miércoles, 8 de octubre de 2014

EL PAPELÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  21.10.09


La vicepresidenta económica Elena Salgado no es tan rica como su compañera de gabinete, Cristina Garmendia. Al menos según sus declaraciones de patrimonio recién publicadas. Pero comparte con la elegante niña bien donostiarra su gusto por la ropa de mujer estupenda. Como la vicepresidenta De la Vega, cuyo fondo de armario debe tener profundidades inenarrables. Lo cual me parece muy bien. Ya que los periodistas acostumbran en su mayoría a vestir ya como poetas lumpen del siglo XIX, chanclas y camisetas de tirantes incluidas, y algunas políticas parecen recién salidas de un reality show de supervivientes sin champú, resulta reconfortante que algunos gobernantes muestren cierto decoro en la apariencia. Ayer nuestra vicepresidenta económica fue muy modosita en el vestir al presentar el presupuesto surrealista que su jefe ha pergeñado. Digamos que discreta. Incluso así, llevaba ella, como sus compañeras, muchos más euros puestos encima que el infeliz del «pepero» valenciano Ricardo Costa, tachado de pijo irredento por propios y extraños, como bien recordaba aquí Edurne Uriarte hace días.

Lo malo es que ayer daba igual lo que vistiera la viceministra, cuyos nervios, descontrol e ineptitud en defender las mentiras hechas cifras que son estos presupuestos, acabaron por despertar piedad y ternura hasta en los menos predispuestos. Sufrió Salgado y se notaba. En cierta medida, su lastimoso papelón la dignifica y se agradece. Molesta el doble que te mientan con alegría y desparpajo. Cierto es que, como vino a decir Rajoy, la pobre no tiene la culpa. No se le puede pedir una defensa digna de lo indefendible que además en absoluto ha sido perpetrado por ella. Ni vestida de Dior, de lagarterana o de señorita Rothenmaier.

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