ABC 19.03.13
Muchos quieren negar a Madrid y, nadie se engañe, a España,
la oportunidad de brillar internacionalmente en 2020
AYER comenzó su labor el grupo comisionado por el Comité
Olímpico Internacional para evaluar la candidatura de la capital de España a
ser sede de los Juegos Olímpicos del año 2020. La capital de España ha quedado
finalista en la preselección en competencia con Tokio y Estambul, dos
grandísimas ciudades de dos países muy potentes. Madrid participa por tercera
ve en esta carrera. Cuando parecía tenerla muy cerca, Londres le quitó la sede
de 2012. Algunos creen aun que por pequeñas miserias como la protagonizada por
el Príncipe Alberto de Mónaco, con su pregunta sobre el terrorismo, que muchos
españoles jamás le perdonarán. Después fue elegida Brasil para 2016. Tras aquel
revés muchos pidieron se tirara la toalla. Porque España, decían, está exhausta
y no debe asumir este reto. Se decidió continuar. Pese a que son muchos los que
intentan desanimar y asustar ante este proyecto. Muchos quieren negar a Madrid
y, nadie se engañe, a España, la oportunidad de brillar internacionalmente en
2020. Y quizás sea peor aun que lo que intentan evitar es un proyecto común
ilusionante que tenga a la capital de España como objeto central.
Muchas veces los mejores argumentos a favor de alguien o
algo los dan, mucho mejor que sus partidarios, sus enemigos. Pasó con el nuevo
Papa Francisco en los primeros días. Muchos cristianos y otros ciudadanos de
buena fe estaban aun desorientados por el desconocimiento de la trayectoria,
biografía y personalidad del Papa argentino. Pues los muchos enemigos que,
desde el primer minuto del papado, saltaron como muelles a atacarle y
descalificarle con sus infamias y mentiras, orientaron mejor sobre la gran categoría
humana del Pontífice que todas las modificaciones de Wikipedia y datos
suministrados por el Vaticano.
Con los Juegos Olímpicos pasa otro tanto. Por supuesto que
hay muchos españoles que piensan de buena fe que este país no está para ese
tipo de inversiones. A esos hay que convencerles de que un proyecto bien
dirigido puede ser un inmenso éxito económico. Lo fue Londres 2012 el pasado
año como su principal hacedor, el exatleta y gran hombre olímpico británico,
Sebastian Coe, nos ha recordado en Madrid hace unos días. Puede suponer un
éxito económico para el momento. Pero también para después si logramos que se
conviertan en semanas de brillante presencia española en todo el globo. Es más,
puede ser un éxito económico antes. Porque moviliza recursos y porque genera
oportunidades. Y porque debe generar ilusiones y sacar a los españoles de un
abatimiento en el cual no podemos instalarnos. Pero vayamos a los enemigos. A
la mala fe de aquellos que consideran que ese abatimiento de los españoles es
su mejor baza. Y que pretenden evitar por todos los medios que vuelva a haber
proyectos ilusionantes españoles. Que quieren impedir a toda costa que retorne
la experiencia del éxito a esta vieja nación que en los últimos años, bien es
cierto que por su culpa, se ha visto vapuleada y profundamente decepcionada.
Ayer escuchaba por la radio insidiosas dificultades para los Juegos de Madrid.
La mezquindad de los nacionalistas teme y aborrece cualquier proyecto que
España se tome en serio. Porque pone a cada uno en su lugar. Treinta años
después de que España organizara unos magníficos juegos en Barcelona, vuelve a
estar dispuesto a hacerlo. Esta vez en su capital. Los sindicatos han anunciado
huelgas y manifestaciones, incluso un acoso a la delegación del COI. Si en el frente
hostil, a los nacionalistas se suman los sindicatos, los más conspicuos
saboteadores del bienestar y la modernización de España, es que estos juegos
merecen todo el apoyo de los españoles de bien.
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