugna los resultados de las elecciones del 14 de abril, obviamente fraudulentas. Está claro que es un gesto porque Capriles no puede esperar nada del Tribunal Supremo del régimen. Sería tan iluso hacerlo como pretender que Maduro cumpliera su promesa de realizar una auditoria decente. Pero la impugnación sirve para que todo el mundo sepa que al menos la mitad de la población venezolana considera al presidente chavista un usurpador. Y que jamás podrá remitirse al reconocimiento general de los venezolanos. Es posible que Maduro meta en la cárcel a Capriles. Depende de lo que los expertos cubanos crean mejor para la guerra psicológica que ahora comienza contra quienes no reconocen al usurpador. En este sentido ya ha declarado un estado de emergencia de 90 días y militarizado la red eléctrica. Yoani Sánchez recomendaba a los venezolanos resistir para no dejar que esa jaula se cerrara por completo. Porque una vez así todo resulta infinitamente más difícil como bien saben las víctimas de la dictadura cubana. Son ya 55 años en espera de que se abra un poco la puerta que custodian los peores. Pero Maduro durará mucho menos. Son otros tiempos. El colapso del régimen llegará pronto sin dejar madurar al heredero.

INTELIGENCIA MODERNA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  26.04.13


El embajador Bar ha traído a Mérida y Cáceres a auténticos monstruos de la investigación e industria tecnológica. Lo que necesitamos

LA principal diferencia entre un ganador y un perdedor está en la administración de los respectivos fracasos. El segundo se dejó paralizar por sus fracasos y el entorno, el primero aprendió de los suyos para convertirse en el mejor líder posible en la búsqueda de la innovación y la excelencia. Entender esto es un salto cultural inmenso, cierto. Pero es el salto cualitativo en la actitud individual y colectiva que es imprescindible para no quedar como estatua de sal en la nueva era de la innovación y el desarrollo. Esta era que ya ha comenzado, en la que caben todos los que quieran y ofrezcan algo, pero que no parará a esperar a nadie. Fenómeno espectacular es el liderazgo que ostenta ya un país muy especial, Israel. ¿Cómo es posible que este diminuto país, de superficie menor que la Comunidad Valenciana, tenga hoy más empresas en el Nasdaq que Europa, Japón, China, Singapur, India y Corea juntas?
En un diminuto país cuyo suelo era desierto, sin recursos naturales, sin agua, aislado y rodeado por vecinos que son mortales enemigos. En un país que pasó en 65 años de 600.000 a 8 millones de habitantes. Y que desde esa cultura de la adversidad ha generado una actitud común volcada en la superación, en la imaginación y el riesgo que ha demostrado ser el equipamiento intelectual y emocional ideal para los retos en esta nueva economía de la tecnología.

Desde su fundación, el único capital de que ha dispuesto Israel ha sido el humano. Y se especializó en extraer el máximo beneficio del mismo. En perfecta identificación y simbiosis con la educación judía del cuestionamiento en el aprendizaje, las nuevas generaciones israelíes son jóvenes sin miedo a fracasar porque saben volverán a intentarlo, sin miedo a preguntar, imaginar y fantasear, ni a cambiar, a viajar ni a luchar por lo propio. Todo lo que tuvieron que hacer sus generaciones anteriores para sobrevivir, desde la maximización del goteo en unkibutz al trabajo en equipo y conocimiento psicológico que dan los dos años de convivencia en el servicio militar obligatorio, todo se aplica a invención y tecnología. La reinversión constante en investigación y los modelos de sinergias de universidades y empresas start up de tecnología, con los mecanismos de riesgo compartido y política de propiedad intelectual, han hecho de todo Israel un gran parque tecnológico. Visión científica interdisciplinaria, oportunidad de riesgo, infraestructura y libertad. En una inmensa marmita de pensamiento y ciencia en la que se funden y cocinan sin cesar ideas, materiales y leyes físicas para proyectos y productos. Esto es una síntesis de los mensajes capitales del Foro de Innovación y Crecimiento, tan original como bien concebido por sus iniciadores, el presidente de Extremadura, José Antonio Monago, y el embajador de Israel en España, Alon Bar. Llegaron a la idea gracia al éxito editorial como bestseller del New York Times del libro «Start-Up Nation». El subtítulo, «la historia del milagro económico en Israel» no transmite la fuerza del fascinante relato de los autores Dan Senor y Saul Singer con diversos ejemplos sobre el triunfo de imaginación, talento, ingenio, superación y excelencia, pero también de otras cualidades como serenidad, amistad, trabajo en equipo, generosidad, coraje e intuición. El embajador Bar ha traído a Mérida y Cáceres a auténticos monstruos de la investigación e industria tecnológica. Y hubo intervenciones antológicas. Sobre actitud, educación. pensamiento, ciencia, política, bienestar. Hubo inteligencia moderna en Cáceres. Formación humana, que es lo que, desesperadamente, necesitamos. Mientras, PSOE e IU en otro siglo, ninguneando con sus mezquindades antisemitas. Menos Rodríguez Ibarra, claro, que una vez más demostró que él sí reconoce lo importante.