jueves, 16 de octubre de 2014

MALAS NOTICIAS PARA LOS LISTILLOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC  27.10.09


LA señora Angela Merkel tiene ya su nuevo Gobierno. Y quizás ese Gobierno alemán tenga bastantes malas noticias que comunicarle a este Gobierno español, que ha pasado hace tiempo del tontiloquismo faldicorto al absurdo general. Y se ha convertido en un peligro para el equipo. El Gran Timonel, que comienza a mostrar síntomas de ser aún más ciclotímico que Felipe González y tener más problemas con la realidad que Maradona, puede sentirlo muy pronto. Durante su presidencia de la Unión Europea, para la que intentan en estos últimos meses buscar iniciativas imaginativas. Más allá de su apoyo incondicional a las peores satrapías del mundo como si estas fueran un proyecto de futuro. El ridículo de nuestro ministro Miguel Ángel Moratinos en Cuba pasará, una vez más, a los anales de la inmoralidad y la peor falta de estética. Pero que nadie crea que no se toma nota. No aquí. Pero sí fuera. Ya sabemos que levantar la voz hoy en España es hacer el tonto. Y cuando la oposición se desparrama de forma tan grotesca como estamos viendo en estos días, lo lógico es que quienes nos sentimos oposición al absurdo y disparate, a esa especie de socialismo cutre y mentiroso del siglo XXI y todo lo que nos pueda deparar, aparte de miseria y miedo, nos sintamos huérfanos, amenazados o suicidas.

La señora Merkel ha nombrado ministro de economía y finanzas a un peso pesado que sabe muy bien el grado de irresponsabilidad del que es capaz el Gobierno del eterno adolescente. Wolfgang Schäuble es un perro viejo. Aburrido de idioteces. Un loco atentó contra él y lo dejó en una silla de ruedas de por vida. Pero todos los que conocían entonces a Schäuble sabían que esto en su vida sería poco más que una dolorosa anécdota. Hoy es tan fuerte, tan lúcido y decidido o más que antes de circular con ruedas. Recuerdo una maravillosa anécdota que presencié en el lago Wannsee, cerca de Berlín, allí donde en el año 1942 los nazis decidieron poner en marcha la Endlösung, la solución final del llamado «problema judío», un eufemismo para describir el genocidio industrial. Una ocurrencia de ingeniería social que convirtió en humo o huesos comidos por el lodo a seis millones de judíos. El sitio no era por tanto precisamente el ideal para hacer ingeniería social por benevolente que pareciera. Allí estaban Schäuble como ministro del interior y un señor llamado Caldera que acudía como ministro español de trabajo, inmigración y bienaventuranza. El perro viejo que es Schäuble habló de los inmensos problemas que la inmigración y la falta de voluntad de integración de los inmigrantes causaban en Alemania. Advirtió sobre las graves consecuencias que para toda Europa tienen las decisiones unilaterales de Gobiernos tan ocurrentes, buenistas, mal informados y perfectamente vagos intelectualmente como el español, que acababa de montarse una regulación de los inmigrantes sin encomendarse a dios ni al diablo. Caldera, que probablemente tenía un traductor al chino o al esperanto habló de las maravillas que suponían y suponen -supongo- de esa inmigración que había recibido en todo el mundo el mensaje de que por España se entraba a Europa con facilidad y garbo. La mala leche de Schäuble era palpable. El buen humor del pensador socialista español también. Y así quedó la cosa en el Wannsee. Los alemanes que consiguieron entender algo de lo que Caldera decía quedaron estupefactos. Nuestro entonces ministro preparador de la indigencia salió de allí feliz.

Ahora Wolfgang Schäuble, que podía haber sido en su día el sucesor de Helmut Kohl, se convierte junto a los liberales Guido Westerwelle y al nuevo crack de ese Gobierno que es el ministro de defensa, el bávaro Karl Theodor zu Guttenberg, en el hombre fuerte en lo que a finanzas, Unión Europea y estabilidad económica se refiere. Y los que le conocemos un poco sabemos que las tonterías de Caldera fueron las últimas que está dispuesto a tolerar procedentes de un país que Zapatero está convirtiendo en un Estado fracasado.

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