Por HERMANN TERTSCH
ABC 15.12.12
Hugo Chávez ha pasado de un estado «estable» a uno
«favorable». El vicepresidente y ya sucesor designado por el caudillo
bolivariano, Nicolás Maduro, que fue quien dio esta gran nueva, no quiso
explicar a qué se debía este cuadro algo menos lóbrego que los anteriores. Pero
sí dejó claro que el principal deber de todo revolucionario chavista y buen
bolivariano en Venezuela y en el mundo no es otro ahora que el de rezar. Y por
supuesto el de ir a votar mañana, domingo. Y al unísono se han puesto a rezar
todos.
Los maoístas como Maduro, castristas, ex guerrilleros y
demás comunistas e izquierdistas en competencia con una iglesia maltratada por
Chávez, pero deseosa de dejar claro que para rezar por Chávez ellos, cardenal y
obispos y clero, son los más duchos y adecuados. Y han dejado claro que no
rezan sólo por el alma de Chávez, sino también por su salud y su
restablecimiento. Pero hay más, porque también se les ha unido en la oración
patria por el restablecimiento de la salud del caudillo el rival derrotado por
Chávez, Henrique Capriles.
Todo sugiere que esta urgencia en el cáncer terminal ha sido
perfectamente orquestada para que las elecciones del domingo pillen a todos los
electores rezando por el padre de la patria. Desaparecidos por ensalmo la
represión, el crimen, la miseria, la satrapía, la violencia y el hundimiento
económico del socialismo bolivariano, todos unidos a votar por los responsables
de todo ello. Por Chávez que está a punto de partir. Rezar por Hugo y votar a
Hugo. A convencer a todos de estas dos necesidades es a lo que se han dedicado
los últimos días de campaña todos los políticos del régimen, que esperan
cosechar toda la solidaridad con el presidente agónico.
En Cuba rezan también porque no se les muera la gallina de
los huevos de oro. Porque no tiene la dictadura cubana de los hermanos Castro
muy claro eso del «chavismo sin Chávez». El golpe de suerte histórico que
supuso para el régimen castrista la aparición del «caudillo milico» fue tan
inmenso como puede serlo su desaparición, si sus sucesores comienzan a romper
amarras. Y los Castro no se fían. Sus decenas de miles de profesionales y
agentes en Venezuela suponen una inmensa influencia y un caudal de moneda
convertible, además de los suministros de petróleo que suponen el oxígeno para
su deplorable situación. Imposible de suplir el afán protector y la
identificación de l presidente bolivariano Hugo Chávez con la dictadura cubana,
todo el socialismo del siglo XXI, enemigos de la iglesia y de la libertad, se
pegan por la foto en actitud más piadosa.
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