lunes, 23 de febrero de 2015

TRAS EL FRUSTRADO WATERLOO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  22.02.13


La sociedad sabrá ver que las peores amenazas para España no están en esos papeles de un Bárcenas, sino en malograr nuestros planes de futuro

EL presidente Mariano Rajoy, que seguramente se prometía un par de días de sosiego después de su incontestable éxito en el debate sobre el estado de la Nación, se desayunará hoy con otra dosis del culebrón de Luis Bárcenas. En diciembre, vísperas navideñas, entre esquí, champán y trasferencias millonarias, le dio tiempo a Bárcenas a presentarse ante un notario a dar una lista detallada de donantes y receptores de un flujo de dinero que asegura haber hecho él durante quince años entre 1994 y 2009. Eso al menos se afirma ahora desde la policía. Pena le dará a Rajoy no tener estos días para disfrutar de un notable logro político. En día y medio de intervenciones en el Congreso ha dejado muy claro que el único que tiene un concepto para sacar a España del pozo negro de estos años es él. Que ha logrado una exposición ordenada y creíble de lo sucedido y de lo esperable, en un mensaje digno y verosímil. Ha quedado demostrado que todos sus adversarios políticos, y muy especialmente el líder de la oposición socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, no tienen nada que ofrecer salvo eslóganes de demagogia y activismo izquierdista con los que se pueden convocar manifestaciones y agitar auditorios, pero no hacer cuajar alternativas en un Estado moderno. Creían tener organizado el Waterloo para Rajoy. Y fue todo lo contrario. Ahora, tras el fracaso en el debate, vuelve la otra ofensiva. Ya tiene otra vez al gallinero mediático gritando «tongo» y «atraco». Y con razón.

Don Mariano vuelve a ver que si la indolencia sí puede ser un grado y cualidad en la pugna con hooligans e impacientes, lo que nunca hará es liquidar problemas. Y éste lo tiene y tendrá él ahí mientras haya gente que crea que metiendo miedo a Rajoy puede cambiar el curso de las cosas, el curso de la justicia y sus efectos sobre sus vidas. Porque esa banda de chulos que alimentó el Partido Popular en su seno se ve ahora en peligro real. Y nadie que conozca a estos individuos puede sorprenderse de que se nieguen a la autoinmolación patriótica. Amenazan por tanto con toda la artillería, falsa o no. Y han sembrado de minas sus entornos. Alguno de ellos ha estado en prisión preventiva tanto tiempo como nadie le habría impuesto a un asesino múltiple. Sin aspavientos. Pero sí a la espera de favores y comprensión para unas conductas que antes no les censuraron. Y de las que muchos se beneficiaron aunque no fuera de forma directa. Ante la desatención, la falta de memoria de muchos y sobre todo el cambio de reglas que la creciente repugnancia hacia la corrupción ha impuesto, acosados por la justicia, algunos están dispuestos a organizar un pequeño Armageddon. Los enemigos de Rajoy se dejaron seducir por el juego y se han columpiado mucho en su sucia operación para derribarle cuando acaba de cumplir un cuarto de su mandato. Lo habían intuido débil. Lo volverán a intentar. A ellos la probidad pasada, presente o futura del PP les importa mucho menos que abortar el proyecto modernizador de España. Creen poder lograr, con este regalo de la corrupción en el PP, lo que no pueden con argumentos alternativos que no tienen a las reformas estructurales. España es una gran nación, cuyo futuro y prosperidad que no puede estar secuestrada por el horizonte penal de un chulo de barra aplicado en números. Salgan supuestos pagadores y pagados y que cada cual se defienda. Haya lo que haya en ese pasado. La sociedad española sabrá ver que las peores amenazas para España no están allí en esos papeles de un Bárcenas, sino en malograr nuestros planes de futuro.

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