ABC 29.10.07
El líder máximo «Z» viajó ayer hacia las tierras movedizas
de Barcelona para reconfortar a sus maltratados e irritados pero
imprescindibles votantes en las elecciones de marzo. Debido precisamente a la
inestabilidad general del paisaje, «Z» prefirió que la visita oficial tuviera
ese carácter que los periodistas denominan «sorpresa» y «relámpago», propio de
las apariciones que hace su fetiche favorito, el presidente norteamericano
George W. Bush, en la «zona verde» de Bagdad. No parece muy dispuesto el presidente
a que le hagan vídeos electorales sin control de Pepiño Blanco y en escenarios
poco agradecidos como es la desoladora estación de Bellvitge. Y nadie debe
reprocharle cierto miedo a un abucheo que con seguridad se habría reproducido
de hacer aparición por la maltratada zona meridional de Barcelona en un día de
labor -digamos hoy- en una visita anunciada. Al hombre que todo lo sabe decir
con una sonrisa le habría brotado ese rictus nada amable habitual en él cuando
no domina la escenificación. A su corte obediente le habría costado mucho
esfuerzo, tinta y saliva de predicadores, presentar las lógicas protestas de
los indignados ciudadanos barceloneses como una operación de desestabilización
del «aznarismo» de la Plaza de Colón, llegado desde Madrid en autobuses para
orquestar una fechoría del «facherío». Habría sido más difícil y caro difamar a
los descontentos allí que a los del día 12 de Octubre en Madrid.
Sin
embargo y pese a la brevedad de su visita, lo cierto es que el subsuelo catalán
parece haber decidido, en emulación de aliados, beneficiados, socios,
interlocutores clandestinos y demás cómplices de Zapatero durante la
legislatura, adquirir vida y voluntad propia y demostrar al presidente «Z» lo
poco que le respeta. Así, mientras él daba plenas garantías de que las grietas
que aparecen y crecen sin cesar por tabiques, fachadas y balcones en diversos
edificios cercanos a las obras no suponen peligro alguno, la tierra se volvió a
abrir no lejos de donde hablaba para sus pocos elegidos y la prensa. Hay que
advertirle al presidente -que, según dicen, tiene cierta debilidad por los
fenómenos paranormales- que lo de ayer parece una abierta amenaza de las
fuerzas ocultas por tragárselo como vuelva a aparecer por las cercanías. Con la
misma alegría juvenil con que nos dio a los españoles solemnes garantías -en
primera página y a cinco columnas- de que las turbulencias financieras
iniciadas en el Imperio del Mal del señor Bush no nos iban a afectar, Míster Z
les dice ahora a los habitantes de unos bloques de viviendas cada vez más
agrietados que están más seguros que nunca. ¿Por qué entonces no hicieron las
viviendas con grietas desde un primer momento?
Hundidos
en el socavón -en uno de ellos-, no se puede evitar la evocación de la caverna
de Platón en la que los prisioneros confundidos por sus sombras proyectadas por
la luz de las hogueras sobre las paredes subterráneas tienen unas certezas
ajenas a la realidad. Y en reflexionar sobre las terribles dificultades de
transmitir realidades más auténticas a quienes permanecen encadenados en el
fondo de la sima. Pero esto -sentenciaría nuestro desenfadado Míster Z-, es un
problema de Platón. Complicaría las cosas. Porque la ministra Maleni Álvarez le
preguntaría en el próximo Consejo de Ministros si Platón era progresista o
facha. Y sembraría allí la confusión porque ya saben ustedes que se es lo uno o
lo otro. «Platón está con la caverna», diría la vicepresidenta doña Maria
Teresa, ya definitivamente conocida como la «Fashionaria» por genial aportación
del blog de Santiago González (www.santiagonzalez.blogspot.com).
Para
el final quedan, por supuesto las responsabilidades. Mister Z asegura que el
gobierno asume la responsabilidad. Da la impresión de que lo hará con algún
esfuerzo de introspección religiosa. Porque por lo demás y como siempre, Mister
Z no da pistas. Búsquenlas en las sombras de las paredes de la caverna-socavón
de Platón.
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