Por HERMANN TERTSCH
ABC 27.05.10
VEREMOS lo que pasa en esta orgía de la mentira que han
montado algunos. En esta especie de ensalada de basuraza intelectual que nos ha
montado lo peor del país que por desgracia nos gobierna. Veremos cómo se
desarrolla la gran tragedia nacional que comenzó entonces, allá en 2004, con
nuestros muertos y no sabemos cómo concluirá después de nuestros años de
miseria ideológica que nos ha llevado a la sentina de la pobreza europea.
Veremos cómo salimos de una pobreza en gran parte autoinducida, gracias a un Gobierno
tóxico que ha perpetrado todos los errores -dejémoslo de momento en eso- para
agravar cualquier situación.
Nuestro
Gran Timonel y sus chicas del montón, Lucy, Boom, vicepresidentas y demás han
llegado después de la tragedia al auténtico vodevil. Boletín Oficial para acá y
para allá. Ya da casi igual porque el daño está hecho. Basura y más basura para
distraer en los medios de control propio que son casi todos. Hay momentos en
los que ya la única reacción lógica ante el disparate tectónico es la fuga. Con
esta insensatez e incompetencia, todo español con posibilidades de hacerlo,
debería huir o unirse a los insensatos.
Estamos
en caída libre y la inmoralidad se dispara. No se equivoquen. Me refiero a la
intelectual. La otra me trae al pairo. Hemos tenido otros zombis en la historia
de España y ninguno ha hecho ningún bien. Pero parece mentira que tras la
lección de historia que fue el siglo XX, un país con la gloriosa historia de
España se zambulla en esta miseria que le imponen personajes como Zapatero,
Montilla, Salgado, la otra chica vicepresidenta De la Vega y sucedáneos. Se
puede uno morir de asco, se lo aseguro. Y de decepción. Y de desprecio. Y sobre
todo la profunda certeza de la traición a nuestro mundo. Resulta una
humillación diaria saber a toda esta gente gobernando este país y con la
legitimidad que inequívocamente les ha dado el pueblo español. Eso es lo peor.
El desprecio que produce saberse rodeado por ese criterio. Les pasó a dos de
mis más amados centroeuropeos.
Fueron
Roth y Zweig. Joseph Roth se murió de asco en su día. Fue en 1938. En París
murió este austriaco que utilizó como método de suicidio bastante expeditivo la
absenta. Fue un periodista y escritor como no los conocen los lamentables
personajillos que circulan hoy con alardeado de periodistas. Un inmortal de la
decencia y de la letra. Joseph Roth, fue un hombre que no cumplió los cincuenta
por decir la verdad. Los nazis le produjeron náuseas mortales. Les tenía tanto
asco que tenía ya finalmente que anestesiarse con la absenta para no saber de
sus tropelías. Stefan Zweig también murió de asco pero muy lejos de París. Ese
gran hombre sensible, genial biógrafo y literato, se suicidó porque no quería
ya vivir en ese nuevo mundo siniestro que se perfilaba en su patria. También
murió de asco. Dos hombres tan diferentes que se mueren por no resistir a la
chusma han sido siempre para mí ejemplos de vida.
Nada
se me presenta más repugnante como ese «no pasa nada» que tantos colegas
periodistas propugnan. Nada me parece más detestable que los personajes que
trivializan el crimen terrorista o la mentira política con esa especie de
armonización cotidiana. Nadie me da más asco que esos periodistas y políticos
que nunca ven tragedia y gravedad en la tragedia. Frivolizar hoy con la miseria
de millones de familias equivale a ignorar el destino de aquellas familias que
desaparecieron en los años treinta y cuarenta. Ni más ni menos. Decir hoy que
la situación va bien produce las mismas náuseas que llevaron a la muerte a Roth
y a Zweig. Pena la de este país que nos hace evocar, tras todas las tragedias
sufridas en esta patria nuestra, nombres como aquellos.
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