lunes, 23 de febrero de 2015

MIMANDO AL ENEMIGO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  19.02.13


Margallo se pone muy solemne, como ayer y anteriores ocasiones. Puede que se enfade dos días

EL presidente boliviano Evo Morales es un hombre al que nos gusta tratar bien aquí en España. Como a tantos. Aquí en realidad sólo nos tratamos mal entre nosotros. Zapatero lo recibía como a bondadoso indio torpe al que había que ayudar a hacer «socialismo del siglo XXI». Como a tanto misionero. Tanto él, como Hugo Chávez, Rafael Correa o Cristina Fernández sabían que tenían en Madrid a un gobierno muy comprensivo que compartía en general con ellos la opinión de que las empresas españolas son maquinarias de explotación que tarde o temprano hay que liquidar. Aunque por cuestiones de educación, por los accionistas españoles más que nada, no se decía todo ello muy alto. Después, Mariano Rajoy ha hecho exactamente lo mismo. No sólo aquí. El presidente Rajoy ha logrado una transición tan perfecta desde el gobierno socialista al suyo que a veces es imperceptible. No voy a hablar de la grotesca situación de RTVE, donde la maquinaria propagandística socialista gamberrea con unos jefes desasistidos y les cuela el más puro agit-propizquierdista, cuando no antisistema. Y que permite que esa agitación y la batería de insultos contra los votantes del PP en los premios Goya las dirija una bufona sectaria con todo el pringue ideológico del zapaterismo.
Podríamos hablar de Cuba, donde la vergonzosa complicidad de Zapatero y Moratinos con el régimen ha tenido una continuidad de bochorno. Acentuada tras el episodio de la muerte de Oswaldo Payá, que la dictadura cubana convirtió en un «caso Carromero». Cierto que con la miserable colaboración de sectores de la opinión pública española siempre volcada a defender a los verdugos y al tirano en La Habana. Las ilusiones de conseguir una diplomacia que de nuevo defendiera los intereses y los principios de España en el exterior se han desvanecido. Y la dejación nos han granjeado una imagen de debilidad y vulnerabilidad que es real y todos ellos aprovechan. Desde Kirchner a Morales, de Correa a Chávez, que lleva ya una década robando a los propietarios españoles en Venezuela. Sin que suceda nada. Eso sí, el Gobierno proclama sin cesar su respeto y amistad imperecedera con el ladrón. Ahora el presidente boliviano ha decidido quedarse con otra propiedad española. Ha expropiado la empresa Sabsa, filial de las españolas Abertis y Aena . El Ejército ha asaltado sus instalaciones en los tres aeropuertos del país. Cuando vuelva por España Morales, le espera un gran abrazo. Y apenas se hablará de lo incómodo. Como sucedió con las otras empresas nacionalizadas. En mayo de 2012 le tocó a Transportadora de Electricidad, filial de Red Eléctrica. En diciembre a las cuatro empresas filiales de Iberdrola. Y no pasa nada.

Nuestro ministro Margallo se pone muy solemne, como ayer y anteriores ocasiones. Puede que se enfade dos días. Como en la grotesca operación contra Repsol en Argentina. Una clara ruptura con lo peor de la carga ideológica socialista en la política española habría reconciliado a los votantes con su Gobierno. Al que se habría perdonado el incumplimiento en la economía por fuerza mayor. Pero la continuidad tiene efectos devastadores. Como en Interior donde gente de Rubalcaba controla las tuberías igual que en RTVE. Y manda más que en el propio PSOE. O en ayudas a medios hostiles que, sin la mano benéfica de Rajoy estarían quebradas, como Prisa o la Sexta. Siempre mimando al enemigo. Está claro que este Gobierno solo se atreve a maltratar a sus propios votantes. Y ayuda -desde un perverso síndrome no sé cómo de escandinavo- a todos los matones que, de dentro o fuera, aprovechan la dejación y el miedo pánico al conflicto para mantener su permanente y rentable extorsión a España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario