ABC 03.05.13
LA Policía detuvo ayer en Zaragoza a un pedófilo que desde
su domicilio compartía en redes P2P más de 500 archivos de pornografía
infantil. Según la noticia, infectó los ordenadores de cientos de vecinos para
activar sus cámaras web y grabar miles de imágenes y escenas de su vida íntima
y sexual. No me dirán que este repugnante delincuente, presunto aún, no ha
demostrado talento, habilidad y arrojo. No me negarán que este hombre es un
hacha de las nuevas tecnologías. Y todos sabemos ya el interés humano, lo
llaman morbo, que tiene la noticia. Luego reconozcan que es el personaje ideal
para ser entrevistado en la franja horaria de gala este fin de semana. Por su
inmenso valor informativo. Nos contará el pedófilo voyeur lo que
piensa de cada vecino cuyo intimidad violó mil veces con sus conocimientos
tecnológicos. Para aderezar ese programa, darle profundidad sociológica y
política, podríamos invitar a algún pederasta ya condenado, para que nos
contara sus gestas en la seducción y abuso de menores. Y a algún notorio
violador para que describiera sus motivos y sensaciones cuando asaltaba a las
chicas indefensas en los ascensores. Todos ellos podrían hacer una reflexión
sobre la crisis, la banca y los políticos. Y dar su opinión enriquecedora sobre
la manera en que hay que combatir el paro y la corrupción que se han adueñado
de España desde el preciso instante en que el PP llegó al poder. Todo ello
condimentado con imágenes de sus víctimas. Y también quizás, por eso de ser incisivos,
un poquito de periodismo de investigación sobre las vidas de las víctimas, que
no suelen ser siempre todo lo inocentes que parecen a primera vista.
También las víctimas de la violencia sindical parecen
inocentes a primera vista y después resulta que son culpables de las agresiones
que sufren. Por querer trabajar el día en que otros querían huelga. De esos
esquiroles de mierda, jovencitas trabajadoras de Mercadona por ejemplo,
volverán a hablar estos días sus agresores en televisión. Despreciarán a esas
víctimas como desprecian a otras, a las del terrorismo por ejemplo, con cuyos
asesinos tan solidario es el alcalde de Marinaleda. Sí, este Sánchez Gordillo,
un delincuente más que ha visto cómo el delito y su apología ya le lanzan de
nuevo a la gloria televisiva. Él no viola sexualmente a mujeres. Sí viola su
derecho a trabajar y su libertad y su propiedad. Y también la de muchos
hombres. Y de muchas familias secuestradas por el régimen talibán que le han
dejado crear en esa zona de miseria andaluza, laboratorio del caciquismo
leninista.
El año pasado, tanto se le entrevistó que dio el salto a
televisiones extranjeras. Potenciales inversores y posibles compradores de
propiedad en España vieron a este iluminado del pleistoceno ideológico
pavoneándose de que ninguna propiedad está segura en España y ninguna ley le
frenará de ocupar, arrebatar y acosar. Y parece cierto. Un magnífico favor para
la economía andaluza la de este socio del presidente Griñán. Como Jorge
Verstrynge o Ada Colau, otros promotores de la violencia del acoso y la
coacción. Profesionales de la agitación contra la ley que dan lecciones de
bondad. Todos ellos partidarios de violar la intimidad de sus víctimas con más
violencia que el pedófilo informático. Todos están en la gloria televisiva. En
una España en la que todos se quejan de la impunidad del prójimo. En la que
todos se lamentan de la ciénaga de fracaso y desánimo en que se convierte una
sociedad que no respeta las leyes ni se respeta a sí misma. Pero todos
aplauden, disfrutan y promueven el canto al delito impune sentados en el sofá
ante el televisor.
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