ABC 08.12.12
Están sorprendidos los Hermanos
Musulmanes, está sorprendido el radicalismo salafista de Nour, está ante todo
sorprendido, estupefacto cabe decir, el presidente Mohamed Mursi. Es compacto,
firme y fuerte el frente de insurrección y rechazo contra esa especie de
autogolpe que el presidente había escenificado en tres días. Una amplia
oposición ha cerrado filas contra lo que ven como una operación desde la
presidencia para imponer una dictadura islamista en Egipto a corto plazo. Ya
hay muertos, mártires para lo que consideran una nueva fase de la revolución
que se niega a ser secuestrada por los islamistas. «Ni Hermanos y
Salafistas, Egipto es un estado civil» es un grito que resuena en El Cairo y
todas las ciudades del país con el otro de «Mursi vete» idéntico al que se
dedicaba a Mubarak hace un año. La oposición ha rechazado categóricamente la
negociación ofrecida por el presidente hasta que este rectifique en sus dos
decisiones capitales, el referéndum constitucional y el decreto que le otorga
poderes extraordinarios.
La
intervención en televisión de Mursi pretendiéndose conciliador pero sin ceder
en estos dos puntos fue un rotundo fracaso. Todo le había salido a pedir de
boca a Mursi hasta hace muy poco. Y está claro ya que confiaba liberarse del
resto de resistencias con el golpe de mano de la convocatoria del referéndum
para el día 15 de diciembre.
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