lunes, 23 de febrero de 2015

CUESTIÓN DE AGUANTE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  25.01.13


Solo si podemos competir con el resto del mundo podremos mantener algunas de las características de nuestro sistema único europeo de protección social

LA canciller Angela Merkel ha acudido al Foro Económico de Davos con un sólo mensaje. La competitividad en el seno de la Unión Europea tiene que aumentar de forma rápida y firme para poder consolidar en las próximas décadas un sistema viable que proteja las virtudes más características de nuestro sistema. La primera de ellas no ya la sanidad universal o el derecho a la jubilación, también importantísimas, sino la propia democracia. Si Europa se hundiese en los próximos años en su propia incapacidad de aplicar con eficacia las reformas por resistencia de las sociedades o incapacidad de sus clases dirigentes, su suerte estará echada. Y como pequeña zona del mundo envejecida y pauperizada a finales de este siglo, si no ya a mediados, aquí en Europa no habría nadie capaz de defender nuestra sociedad abierta, sin duda la más justa y compasiva del planeta, pero ya no la más eficaz y por tanto incapaz de mantener el bienestar que disfruta. Esta es la idea central del discurso de la canciller para toda Europa. Y ahora en Davos no lo ha querido dejar eclipsar por nada. Ni siquiera por una respuesta al anuncio del referéndum británico para la salida de la Unión Europea, con el que David Cameron se presentó en los Alpes suizos. Merkel no quiere polemizar con el conservador británico. Éste tiene tiempo para ver si hace o no lo que dice que quiere hacer. Y ver cómo reaccionan la City, el mundo financiero en general y las grandes multinacionales a su coqueteo con la salida de Europa.

Pero no va a ser Merkel la que alimente caricaturas de los tabloides británicos con su imagen uniformada y con casco prusiano impartiendo órdenes a los indómitos isleños. Merkel ha acudido con un solo mensaje, el único con dimensiones históricas que marca toda la política en Europa. «La competitividad es la cuestión fundamental para nuestro futuro». Todo el proyecto de la Unión en Europa, con su profundo significado político y humanista, depende del reto de la competencia en un mundo cada vez más pequeño e implacable. Porque solo si podemos competir con el resto del mundo podremos mantener algunas, nunca todas, de las características de nuestro sistema único europeo de protección social. Y para competir con el resto del mundo es imprescindible completar los ajustes. Que nosotros seamos uno de los últimos países en aplicar estas medidas y que lo tengamos que hacer en las peores condiciones con una sociedad exhausta, se lo debemos a los gobernantes que durante años engañaron a la población para su beneficio propio. Y a una sociedad que en parte cree aun hoy que las prestaciones se recortan por capricho ideológico.

Lo cierto es que el peligro inminente del colapso del proyecto europeo ha pasado. Por lo que las dificultades con ser inmensas y duras, se ven ya con otra óptica. Ayer Merkel volvió a dejar claro que sólo existe este camino. Pero también expresó preocupación por la capacidad de aguante de los países en peor situación, entre ellos España con su récord absoluto de paro, ayer tristemente reafirmado. Habló Merkel de medidas paliativas para los dolores de la travesía. Habrá que ver qué iniciativas pueden surgir de esta conciencia de que de nada serviría la buena dirección si un país no aguanta socialmente las privaciones del proceso. Harán falta medidas de emergencia. Pero además lo que hace falta es política. Para que el eslabón no rompa, España necesita un gobierno político que combata el desaliento, el fracaso y también el sabotaje de quienes hacen de nuestra debilidad su triunfo. Política con firmeza para que el proceso imprescindible en marcha aguante.

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