ABC 08.07.09
Llevo unos días esperando a
que nuestro presidente del Gobierno le indique a nuestro ministro de Asuntos
Exteriores que sería conveniente llamar al embajador español en China a
consultas. Como al de Tegucigalpa. Nos hemos enfadado mucho con unas
instituciones hondureñas que, de forma muy desagradable y condenable, han
derrocado a un golpista amigo del milico Chaves, del pederasta Ortega y del
dictador Castro. Y que pretendía seguir los mismos planes que sus amiguetes.
Nos hemos enfadado con razón, señor ministro. Esto se lo aplaudo más que su
tutela permanente de criminales como Castro y su dictadura. A la gentuza, si ha
sido electa como el presidente hondureño hay que quitarle el poder por medios
constitucionales. Sacar a los soldados para llevarse al presidente en pijama a
un avión no es nada elegante. «Quite unpolite» que diría Chesterton. Aunque sea
él el mayor golpista del país. Las botas militares no pintan nada en el debate
político. Ni en Honduras ni en Venezuela ni en Cuba. ¿Estamos de acuerdo? Pero
llevamos varias jornadas de escabechina en Xingjian, en el oeste de China y
nuestro embajador en Pekín se siente tan feliz y cómodo como si estuviera en La
Habana. Aquí la vida sigue igual, por Ustedes designada. Pasan los días,
cierran las empresas y cada vez más gente honrada se ve obligada a robar en los
supermercados. Pero en Xingjan están peor. Allí los soldados chinos están
matando a los niños musulmanes a culatazos. Convendría que al menos dijeran
Ustedes algo. Por decencia. ¿O es pedir demasiado?
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