lunes, 7 de septiembre de 2015

ENTREVISTA A "HERMANN TERTSCH"en "LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO" (07.09.15)

Entrevista a HERMANN TERTSCH
 Por RAÚL GONZÁLEZ ZORRILLA, Director
 LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO  Lunes, 07.09.15


“LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ESTÁ MÁS AFECTADA QUE OTRAS SOCIEDADES EUROPEAS POR LA PÉRDIDA DE CERTEZAS, EL DESMANTELAMIENTO Y LA DESTRUCCIÓN DE VALORES Y PRINCIPIOS”

Hermann Tertsch: “Europa, fascinada por los bárbaros, va camino de conseguir lo que ya intentó en el siglo anterior: entregar voluntariamente la libertad y la civilización al totalitarismo y la barbarie”

Nacido en Madrid en 1958, Hermann Tertsch Del Valle-Lersundi es uno de los mayores expertos en el análisis de la realidad política y social española y europea. Contundente, rápido en la interpretación de los acontecimientos y siempre coherente, Tertsch posee a raudales esa extraña habilidad que solamente tienen los mejores especialistas y que consiste en descifrar con pericia los pequeños detalles del acontecer diario para bosquejar con éxito los grandes retos, las posibilidades y las amenazas del futuro.

Hijo de periodista, siendo un niño buceaba día sí y día también entre los veinticinco periódicos y revistas -prensa nacional e internacional- que llegaban diariamente a su hogar. Como no podía ser de otra manera, comenzó a ejercer la profesión en el boletín económico “Spanish Economic News Service”, propiedad familiar, y después en la Agencia EFE, en Viena. Allí comenzó a colaborar con “El País”, que pronto lo llamaría a España. En 1985 ya era corresponsal de este periódico en Bonn y Varsovia y, más tarde, lo fue para toda Europa oriental durante la caída del Telón de Acero, el desarrollo de las jóvenes democracias nacidas de la ex Unión Soviética y la posterior guerra de Yugoslavia.

Subdirector y jefe de Opinión de “El País” entre 1993 y 1996, fue después enviado especial por todo el mundo, columnista y editorialista. Abandonó este periódico en 2007 por discrepancias ideológicas y desde entonces es columnista y enviado especial del diario “ABC”.

Ha sido comentarista político y tertuliano en las principales cadenas de radio y televisión de España, y también colaborador de diarios y revistas extranjeras. Entre 2008 y 2010, dirigió el informativo nocturno diario de Telemadrid.

A lo largo de su carrera, Hermann Tertsch  ha sido galardonado con los premios “Cirilo Rodríguez”; “Europeo de Periodismo”, del Parlamento Europeo; “Mejor Corresponsal”, del Club Internacional de Prensa; “Libertad de Expresión”, del Club Liberal y otras distinciones, como la Gran Cruz al Mérito Civil de Austria.

Ha publicado los ensayos “La venganza de la historia” y “Libelo contra la secta”, y las novelas “La acuarela” y “Cita en Varsovia”.

En esta entrevista con La Tribuna del País Vasco, Hermann Tertsch  habla de su última y esencial obra, “Días de ira”que, en sus propias palabras, es una reflexión urgente en tiempos decisivos. “Es una visión personal de nuestra actualidad política en España y Europa. Estamos en un momento histórico en el que solo una cosa es previsible: que hechos imprevisibles producirán cambios profundos en nuestra realidad, con grave incidencia en las vidas de todos nosotros. Es un tiempo fascinante y peligroso. Entre amenazas y oportunidades, están en juego nuestra libertad, nuestra dignidad, nuestra memoria y nuestra civilización”.

¿Cómo definiría la actual situación política y social en España?

España comparte todos los problemas y peligros de los demás países europeos y de las sociedades desarrolladas. Pero tiene, además, los suyos específicos, que hacen a España más débil para superar aquéllos y los propios. Y mucho más vulnerable e inestable.

La sociedad española está más afectada que otras sociedades europeas por la pérdida de certezas, el desmantelamiento y la destrucción de valores y principios, irremediablemente desprestigiados para generaciones por el mero hecho de haber sido parte de nuestro pasado.

Los españoles detestan su pasado real porque saben que lo tienen que combatir permanentemente con la mentira. Los españoles pretenden siempre distanciarse de su pasado real y, de este modo, se alejan también de todo lo que pudiera conferirles fuerza, seguridad y confianza, claridad y probidad para afrontar el presente y el futuro. Por eso los españoles tienen muchas más dificultades para afrontar con eficacia los retos y las cuestiones generales de las sociedades modernas. Porque cuestionan permanentemente su identidad y la legitimidad de todos sus planteamientos y acciones. Están secuestrados por esas mentiras que arrastran y que les condicionan siempre en la falta de libertad. La trampa es omnipresente. Los españoles se hacen trampas permanentemente los unos a los otros. Pero se las hacen hasta en los solitarios, como suele decirse. Todos los debates necesarios son estrangulados. Porque no hay una mirada limpia para ver los problemas propios ni los de los demás, porque la probidad es una anomalía, porque la veracidad y la buena fe no son la regla sino la excepción y porque los españoles perdieron su gran oportunidad de sanar definitivamente de una subcultura omnipresente del odio y el resentimiento, surgida de una historia de pobreza, fracaso, sumisión y miedo. Los españoles detestan su pasado, pero no han sabido mirar al mismo con ganas de verdad y con honradez. Detestan el éxito y conforman hoy una sociedad muy cobarde, que se ha tragado y asumido todas las leyendas negras sobre sí misma, la ciertas y las falsas. La hegemonía cultural de la izquierda ha supuesto una plena continuidad de la docilidad y sumisión de las décadas y siglos anteriores. Pudo haberse producido la liberación, pero no fue. Y hoy, España vuelve a estar muy lejos de ser la sociedad razonablemente sana que pudo llegar a ser 

Afirma en su libro “Días de ira”: “España es otra. Y de repente, en un mundo sin anclajes, donde todo está en movimiento, todo parece ya líquido, desde los electorados a las expectativas, desde el pensamiento mismo a las menguantes certezas, lealtades o esperanzas, los españoles se encuentran en 2015 en un año en el que saben que han de suceder muchas cosas”… ¿Cómo cree que acabaremos los españoles este año, después de las elecciones generales que tendrán lugar en diciembre?... En su opinión, ¿cuáles son los principales peligros que nos acechan colectivamente?

Creo que los españoles se dejan llevar fácilmente por una versión propia y muy extrema de la moda occidental del desprestigio de la racionalidad, del culto al sentimentalismo, del “buenismo” y de una hipocresía que es capaz de alcanzar cotas de automutilación. Todo ello aderezado con el resentimiento como músculo y la envidia como suprema motivación, convierte el mensaje igualitarista y reaccionario de la izquierda en imbatible. En ese sentido, creo probable que tengamos después de las elecciones un gobierno de izquierda/extrema izquierda/nacionalistas que será incapaz de dar estabilidad a España y de gobernar con un mínimo de solvencia. Quizás las elecciones de diciembre sean las primeras de muchas. Y quizás lo que se haya acabado definitivamente sea la estabilidad política. Lo que, en un clima de abierto desafío y desprecio a las leyes, puede anunciarnos mayores problemas a medio plazo. Y en España, en estas circunstancias, siempre hay que incluir la violencia. 

¿Qué solución ve a esta situación que describe?

Aunque improbable, me parece que la única solución, precaria pero razonable, es la de un gobierno de coalición entre el Partido Popular y Ciudadanos. Creo que, salvo un milagro que pudiera movilizar a los votantes contra el terror a un nuevo Frente Popular, Mariano Rajoy no tendrá un resultado que pueda hacerle volver a gobernar. Tampoco con Ciudadanos. Aunque aritméticamente fuera posible, que es mucho suponer, creo que Ciudadanos impondría la retirada de Rajoy para dar una mayoría de gobierno al PP. Con buen criterio.

Creo que Mariano Rajoy, su vicepresidenta y el equipo del Presidente, con su inanidad, indolencia y arrogancia, han cosechado un estrepitoso fracaso político que sus éxitos en la relativa estabilización de la economía no podrán compensar. Y han hecho ya imposible lo que parecía no solo viable, sino inmensamente esperanzador: una regeneración de España desde las instituciones. La gran coalición, tan deseable en condiciones así, será imposible porque, definitivamente, el PSOE es un partido prisionero del mensaje de la revancha y el resentimiento político permanente como seña de identidad, con un anclaje a la Guerra Civil, reactivado por Zapatero, que solo se podrá superar enterrando a ese partido y refundando una socialdemocracia homologaba a la europea. Esto, en el caso de que la socialdemocracia sobreviva. Si no, la única opción de los socialistas parece estar en unirse al radicalismo de nuevo cuño contra el sistema.   

A su juicio, ¿de dónde surge, ideológica e intelectualmente, la extrema-izquierda, abiertamente populista, que se localiza alrededor de las diferentes marcas de “Podemos” y de otras formaciones?

Surge de las nuevas generaciones de Izquierda Unida, que son aupadas a la actualidad y a la centralidad del discurso político por el nuevo radicalismo de la era Zapatero y la reactivación de la noción de revancha. En el “no a la guerra” se vio la oportunidad de reactivar a una izquierda que enterrara la reconciliación nacional de la Transición y que abriera nuevamente el enfrentamiento ideológico con el centro-derecha al que había que identificar con el franquismo. Así, el nuevo sectarismo logra dar el salto de las catacumbas de la Complutense a los gobiernos de las grandes ciudades. Pero, todo, gracias a José Luis Rodríguez Zapatero y a un PSOE, ya lo hemos dicho, dominado definitivamente por el concepto de las dos Españas y el “guerracivilismo”.

¿Qué responsabilidad tienen los grandes partidos tradicionales (PP y PSOE) en la actual situación política?

Los grandes partidos son los grandes culpables. Ellos pactaron sistemáticamente con los nacionalismos la liquidación paulatina de la soberanía de la nación española. Ellos han sido, con los nacionalistas, los grandes organizadores y gestores de la corrupción. Pero es una inmensa hipocresía acusarles como únicos artífices. En “Días de ira” hago una enumeración de los fracasos, y concluyo que nadie estuvo a la altura.

Antioccidentales, antiliberales, anticapitalistas, antiglobalizadores, filoterroristas… ¿cómo explica usted la aparición, la expansión y el ascenso electoral de personajes como Monedero, Colau, Guillermo Zapata y tantos otros como en estos momentos se encuentran en múltiple instituciones locales españolas?

La selección negativa que tanto se estudió en los aparatos comunistas, el sistema por el cual los más mediocres y con menos escrúpulos son quienes triunfan, ha tenido un éxito brutal en los partidos tradicionales, pero también en la aparición de los líderes de los grupos extremistas que se nutren de la debilidad de las instituciones y del sistema. El desprestigio de los valores tradicionales y el culto a la transgresión han servido para dar una permanente bonificación en el trato a todo lo peor de la marginalidad y del desprecio y la agresión a los cánones de cultura y civilidad. 

En su opinión, ¿cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación españoles en la actual situación política?

Inmensa, terrible, nefasta y muchas veces, en mi opinión, criminal. El adoctrinamiento en el odio, la manipulación y la mentira en consignas que han practicado, fomentado y divulgado televisiones y otros medios, han dañado a la convivencia, a la cohesión y a los esfuerzos de regeneración y probidad en España. Los medios han hecho un daño como solo puede hacerlo un enemigo hiperactivo e inmensamente poderoso. Los daños para la cultura política y la convivencia en la sociedad española son, en gran parte, irreversibles.

Como analista con una amplísima experiencia, ¿cuál es su opinión sobre lo que ocurrirá en Cataluña a partir del próximo 27 de septiembre?

No tengo ni idea de lo que pasará en Cataluña. Sueño con un retorno del imperio de la ley. Pero como no soy tonto, solo sueño. Creo que las monstruosas mentiras que dominan todo el debate en Cataluña solo pudieron darse por la monstruosa mentira que tiene secuestrada a toda España. Después del fiasco se recompondrán cambalaches para mantener esas mentiras. Nadie tendrá el coraje para replantear globalmente todo lo que se ha hecho desastrosamente mal desde la Transición y empezar a dar la batalla no ya solo por las ideas, sino por las verdades objetivas. Esta batalla solo se puede dar en un clima de serenidad que no vamos a tener en España. Por eso, perderemos definitivamente el tren de la modernidad. Por eso nos quedaremos en los furgones de cola de Europa, que tarde o temprano serán desenganchados. 

¿Cómo se imagina España dentro de cinco años?

No tengo ninguna expectativa real de ver cambiar las cosas hacia bien. Creo que los dos grandes partidos, por mucho que salven los muebles ahora, son dos entes más que podridos, secos e inanes, lastres inútiles para el desarrollo de España. Por mucho que tengan gentes que inútilmente intenten hacer aun la renovación desde dentro. Otros partidos como Ciudadanos carecen de masa crítica para hacer la gran tarea de la regeneración. Respecto a Podemos y otros grupos extremistas que han surgido, sean éstos separatistas o no, creo que suponen una amenaza totalitaria y que son grupos que, en el poder, inevitablemente degenerarían muy pronto en regímenes criminales. Lo más importante es que en España y en Europa no vuelva a matarse. Y, desde luego, si tuviera dinero para ello, que no es el caso, garantizaría a mi familia y a mis seres queridos si no para esta, sí para las siguientes generaciones, una buena vida… en Estados Unidos. 

Sr. Tertsch, ¿Por qué parece que Occidente, que históricamente ha llevado el desarrollo de la Humanidad a sus niveles más elevados, tiene tantas ganas de autodestruirse?


Europa se empeñó en destruirse en el siglo XX, y EEUU no le dejó. Ahora vuelve a las andadas y pilla a Estados Unidos más viejo también, y con falta de la ingenuidad suficiente como para luchar y morir por otros. Por eso en el siglo XXI Europa va camino de conseguir lo que ya intentó en el siglo anterior, entregar la libertad y la civilización, voluntariamente y sin lucha, al totalitarismo y la barbarie. En su debilidad, fascinada por las certezas de los bárbaros.

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