ABC 16.08.07
«El presidente Chávez ha dado innumerables muestras de
poseer una gran sensibilidad artística y una especial predilección por el
béisbol, el deporte mas popular en Venezuela. Algunos cuentos, poemas y obras
pictóricas son el fruto de su inclinación hacia las manifestaciones
artístico-culturales y de su gran amor por el conocimiento». Con semejantes
pistas extraídas de la página web del «Ministerio del Poder Popular del
Despacho de la Presidencia» (sic) es fácil llegar a la conclusión de que el
Hugo Chávez Frías ha optado definitivamente por su especial predilección -el
bate- para su acción política en el futuro. Ayer presentó lo que los suyos
llaman la propuesta de reforma constitucional para implantar una nueva
dictadura en Latinoamérica. Inspirada en la constitución comunista cubana, abre
las puertas a la proclamación del presidente como dictador vitalicio de
Venezuela, liquida «de iure» una separación de poderes ya inexistente «de
facto» y supone la abolición abierta de toda seguridad jurídica y por supuesto
de las libertades políticas.
Ante la posibilidad muy real de que su mentor, Fidel Castro,
sea mortal, el líder del progresismo político-militar de Latinoamérica no ha
esperado ni al ecuador de su mandato para erigirse oficialmente en el caudillo
de la ofensiva antidemocrática en marcha en todo el subcontinente. Deja claro
hasta para el peor de los ilusos y los cómplices, para seguidores, clientes,
empleados y contratistas, para los que le han ayudado y jaleado y para quienes
no han sabido frenarle o lo han infravalorado, que él no va a ser un fenómeno
de una década o tres lustros como los gobiernos demócratas de izquierdas que
quiere comprar o derribar. Y esa será, calcula, su fundamental ventaja y
atractivo como jefe, socio o amo. Él ya deja claro que no será un Uribe en
lucha encarnizada en defensa de la democracia, maltratado por las democracias
europeas y casi olvidado por una administración norteamericana agónica. Tampoco
será como el brasileño Lula o la chilena Bachelet, limitados por los escrúpulos,
las leyes y el tiempo.
Con la presentación del plan de reformas y su apuesta por la
perpetuidad, Chávez quiere lanzar al mundo el mensaje de que tendrá el poder
ilimitado en su país que ha tenido Castro pero sin ser como éste un pobre
subsidiado de la URSS primero y un numantino muerto de hambre después. Dirigirá
la ofensiva contra las democracias con los ingresos de una de las mayores
potencias petrolíferas del mundo y en alianza con otros regímenes totalitarios.
Y dice que se irá cuando lo quiera el pueblo y ni un minuto antes. Dado lo que
el pueblo le quiere ya ahora, difícil le será entenderlo. Cuando todos los
poderes estén en manos del pueblo, el pueblo será feliz, como en Cuba. Hay
decisión, dinero, instrumentos de compra y extorsión, la tecnología y el
dominio de los mecanismos del miedo del régimen criminal aprendido de los
servicios cubanos que lo heredaron a su vez de los chequistas soviéticos y
además se tiene especial predilección por el bate de béisbol, se puede utilizar
este contundente instrumento en todo tipo de sentidos, metafóricos o no. Se
avecinan consultas populares interesantes en Venezuela y no solo allí. Como en
Europa Oriental en 1948 parece claro que se dispara -perdón- el entusiasmo por
la democracia popular.
Interesante sería ahora saber qué piensan ahora sobre el
salto cualitativo dado por el Poder Popular de Chávez y sus consecuencias para
las democracias latinoamericanas, la seguridad internacional y los intereses de
las democracias en general, aquellos que le han festejado como a un bienvenido
aliado antiimperialista y le dieron la cobertura internacional cuando quizás se
le pudo presionar para un cambio de rumbo. Y sobre los alumnos aventajados de
este bateador de tanto éxito y ventaja. Si la falta de recursos políticos e intelectuales
han impedido a Evo Morales consumar una hoja de ruta similar, no parece que le
suceda lo mismo al presidente ecuatoriano Correa que hace dos meses en Madrid
dio un perfecto recital de vocación liberticida. Difícil es imaginar que este
colectivo bajo Zapatero, últimamente identificado como «Gobierno de España»
bajo logotipo alemán, vaya a ser más activo en defender las libertades de los
venezolanos que las de los cubanos que tan olímpicamente ha despreciado en
estos tres años. Por lo demás todo indica que es tarde. El caudillo bolivariano
ya compite con el régimen de La Habana en desprecio al Gobierno español salvo
cuando éste se desvive en obsequiosidad.
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