lunes, 23 de febrero de 2015

APACIGUAR O DESTRUIR

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  19.01.13


El ataque a la planta de gas de Argelia es un argumento a favor y no en contra de la intervención en Malí

Nuestros apaciguadores occidentales se apresuraron a ver en el ataque a la planta de gas de Argelia una represalia por la intervención militar francesa en Malí. Pues no. Estos asaltos, dicen los expertos, están preparados y se hacen y harán con uno u otro pretexto. Las bandas dispuestas a estas operaciones con franquicias diversas de Al Qaida son un argumento precisamente a favor y no en contra de la intervención en Malí. El sur de Libia, el sur de Argelia y el norte de Mali son inmensos territorios desérticos en los que el islamismo terrorista ha logrado crear estructuras. Su sorprendente calidad organizativa en los combates de esta semana frente a los franceses lo demuestran. Las plantas de explotación de petróleo y gas en los desiertos son ya centros de alto riesgo mientras no se destruya esas redes que se han generado a lo largo de una década. Son previas a la revolución en Libia aunque se han beneficiado mucho de armas llegadas y cuadros forjados en la misma. El balance definitivo de muertos y heridos está por ver. Que el ejército argelino se precipitara a atacar, con bajas inevitables, ha tenido mucho detractor. Pero si Argelia hubiera hecho caso a quienes piden negociaciones a toda costa, estaríamos ya ante un gran triunfo de estas bandas. Que competirían entre ellas por la gloria y el botín del asalto a todas las plantas petrolíferas del norte de África. El dilema europeo ante este terrorismo queda en evidencia en dos posiciones. Una es la del primer ministro Cameron que ante las críticas a Argelia ha dejado claro que «la única culpa la tienen los terroristas». La otra la de uno de los rehenes liberados que mostraba plena comprensión hacia los terroristas y decía, pese a haber pasado dos días con un collar de explosivos, que «le habían tratado bien».

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