ABC 06.12.07
Han
estado en Madrid los tres hombres capitales del nuevo Kosovo que va a ser el
último estado independiente en surgir del desmoronamiento de la antigua
Yugoslavia. Se trata, según el convencimiento de la inmensa mayoría de los
miembros de la Unión Europea, de cerrar definitivamente las cuestiones
fronterizas en los Balcanes y abrir una nueva página en la que todos, pero
especialmente Belgrado y Prístina, como antes hicieron Liubiana (Eslovenia), Zagreb
(Croacia), Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), Skopje (Macedonia) y Podgorica
(Montenegro) asuman pasado, presente y ante todo un futuro en común tras las
desdichas de las pasadas décadas. El presidente moderado Fatmir Sejdiu, el
nuevo primer ministro, reciente vencedor de las elecciones y exlíder
guerrillero del UCK, Hashim Thaci y el imprescindible Vetton Surroi, el cerebro
negociador de este largo peregrinaje que comenzó en 1991 con la declaración de
independencia de Eslovenia y Croacia y pasó por varias guerras y la última
operación genocida de Slobodan Milosevic, llegaron a Madrid para contarle al
ministro de asuntos exteriores español, Miguel Angel Moratinos, cuales son sus
intenciones.
Ahora
ya está claro que no habrá un acuerdo negociado entre Serbia y Prístina por
imposición expresa de la Rusia de Vladímir Putin que impedirá una resolución
del Consejo de las Naciones Unidas sobre la base del plan elaborado por el
expresidente finlandés Maahti Athisaari. Todos agradecen el papel jugado por
Moratinos en la presidencia de la Organización para la Cooperación en Europa
(OSCE) que saben no le ha podido resultar fácil porque el resultado se aleja de
los resultados que en un principio les habría parecido ideal a la diplomacia
española. Pero aplauden su realismo y dan por hecho que España no se
distanciará ya de la práctica totalidad -al margen de reticencias chipriotas,
griegas y eslovacas- de los 27.
El
presidente, el primer ministro y el veterano negociador Surroi, hijo de un
embajador yugoslavo muerto en España en extrañísimas circunstancias hace tres
décadas, se reunieron ayer en Madrid con ABC para explicar lo que, en su
opinión y en perfecto acuerdo entre ellos pese a sus diferencias ideológicas,
debe ser una hoja de ruta sin sobresaltos y en plena coordinación con Estados
Unidos y la Unión Europea.
«Habrá
una proclamación de independencia que estará coordinada con los aliados en la
comunidad internacional para la que aún no hay fecha exacta», según el
presidente Sejdu pero que «no puede ya postergarse mucho», en palabras de
Thaci, vencedor de las elecciones y hoy sin duda el hombre fuerte en el nuevo
estado. «La sociedad no puede desarrollarse en esta situación de precariedad»
jurídica internacional, señalaba ayer Surroi. Se asumirá de forma completa,
dijo, todo el Plan Ahtisaari con el despliegue de garantías para las minorías y
especialmente la serbia en el norte del país. «No habrá ninguna acción
precipitada ni unilateral», insistieron y coincidieron también en que sus
previsiones respecto a la reacción de Serbia y Rusia no son alarmantes.
Y
minimizan las posibilidades de las fuerzas ultranacionalistas serbias de abrir
otros frentes en los Balcanes. «Sí, han aparecido pancartas pidiendo ayuda a
Putin en Banja Luka (capital de la región serba de Bosnia) y amenazan con crear
ese efecto del conflicto bélico «congelado» como los que tienen los rusos en el
Cáucaso, pero los intereses en Europa harán que pronto Kosovo sea un factor de
estabilidad en los Balcanes».
En todo
caso e independientemente de sus últimas conversaciones antes de que el próximo
lunes concluya el plazo de reintento negociador impuesto por la ONU, los tres
se mostraron ayer muy firmes en su decisión de que no habrá más retrasos porque
Kosovo necesita para sobrevivir un status quo definitivo en el que ser fuerza
activa. En algo más estaban de acuerdo los tres protagonistas de la
independencia de Kosovo y es que la presión de Rusia no es un problema kosovar
sino de la Europa libre. «También allí están intentando tener un veto sobre la
política de los europeos. Europa debe demostrar que ese veto sobre la voluntad
europea no existe».
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