ABC 20.05.07
Yerra dramáticamente el jefe de la oposición, Mariano Rajoy,
cuando dice que el presidente del Gobierno calla sobre sus complicidades con
ETA porque está avergonzado. ¡Caro iluso! No hay vergüenza que valga. Zapatero
siente tanto pudor en negociar los avatares españoles con José Ternera como en
organizarle a Usted una sesión de prestidigitación en La Moncloa para después
ridiculizarle con sus peores amigos. Luego, querido registrador, no se crezca.
Malo es que la vergüenza sea escasa. Pero peor que ya sea gratuito e inútil el
flagelo de quienes en nuestra sociedad democrática, civil y moderna española
sienten realmente vergüenza por lo que sucede y no pueden sumar fuerzas contra
la infamia. Cierto que era imprevisible, inimaginable y injusto que los españoles
sufriéramos este cruel ridículo del engaño de unos gobernantes que no nos ven
ciudadanos sino tan lacayos como a sí mismos.
España ha sido ejemplo de dignidad, decencia y sentido común
en tres décadas prodigiosas. Era absurdo pensar que la traición a la verdad y
la probidad se convertiría en mensaje de un Gobierno electo. Todo comenzó como
aventurismo sectario de un jefe de Gobierno insensato e ignorante que quiso
convencer a ETA de que haría coincidir intereses comunes para unificar «como
fuera» a los enemigos vocacionales de la «derecha española». Piensan que la
traición granjea favores. Y que su simpatía hacia ETA tendría reciprocidad.
Parece que los traidores saben menos de historia que los idiotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario