lunes, 20 de enero de 2014

HOY PODRÍA SER UN BUEN DÍA

Por HERMANN TERTSCH
ABC 06.06.07

Podría ser hoy un gran día, el 6 de junio, aniversario del desembarco en Normandía, para que en Moncloa se encendieran las luces, se convocara una gran reunión, se proclamara el fin del cuento y se declarara movilización general contra el terror y el autoengaño.

En poco más catorce meses de mentirosa tregua se han cometido mucho más que errores. Pero dejemos los reproches. Hoy se da una magnifica ocasión para rectificar. Es fecha ideal para que el presidente del Gobierno, que ha jurado la Constitución, convoque a quienes la defienden -y no a sus enemigos- y anuncie un nuevo tiempo político de rearme en favor de la libertad y de ofensiva contra el terror. En homenaje al colosal desembarco de la democracia en las playas de Francia con la que quedó sellada la derrota incondicional del nacionalsocialismo alemán, Zapatero podría evocar aquel 6 de junio de 1944 y proclamar hoy el día de la ofensiva democrática de la España libre. Y dejar claro que solo la dará por concluida cuando, por ejemplo, Pilar Elías sea recibida en Azcoitia con los honores que merece, como lo fueron en Francia los británicos humillados en Dunquerque o el general De Gaulle, aún en 1940 vilipendiado.

La paz llegará -podía haber dicho ayer- con la libertad y la igualdad para todos. Cuando la victoria sobre los asesinos y su lógica totalitaria del desprecio haga revertirse a la sistemática quiebra moral que nacionalismo y violencia, pero también socios voluntariosos y tanta indolencia moral y dejadez han instaurado.

En toda España, buena ocasión es para hacer paralelismos y recordar que la dignidad y la libertad son base de toda paz que merezca ese nombre. Lejos quedaban en 1944 las ingenuidades del «peace for our lifetime» pronunciadas por Neville Chamberlain a su llegada a Londres tras su vergonzoso e inútil intento de apaciguar a Hitler entregando en Munich soberanía y libertad de Checoslovaquia. Pronto fue el político más despreciado por sus compatriotas. Apenas sufrió la ignominia porque, septuagenario, murió pronto. Zapatero es joven y previsiblemente habrá de convivir décadas con sus conciudadanos.

Hoy se le pasará la efeméride de Normandía. Además, ayer volvió a demostrar una casi sublime impotencia para rectificar errores. Sus mimbres de soberbia adolescente producen escalofríos. «He realizado todos los esfuerzos posibles para alcanzar la paz y abrir un marco de convivencia para todos en el que pudiesen defenderse democráticamente todas las opciones y supere todo enfrentamiento». Tenemos a un jefe decidido a no aprender nunca nada.

Desde poco después de que hiciera él la primera comunión, se podían defender todas las opciones. Salvo a tiros. No necesitábamos a un jefe de Gobierno que abonara la tesis de ETA de que no era así. Y los enfrentamientos estaban todos superados salvo ese que construye quien te mata para incomodar a otros.
Más esencia propia: «el futuro de los vascos depende y dependerá de ellos mismos». Ganas irrefrenables de encontrarse a mitad del camino hasta con el peor delincuente. No. Los vascos tienen la inmensa suerte de que su futuro depende de lo que decida la nación española, que los protege de quienes quieren secuestrarlos y lo consiguen en parte gracias a complicidades internas y externas tan inmorales como incomprensibles.


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