ABC 22.02.13
La sociedad sabrá ver que las peores amenazas para España no
están en esos papeles de un Bárcenas, sino en malograr nuestros planes de
futuro
EL presidente Mariano Rajoy, que seguramente se prometía un
par de días de sosiego después de su incontestable éxito en el debate sobre el
estado de la Nación, se desayunará hoy con otra dosis del culebrón de Luis
Bárcenas. En diciembre, vísperas navideñas, entre esquí, champán y
trasferencias millonarias, le dio tiempo a Bárcenas a presentarse ante un
notario a dar una lista detallada de donantes y receptores de un flujo de
dinero que asegura haber hecho él durante quince años entre 1994 y 2009. Eso al
menos se afirma ahora desde la policía. Pena le dará a Rajoy no tener estos
días para disfrutar de un notable logro político. En día y medio de
intervenciones en el Congreso ha dejado muy claro que el único que tiene un
concepto para sacar a España del pozo negro de estos años es él. Que ha logrado
una exposición ordenada y creíble de lo sucedido y de lo esperable, en un
mensaje digno y verosímil. Ha quedado demostrado que todos sus adversarios
políticos, y muy especialmente el líder de la oposición socialista, Alfredo
Pérez Rubalcaba, no tienen nada que ofrecer salvo eslóganes de demagogia y
activismo izquierdista con los que se pueden convocar manifestaciones y agitar
auditorios, pero no hacer cuajar alternativas en un Estado moderno. Creían
tener organizado el Waterloo para Rajoy. Y fue todo lo contrario. Ahora, tras
el fracaso en el debate, vuelve la otra ofensiva. Ya tiene otra vez al
gallinero mediático gritando «tongo» y «atraco». Y con razón.
Don Mariano vuelve a ver que si la indolencia sí puede ser un grado y cualidad
en la pugna con hooligans e impacientes, lo que nunca hará es liquidar
problemas. Y éste lo tiene y tendrá él ahí mientras haya gente que crea que
metiendo miedo a Rajoy puede cambiar el curso de las cosas, el curso de la
justicia y sus efectos sobre sus vidas. Porque esa banda de chulos que alimentó
el Partido Popular en su seno se ve ahora en peligro real. Y nadie que conozca
a estos individuos puede sorprenderse de que se nieguen a la autoinmolación
patriótica. Amenazan por tanto con toda la artillería, falsa o no. Y han
sembrado de minas sus entornos. Alguno de ellos ha estado en prisión preventiva
tanto tiempo como nadie le habría impuesto a un asesino múltiple. Sin aspavientos.
Pero sí a la espera de favores y comprensión para unas conductas que antes no
les censuraron. Y de las que muchos se beneficiaron aunque no fuera de forma
directa. Ante la desatención, la falta de memoria de muchos y sobre todo el
cambio de reglas que la creciente repugnancia hacia la corrupción ha impuesto,
acosados por la justicia, algunos están dispuestos a organizar un pequeño
Armageddon. Los enemigos de Rajoy se dejaron seducir por el juego y se han
columpiado mucho en su sucia operación para derribarle cuando acaba de cumplir
un cuarto de su mandato. Lo habían intuido débil. Lo volverán a intentar. A
ellos la probidad pasada, presente o futura del PP les importa mucho menos que
abortar el proyecto modernizador de España. Creen poder lograr, con este regalo
de la corrupción en el PP, lo que no pueden con argumentos alternativos que no
tienen a las reformas estructurales. España es una gran nación, cuyo futuro y
prosperidad que no puede estar secuestrada por el horizonte penal de un chulo
de barra aplicado en números. Salgan supuestos pagadores y pagados y que cada
cual se defienda. Haya lo que haya en ese pasado. La sociedad española sabrá
ver que las peores amenazas para España no están allí en esos papeles de un
Bárcenas, sino en malograr nuestros planes de futuro.
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