lunes, 2 de marzo de 2015

CONCILIADOR Y DESCONFIADO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  24.01.08


El presidente colombiano, Álvaro Uribe, ha recibido plenas garantías de Javier Solana de que los narcoterroristas de las FARC seguirán en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. La noticia puede parecer un disparate. ¿En qué sano juicio cabía la posibilidad de que la mayor unión de democracias del mundo se planteara el dejar de considerar terroristas a una inmensa banda de narcotraficantes y asesinos que mantienen secuestrados y en permanente tortura a centenares de ciudadanos inocentes colombianos y extranjeros? ¿Quién, salvo los propios terroristas de las FARC o su cada vez menos disimulado cómplice que es el presidente venezolano, Hugo Chávez, podría tener la peregrina idea de reclamar el reconocimiento de esa banda sanguinaria como «fuerza combatiente» en práctica equiparación política, militar y moral con el Estado democrático de Colombia? Semejante idea, incalificable por su perversión de todos los principios básicos de la democracia y las leyes internacionales, debería haber sido desechada nada más ser formulada por el ínclito Chávez como una intolerable afrenta a la Unión Europea y un disparate que no merecía ser discutido. Sin embargo, al parecer para algunos no debía ser tan demencial ya que Javier Solana, consideró adecuado anunciar que los terroristas seguirán siéndolo a ojos de la UE. Ha sido necesaria esta manifestación explícita de «pleno apoyo» para aliviar los temores del presidente colombiano.
Uribe ha estado en Madrid después de pasar por París y de camino a Davos. Ha pronunciado una magnífica conferencia ante un par de centenares de políticos, empresarios y periodistas para explicar una vez más, con toda la paciencia y pedagogía del mundo, hechos que debieran ser obvios para todo ciudadano del mundo libre. Uno es que la democracia colombiana ha logrado inmensos avances en la conquista de seguridad y libertad para sus ciudadanos en los últimos años y que los terroristas pierden ante la firmeza del Estado de Derecho y la voluntad política de derrotarlos. Otro, también evidente, es que esta lucha de la democracia armada que ha sacado ya irreversiblemente a Colombia de la estrategia de la guerra civil e insurreccional planeada, alimentada y apoyada por ideólogos izquierdistas de Latinoamérica y Europa, debiera tener un apoyo mucho más rotundo por parte de las democracias europeas.
Liberación de rehenes
Uribe ha venido a estudiar los siguientes pasos a dar para la liberación de los rehenes con los tres países -Francia, España y Suiza- que, junto a la Iglesia católica, ha autorizado a mediar con las FARC después de poner punto final a la farsa mediadora del presidente venezolano. Y tiene razones para querer amarrar bien cortas las condiciones. Por varias razones. En París, un presidente Nicolas Sarkozy que se declara implacable con todo terrorismo y desafío al monopolio del estado de la violencia, parece peligrosamente tierno en su ferviente y loable deseo de conseguir la liberación de Ingrid Betancourt, candidata presidencial colombiana que tiene también la ciudadanía francesa. Resulta lógico que las familias de los secuestrados tengan como único objetivo la liberación de los suyos y asuman parte del «síndrome de Estocolmo» de los propios secuestrados. Pero los últimos gestos del pequeño gran hombre del Elíseo sugieren que también él puede estar interiorizando esta reacción, humanamente explicable, políticamente nefasta.
En España tiene Uribe suerte de que la «luna de miel» de los camaradas Zapatero y Chávez ha concluido. Pero hace bien en no fiarse. Tampoco él olvida que fue Zapatero el precursor en dar crédito internacional a unos terroristas, a ETA, en Estrasburgo, en su insensata apuesta de armonía infinita con los asesinos.
Si el jefe del Gobierno español cree que puede permitirse esto y mucho más, Uribe sabe bien que ni él ni la democracia colombiana pueden mecerse de nuevo en el abismo. El presidente colombiano es probablemente la antítesis política y de carácter de Zapatero. Eso explica los atronadores aplausos que recibió en el IV Congreso de Víctimas del Terrorismo que clausuró ayer en Madrid antes de partir hacia Suiza. Allí dejó claro que sólo ofrece a las FARC reinserción y a sus ciudadanos la lucha hasta «la derrota del terrorismo».

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