ABC 27.11.12
RESULTA que el vistosísimo tigre que se puso a cabalgar don
Artur el día de la Diada, del cual no le bajaron las recomendaciones de algunos
propios y muchos extraños, era un cabezaloca con arrebatos suicidas que se tiró
finalmente al abismo. Y allí fue él, con todas las ínfulas de grandeza pero
también con la mandíbula prieta del Duce, a taladrar el suelo y lograr
profundidades jamás conocidas electoralmente por esa criatura del espíritu de
la catalanidad que es CiU. El desafío de este hombre pequeño ha durado apenas
una siesta. Y ahí quedan como máximos damnificado él, sus restos y sus
cómplices. Pero más allá de las miserias privadas de los pequeños hombres, por
mucho, muchísimo daño que hayan hecho a su entorno, a su partido, a Cataluña
pero ante todo a toda España, está la ruina política en la que estamos. Ruina
en la que seguimos, por mucho que pasáramos unas horas reconfortantes viendo
caer a cámara lenta a Mas el domingo. Hasta hacerse fosfatina el tigre. Y
romperse él la cara, mandíbula incluida. Ha sido gratificante asistir al
hundimiento de las ambiciones de este hombre de calidad escasa. Miserias
privadas han sido todas sus expresiones de satisfacción por la debilidad de
España. Y sus intenciones de aprovecharla para infligirle al Estado, a la Nación
y a la Constitución jurada por él, mayores reveses y dolor. Eso es miseria
personal en intensidades poco conocidas y comparables a las de otros enanos
morales, se llamen Carod Rovira, Bolinaga u otros habitantes de la sentina
carpetovetónica. Pero el fin del recorrido de las miserias privadas de Mas
vuelve a centrar la atención sobre la ruina política que tenemos en Cataluña.
Con un parlamento fragmentado el que no faltan ni elementos antisistema. En el
que es mayoría el separatismo. Y es abrumadora mayoría esa masa de nacionalismo
e izquierdismo que quiere arrebatarle el derecho a decidir a la nación
española, a todos los españoles, para fragmentarlo en derechos de
automutilación de sus partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario