ABC 06.08.09
NO tengo ni la menor idea si el presidente Rodríguez
Zapatero va a felicitar -o ha felicitado ya- en nombre de todos los españoles
al señor Ahmadineyad por su muy peculiar reelección como presidente de Irán. Sí
tengo ya la certeza de que ni Gordon Brown, ni Nicolas Sarkozy ni Angela Merkel
lo han hecho ni lo van a hacer. Todos ellos han anunciado que se niegan a
mostrar la más mínima satisfacción por la estafa electoral que supuso esta
reelección. También han condenado, como Barack Obama, al que costó un poco más
hacerlo, la brutalidad del régimen de terror que definitivamente se ha impuesto
en esta crisis. En ella se han solapado las ansias de libertad de la juventud,
con el 60 por ciento de la población menor a los 30 años, la rabia por los
engaños, los fraudes y la corrupción, la crisis económica y el empobrecimiento.
Pero ante todo el hecho de que por primera vez desde la implantación del
régimen islámico se ha roto el pacto de intereses entre los diversos grupos que
forman la cúpula del régimen iraní.
Mientras
en toda Europa ha habido manifestaciones en solidaridad con la juventud y la
oposición en un régimen como Irán, aquí hemos estado más callados que Zerolo
cuando el régimen de Teherán monta sus grandes espectáculos ahorcando de grúas
industriales a sus homosexuales. Si el caso de Neda, la primera joven muerta en
los disturbios después de las elecciones conmovió al mundo, aquí todo esto
parece lamentarse muy en silencio. Ni un reproche de La Moncloa a Ahmadineyad
ni al régimen teocrático islamista -con lo mal que se lleva con la religión de
la mayoría de los españoles-. No hemos sabido de ninguna manifestación en
contra de la actuación de las tropas de la policía y los milicianos basyris. Si
Neda murió de un disparo en la calle, hoy sabemos del caso de Tanareh Mousavi
que, detenida con otros estudiantes, fue torturada y violada por grupos enteros
de los policías religiosos, después llevada en coma a un hospital con la vagina
y el ano totalmente destrozados, además de cortes y golpes y lesiones internas.
Dos horas después los milicianos regresaron al hospital y se la llevaron con
destino desconocido. Dos días más tarde, su cadáver aparecía calcinado en la
cuneta de una carretera. Parece que nuestra tropa de la Zeja pero también todas
las feministas que en la misma se encuadran aplican ya a los regímenes
islámicos de la Alianza de Civilizaciones de Zapatero unos baremos más
piadosos. Lo deben llamar complicidad con las diversas sensibilidades. Eso
respecto a Irán.
Porque
España se ha convertido además bajo Zapatero en un poder intervencionista a
favor de todos los proyectos dictatoriales en Latinoamérica y en un Gobierno
chivato que en vez de proteger a la disidencia en todas las dictaduras, del
signo que sean, ignora y traiciona a los perseguidos. Y da certificados de
corrección diplomática a los principales responsables de esta deriva
totalitaria como acaba de hacer el ministro Moratinos en Venezuela. Todos
callados ante las tropelías de que es objeto nuestra sociedad. Casi me parece
peor ese silencio indolente y cómplice ante los monstruosos abusos de los
amigos políticos de nuestro presidente.
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