ABC 27.10.12
Berlusconi coqueteaba en días
pasados con que había decidido no presentarse a las próximas elecciones. En
realidad, él sabía muy bien que era cierto que no iba a presentarse pero no que
él hubiera decidido nada. Ahora, la condena a cuatro años de cárcel e inhabilitación
zanja la cuestión de sus posibles o supuestas ambiciones políticas. El caso
juzgado, un delito fiscal por unos derechos cinematográficos, es relativamente
menor. El ahora condenado tiene posibilidades de recurso, luego estamos aún
lejos de cualquier tipo de consecuencia grave. Hay un rosario de causas que
persiguen al expremier ahora que ha perdido la inmunidad. Desde la arena
política serán muchos los que se alegren de que su enemigo sea condenado. Pero
más allá de la pequeña satisfacción de la venganza para todos los que han sido
tantas veces humillados por Berlusconi en las urnas, lo cierto es que con esta
condena el inefable personaje toma definitivamente tierra en la realidad. La
condena acaba con el larguísimo recorrido en vuelo de una de las anomalías más
extravagantes de la política europea. Berlusconi no volverá a una política
italiana que no ha protagonizado sino monopolizado en algunas fases. Y lo hizo
con mucha eficacia y talento, por mucho que ahora sus detractores se olviden de
la cantidad de veces que sucumbieron ante el encanto y la capacidad política.
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