ABC 17.11.09
BUENO, pues parece que de algo ha servido la Convención
Nacional de Bienaventuranza del Partido Popular en Barcelona si más allá de
loas al líder, algunos de sus dirigentes se han decidido a hablar del espionaje
telefónico al que pueden estar sometidos todos y cada uno de los españoles por
parte del Gobierno. Eso al fin y al cabo es hablar de la defensa de la libertad
en uno de sus elementos básicos que son la privacidad y el derecho a la
intimidad. Aunque en otros asuntos claros para la libertad de la ciudadanía el
PP de Mariano Rajoy parece tener tan interiorizado el discurso de la hegemonía
socialista que es incapaz de poner pie en pared, algo es algo. Muchos
querríamos que la energía que pone Rajoy en dejar claro que en su partido se
hace sólo lo que él quiere porque «las listas las hago yo», se utilizara para
denunciar y hacer frente a los constantes abusos y desmanes del Gobierno
socialista. Que no pasara un día sin que se denunciaran otras 24 horas sin
explicaciones del Gobierno sobre el chivatazo de miembros de la policía a ETA
para evitar las detenciones en la operación del bar Faisán. Que es sólo un
ejemplo. O que los populares hubieran sabido celebrar el 20 aniversario de la
caída del Muro como una conmemoración de las ideas de libertad frente a una
izquierda enormemente incómoda con aquella miseria del socialismo real con el
que tantas cosas tiene en común el radicalismo adanista e izquierdista del
Gobierno Zapatero. Que los socialistas se quisieran olvidar de este
acontecimiento clave en la historia del siglo XX y un hito de la victoria de la
democracia liberal era lógico. Que en el PP sólo se acordara de la fecha
Esperanza Aguirre es una tristeza y demuestra que en Génova la lucha por la
victoria de las ideas que dice representar cuenta al parecer menos que la
búsqueda de una especie de continuo apaciguamiento del adversario político que
claramente tiene por objetivo su liquidación o neutralización como fuerza
alternativa en la democracia española.
El sistema de interceptación de comunicaciones SITEL es un
aparatito que puede ser muy útil para la lucha contra el crimen organizado y el
terrorismo. Por eso se compró en su día durante la última legislatura de José
María Aznar. Pero entonces se pidieron unos informes jurídicos y se vio que la
fórmula hace prácticamente imposible un control judicial real y efectivo sobre
su utilización. Y que las posibilidades de abuso y manipulación de las escuchas
lo convertían en muy dudosamente constitucional. Pues imagínense este aparatito
SITEL en manos de unos policías socialistas como los que mantiene como cargos
de confianza el señor Fouché Pérez Rubalcaba que son capaces de colaborar con
ETA para no fastidiarle un poco a Zapatero su plan de paz infinita con los terroristas
que desarrollaba cuando se produjo el chivatazo. Esos no son solo capaces de
espiar conversaciones de Dolores de Cospedal o de Esteban González Pons para
utilizarlas como les venga en ganas, en estado puro o con adulteraciones que
crean necesarias. Para su filtración a medios amigos o para cualquier otro uso
inconfesable. A partir de una sola persona pueden controlar conversaciones y
movimientos de todo su círculo por amplio que sea y ejercer sobre ellos
presión, chantaje y sobre todo intimidación.Porque está claro de que de un
tiempo a esta parte son muchos, políticos, empresarios o periodistas que tienen
la certeza de que sus conversaciones están controladas. Y hay algunos que han
visto como su entorno recibe llamadas amenazantes destinadas a perjudicarles
profesional o personalmente como personas adversarias o especialmente incómodas
para este Gobierno y su lucha por ocultar a toda costa su incompetencia y sus
fracasos. Pero el efecto fundamental de esta opacidad del uso del SITEL está en
la generación de miedo. En la parálisis que genera en muchos ciudadanos
descontentos la convicción de que, siendo permanentemente vigilados, quedan a
merced de políticos, policías y jueces socialistas. Es un salto cualitativo en
la lucha contra la discrepancia que da miedo. Y con razón.
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