miércoles, 5 de junio de 2013

NAZIS Y COMUNISTAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 21.05.13

Los nazis ideológicos son un fenómeno marginal mientras que el proyecto totalitario comunista goza de espacio político, cultural y mediático

EL nazismo es autor del mayor crimen de la humanidad. No porque el comunismo, la otra ideología criminal, asesinara menos. Al contrario, asesino más. Las muchas decenas de millones de muertos por el comunismo a lo largo del Siglo XX superan en mucho a las del nazismo en sus 12 años de poder totalitario y guerra genocida. Pero el nazismo fue único por su sofisticación en medios y objetivos. Mientras el comunismo mató con los mismos medios y fines de todo terror invasor o genocida a lo largo de la historia, el Holocausto nazi es un salto cualitativo en la historia. El crimen comunista es primitivo, el crimen nazi fue la modernidad más terrible. Se muere igual, el horror inmediato para la víctima, sus consecuencias para la víctima, son iguales, pero se mata de forma diferente. La industrialización de la muerte, su diseño, su meticulosa ejecución, su gerencia, se elevan cualitativamente a una cima de maldad en cierta forma metafísica, jamás conquistada por otros crímenes por monstruosos y aberrantes que sean.
El muy diferente trato que se da a las dos ideologías no se basa en esta consideración sofisticada de la que se ocuparon grandes cabezas de la posguerra como Theodor Adorno y célebres supervivientes como Primo Levi. Porque, aunque lamentable, es explicable que la magnitud de sus crímenes no haya llevado a la ideología comunista a la misma merecida marginación de la ideología nazi. Se debe a la muy prosaica realidad de que una perdió la guerra y la otra la ganó, en alianza con el Occidente democrático. Aquello convirtió al comunismo en una alternativa que, por conocidos que fueran sus crímenes y monstruosidades, tuvo una gran patria soviética y un imperio en constante expansión hasta poco antes de su colapso. Nunca dejó de tener adeptos entusiastas en todo el mundo. Y nunca sufrió el desprestigio social del nazismo.
En Occidente, la inmensa mayoría de los intelectuales europeos tuvo una relación, cuando no de abierta simpatía, sí de complicidad o al menos comprensión o condescendencia hacia el comunismo. Por eso el término «nazi» sirve hoy como insulto, mientras el de «comunista» no ofende. Por lo mismo que «antinazi» o «antifascista» es un epíteto siempre positivo mientras «anticomunista» es absurdamente despectivo. Esta asimetría en la consideración de ambas ideologías lleva a mucha paradoja y contradicción. Porque los nazis ideológicos que, en las democracias están con razón acosados social, política y policialmente, son un fenómeno marginal. Mientras el proyecto totalitario de la izquierda, el comunista, goza siempre de espacio político, cultural y mediático. Y mucho más en tiempos de tensión, crisis y aumento de la frustración y el resentimiento. Estos grupos, que están siempre en la oposición en las democracias –si llegan al poder desaparecería el sistema–, utilizan los mismos métodos que los nacionalsocialistas alemanes en la oposición. Los SA nazis y los comunistas de Spartakus, hacían lo mismo en su propaganda y lucha. En gran parte porque los activistas, los matones, eran intercambiables, cuando no mismos. Por tanto es cierto que los acosos y la violencia que llevan a cabo los grupos ultraizquierdistas son prácticas nazis. Lo que no debe confundirse con el insulto personal. Llamar nazi a alguien es tacharlo de peor criminal y por tanto una injuria. Y para quienes tenemos cultura alemana, mucho más. Ahora Berlín va a tomar acciones contra el primer ministro húngaro, Orban, harta Merkel ya de insultantes evocaciones nazis. A mí me pagó Radomir Antic unas vacaciones por llamármelo. Ahora es, al revés, un entrenador, Mourinho, quién cobrará 6.000 euros de un periodista. Por cierto, un periodista que también me llamó nazi a mí. Casi me están entrando ganas de pleito.

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