ABC 29.07.09
No sé yo si con la maña que le va quedando a nuestro
ministro de Asuntos Exteriores, va a conseguir éste esos grandes contratos para
la industria española que, según Aló Zapatero -95% de la televisión en España-
generarán miles de puestos de trabajo para los españoles. Se fue a Venezuela
acompañado por representantes de empresas que buscan mercados aunque sea en el
infierno. Éstos le sirven de coartada al ministro en este vergonzoso viaje. Así
el Gobierno les debe un favor. Eso nunca es malo cuando la gran empresa se sabe
tan vulnerable a los caprichos del poder. Quieren hacer negocios en una jungla
sin ley como Venezuela. Puede que hayan llegado a la conclusión de que no van a
encontrar menos seguridad jurídica que en casa. Allá ellos.
Pero
hay un capítulo especial. Es el negocio de la venta de armas. También genera
puestos de trabajo. No seré yo el que reproche a Zapatero que bajo su mandato
la exportación de armas haya alcanzado un nivel sin precedentes. Uno de los
pocos insultos que aun no he recibido es el de pacifista, esa figura que
siempre exige se desarmen las democracias para dejarlas inermes ante los
matones de la historia. Las armas no son ni buenas ni malas. Depende siempre de
quien las tenga. Los muy pacifistas suecos se han enfadado, dicen, porque armas
modernas que vendieron a Venezuela han aparecido en manos de los terroristas de
las FARC. Nuestro Gobierno, repleto de «fans» de un asesino como el Ché y de
simpatizantes de un movimiento totalitario como el «bolivariano» puede caer en
la tentación de seguir armando a quien arma terroristas y amenaza con invadir a
sus vecinos. Alguien debería disuadirle.
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