domingo, 22 de febrero de 2015

LA RAZÓN DE RAJOY

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  28.12.12


Puede muy bien ser que el gallego tenga razón. Que no quiera entrar en debates estériles

Aun resuenan los balances que han hecho del año del Gobierno de Mariano Rajoy sus amigos y enemigos. Más allá de alguna patosa alabanza incondicional, la defensa razonable ha sido escasa. Frente a mucha crítica, decepción y frustración. Y por supuesto la grotesca exageración en los ataques de quienes están descalificados por ser cómplices o culpables directos de la peor tragedia nacional desde la Guerra Civil. Si hubo poca defensa del Gobierno es porque éste ha decidido no tener política de comunicación. Se ha impuesto -parece marca personal- una especie de parsimonia displicente que debe surgir de la convicción de que los hechos darán la razón al gobernante y, una vez suceda esto, todo será olvidado o perdonado. Han olvidado la lógica democrática de que una fluida comunicación con la sociedad puede hacer más fáciles y menos traumáticas las medidas necesarias y los cambios resultantes. Tras esa actitud hay no poca soberbia. Pero probablemente también una decisión política ante el riesgo de tener al Gobierno enzarzado en grotescas polémicas con una oposición especialmente ridícula y una movilización callejera demagógica y falsaria, cuando no vandálica. Como no debe de creer en la necesidad de una política de comunicación, el Gobierno no parece irritado por el hecho de tener a todas las televisiones de ámbito nacional entregadas a agitar contra sus reformas. Mientras en Telemadrid, el terror sindical ha impuesto el secuestro indefinido de forma tan implacable como impune. Y en RTVE la maquinaria de producción del mensaje socialista sigue funcionando sin mayor problema. En el duopolio ya plenamente implantado con beneplácito de Rajoy, las dos televisiones menores, la Cuatro de Telecinco y la Sexta de Antena3 se dedican incansablemente a incendiar todo conflicto social posible. Y en especial en Madrid. Cansa ya denunciar la obscena doble vara de medir con otras regiones. Lo que en Andalucía se hace con el aplauso de sindicatos integrados en el corrupto pasteleo, en Madrid se convierte en el intento del Gobierno de González de matar a los madrileños en los hospitales. Por afán de lucro, dicen. El disparate es abracadabrante. Y los médicos compiten con sindicatos en acusaciones atroces y delirantes. Toda épica es poca contra Madrid, a cuyo Gobierno se niega la legitimidad de gobernar, pese a que en ninguna región de España son tan inequívocos los resultados electorales y económicos. El Gobierno de España no da ninguna pena. Él es responsable de la plena supremacía del discurso de sus enemigos sobre el espacio mediático. Al final puede muy bien ser que el gallego tenga razón. Que no quiera entrar en debates estériles ni participar en el permanente griterío cuando quien debe hablar es el BOE. Que es allí dónde se tienen que consolidar las reformas. Que éstas no sólo están avaladas por una mayoría absoluta, por la Unión Europea y por los socios, sino por la necesidad más perentoria. Y que la falta de alternativas es tan evidente que los enemigos de las reformas sólo pueden aferrarse a modelos fracasados. Y a la rabia, al insulto, a la coacción y a la violencia. Si tiene razón Rajoy y triunfa, lo sabremos a finales del año que nace. Si el drama concluye de forma feliz. Porque lo malo sería que Rajoy tenga la razón hoy y se la quiten. Y el drama termine en tragedia. Por dejación. Por dar facilidades a los manipuladores del odio. Que le quiten la razón a Rajoy quienes son maestros en la agitación con la mentira y la coacción. Ellos que no tienen más opción que hundirnos en el fracaso y la miseria. Pero que, de lograrlo, no serían los únicos culpables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario