Por HERMANN TERTSCH
ABC 27.04.13
Es posible que Maduro encarcele a Capriles. Depende de lo
que los expertos cubanos decidan
La jaula venezolana se está cerrando. Lo advirtió en Madrid
hace unos días la cubana Yoani Sánchez, como todos los cubanos experta en
jaulas. La venezolana ha estado con la puerta entornada estos años, por mucho
que dentro ya hubiera leyes para enjaulados. Ha sido así porque dependía del
capricho de un solo hombre. Desaparecido el caudillo Chávez, su sucesor no
tiene ni el poder ni la autoridad para mantener ese régimen discrecional. Y el
riesgo de perder el poder, que tan cerca han visto, lleva al presidente Nicolás
Maduro y sus mentores, los guardianes de la jaula que están en La Habana, a
recurrir a métodos ortodoxos. Ha hecho bien Henrique Capriles, el candidato
opositor a la presidencia venezolana en anunciar que impugna los resultados de
las elecciones del 14 de abril, obviamente fraudulentas. Está claro que es un
gesto porque Capriles no puede esperar nada del Tribunal Supremo del régimen.
Sería tan iluso hacerlo como pretender que Maduro cumpliera su promesa de
realizar una auditoria decente. Pero la impugnación sirve para que todo el
mundo sepa que al menos la mitad de la población venezolana considera al
presidente chavista un usurpador. Y que jamás podrá remitirse al reconocimiento
general de los venezolanos. Es posible que Maduro meta en la cárcel a Capriles.
Depende de lo que los expertos cubanos crean mejor para la guerra psicológica
que ahora comienza contra quienes no reconocen al usurpador. En este sentido ya
ha declarado un estado de emergencia de 90 días y militarizado la red
eléctrica. Yoani Sánchez recomendaba a los venezolanos resistir para no dejar
que esa jaula se cerrara por completo. Porque una vez así todo resulta
infinitamente más difícil como bien saben las víctimas de la dictadura cubana.
Son ya 55 años en espera de que se abra un poco la puerta que custodian los
peores. Pero Maduro durará mucho menos. Son otros tiempos. El colapso del
régimen llegará pronto sin dejar madurar al heredero.
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