martes, 24 de febrero de 2015

INTELIGENCIA MODERNA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  26.04.13


El embajador Bar ha traído a Mérida y Cáceres a auténticos monstruos de la investigación e industria tecnológica. Lo que necesitamos

LA principal diferencia entre un ganador y un perdedor está en la administración de los respectivos fracasos. El segundo se dejó paralizar por sus fracasos y el entorno, el primero aprendió de los suyos para convertirse en el mejor líder posible en la búsqueda de la innovación y la excelencia. Entender esto es un salto cultural inmenso, cierto. Pero es el salto cualitativo en la actitud individual y colectiva que es imprescindible para no quedar como estatua de sal en la nueva era de la innovación y el desarrollo. Esta era que ya ha comenzado, en la que caben todos los que quieran y ofrezcan algo, pero que no parará a esperar a nadie. Fenómeno espectacular es el liderazgo que ostenta ya un país muy especial, Israel. ¿Cómo es posible que este diminuto país, de superficie menor que la Comunidad Valenciana, tenga hoy más empresas en el Nasdaq que Europa, Japón, China, Singapur, India y Corea juntas?
En un diminuto país cuyo suelo era desierto, sin recursos naturales, sin agua, aislado y rodeado por vecinos que son mortales enemigos. En un país que pasó en 65 años de 600.000 a 8 millones de habitantes. Y que desde esa cultura de la adversidad ha generado una actitud común volcada en la superación, en la imaginación y el riesgo que ha demostrado ser el equipamiento intelectual y emocional ideal para los retos en esta nueva economía de la tecnología.

Desde su fundación, el único capital de que ha dispuesto Israel ha sido el humano. Y se especializó en extraer el máximo beneficio del mismo. En perfecta identificación y simbiosis con la educación judía del cuestionamiento en el aprendizaje, las nuevas generaciones israelíes son jóvenes sin miedo a fracasar porque saben volverán a intentarlo, sin miedo a preguntar, imaginar y fantasear, ni a cambiar, a viajar ni a luchar por lo propio. Todo lo que tuvieron que hacer sus generaciones anteriores para sobrevivir, desde la maximización del goteo en unkibutz al trabajo en equipo y conocimiento psicológico que dan los dos años de convivencia en el servicio militar obligatorio, todo se aplica a invención y tecnología. La reinversión constante en investigación y los modelos de sinergias de universidades y empresas start up de tecnología, con los mecanismos de riesgo compartido y política de propiedad intelectual, han hecho de todo Israel un gran parque tecnológico. Visión científica interdisciplinaria, oportunidad de riesgo, infraestructura y libertad. En una inmensa marmita de pensamiento y ciencia en la que se funden y cocinan sin cesar ideas, materiales y leyes físicas para proyectos y productos. Esto es una síntesis de los mensajes capitales del Foro de Innovación y Crecimiento, tan original como bien concebido por sus iniciadores, el presidente de Extremadura, José Antonio Monago, y el embajador de Israel en España, Alon Bar. Llegaron a la idea gracia al éxito editorial como bestseller del New York Times del libro «Start-Up Nation». El subtítulo, «la historia del milagro económico en Israel» no transmite la fuerza del fascinante relato de los autores Dan Senor y Saul Singer con diversos ejemplos sobre el triunfo de imaginación, talento, ingenio, superación y excelencia, pero también de otras cualidades como serenidad, amistad, trabajo en equipo, generosidad, coraje e intuición. El embajador Bar ha traído a Mérida y Cáceres a auténticos monstruos de la investigación e industria tecnológica. Y hubo intervenciones antológicas. Sobre actitud, educación. pensamiento, ciencia, política, bienestar. Hubo inteligencia moderna en Cáceres. Formación humana, que es lo que, desesperadamente, necesitamos. Mientras, PSOE e IU en otro siglo, ninguneando con sus mezquindades antisemitas. Menos Rodríguez Ibarra, claro, que una vez más demostró que él sí reconoce lo importante.

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