ABC 05.08.09
EN agosto toda España está en
fiestas, aunque solo sea por cuestión de fechas y santuario. No hay otros
motivos. De jovencitos, un grupo aguerrido de amigos comenzábamos en junio una
particular e impía ruta -nada jacobea- en las fiestas de San Juan en Eibar.
Concluíamos en San Antolín en Lequeitio en septiembre, todos hechos unos
zorros. Pero el mes intenso del peregrinaje era agosto, en el que -noche y día-
reíamos, bebíamos, cantábamos y nos creíamos indestructibles. Con dos horas de
sueño nos recuperábamos del kalimotxo más terrorífico y del garrafón más
tóxico. No les cuento esto con nostalgia. Huyo de las fiestas populares desde
hace décadas. Pero he encontrado una juerga sustitutiva en agosto que no afecta
a las transaminasas y se puede celebrar en una tumbona a la rica sombra. Es la
inmersión total en la habitual juerga de agosto que se corre nuestra
vicepresidenta por tierras lejanas. Lo leo todo al respecto. Lo que dice y lo
que calla, lo que regaña y aplaude, las tontadas y las maldades, los vestidos
que lleva desde aquí y los disfraces que se pone allí. Nuestra sorgina yeyé
celebra su propia Fiesta de Maritere. Escribo desde cerca de Zugarramurdi.
Influido por ello, creo que MTFV tiene poderes especiales, misteriosos.
Fíjense, desde Brasil, tierra de santería, nos anunció que el fiscal
anticorrupción recurriría la sentencia absolutoria del presidente Camps antes
de que el fiscal lo dijera o incluso supiera. Da mucho consejo por allí y nos
pone como ejemplo, otra maldad de la neocolonialista benévola. Y riñe a Lula.
Éste se reiría mucho con ella. Lo dicho, una juerga de agosto.
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