ABC 07.01.08
Al presidente del Gobierno de España le encanta hablar de
los espacios infinitos. Tiene que pasarle a todo individuo poco viajado que a
tal insuficiencia añada lecturas de Suso del Toro y Gamoneda. Donde no hay
concepto ni conocimiento se inyecta un poco de magia y mucha poesía. De ahí
toda esa retahíla de aforismos que nos deja como legado de compañía al monte
Gurugú de loza rota -política, económica, institucional y de convivencia- de
estos cuatro años victoriosos. Avisando, eso sí, de que es capaz de mucho más a
poco que se le dé oportunidad. Una de las últimas aportaciones a la memorable
colección de joyas de su pensamiento está en esa «patria de la paz» en que nos
quiere adoptar a todos, según les anunció en el Líbano.
Debe de ser tan amplia como esa «cintura» que es «esencia de
la democracia» o las «infinitas ansias de paz» que le brotan. En todos estos
espacios mágicos de nuestro presidente, como en su últimamente poco cacareada
«Alianza de las Civilizaciones» caben todos al parecer. Menos los que no le
entendemos. El Ministerio de Exteriores anuncia un «revival» de dicha alianza
que nos costará a los contribuyentes un pequeño ajuar que convenza a todos los
políticos más o menos menguantes, «algoreros» y demás conferenciantes
itinerantes a que acudan al ágape de Madrid. Pero nadie se preocupe. Tenemos
superávit y la «patria de la paz» y sobre todo sus adalides también necesitan
recursos para alimentarse en la buena voluntad entre los pueblos.
Sin embargo, parece que los alquimistas de Ferraz han
detectado fragilidades en las tradicionales pócimas de odios a Aznar, la
construcción inmobiliaria o la Iglesia y síntomas de confusión sobre la
participación española en Afganistán y Líbano. Y para colmo de males, la
«baraka» del presidente en su apuesta por agotar la legislatura parece tan
defenestrada como su capacidad de profecía y recibe ya condena abierta y
rotunda de los más fieles escribidores del régimen que se veía en ciernes.
Cunden los nervios y las fisuras entre la secta. De la Vega está en la picota por
no insultar a los obispos. Y ella sigue sin hacerlo.
Pero las cifras cantan. Tanta loza rota comienza a crujir.
Tiembla el Gurugú. Ahora surgen los agravios no inventados. Radios y
televisiones amigas y la obscena RTVE dicen que la crisis económica es pasajera.
Nos espetan que es culpa de Bush el hecho de que millones de españoles que
veían con confianza su futuro hace cuatro años hoy viven angustiados.
Ante semejante balance, la tropa en torno al presidente
comienza a considerar la posibilidad de que su concepto parasitario de la
política vaya a la quiebra. Empiezan a temer que los españoles se deshagan de
un gobierno ideológico, sectario e incapaz como hace pocos meses hicieron los
polacos al acabar con Kazcynski.
ANV, otra farsa
Han gastado en simulación de patriotismo ingentes sumas del
erario público. Pero su jefe es incapaz de dar un «Viva España» de rigor ante
sus soldados. Su patria son «la tolerancia», «la paz» y «el diálogo». Todos
ellos espacios infinitos. ¿Y el diálogo? ABC anunciaba ayer que el Gobierno ya
tiene preparada la instancia de ilegalización de ANV ante la evidencia de que
es ETA. Más simulación patriótica. Otra farsa. Es triste que no sea la dignidad
zaherida de la nación sino el precio de la leche lo que produzca la primera
respuesta seria a un gobierno indigno e incapaz. Pero no es malo. Que la
realidad busque y encuentre resquicios para manifestarse.
Hace días me contaba Mikel Azurmendi en su Ondarreta natal
cómo su padre fue detenido allí porque en la pizarra de su carbonería, bajo el
preceptivo «Tercer año triunfal» en 1942, tuvo que escribir una verdad
incontrovertible: «El carbón se ha acabado». Hoy, en la esperanza de que el ministro
de justicia no ceda a sus tendencias y tentaciones, hemos de decir que nos
cuadra la frase.
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