ABC 08.12.09
RESULTA que ahora nos salen unos cuantos socialistas
alarmados por el cariz de los acontecimientos y, especialmente, por la bomba de
relojería del Estatuto catalán colocada bajo la Constitución por el señor
Rodríguez Zapatero. Por una vez, el señor Gregorio Peces Barba abandona su
obsesión de insultar a la Iglesia Católica para advertir que la única nación
soberana es España. Tiene toda la razón. Lo pone en esa Constitución que él
ayudó a redactar y que el actual presidente juró en su día cumplir y hacer cumplir.
Como sabemos, este último no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Por el contrario,
hemos asistido durante cinco años a un ejercicio de irresponsabilidad,
soberbia, ignorancia y mentiras que nos lleva inevitablemente a una situación
perfectamente traumática. Ahora salen algunos, callados como discretas
meretrices durante todo este disparate, para decirnos que están preocupados y
que deberíamos volver a tener el recurso previo de inconstitucionalidad.
Pues
tienen razón. Siempre que enmiendan. Pero ya va a ser muy difícil evitar que
nuestros nacionalistas socialistas, y viceversa, abandonen la deriva de
confrontación con las instituciones del Estado y por supuesto con la Carta
Magna en la que se fundamentan. También ha salido nuestro inefable cristiano
socialista de la nueva aristocracia, el señor presidente del Congreso, José
Bono, a decir que las leyes no son de chicle. Se lo podían haber contado todos
ellos hace mucho tiempo al eterno adolescente y Gran Timonel. Pero ya sabemos
que aquí los cargos y los sueldos los reparte exclusivamente quien ha liquidado
todos los órganos del Partido Socialista como elementos de control y democracia
interna. Ahora, pasado el Día de la Constitución, veremos cómo se las arreglan
todos para ejercer la necesaria presión al Tribunal Constitucional para que
corrija al alza los recortes absolutamente perentorios a esa locura que supone
el acto de suicidio de uno de los Estados más antiguos del mundo.
Buscarán
todo tipo de enredos para enfrentar a los españoles entre sí y volver a reagrupar
a su bandería en unas filas prietas. Así, nos quieren tener a los españoles
entretenidos con todo tipo de ocurrencias, desde el batiburrillo improvisado de
la Ley de Economía Sostenible a nuevas ofensivas contra la religión, contra el
supuesto facherío y contra el empresariado. Esta última, aunque también todas
las anteriores, son una perfecta anomalía en una democracia europea. Que los
sindicatos salgan a la calle apoyados por el Gobierno y movilizados con dinero
público para intimidar al sector empresarial es una mamarrachada peligrosa y
desde luego única en Europa. Que todos los paniaguados se lancen a combatir a
los únicos que pueden crear empleo en una sociedad moderna es realmente una
gesta propia de Hugo Chávez o Evo Morales, ese que ya ha logrado por la vía del
populismo cargarse su siempre precario Estado de Derecho. No es lo mismo
democracia y Estado de Derecho, como bien saben los alemanes desde que votaron
a Hitler o están comprobando los venezolanos hoy en día. No hay que dar un
golpe militar para liquidar ese bien que garantiza la seguridad jurídica y
física de todos los ciudadanos en un Estado que cumple sus reglas con la
división de poderes y el cumplimiento de sus propias leyes. Cuando en España se
está espiando y controlando desde el Ejecutivo a los ciudadanos, cuando los
medios gubernamentales oficiales u oficiosos atacan a todo discrepante u
opositor y cuando se producen extraños pero muy contundentes actos de
amedrentamiento por parte de los poderes públicos, es que, junto a la ruina
económica, España se aleja también de las normas exigibles de un Estado miembro
de la Unión Europea. Cuando el Estado se inventa leyes que pasa de matute para
investigar a los ciudadanos sin control judicial estamos cogiendo muy mal
camino. Y cuando hay tanta gente que habla en voz baja, que no utiliza ya el
teléfono para ninguna conversación seria por miedo a represalias, y alguno
sufre agresiones físicas inexplicables y automáticamente se las atribuye a la
policía política de «Fouché Rubalcaba», después de haber sufrido otras verbales
en las televisiones del señor Zapatero, es que hay motivos para el miedo. Gran
cosecha de un lustro.
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