martes, 13 de enero de 2015

ROTH Y ZWEIG, ANGUSTIA ANTE LA TRAICIÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  27.05.10


VEREMOS lo que pasa en esta orgía de la mentira que han montado algunos. En esta especie de ensalada de basuraza intelectual que nos ha montado lo peor del país que por desgracia nos gobierna. Veremos cómo se desarrolla la gran tragedia nacional que comenzó entonces, allá en 2004, con nuestros muertos y no sabemos cómo concluirá después de nuestros años de miseria ideológica que nos ha llevado a la sentina de la pobreza europea. Veremos cómo salimos de una pobreza en gran parte autoinducida, gracias a un Gobierno tóxico que ha perpetrado todos los errores -dejémoslo de momento en eso- para agravar cualquier situación.

Nuestro Gran Timonel y sus chicas del montón, Lucy, Boom, vicepresidentas y demás han llegado después de la tragedia al auténtico vodevil. Boletín Oficial para acá y para allá. Ya da casi igual porque el daño está hecho. Basura y más basura para distraer en los medios de control propio que son casi todos. Hay momentos en los que ya la única reacción lógica ante el disparate tectónico es la fuga. Con esta insensatez e incompetencia, todo español con posibilidades de hacerlo, debería huir o unirse a los insensatos.

Estamos en caída libre y la inmoralidad se dispara. No se equivoquen. Me refiero a la intelectual. La otra me trae al pairo. Hemos tenido otros zombis en la historia de España y ninguno ha hecho ningún bien. Pero parece mentira que tras la lección de historia que fue el siglo XX, un país con la gloriosa historia de España se zambulla en esta miseria que le imponen personajes como Zapatero, Montilla, Salgado, la otra chica vicepresidenta De la Vega y sucedáneos. Se puede uno morir de asco, se lo aseguro. Y de decepción. Y de desprecio. Y sobre todo la profunda certeza de la traición a nuestro mundo. Resulta una humillación diaria saber a toda esta gente gobernando este país y con la legitimidad que inequívocamente les ha dado el pueblo español. Eso es lo peor. El desprecio que produce saberse rodeado por ese criterio. Les pasó a dos de mis más amados centroeuropeos.

Fueron Roth y Zweig. Joseph Roth se murió de asco en su día. Fue en 1938. En París murió este austriaco que utilizó como método de suicidio bastante expeditivo la absenta. Fue un periodista y escritor como no los conocen los lamentables personajillos que circulan hoy con alardeado de periodistas. Un inmortal de la decencia y de la letra. Joseph Roth, fue un hombre que no cumplió los cincuenta por decir la verdad. Los nazis le produjeron náuseas mortales. Les tenía tanto asco que tenía ya finalmente que anestesiarse con la absenta para no saber de sus tropelías. Stefan Zweig también murió de asco pero muy lejos de París. Ese gran hombre sensible, genial biógrafo y literato, se suicidó porque no quería ya vivir en ese nuevo mundo siniestro que se perfilaba en su patria. También murió de asco. Dos hombres tan diferentes que se mueren por no resistir a la chusma han sido siempre para mí ejemplos de vida.

Nada se me presenta más repugnante como ese «no pasa nada» que tantos colegas periodistas propugnan. Nada me parece más detestable que los personajes que trivializan el crimen terrorista o la mentira política con esa especie de armonización cotidiana. Nadie me da más asco que esos periodistas y políticos que nunca ven tragedia y gravedad en la tragedia. Frivolizar hoy con la miseria de millones de familias equivale a ignorar el destino de aquellas familias que desaparecieron en los años treinta y cuarenta. Ni más ni menos. Decir hoy que la situación va bien produce las mismas náuseas que llevaron a la muerte a Roth y a Zweig. Pena la de este país que nos hace evocar, tras todas las tragedias sufridas en esta patria nuestra, nombres como aquellos.

CHIQUILICUATRE

Por HERMANN TERTSCH
ABC  20.05.10


LA cosa sería graciosa si no fuera tan reveladora de nuestra actual situación. La cosa tendría coña si no fuera tan patética y peligrosa la deriva. Resulta que nos llega un chiquilicuatre boliviano iletrado, vendido y comprado, inepto y siniestro a España, un tal Evo Morales, y acusa aquí, en España, al partido principal de la oposición de organizar algo así como un golpe de Estado en su país. Y lo hace aquí, insisto, en España. Son muchos los chiquilicuatres que nos insultan desde hace unos años desde los países más fracasados de Latinoamérica porque consideran, y ahí probablemente lleven razón, que en este país no pueden recibir respuesta de esos políticos que tienen enfrente, es decir aquí, es decir en La Moncloa y en el Palacio de Santacruz.

Llevamos seis años mostrando ojos tiernos a lo peor de aquel subcontinente, haciendo «lobby» y presentándonos como amiguetes de las peores miserias populistas, indigenistas, racistas, protonazis y comunistas de allí. Hemos hecho el ridículo más total porque estadistas dignos, entre ellos -mala suerte ministro Moratinos- una señora que nació y vivió en un régimen comunista y sabe lo que la gentuza es capaz de hacer. Es Angela Merkel, quien, como tantos otros responsables europeos siente cada vez mayor desprecio por quienes dirigen la política exterior española, empezando por supuesto por nuestro Gran Timonel. Por su ignorancia y su profunda falta de principios. Pero también porque supone un auténtico atentado contra los intereses de nuestro país y de Europa a medio y largo plazo.

Que un individuo como Evo Morales venga aquí a insultarnos en los foros públicos es un escándalo mayúsculo. Pero, por supuesto, aquí no pasa nada. Dictadorzuelos de medio pelo llegan a España a dar consejos como ese iletrado que es Evo Morales, presidente de Bolivia por gracia de Hugo Chávez, ese milico golpista, otro iletrado en Venezuela. Y los Castro, unos dictadores asesinos en Cuba. Nos da lecciones la peor chusma del mapa mundi.

Nos llama el gran mandarín de la dictadura china para darnos lecciones de economía. Nos amenazan e insultan, un día sí y otro también, personajes como la impresentable presidenta de Argentina con su consorte. Que opinan sobre nuestro Tribunal Supremo durante una visita oficial a España. ¡Cómo es posible todo esto! ¿Cómo hemos caído tan bajo como para que no haya una respuesta masiva a este insulto de una señora tan dudosa en todo como doña Kirchner agitando, durante una visita oficial en España, contra la máxima magistratura española? Que Barack Obama y Angela Merkel asuman el control de la economía española no es hoy por hoy signo de alarma sino de tranquilidad. Porque nos protegerán de nuestros gobernantes actuales. Pero la humillación que suponen todos esos don nadies de la Cumbre -que no ha sido nada- opinando sobre nuestra justicia, nuestros derechos, nuestra historia y nuestros partidos y electores deberían haber generado una ola de furia. No pasa nada.

Dinos con quién andas y sabremos quién eres. Nunca hubo mejor fórmula con la que explicar la miseria moral, el desbarajuste total, el caos, la ideologización y, peor aún, la insolvencia profunda de nuestra política exterior. Eso sí, estamos cosechando lo sembrado. Nuestra política exterior, de debilidad, entreguismo, oportunismo y tantos errores como han podido cometer Zapatero, Moratinos y la inefable vicepresidenta De la Vega tiene su precio. En África nos chantajean. Nuestro vecino marroquí se parte de risa y exige territorio español, los chinos nos regañan, los norteamericanos nos avisan ellos de que nuestros socios europeos están de nosotros hasta los tirabuzones. Tan hartos de nosotros que le encargan al propio Obama que nos lo comunique. En fin, señoras y señores, sabía que teníamos un Gobierno de incapaces. Lo que no quería reconocer es que los hemos convertido en un país de incapaces para el mundo.

DE INSÓLITO A PELIGROSO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  18.05.10


TENEMOS a un presidente del Parlamento, del Congreso de los Diputados, sospechoso de ser un auténtico trilero, que se ha enriquecido de forma que sólo en los Balcanes y Asia central tiene un pase, que insulta al máximo tribunal de España. La cosa tiene poca gracia. Cargos institucionales máximos, don José Bono, el tercer representante institucional de este país, se dedica a difamar a los jueces del Tribunal Supremo. Hasta aquí hemos llegado en el sexto año triunfal de esta locura y esta tortura que se han autoinfligido los españoles a sí mismos.

Es el inefable doctor Bono. Míster Bono, el amigo de los caballos. Bono de los buenos, visto lo que le cunde todo cuanto tocan él o su hiperactiva familia. Resulta que este señor, que miente cuando no lo agreden y que al parecer sabe mover todas sus influencias de forma extremadamente peculiar, pero realmente muy peculiar, aún no ha dimitido. Ahí sigue, y encima soltando soflamas de protección a otros sospechosos como ese juez Baltasar Garzón, tan trincado en el trinque como él mismo. Allá cada uno con su dignidad. Allá cada periódico con la culminación de su miseria moral y de credibilidad. Pero, pese a las campañas grotescas de la televisión socialista y bolchevique que sufrimos -cadenas cautivas o cobardes-, cualquier individuo medianamente educado sabe que el triunfo de Bono y Garzón sería aquí el triunfo de la chusma. Y que este país puede convertirse en algo extremadamente peligroso si fructifica el llamamiento a la chusma que estos señores ricos, cazadores y caballistas están haciendo a la chusma para que los proteja.

Todo esto resultaría insólito, por supuesto, en cualquier país de nuestro entorno. Si tenemos aún entorno. Todavía. Tengo la sospecha de que cada vez menos. Comenzamos a tener similitudes con los países de la nada. Por decencia, corrección, transparencia y probidad o por la falta de todas ellas, perdón. Todos los que tienen esas características tan aconsejables se distancian de nosotros o nos amonestan. Que nos tenga que llamar un presidente chino que ejecuta a más ciudadanos propios que ningún otro Estado del mundo dice mucho del prestigio que tenemos hoy en el mundo gracias al Gran Timonel.

El presidente de la máxima cámara del Parlamento español no responde a nada de las acusaciones de trinque directo, de él y su familia. Igual que el vicepresidente de la nada del Gobierno que es Chaves. Él y su familia. Y no pasa nada, estimados amigos. El fiscal general debe de estar de vacaciones una vez más. O echando una mano a Diaz Usabiaga, ese etarra que se ha ido a ayudar a su dependiente madre en Lasarte, gracias al ya casi ex juez Garzón, y nunca ha llegado. Este país puede estar llegando una vez más a lo último que resiste. La angustia, la miseria y la traición. Pero hay más. Bono, desde su cargo, ayuda desde un diario amigo al sospechoso de prevaricación en nada menos que tres casos, al amigo Garzón -vaya por Dios- e insulta a las máximas instituciones del Estado. Y Garzón ayuda al Gobierno en la cooperación con los etarras. No es broma. Es la traición, señoras y señores, nada menos. Si esto sucede, Dios quiera que no, estamos a punto de llegar a las manos. Que el presidente del Congreso publique un artículo advocando por la demolición del Tribunal Supremo es, cuanto menos, terrorífico. Que el petimetre cordobés que se hizo en su día con esa venerable y honorable institución de la Generalitat catalana-acuérdense de Tarradellas- haga lo mismo provoca la náusea. Hay que remontarse a los años treinta para encontrar tantos agentes enemigos del Estado de Derecho dentro de las instituciones. Y siempre son los mismos. Comprendo que Bono esté incómodo. Tiene problemas. Porque las cuentas no salen, querido presidente. Querido cristiano. Querido manchego. Querido potentado nuevo rico. Bono es probablemente, mucho más que ese personaje patético que ya es Rodriguez Zapatero, el símbolo del diagnóstico de lo que se nos avecina.

UNA BUENA NOTICIA, COMPATRIOTAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  13.05.10


NO pienso hoy hablar aquí del patético cambio de pies de ese zombie que es el presidente del Gobierno español, obedeciendo a la llamadita de Obama. El hecho de que en dos días dé un giro de 180 grados sólo demuestra la solidez de sus principios. Y el valor de su palabra. Que es cero patatero. Les voy a presentar una maravillosa iniciativa de un grupo de jovencísimos españoles que piensan en todos nosotros y nuestro futuro, en nuestra cultura, lengua y libertad. Como no soy capaz de explicar esta magnífica iniciativa mejor que ellos, les cedo la palabra. Por supuesto que este artículo lo cobrarán ellos. Como principio de unas ayudas que espero les lleguen de todos los españoles de bien que crean aun en nuestro futuro común.«A lo largo de la última década en España, fruto de momentos de auge y presencia del movimiento cívico en la sociedad española, se han configurado en diferentes comunidades autónomas, asociaciones cuyos objetivos principales son los de ejercer de oposición a las prácticas que gobiernos nacionalistas ponen en marcha, y que suponen la vulneración de la libertad lingüística y la imposición de la lengua autonómica en detrimento del castellano, dentro de sus respectivos ámbitos regionales de actuación. La Asociación Nacional por la Libertad Lingüística, desde el preciso momento de su nacimiento, ha mantenido como seña de identidad el reconocimiento constante a la labor de estas entidades en Galicia, País Vasco, Cataluña, Aragón y Baleares, como ejemplo de dignidad y perseverancia por las libertades individuales de los ciudadanos españoles residentes en estos territorios. Por todo ello, nuestro nacimiento supone un doble mensaje a todos estos colectivos. 1) Autocrítica por el abandono que estos colectivos han sufrido de parte de quienes fuera de esos territorios, considerándonos demócratas y defensores de la libertad, hemos mantenido una actitud pasiva hacia su reivindicación desentendiéndonos de la misma por no considerarnos parte del sector discriminado de la sociedad. 2) Compromiso de que dicha situación no se volverá a repetir. Actitud activa en la defensa de las libertades individuales y del derecho del ciudadano español, sea cual sea su territorio de origen o residencia, a elegir libremente la lengua, entre las oficiales, en la que desarrolla su vida. Nuestro compromiso responde al entendimiento del problema lingüístico que afecta a nuestro país como un asunto de índole nacional que debe situarse en la primera plana del debate político.

Las prácticas nacionalistas llevadas a cabo por determinados gobiernos autonómicos en los últimos años en materia de política lingüística han dado lugar, a través de la imposición de lenguas autonómicas, a espacios de cada vez menos libertad individual. Galicia, País Vasco, Cataluña y Baleares son las comunidades autónomas donde más directamente se han puesto en marcha mecanismos de persecución de la lengua oficial en todo el Estado, el castellano, relegándola a un plano inferior respecto a la lengua cooficial de cada uno de estos territorios. La imposición lingüística ha sido llevada a su máximo extremo en el campo educativo, donde se ha convertido en una verdadera quimera escolarizar a los hijos en castellano en la educación pública, a través de procesos, primero de inmersión de la lengua autonómica, después de incentivos para ésta, y finalmente, de desaparición del castellano de la oferta educativa. Sin embargo, esta dinámica se ha seguido en otros ámbitos como la Administración, la legislación comercial, el mundo laboral, la cultura, el cine, la señalización en las calles... hasta adentrarse en los espacios privados del ciudadano convirtiéndose en una verdadera amenaza para su libertad individual. Paralelamente se ha desarrollado un fenómeno de mimetismo consistente en la creación de similares estructuras de discriminación lingüística en otros territorios como la Comunidad Valenciana, Aragón, Asturias o León. El resultado de este proceso es un mapa nacional lingüísticamente fracturado en el que se han levantado fronteras idiomáticas que atentan contra la igualdad entre españoles. El derecho a usar el castellano, la libertad de circulación y establecimiento, la libertad de empresa, o la libre elección de puesto de trabajo son preceptos constitucionales vulnerados». Es la descripción de una tragedia provocada por la estulticia, la insensatez y el fanatismo. Es sólo parte de una declaración magnífica de principios de la primera organización de toda España, de jóvenes de diversa ideología, que lanzan una plataforma de regeneración política y cultural. Háganles caso.

SE ACABÓ LA FIESTA, TIMONEL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  11.05.10


NO hay mejor afición -y más barata- que gastar el dinero de los demás. Y si se puede, a espuertas y comprando favores y sumisión. Así se hicieron imperios de todo tipo. De naciones, de compañías multinacionales y de chiringuitos más o menos cutres. Porque el dinero, en sí siempre anónimo, da mucho de sí. Aquí, en este nuestro maltratado país, alguna ministra dijo en un arranque de sinceridad inusual que el dinero público no era de nadie. Pero en realidad lo que pensaba es lo que todos sus correligionarios socialistas. Piensan que es suyo. Así lo tratan y gastan al menos. Ahora les ha pasado algo inesperado. Les ha sucedido algo que en su semicultura plenianalfabeta y dehesa, monolingüe, provinciana y primitiva, no se les había pasado por la cabeza. Estaban convencidos nuestros muchachos y muchachas en el Gobierno que fuera se piensa igual que en esta anomalía en que han convertido de nuevo a España. Pues va a ser que no. En otros países, donde aún existe una cultura del rigor y la probidad, no se pueden hacer cosas que aquí son impunes. Creo que la presidencia española, de la que tanto se prometía nuestro presidente, no para hacer nada sino humo para su electorado, ha generado por el contrario muchísima claridad. Al menos fuera de nuestras fronteras. Que aquí el CIS nos cuenta que la diferencia entre socialistas y la única oposición, por llamarla de alguna manera, haya caído a 1,5 puntos puede ser mentira como tantas cosas. O verdad, porque donde no hay no hay, y las luchas no están para ser dirigidas por indolentes.

El hecho es que en otros países en los que la democracia y la sociedad civil existen realmente y desde hace mucho tiempo, los contribuyentes -auténticos ciudadanos conocedores de sus derechos y menos fáciles de intoxicar con basura mediática gubernamental- piensan y saben que tener una moneda común con países como Grecia o la España de Zapatero es una insensatez. Y reclaman sensatez a sus Gobiernos. Los resultados de las elecciones en el estado de Renania Westfalia, donde una canciller Angela Merkel -cuya política no tiene alternativa en su país- ha perdido diez puntos de su partido democristiano (CDU) por ayudar a financiar una vía de salvación para un país de finanzas-basura y gestión inepta y corrupta como Grecia, son un toque de aviso. Para navegantes y peregrinos. Se acabó la fiesta. Los alemanes -no sólo ellos- están ya hartos de pagar aventuras irresponsables como la griega de treinta años y la española de los últimos seis. Ayer, después del batacazo electoral en Renania Westfalia, el mayor estado federado de Alemania, Merkel dejó claro que se han acabado las bromas. Y que España y Portugal no pueden jugar con la moneda común como juegan con sus finanzas, con su déficit y sus electores. Hasta hace muy poco era impensable que algún país fuera expulsado de la zona de la moneda común del euro. Hoy tampoco es probable, por complicado. Pero ya es en Berlín o París, asumible, llegado el caso. Lenin, ese héroe de la libertad del gurú de los derechos humanos que es para nuestro Gobierno Santiago Carrillo, hubiera dicho ¿Sto dielat? (¿Qué hacer? en ruso). Pues aquí nadie tiene respuesta a Lenin. Ni sus amigos que lucharon por la libertad en aquella supuesta idílica república democrática y humanista, casi siempre en la retaguardia. No en trincheras en el frente, sino en sacas de presos y creación de fosas comunes. Hemos vuelto a donde quería el abuelo inventado. A hablar del pasado mientras Merkel y Sarkozy buscan fórmulas para neutralizar el peligro que representamos no ya para nosotros, sino para su propia seguridad y bienestar. En fin, hablamos demasiado del pasado, vive Dios. En el presente acabamos de tener otras elecciones además de las de Renania Westfalia. Gran Bretaña tiene que formar Gobierno. Tres partidos sin mayoría han de buscarlo. Lo que está claro es que ninguno quiere compartir destino con nosotros. En el Reino Unido, nadie. En Alemania y Francia son cada vez menos. Mala señal. Para nosotros por supuesto.

LA GLORIA DEL ANTIFASCISMO MODERNO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  06.05.10


TRES ciudadanos griegos murieron ayer asesinados en Atenas por las llamadas fuerzas progresistas -o antifascistas, como dice aquí la tropa entusiasta de la izquierda y sus medios de difusión, que son casi todos. Murieron asfixiados, sin poder salir de un banco al que habían prendido fuego esas maravillosas fuerzas del progreso que están demoliendo aquella ciudad en aras del movimiento antiglobalización. Y en protesta contra las medidas que el Gobierno de un Estado en quiebra ha de implantar para que otros países, con el dinero de sus ciudadanos, que tampoco están ni contentos ni sobrados, se atrevan a ayudarle. De momento, tres muertos. Veremos lo que pasa en la cuarta huelga general de un país que nos precede en el hundimiento por inepcia y mentira de los gobernantes. Los bancos, como ya saben todos ustedes, porque aquí en España se lo cuentan los sindicatos, los socialistas y todo el entorno parasoviético que se ha creado en el último lustro, son muy malos. Muy malos los bancos que, con los empresarios, con George Bush y Franco, tienen al parecer toda la culpa de que sociedades modernas se paupericen bajo Gobiernos a los que nadie sensato dejaría la gestión de un quiosco ni siquiera un fin de semana. Lo que llamaría algún dibujante y columnista de los periódicos adictos, vendidos o comprados del zapaterismo, el »capital desalmado».

Y los adolescentes o ya maduritos, en Atenas y Madrid y Barcelona, pronto probablemente en muchos más sitios, se creen ese discurso y deciden castigar al maldito capital, es decir, a los bancos y a los empresarios, porque así, suponen, se hace esa justicia popular. Ya saben, la justicia popular que tanto se practicó en las retaguardias de las guerras europeas, incluida la nuestra, por todos esos valientes que jamás aparecían por el frente.Y resulta que mueren inocentes entre las llamas que el discurso retroprogre ha alimentado con su demagogia contra la banca, contra los empresarios y el mercado. Grecia, como España, a la cola en Europa en educación, liberalidad y rigor en el Gobierno; en la Champions League de la autocomplacencia, el engaño y el izquierdismo radical, ya ha comenzado a cobrarse en vidas humanas su fracaso como sociedad democrática europea en el siglo XXI. Incapaz de superar tanta mentira, tanto desprecio a la excelencia y exaltación del igualitarismo, la mediocridad y el parasitismo.

Debiéramos estar alerta y tener cuidado todos también aquí nosotros. Esto acaba de empezar y los que se saben aparatchiks e impostores, que jamás tendrían el nivel de vida que han logrado con su demagogia, son capaces de cualquier cosa por no compartir el sino de las desafortunadas víctimas de su política. Porque hemos comenzado en Europa el siglo XXI mucho peor que el anterior. Las sociedades europeas aun en 1910 eran muy apacibles, ordenadas y prósperas. Se creía en la excelencia, en la educación y en la honestidad. Había códigos de honor que merecían tal nombre. Y después, pese a todo ello, pasó lo que pasó. No creo que haga falta recordar la primer mitad del siglo XX desde 1914. Hasta 1945 en el oeste. Hasta 1978 en España y hasta 1989 en todos los países que sufrieron la miseria del régimen totalitario más largo de la historia, el comunismo. Ese que reivindican quienes han quemado vivos a los atenienses. En ningún caso quiero asustarles más de lo que debieran estarlo. Pero después de registrar anonadado esta pasada mañana los éxitos de la cooperación política entre los dos líderes de los principales partidos nacionales, cuyo gran acuerdo, en momentos de máxima emergencia, ha sido la patética reforma de las Cajas de Ahorros para junio, hay que empezar a pensar en sobrevivir. No sólo los parados, sino todos los vivos. Reforma que por cierto, ya veremos si se cumple. Con este Gobierno y esta oposición nos vamos, queridos españoles, a un negro periodo griego. De cuyo final probablemente la gente de mi generación no vea el final.

MISERIAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  04.05.10


NUNCA en las grandes civilizaciones se ha dictado que la pobreza fuera la peor de las miserias. La pobreza, la que acosa a tantos españoles decentes hoy por obra y gracia de otros españoles que acumulan pisos y casas en la costa, en el interior y el exterior, no es una vergüenza ni una miseria. Es un drama. Una tragedia griega, que diríamos ahora. Grecia ha sido siempre, desde que el Imperio Otomano dejó aquellos lares, una gran mentira. Lo lamento decir exclusivamente por la Reina Doña Sofía, una gran alemana y patriota griega. Y por todos esos valientes griegos que han luchado durante dos siglos contra diferentes enemigos con una gallardía y valentía que evoca a la de los españoles del Dos de Mayo. Mi profundo respeto a los griegos está, creo pensar, fuera de duda. Sus muestras de coraje durante la Segunda Guerra Mundial son emocionantes y conmovedoras. Pero la mentira nacional que ha perseguido a los griegos desde su independencia es también indudable. Es el problema de los países de cultura fundamentalmente sentimental. Los intentos de crear una continuidad entre la Grecia helénica y la fundamentalmente eslava helenizada, balcánica, tras la ocupación otomana, crearon esa gran mentira historicista que ha tenido a ese pueblo siempre preso de lo que sabe que no es pero pretende.

El sentimentalismo es probablemente una de las grandes tragedias de toda sociedad aquejada por él -probablemente también de los individuos- porque hace persistir por una especie de código de honor imaginado que las ancla en los errores más profundos. Grecia los tiene desde que se convirtió tras la ocupación turca en un país imaginado por sus propios habitantes y manipulada por sus gobernantes. Nada los diferencia de los nacionalismos tristes y combativos que tenemos aquí en la península y ponen todos los días en cuestión la existencia de esta gran nación que ha sido España. Turquía, que perdió más del sesenta por ciento de su territorio entre 1820 y 1918 no tiene esos problemas. Por supuesto tiene otros. Pero nunca tendrá problemas existenciales porque sabe sufrir. Y porque su vitalidad le impide radicalmente la melancolía. Por eso, los turcos, mucho más maltratados en este último siglo que los griegos, perseveran, trabajan y se entusiasman. Todos los días salen de casa pensando en lo que deben hacer para mayor felicidad de sus seres queridos y no a llorar por lo que consideran es un maltrato del Estado o el destino.

¿Y los españoles? Está claro que no somos griegos. Pero tampoco turcos. La autocomplacencia de las últimas generaciones se ha convertido en un auténtico baldón para la reacción ante la miseria que avanza. La indolencia en el Gobierno y en la oposición, pero también la falta de reacción civil de una sociedad que en principio creíamos ya estructurada y homologable a las avanzadas de Europa, nos han convertido en una perfecta anomalía que pudiera llevarnos, esperemos que no, a una nueva marginalidad en nuestro continente. Nuestra miseria entonces sería magrebí. Y no es una broma. Tenemos un Estado gobernado por casi lo peor que tenemos. Y eso no es poco. Porque las generaciones que nos van a suceder están peor preparadas, tienen menos compromiso con el Estado y el bien común que las de la Transición y en parte están profundamente intoxicadas por la ponzoña de una revancha que nuestras generaciones adultas habían rechazado rotundamente, conscientes de que nuestra historia nos comprometía a una convivencia abierta y tolerante. Por racionalidad y sin esos sentimentalismos que, por necesidad, acaban llevándote a un duelo al amanecer. Por patriotismo bien entendido, no por lloriqueos victimistas, somos muchos los que creíamos haber llegado a la sociedad abierta que nos merecíamos. Una sociedad capaz de hacer frente a los tiempos duros sin agitar fantasmas ni pedir víctimas que compensaran de forma primitiva los sufrimientos. Parece que son muchos otra vez los que quieren frustrarnos este sueño. La exsecretaria de Estado norteamericana Madeleine Albreith le dijo hace poco a Ana Palacio que nuestros últimos treinta años de lealtad constitucional y convivencia habían sido un espejismo y que España volvía a las andadas de siempre. No dejemos que ocurra.

EL ODIO DE LA MISERIA MORAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  27.04.10


PARECE que hemos vuelto, por el túnel del tiempo, a 1934. Es el mayor logro de nuestro magnífico Gran Timonel, José Luis Rodríguez Zapatero. Hemos llegado adonde quería. Hay gente con mucho miedo y gente con enorme entusiasmo en la venganza. ¡Enhorabuena al presidente del Gobierno y enhorabuena a todos los cretinos que no se dieron cuenta a tiempo de que éste era el plan y que toda la babosa retórica del buenismo era mentira. El fin de semana pasado ha sido aterrador para todo español responsable. Los alardes de revanchismo comienzan a adquirir unas dimensiones y una aceptación oficial, un apoyo gubernamental y una cobertura por parte de todos los medios comprados o chantajeados por el Gobierno que dan auténtico miedo.

Los aquelarres, iniciados por el necio y sectario rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, en apoyo de un juez que tiene cogido al Gobierno por la entrepierna parecen no tener fin ya. Y los discursos que oímos son mucho más cubanos o venezolanos, bolivianos o coreanos que europeos. Somos una perfecta anomalía en Europa y a nadie debiera extrañarle que dentro de unos años estemos fuera de ella. No es compatible esta irresponsabilidad y demagogia izquierdista primaria con la convivencia en una Unión Europea con Gobiernos decentes y racionales. O estamos con Cuba o con Alemania. Está claro que mucho del gentucismo que nos gobierna prefiere estar con Cuba y Venezuela. En realidad estamos ante un plan premeditado de revanchismo que con la crisis se ha acelerado y ha descoyuntado las instituciones hasta el perfecto disparate. Llámenlo como quieran, grotesco o abracadabrante. Pero en todo caso es muy peligroso. Porque no hay ningún determinismo histórico que dicte que en este país no van a llegar algunos a las manos.

La oleada de odio pergeñada por nuestro Gobierno contra la mitad de nuestro propio pueblo entra en una fase de no retorno. Yo estoy convencido de que lo quiso siempre Zapatero, desde el 11 de marzo, vísperas de las elecciones en 2004 y desde luego lo ha conseguido. Dada su perfecta ineptitud en todos los demás campos en los que, con su pereza, sinuosidad y malicia practica su actividad de gobernante, el éxito en este campo de la siembra del odio es muy considerable. Ya tenemos dos Españas, la buena y la mala. Él siempre ha gobernado contra la España que somos todos los que no estamos en su secta. Ya formamos muchos la parte de esa España que hay que liquidar para que los buenos tengan razón. Y los buenos son ellos, la España supuestamente antifascista. Los demás somos fascistas porque ellos lo han decidido. Y no debemos tener derechos algunos. Y debemos ser marginados e intimidados porque no somos de la cuerda de su abuelo inventado.

¿Era mejor poeta Lorca que Rosales? ¿Escribía mejor Alberti que Ridruejo? ¿Quién era mejor español? Da igual. En la mente simple, mezquina y sectaria de los actuales gobernantes que lo ignoran todo, y son lo que siempre hemos llamado el mínimo denominador común, el desprecio a la inteligencia y al pudor es la característica más clara. Lo peor. Cuando la miseria gobierna y la indolencia de la mayoría lo permite suceden este tipo de cosas. Un país de historia grande y noble se convierte en una nación sin techo por todos ignorada. Aquí es donde estamos. Nuestra ruina económica, pronto documentada, sólo es comparable a la ruina moral que los peores de este país nos han impuesto. Nuestros hijos vivirán mucho peor que nosotros. Nuestra prosperidad y seguridad se nos van para no volver en una generación al menos. A nuestros nietos les deseo que olviden estos años nuestros, otra nueva pesadilla, como nosotros habíamos olvidado los años fratricidas hasta que una secta de miserables volvió a condenar a nuestro país a sus insistentes fracasos.

SAMARANCH Y LA MEMORIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  22.04.10


ENTERNECÍA ayer el zapear por las cadenas amigas de la secta socialista del Gobierno en las que dominaban por completo la información dos cuestiones principales. No eran otras, por supuesto, que la muerte de ese gran español, siempre hábil e inteligente, que fue José Antonio Samaranch, y por otro lado el debate parlamentario habido por la mañana, tumultuoso y agresivo. Los panegíricos -discursos o composiciones poéticas de tono solemne en los que se alaba a una persona de gran relevancia, como un héroe, un santo o un poderoso (diccionario de la lengua)- por Samaranch no tenían fin. Héroe, santo o poderoso o las tres cosas a la vez ha sido para nacionalistas y socialistas este español longevo que ha tenido una vida completa, consumada y feliz siempre arrullado por la suerte, el bienestar, sus habilidades y por el poder. Ha tenido este hombre sin duda extraordinario una existencia que ha sido un lujo. Descanse en paz. Sus méritos a favor de España, desde su embajada en Rusia a traer los Juegos Olímpicos a su ciudad natal Barcelona, están siendo recordados sin cesar y con mucha razón.

Pocos, sin embargo, entre los generadores de loas a pleno rendimiento nos hablan del Samaranch como alto cargo de la Falange Española y de las JONS. También entonces él pensaba que servía a España con Franco, como después sirvió tan bien al socialista Pascual Maragall a transformar y modernizar totalmente la ciudad de Barcelona gracias a las Olimpiadas. Entre 1955 y 1962 fue concejal de Deportes en Barcelona, y de 1966 a 1970, delegado nacional de Educación Física y Deportes, en plena dictadura franquista, de cuya elite fue un miembro destacado en Cataluña. Asimismo, fue procurador en Cortes de 1967 a 1977 y presidió la Diputación de Barcelona entre 1973 y 1977, hasta su nombramiento como embajador en la Unión Soviética. Es decir, que con ese pasado parece un terrible despiste del juez Baltasar Garzón que no lo pusiera en su famosa lista cuando era obvio que Samaranch vivía mientras todos los demás buscados estaban ya en el más allá.

Curioso lo olvidadizos que son los de la memoria histórica cuando les conviene. Y qué bonita ironía que mientras todos los medios socialistas ensalzaban a este falangista de postín durante la dictadura, el vicepresidente del PSOE arremetía contra el Partido Popular en el Parlamento por «apoyar a la Falange» en el caso de la prevaricación aún presunta y múltiple contra el juez Garzón. Ese juez cuyos defensores no hacen sino repetir por todo el mundo la mentira de que es juzgado por antifranquista o adalid en defensa de las víctimas de la guerra civil, y no por prevaricación y por sospechas de complicidad pecuniaria con algunos encausados a los que salvó él del juicio. Curioso país este donde las instituciones gubernamentales hacen causa común con un juez encausado y lanzan una campaña de difamación contra los jueces de los más altos tribunales del Estado. Resulta que la Falange de hoy, que serán cuatro gatos, supongo, pero al fin y al cabo ciudadanos como todos los demás y sus mismos derechos, no pueden pedir justicia a secas. ¿Se les quiere privar de los derechos por lo que piensan? ¿Con lo exquisitos que somos en los derechos de los etarras y asesinos de menores? Grotesco este país donde el presidente del Congreso, el gran mago inmobiliario, retrasa un acto para mostrar su entusiasta solidaridad con un juez inculpado en tres casos que además llega tarde a las citas. Igual que llega tan tarde a ver tantos papeles pendientes que a veces se le van de rositas unos narcotraficantes. Por supuesto, Bono fue el primero en hacer una apología incontinente de la figura de Samaranch. En fin, señores, quede claro que mi respeto por el señor Samaranch y su trayectoria es máximo. Como lo es por tantos hombres y mujeres que lograron desde dentro y fuera del pasado régimen una transición pacífica a la democracia. Pero tiene gracia que aquellos que ahora agitan el fantasma de la Falange cuando no es nada se olviden u oculten que Samaranch fue mucho en la Falange cuando ésta lo era todo.