Por HERMANN TERTSCH
ABC 16.02.13
La
fórmula del éxito de Correa ha sido aplicar los métodos de Chávez, pero con
eficacia económica
Ayer comenzó el «silencio
electoral» en Ecuador ante las elecciones presidenciales de este domingo, que
ya tienen en Rafael Correa a su seguro vencedor. La única duda es si tendrá que
someterse al trámite de la segunda ronda porque la multitud de diminutas
candidaturas de la oposición logran privarle de la mayoría absoluta en la
primera. No tiene rival Correa, que tras siete años en el poder ha laminado a
la oposición y ampliado su base populista hasta convertirla hoy en una fuerza
de hegemonía incuestionable. Correa ha sabido utilizar los años de bonanza de
los ingresos del petróleo para una política de infraestructuras y unas amplias
redes de apoyo social clientelar que hoy le granjean un apoyo sin par. La
libertad de prensa ha sido aplastada y han sido condenados a la irrelevancia
quienes aún osan criticar una deriva que no deja espacio ya para una democracia
verosímil. La fórmula del éxito ha sido la aplicación de los métodos de Hugo
Chávez, pero con mayor eficacia en el terreno económico. Con su reelección este
domingo o en la próxima vuelta, Correa reforzará su ambición de convertirse en
el heredero del agonizante «caudillo bolivariano» como líder del movimiento
bolivariano o del «socialismo del siglo XXI». Correa parece creerse capaz de
compensar las obvias diferencias de dimensiones, poder e influencia en el
subcontinente de Venezuela y Ecuador. Sustituir a Chávez no será fácil. No sólo
por su personalidad arrolladora y carisma. Y por su incomparable riqueza en petrodólares.
Y su alianza única con los Castro. También por la red de contactos en esta internacional
«antiimperialista» que ha fraguado a lo largo de los años en Latinoamérica y
otros socios, siempre enemigos de Occidente, como Irán. Habrá que ver si Correa
logra hacerse con el control de esa alianza antioccidental que forjó Chávez. Es
tan demagogo como Morales, Chávez y Cristina, pero con mayor y mejor formación,
por supuesto occidental. Tiene la misma vocación de caudillo izquierdista. Y él
cree ser el que en mejores circunstancias está para asumir el papel de líder y
modelo de todos.
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